Capítulo 12. Fiesta, Parte II
Canción: FLy me to the Moon – Macarons Project.
¿Alguna vez has sentido cómo sientes que el mundo se detiene?, que estás ahí junto con todos los demás, el mundo sigue girando sin duda, sigues respirando… Pero el corazón parece que por la emoción está a punto de estallar. Y posiblemente así es, quizá, no lo sabes. Lo único que existe en el momento es, estar ahí… El alma está en un hilo pero no es de temor. Así se sentía Nara. Rodrigo la levantó poco a poco envolviendo con cuidado su manita, la pegó a él y le dio otro beso pero este fue más pequeño. Nara lo veía a los ojos, un poco borroso por la falta de sus lentes, pero quedaría grabado el momento para siempre.
Caminaron enganchados del brazo hasta su mesa, muchos invitados tenían las cejas levantadas por el espectáculo que acababan de presenciar, Nara podía sentir que flotaba aún cuando escuchaba sus tacones, sentía que no esta
Capítulo 13. Noche Canción: Bajo el agua – Manuel Medrano. *Meses antes* Nara corría con la mayor velocidad que daban sus piernas, los tacones seguramente habían hecho mella en sus pies, no importaba pues no sentía nada, no escuchaba nada que no fuera su corazón desbocado a punto de salirse de su pecho. Odiaba ser mala corriendo. Sentía que le ardían los pulmones pero el agujero en el pecho le hacía más daño todavía, la habían sacado de su clase a media exposición, no se había puesto bien el suéter, lo traía enredado en su mochila, se veía espantosa, el cabello se le metía en la boca cada vez que jadeaba por aire. Odiaba no tener carro propio, sólo su padre tenía y no le habían comprado uno por ser demasiado joven. Les daba miedo a sus padres que se fuera de fiesta o todo un fin de semana, no era capaz de hacerlo. Nara era la chica que siempre estaba en clase, partic
Capítulo 14. Amanecer No era un secreto ya para nadie que Rodrigo Heredia no dormía. O al menos dormía mucho menos que el resto de las personas, eso era seguro. Sin embargo, aquella noche una vez que el tiempo se desdibujó entre los brazos y la calidez del cuerpo de Nara, durmió. Durmió con demasiada tranquilidad, su respiración fue pesada, en señal de que había entrado en sueño profundo. Se sentía descansado, con ganas de llevar a Nara a todos lados. Pero había tiempo, el día tenía aún mucho por dar. Estaba despierto ya, hechizado por Nara. La chica estaba abrazada a él, su expresión relajada le daba paz a Rodrigo, la miraba con toda la calma y procuraba capturar la ubicación de sus lunares, procuraba memorizar las diferentes respiraciones, en su mente se repetía esa Nara en sus brazos dormida… Tan indefensa. Sus carnosos labios habían tomado un color rosado divino, amaba la forma de su cara y su pequeña y respingada nariz, una nariz precio
Capítulo 15. Presentimiento Canción: Tú luz – Carla Morrison. *Meses antes* Nara caminaba sin rumbo fijo, el moretón que tenía en el pecho le avisaba que seguía ahí, dolía. A pesar del calor que había en aquel mes de mayo, llevaba un cuello alto para ocultar también la forma de unos dedos en su cuello, huellas impregnadas en su piel de quien un par de días antes, la había sujetado con fuerza. Había salido ya del hospital, se había presentado a su trabajo, pero tras confundir dos órdenes de café y romper una taza para espresso, su jefe la mandó a descansar. Sabía que su padre había tenido un accidente y que su novio no era un chico del todo amable, desde que un día la acompañó al café donde Nara trabajaba, supo que había algo mal en él la experiencia de su jefe por haber atendido aquella cafetería por más de quince años no eran una cosa de niños. Pero decidió no decir nada, g
Capítulo 16. Inicio Rodrigo pidió la cuenta al mesero personal que habían enviado para ellos, sostenía su mano, la que quedaba más cercana a él. Había dejado de temblar y ahora se preocupaba por mantener la cordura. Durante el desayuno rieron a carcajadas, comieron hasta estar satisfechos y Rodrigo no dejaba de mimarla y cuidarla como si su vida dependiera de ello. Le acomodó el cabello, pidió su lujoso auto al ballet parking y decidió esperar a que lo trajeran mientras su querida Nara se tomaba la que sería su sexta taza de café, estaba deliciosa. —¿Quieres ir a la boutique? ¿O quieres hacer otra cosa?—. Nara limpió su boca con la servilleta de tela, mirándolo. ¿Qué más podrían hacer juntos? Ella aún llevaba un vestido—. Primero a dejar ese precioso vestido en un gancho y después veremos qué hacer juntos. —¿No tienes trabajo que hacer?—. Dijo ella sorprendida, era un hombre constante completamente concentrado en lo que debía hacer,
Capítulo 17. Pasado Manuel solía ser un encanto. Siempre había estado para Nara cuando lo necesitaba, misteriosa o mágicamente siempre aparecía ahí, junto a ella cuando más lo necesitaba. La mejor parte de todo era que al parecer el chico había quedado enganchado de la astucia y gratos comentarios de Nara, la había interceptado fuera de la escuela aquella noche y llevado a su casa. A partir de esa ocasión en que la vio con el suéter a medias, la bolsa a punto de resbalarse de su hombro, los 3 pesados y gruesos libros de matemática en el brazo, había estado apareciendo junto a ella. Todos los días, a toda hora mientras ella estaba en biblioteca, había escuchado de Manuel. Un chico con fama dividida entre los que creen que es un chico misterioso con los que no se fían de él, pero Nara siempre tenía la cabeza en su propia mente, en su propio espacio, quizá por eso no le sorprendía a nadie cuando ella se encogía de hombros al no saber nada sobre muchas
Capítulo 18. Público Canción: Catch me if you can – Walking on cars Era domingo por la mañana. Nara se había hecho ya su café de todos los días se encontraba ya a las 8:00 a.m. en la barra de su casa haciendo cuentas. Tenía un montoncito de billetes a un lado de ella: su depósito. Estaba feliz, se había atrasado en los pagos que estaba haciendo, pero se había ganado en este mes y parte del otro, estímulos en su trabajo. Tenía una caja de metal enfrente de ella: la caja de los martirios, le había puesto. En aquella caja llevaba los recibos de cada uno de los pagos, el recibo del depósito en diferentes lugares: tiendas de autoservicio, bancos todo en diferentes lados, ya que hacía depósitos en cuanto podía. En la tapa, que tenía diferentes figuras por la cobertura en 3D de la parte de frente, la chica había pegado papeles de colores y los iba llenando: En la primera columna el monstruoso monto a cubrir, en med
Capítulo 19. Reconocimiento Rodrigo tenía una pila de papeles por autorizar a un lado, mientras tecleaba en su computadora, su puerta se abrió. —Arturo, tengo muchas cosas que hacer, te lo dije, podemos comer luego—. Dijo frotándose la frente, uno de los cálculos de la empresa había salido mal, se acomodó la corbata sin mirar a quien pasaba a su oficina. —Hoy quise venir a comer, podemos invitar a Nara. Deja eso compadre, hay muchas cosas que pueden esperar—. Menciona Arturo sentándose frente a él, había manejado una hora para venir a ver a su amigo, sabía que quería hablar del periódico—. ¿Por qué ocultaste a Nara de los periódicos? Sí sé que lo de la vida privada y fuera de chismes, pero… ¿Se lo comentaste? —No. Pero créeme, Nara no desea que la lastimen con críticas o que ya no pueda salir de su casa sin recibir miles de flashes directo a los ojos. Se lo comentaré por la tarde que la lleve a casa, tiene tanto trabajo como
Capítulo 20. Anochecer —¿Segura que puedes hacerlo?—. Nara baja hacia el carro de Rodrigo, de la mano de Rodrigo. Llevaba él su bolso y una carpeta que ella había decidido llevar a casa para trabajar más, se esmeraba mucho, Rodrigo supuso que su primer sueldo con todos esos estímulos había tenido su resultado y la admiraba tanto que a veces bajaba a su oficina sólo para verla trabajar ella podía pasar horas con calculadora en mano y tecleando que no lo vería, no hasta que acabara sus deberes—. Si no puedes lo entiendo, busco a otra persona Naris. Era una amiga suya, no escuchaba su conversación puesto que con el control estaba poniendo en marcha su auto, sin ruido alguno, amaba su automóvil híbrido, tan silencioso y elegante perfecto para el trabajo y usaba otra clase de autos para sus viajes o para los eventos a los que iba. —Claro que puedo, sólo aviso a casa ¿Vale?—. Dice ella sentándose en el asiento del copiloto, estiró la mano para recibir su bolso y su carpeta, trabajaría has