Capítulo 6. Conocerte
Nara se quedó en silencio, esperando que Rodrigo dijera algo más antes de tratar de convencerlo de lo contrario. Sé lo que estarán pensando: << ¿QUÉ?, ¿NO QUIERE IR CON RODRIGO HEREDIA A UNA CITA?>> Pues sí, así es. Nara estaba preocupada de conocer gente como aquella, podrían ser muy duros con ella, juzgar su ropa, sus nulas propiedades, su dinero inexistente al final de la semana. No quería eso, había tenido dinero, quizá no tanto como Rodrigo, mucho menos como Armendia, pero lo había tenido y ahora ya no estaba.
Su madre decía que ser pobre y comenzar a escalar hasta tener éxito era maravilloso, pero si había algo peor de nunca escalar, era haberlo tenido todo y haberlo perdido de un día a otro… Tiene toda la razón del mundo. Pero, pese a que les había pasado lo último, Nara no dudaría en dejarlo todo de nuevo.
Rodrigo estaba sentado en su sillón ejecutivo color oscuro. Se levantó rodeando el escritorio con paso ligero y se sentó frente a Nara, recargándose en su escritorio como nuevo asiento, la muchacha le quedó justo en frente y se veía aún más pequeña desde ahí, se veía adorable y notaba su nerviosismo.
—Es una locura, lo sé. Pero sería para mí un placer que me acompañaras, la gente creo que es lo que menos tiene que preocuparte, no vas con ellos, vas conmigo. ¿De acuerdo? — Nara asintió con calma, sabía lo que se hacían en esas fiestas y cuando no conocías a nadie era un infierno si eras tan penosa como ella, si por otro lado eras una diabla, era el mejor tipo de fiesta. Nara jamás había sido la diabla de una fiesta y estaba bien por ella, llamar la atención no era lo suyo desde hacía mucho tiempo—. Si no te sientes cómoda, te invito un café lejos de la gente nos iremos de la fiesta y nadie lo notará, sé que el café te gusta mucho… ¿Te parece bien?
—De acuerdo.
Tampoco iba a decirle que no a esos ojos siempre. Tendría que sacar su vestido largo de aquella bolsa, es algo viejo pero estaba segura que le iría bien. Confiaba en él, podría irse si lo deseaba, sabía que si le decía a Rodrigo que se fueran a otro lado, se irían con toda la elegancia del mundo. Justo como él lo menciona.
Le sonrió, esa sonrisa la ponía nerviosa, incluso cuando habían tenido ese pequeño enfrentamiento la primera vez que lo vio.
—Perfecto. Bueno, deberíamos ir a casa, ya oscureció hace un rato y… ¿Quieres que te lleve a casa?
—Oh no, vivo a una hora poco más de aquí y seguramente debes ir a descansar un poco. Con el tráfico una hora se convierte en tres.
—Insisto, de todos modos voy a pasar por ti, el día de la fiesta—. No había duda, era un caballero, le faltaba la armadura y una espada porque todo lo demás lo tenía—. Sirve que practico llegar allá sabiendo que voy contigo, nada de perderme con la señorita del G****e.
Nara ríe satisfecha, Rodrigo igual se una ella con una risa más discreta y se pasa la mano por la melena negra, Nara quería pararse pero Rodrigo estaba frente a ella, el sillón que antes le pareció amplio cuando se sentó, ahora lo siente estrecho. Se intenta levantar y su pie izquierdo choca de la punta con su pierna derecha, se fue entonces hacia el frente y Rodrigo la recibió.
Justo en ese momento siente la fuerza de sus brazos, todo su cuerpo se había ido hacia enfrente, su pecho estaba sobre el de él, parecería que la estaba abrazando. Con lo alto que era y con lo pequeña que Nara es, le sacaba aún poco más de una cabeza, la muchacha no reaccionaba, sólo volteó a verlo, nota entonces una sonrisa y unos ojos oscuros como la noche que se clavaban en los suyos, sentía sus fuertes brazos y el calor que emitían. Ella tenía las palmas extendidas sobre su pecho y se sintió igualmente fuerte, tenso.
Lo que para ella y para Rodrigo había durado había sido una eternidad, pasaba frente a ellos, ella enderezó su pie despacio… Se incorpora, siente cómo dejaba el calor del regazo de Rodrigo, sus brazos seguían posados en los suyos, sus palmas tocaban la superficie de arriba de los codos, Rodrigo sí la sujetaba de los suyos, se quedaron un minuto más sin decir nada y al fin se soltaron.
—Iré por mi saco.
Ella estaba a punto de recoger sus cosas, hasta que Rodrigo tomó su bolsa y se la echó en el hombro, ella le pidió hacer un cambio por su saco. Cerró su oficina con llave y la dejó pasar primero para tomar el elevador.
***
Lindavista es una zona residencial preciosa, lleno de casas lujosas, unidades con deportivos dentro… Era de lo poco que habían conservado de su antigua vida. Una preciosa casa de dos pisos con un jardín enorme, aunque la casa cada vez había estado más y más vacía, confiaba en que comenzarían a estar mejor pronto.
—Ya casi llegamos, el portero me recibirá, puedo bajar aquí, deberías ir a casa ya queda bastante lejos de aquí supongo…
Faltaban unos 10 minutos para llegar a su unidad, Rodrigo iba haciendo memoria de cada una de las vueltas que había dado para llegar hasta su casa.
En el camino habían charlado sobre el trabajo principalmente y el gusto personal que tenía Nara por corregir a las personas que se sienten dueños del universo. Rodrigo reía con sus comentarios y los gestos que hacía, probablemente ella no veía cómo la cara de amabilidad se le transformaba a coraje en un momento.
—Fue magnífico acompañarte a casa—. Menciona él cuando el lujoso auto se detuvo y tuvo que bajar de el, Nara suspiró pesadamente—¿Dije algo malo?
—No, no. Todo fue perfecto, de verdad.
No sabía qué hacer exactamente. Despedirse de beso en la mejilla o sólo sacudir la mano en señal de adiós. Se quitó el cinturón de seguridad y se acercó cuidadosamente a él, esperando que se alejara o que la recibiera de nuevo, pasó lo segundo. Rodrigo no se quitó su cinturón, pero comenzó a acercarse, poco a poco iba a decirle algo cuando el beso que iba a la mejilla llegó justo en la comisura de sus labios.
El guapo empresario sostuvo la respiración al sentir los labios de Nara tan cerca de los suyos. Ella tomó su bolsa del asiento de atrás y salió del auto. No se metió a su unidad hasta que perdió el Mercedes oscuro de Rodrigo en la noche.
Nara llevó su mano izquierda a sus labios. El corazón le iba a explotar, sintió el calor acumularse en sus orejas y cerró los ojos. El frío de la noche la regresó a la realidad y volvió a suspirar.
—Suspiré porque todo lo bueno dura casi nada… Eso lo hace adictivo.
Dijo entrando a su unidad, saludando al portero.
***
Rodrigo seguía sin decir palabra, sin pensar oración incluso cuando llegó a su departamento. Se sentía agitado todavía, su aroma lo había embriagado dos veces en un espacio de tiempo. Comenzó a sentirse como un adolescente ¿Qué rayos le ocurría? Había dejado de ser el seguro y ligeramente egocéntrico magnate hombre de negocios para sentirse nervioso por la presencia de una chica, que además era su nueva empleada ahora. Hasta dónde había llegado.
Se quedó despierto mucho tiempo más, pensando en qué iba a hacer, era cierto, se había tomado un break con su novia, era difícil la comunicación o tratar algunas cosas, después de todo ella no era de México y había muchas cosas que, aunque decía que sí, no lograba entender del todo.
Tomó su teléfono y le escribió a su amigo antes de ir a darse un baño y tratar de aclarar sus ideas.
—Amigo, aparta dos copas de tu mejor bebida para esa fiesta.
—Eso es todo compadre, no te vas a arrepentir. Ya lo verás.
Y antes de meterse al agua fresca para despojarse del cansancio del día, sonrió mandando un mensaje de buenas noches a su amigo… No, no se iba a arrepentir, si aquello iba a ser un riesgo, sería alguno que valiera la pena.
Capítulo 7. Margarita Rodrigo tenía el cabello húmedo todavía. Estaba en su sala, tenía el televisor encendido pero no le ponía atención, aún recordaba los labios de Nara en la comisura de los suyos, no entendía qué demonios estaba haciendo… Pero no quería que se detuviera. Había dejado el teléfono arriba en su habitación, no sabía si Arturo le había respondido y sinceramente no tenía cabeza para pensar en ello. Comenzó entonces a preguntarse sobre la vida de Nara, ¿Sabría bailar?, ¿Qué le gustaba bailar?... ¿Le gustaba la música?, ¿Cantante o banda favorita? No sabía casi nada de ella y sin embargo, sentía que la conocía de tiempo atrás, quizá era porque no habían tenido al necesidad de “romper el hielo” ya que su forma de conocerse habían acabado con toda duda y pena entre los dos. Aunque ella sí se sentía algo apenada aún por haberle reclamado en su entrevista, aunque si no fuera por eso quizá no hubiera llamado su atención. Nara
Capítulo 8. Comida Canción: She wants to know – Half Moon Run. Nara tenía los ojos muy abiertos. Maricela había entrado a su oficina como si huyera de la policía. Se levantó al verla entrar corriendo tan agitada. —¿Qué sucede?—. Preguntó Nara colocando el lápiz que tenía en la mano detrás de su oreja. Maricela, una mujer más alta que ella, ligeramente robusta con el cabello corto y muy chino color rojizo, la miraba con una sonrisa. —¿Qué te dio?—Le dijo a Nara buscando cosas raras o anomalías en el escritorio hasta que posó su vista en el delicado florero rosa—. Oh por Dios… Qué delicado, es tan… Tierno. ¡Qué adorable! Lo vi. Lo vi cuando llegó, temprano como siempre, traía algo en las manos cuando pasó por el lobby, sabía que venía hacia acá y no quise interrumpir, mejor callé y pensé que entre chicas sería mejor guardar un secreto. Nara no sabía por qué, pero sabe que a Maricela le agrada y mucho. —Lo vi cua
Capítulo 9. Preparación Canción: Catch me if you can – Walking on cars. Los días habían pasado, Nara estaba frustrada de los trabajos tan pequeños que recibía de parte del canoso, como ella le había apodado. Estaba muy cansada de las cosas tan básicas de oficina que había hecho incluso en su servicio, ya no quería eso, quería tener trabajo real. Rodrigo le hacía caso, pero no del todo. Le hacía caso en sus quejas sobre los trabajos tan sencillos aunque no podía hacer mucho pues hay reglas en la competencia, o mejor dicho piezas por mover dentro de una empresa. Y ponerla aún con su buena estrella y el talento que presentaba en tan solo casi dos semanas de trabajar para él… No era lo más adecuado por cuestiones obvias. De cualquier modo, Rodrigo buscaba premiarle siempre con un bono, bonos que Maricela iba recibiendo, tenía ya en su bolsa tres bonos: El primero por la máquina, el segundo por checar e identificar al me
Capítulo 10. Aproximación. —¿Cómo?... Nara no es chistoso. Su mejor amiga estaba terminándose un helado cuando Nara le contaba todo lo que había pasado. Desde el incidente de la entrevista hasta su cita por la cual había ido a sacar sus ahorros restantes para un vestido. Fruncía el ceño la bella mujer que Nara tiene como hermana adoptiva, pensaba seguramente que le estaba mintiendo. No era así para sorpresa de todos. Ni ella misma es capaz de asimilar lo que acaba de pasarle en menos de un mes. —¿Rodrigo Heredia? —Ajá. —¿El fundador de esos laboratorios de medicamentos y cosas variadas? —Sip, ese mismo. —¿Alto, de traje y parece vampiro no? —Sí. —Oh, ya veo—. Su amiga estaba terminándose el cono sumamente seria, Nara estaba a punto de preguntarle cómo se sentía o si estaba bien. Esperaba algo más… Pues más—. ¡OH POR DIOOOOOS! NO PUEDE SER, TIENES UNA CITA CON RODRIGO HEREDIA. ¡QUÉ
Capítulo 11. Fiesta, Parte I Canción: Give me love – Ed Sheeran El despertador era una tortura, había decidido quitar todas sus alarmas de canciones y poner el típico y estresante ruido que todos conocíamos gracias a las películas pues hubo un punto en que olvidaba por completo la alarma y la canción se volvía parte de su sueño. Se estiró, era jueves por la mañana, no tardaba en pasar su mejor amiga por ella, disfrutarían todo el día en el spa. Tenía dos años, quizá poco más en que no iba a uno, se sentía raro, era como si la antigua Nara estuviera de regreso. Pero no era la misma, se levantó, se dio un baño y tomó un pants ajustado gris. A las 8:00 am en punto su mejor amiga estaba tocando el timbre, su madre le dio el aviso y corrió directo al auto de su mejor amiga. —Vaya… ¿Todo esto es tuyo?—. Menciona la muchacha subiendo al auto, era un Toyota rojo se lee híbrido en la parte trasera del automóvil
Capítulo 12. Fiesta, Parte II Canción: FLy me to the Moon – Macarons Project. ¿Alguna vez has sentido cómo sientes que el mundo se detiene?, que estás ahí junto con todos los demás, el mundo sigue girando sin duda, sigues respirando… Pero el corazón parece que por la emoción está a punto de estallar. Y posiblemente así es, quizá, no lo sabes. Lo único que existe en el momento es, estar ahí… El alma está en un hilo pero no es de temor. Así se sentía Nara. Rodrigo la levantó poco a poco envolviendo con cuidado su manita, la pegó a él y le dio otro beso pero este fue más pequeño. Nara lo veía a los ojos, un poco borroso por la falta de sus lentes, pero quedaría grabado el momento para siempre. Caminaron enganchados del brazo hasta su mesa, muchos invitados tenían las cejas levantadas por el espectáculo que acababan de presenciar, Nara podía sentir que flotaba aún cuando escuchaba sus tacones, sentía que no esta
Capítulo 13. Noche Canción: Bajo el agua – Manuel Medrano. *Meses antes* Nara corría con la mayor velocidad que daban sus piernas, los tacones seguramente habían hecho mella en sus pies, no importaba pues no sentía nada, no escuchaba nada que no fuera su corazón desbocado a punto de salirse de su pecho. Odiaba ser mala corriendo. Sentía que le ardían los pulmones pero el agujero en el pecho le hacía más daño todavía, la habían sacado de su clase a media exposición, no se había puesto bien el suéter, lo traía enredado en su mochila, se veía espantosa, el cabello se le metía en la boca cada vez que jadeaba por aire. Odiaba no tener carro propio, sólo su padre tenía y no le habían comprado uno por ser demasiado joven. Les daba miedo a sus padres que se fuera de fiesta o todo un fin de semana, no era capaz de hacerlo. Nara era la chica que siempre estaba en clase, partic
Capítulo 14. Amanecer No era un secreto ya para nadie que Rodrigo Heredia no dormía. O al menos dormía mucho menos que el resto de las personas, eso era seguro. Sin embargo, aquella noche una vez que el tiempo se desdibujó entre los brazos y la calidez del cuerpo de Nara, durmió. Durmió con demasiada tranquilidad, su respiración fue pesada, en señal de que había entrado en sueño profundo. Se sentía descansado, con ganas de llevar a Nara a todos lados. Pero había tiempo, el día tenía aún mucho por dar. Estaba despierto ya, hechizado por Nara. La chica estaba abrazada a él, su expresión relajada le daba paz a Rodrigo, la miraba con toda la calma y procuraba capturar la ubicación de sus lunares, procuraba memorizar las diferentes respiraciones, en su mente se repetía esa Nara en sus brazos dormida… Tan indefensa. Sus carnosos labios habían tomado un color rosado divino, amaba la forma de su cara y su pequeña y respingada nariz, una nariz precio