Capítulo 4. Invitación
*Meses antes*
Nara corría, estaba llegando tarde desde hacía un mes a clases. Sus profesores estaban al tanto de lo que le ocurría en casa, le tenían paciencia únicamente porque no había bajado su rendimiento en la escuela y sacaba buenas notas en sus exámenes; corrió por el pasillo, dobló con el cabello alborotado, la tarea en una mano, los lentes en otra y su mochila había jalado su suéter hacia la mitad de sus brazos, justo en la articulación. Las tareas de fin de ciclo son sencillamente una patada en el trasero junto con la invitación cordial a no dormir durante medio mes. O más.
Entró en clase, tomó el asiento más cercano a la puerta para procurar no llamar la atención, no solía hablar mucho en clase ahora que se sentía agotada la mayor parte del tiempo así que hablaba menos, se esforzaba doble entre la escuela y lo personal sus amigos dejaban de invitarla a salir porque nunca podía salir. Aunque no tenía dinero, sus amigos se ofrecían a invitarle el helado o el café, pero no le gustaba abusar. Viéndolo del lado positivo, se había vuelto prácticamente bibliotecaria de su universidad, todos los maestros y personal de la biblioteca ya la conocían, la chica que se la vivía con la nariz en los libros.
Su teléfono se iluminó una tarde, en la que como pueden suponer, estaba en la biblioteca terminando todos los toques finales de una maqueta que le habían encargado de algún local típico mexicano, había hecho un carrito de nieves, lo presentaría en su clase metrología (ciencia de las mediciones) tenía que usar todas las herramientas que había visto a lo largo de sus cursos. Usando vernier principalmente, había hecho un carrito perfecto de nieve típica mexicana: un triciclo, con un letrero en el costado con el nombre y los sabores de la nieve, la nieve estaba en tambos o mejor dicho barriles, había conos sencillos, dobles, el típico vasito azul.
Con sus pinzas pequeñas colocó las últimas bolas de nieve de limón, había acabado.
Justo a tiempo, las 9:00 pm, hora de cerrar. La bibliotecaria con la que ya había compartido un café la despidió, ahí en el enorme escritorio en forma de U donde estaba su amiga, dejó la maqueta y se la encomendó unas veinte veces antes de salir por la puerta y tratar de alcanzar el último camión hacia su casa, tenía hambre, sacó un yogurt bebible ya tibio de su mochila y suspiró, sólo era hasta que llegara a casa.
Mientras Nara salía con mucho menos peso de su escuela, había alguien observándola desde su auto, la había visto entrar por la tarde y la había visto abandonar las instalaciones, sabía qué camión iba a tomar y cuando se aseguró de que habían pasado un par de minutos, se encaminó a encontrarla.
—Hora del caballero.
El motor de su auto rugió y comenzó a ponerse en marcha. Oh, si nos pudieran avisar de las malas decisiones que estas por tomar, como un aviso antes de dar un “sí”.
—Hola Nara, voy pasando y te vi por aquí, ¿Quieres que te lleve a casa?—. A lo lejos un trueno se escuchaba además de ir iluminando la creciente oscuridad, Nara sentía frío pues había olvidado una chamarra, todo por las prisas—. Vamos, sé que no te quieres enfermar, has andado muy misteriosa últimamente.
Nara sonrió por el gesto amable.
—Sí, está bien.
Así fue como una larga pesadilla de la cual no había podido salir hasta mucho tiempo después, comenzó, todo por aceptar una petición tan sencilla.
***
*Actualmente*
Nara estaba poniéndole toda la atención a Rodrigo, habla con una gracia y elegancia que parecería que estaba volando, flotando quizá. La elocuencia se le daba, dominaba cada uno de los temas de los que estaba hablando, conocía todo ese terreno, lo disfrutaba, de vez en cuando la veía, ella había recargado sus codos en sus piernas encima de tu folder, el café se había terminado. Recargaba su barbilla en las palmas de sus manos con sumo interés en su plática de cómo mantener motivado al personal no tenía idea de la personalidad que cargaba, todo ese aire de experiencia y seguridad, de galantería y esa sonrisa… Esa sonrisa. Una de esas sonrisas afables pero fieras al mismo tiempo.
La idea de verlo al siguiente lunes como un jefe en vez del chico que le invita algo de tomar que está por ahí para rescatar sus vasos de café olvidados. Arturo no estaba prestándole atención a su amigo, sino a ella, primero la veía y luego a él. Por eso mismo Rodrigo había optado por no ver a su gran amigo mientras hablaba, se comenzaría a reír. Después de su charla todos se levantaron a felicitarlo, la reunión había acabado, Nara prefirió quedarse un tiempo ahí, cuando la bola de gente se hubiera ido se acercaría a felicitarlo.
—Disculpe señorita, me temo que no la conozco pero parece que sí conoce a mi compadre—Arturo, un sujeto sumamente alto con una sonrisa igual de bonita y clásica de un mexicano travieso que goza de las bromas, le había hablado a ella directamentre, esperaría pasar desapercibida, después de todo no tenía ni de chiste todo ese dinero, parecería más su secretaria que su acompañante—.Me presento, Arturo E. Armendia, oh mira el galán está solo al fin, podemos acercarnos ahora.
—Nara del Valle, un placer.
Ayub se lanzó hacia Herrera, para poder hablar con su amigo.
Nara recogió todas sus cosas, se acomodó los lentes subiéndolos con su dedo índice, comenzó entonces a caminar lentamente hacia él, Rodrigo se había quitado el saco ahora sólo estaba con el chaleco, de pronto Nara se sintió abrumada por su presencia, no era el rico patán que había pensado.
—¡Compadre! Impresionante el rollo que te echaste, me interesa mucho saber un poco más de lo que dijiste hacia el final, esos asuntos de negocios pueden esperar. Lo que quiero ahora, es saber quién es esa hermosa muñequita de porcelana a la que gentilmente escoltaste hasta acá.
Rodrigo metió la mano en su pantalón sonriente, eso puso más nerviosa a Nara, empezó a pensar: Eres una de ellos, estudiaste en tu tema si alguien te pregunta podrás responder solo cálmate. Se puso lo más recta que pudo, aunque era muy chaparrita hizo sus pasos fuertes, los demás invitados seguían viendo la escena con cautela.
—Silencio, aquí viene.
—Me tienes que explicar y decirme por favor, que es a la que escogiste, por favor compadre, mírala. Ese aire de fuerza, inteligencia, pero toda esa inocencia… Es perfecta para ti.
—Felicidades Rodrigo, fue impresionante, desconocía mucha de esa información.
Armendia se para detrás de su amigo y le dio unas palmaditas, animándolo.
—Oh nos acabamos de conocer Rodrigo, no es necesario que nos presentes. Miren, tengo que ir a checar un taller, bajaron mucho la producción de uno de nuestros negocios—. Rodrigo parpadeó impresionado, no le había dicho nada—. Pero antes de partir quiero invitarte a ti preciosa y a mi compadre a que vengan a una fiesta que vamos a organizar, mi fundación acaba de sumar otros inversionistas y… Ah, no los quiero aburrir. Simplemente quiero que este galán no ande solito ¿Sabes a lo que me refiero?
Armendia guiñó un ojo y Rodrigo, Nara comenzó a reír, lo que era no saber qué pasaba. Asintió. Rodrigo le hizo una seña a su amigo, tenían que hablar.
—No tienes que invitarme si no quieres—. Dijo ella bajando su manita, después de sacudirla para despedir a Arturo, todos daban aire de poder ahí—. Creo que le falta mucho contexto.
—A veces le sobra… Hace cosas increíbles ese sujeto aunque como puedes ver es más que imprudente a veces—. No había respondido a lo que decía ella—. Estás invitada y Arturo tenía razón, iba a ir solo. ¿Aceptas ser mi cita? La fiesta es dentro de dos semanas. En viernes. ¿Tienes tiempo?
—De acuerdo, será una buena compensación por haberte hecho ese numerito en la oficina, estamos a mano. ¿Trato?
Rodrigo le ofreció el brazo, lo acunó y guío a su inesperada cita fuera del recinto.
El lunes trabajarían formalmente después de que tuviera dos semanas de entrenamiento, tendrían una reunión nada más… ¿O eso contaba como una cita?
Capítulo 5. AcercamientoCuando Nara pasó su tarjeta para poner su primera asistencia estaba vuelta un mar de nervios. Lo había conseguido, había firmado ya su primer contrato y se sentía sumamente emocionada, llevaba unos tacones anchos y bajitos para poder seguir andando rumbo a su nueva oficina. No había visto a Rodrigo en toda la mañana y comenzó a preguntarse si realmente trabaja ahí diario o sólo pasa a ver si las cosas están en orden. No había deja de pensar en la fiesta, ¿Qué rayos iba a ponerse? Sabía que todos los invitados de Armendia (que buscando en la internet se dio cuenta de que es yerno de uno de los hombres más ricos del mundo) irían enfundados en trajes de Hugo Boss, vestidos de Chanel, por mencionar algunas de las marcas que ella conocía.Estaban pensando en cómo salirse del asunto sin sonar a
Capítulo 6. ConocerteNara se quedó en silencio, esperando que Rodrigo dijera algo más antes de tratar de convencerlo de lo contrario. Sé lo que estarán pensando: << ¿QUÉ?, ¿NO QUIERE IR CON RODRIGO HEREDIA A UNA CITA?>> Pues sí, así es. Nara estaba preocupada de conocer gente como aquella, podrían ser muy duros con ella, juzgar su ropa, sus nulas propiedades, su dinero inexistente al final de la semana. No quería eso, había tenido dinero, quizá no tanto como Rodrigo, mucho menos como Armendia, pero lo había tenido y ahora ya no estaba.Su madre decía que ser pobre y comenzar a escalar hasta tener éxito era maravilloso, pero si había algo peor de nunca escalar, era haberlo tenido todo y haberlo perdido de un día a otro… Tiene toda la razón del mundo. Pero, pese a que les había pas
Capítulo 7. Margarita Rodrigo tenía el cabello húmedo todavía. Estaba en su sala, tenía el televisor encendido pero no le ponía atención, aún recordaba los labios de Nara en la comisura de los suyos, no entendía qué demonios estaba haciendo… Pero no quería que se detuviera. Había dejado el teléfono arriba en su habitación, no sabía si Arturo le había respondido y sinceramente no tenía cabeza para pensar en ello. Comenzó entonces a preguntarse sobre la vida de Nara, ¿Sabría bailar?, ¿Qué le gustaba bailar?... ¿Le gustaba la música?, ¿Cantante o banda favorita? No sabía casi nada de ella y sin embargo, sentía que la conocía de tiempo atrás, quizá era porque no habían tenido al necesidad de “romper el hielo” ya que su forma de conocerse habían acabado con toda duda y pena entre los dos. Aunque ella sí se sentía algo apenada aún por haberle reclamado en su entrevista, aunque si no fuera por eso quizá no hubiera llamado su atención. Nara
Capítulo 8. Comida Canción: She wants to know – Half Moon Run. Nara tenía los ojos muy abiertos. Maricela había entrado a su oficina como si huyera de la policía. Se levantó al verla entrar corriendo tan agitada. —¿Qué sucede?—. Preguntó Nara colocando el lápiz que tenía en la mano detrás de su oreja. Maricela, una mujer más alta que ella, ligeramente robusta con el cabello corto y muy chino color rojizo, la miraba con una sonrisa. —¿Qué te dio?—Le dijo a Nara buscando cosas raras o anomalías en el escritorio hasta que posó su vista en el delicado florero rosa—. Oh por Dios… Qué delicado, es tan… Tierno. ¡Qué adorable! Lo vi. Lo vi cuando llegó, temprano como siempre, traía algo en las manos cuando pasó por el lobby, sabía que venía hacia acá y no quise interrumpir, mejor callé y pensé que entre chicas sería mejor guardar un secreto. Nara no sabía por qué, pero sabe que a Maricela le agrada y mucho. —Lo vi cua
Capítulo 9. Preparación Canción: Catch me if you can – Walking on cars. Los días habían pasado, Nara estaba frustrada de los trabajos tan pequeños que recibía de parte del canoso, como ella le había apodado. Estaba muy cansada de las cosas tan básicas de oficina que había hecho incluso en su servicio, ya no quería eso, quería tener trabajo real. Rodrigo le hacía caso, pero no del todo. Le hacía caso en sus quejas sobre los trabajos tan sencillos aunque no podía hacer mucho pues hay reglas en la competencia, o mejor dicho piezas por mover dentro de una empresa. Y ponerla aún con su buena estrella y el talento que presentaba en tan solo casi dos semanas de trabajar para él… No era lo más adecuado por cuestiones obvias. De cualquier modo, Rodrigo buscaba premiarle siempre con un bono, bonos que Maricela iba recibiendo, tenía ya en su bolsa tres bonos: El primero por la máquina, el segundo por checar e identificar al me
Capítulo 10. Aproximación. —¿Cómo?... Nara no es chistoso. Su mejor amiga estaba terminándose un helado cuando Nara le contaba todo lo que había pasado. Desde el incidente de la entrevista hasta su cita por la cual había ido a sacar sus ahorros restantes para un vestido. Fruncía el ceño la bella mujer que Nara tiene como hermana adoptiva, pensaba seguramente que le estaba mintiendo. No era así para sorpresa de todos. Ni ella misma es capaz de asimilar lo que acaba de pasarle en menos de un mes. —¿Rodrigo Heredia? —Ajá. —¿El fundador de esos laboratorios de medicamentos y cosas variadas? —Sip, ese mismo. —¿Alto, de traje y parece vampiro no? —Sí. —Oh, ya veo—. Su amiga estaba terminándose el cono sumamente seria, Nara estaba a punto de preguntarle cómo se sentía o si estaba bien. Esperaba algo más… Pues más—. ¡OH POR DIOOOOOS! NO PUEDE SER, TIENES UNA CITA CON RODRIGO HEREDIA. ¡QUÉ
Capítulo 11. Fiesta, Parte I Canción: Give me love – Ed Sheeran El despertador era una tortura, había decidido quitar todas sus alarmas de canciones y poner el típico y estresante ruido que todos conocíamos gracias a las películas pues hubo un punto en que olvidaba por completo la alarma y la canción se volvía parte de su sueño. Se estiró, era jueves por la mañana, no tardaba en pasar su mejor amiga por ella, disfrutarían todo el día en el spa. Tenía dos años, quizá poco más en que no iba a uno, se sentía raro, era como si la antigua Nara estuviera de regreso. Pero no era la misma, se levantó, se dio un baño y tomó un pants ajustado gris. A las 8:00 am en punto su mejor amiga estaba tocando el timbre, su madre le dio el aviso y corrió directo al auto de su mejor amiga. —Vaya… ¿Todo esto es tuyo?—. Menciona la muchacha subiendo al auto, era un Toyota rojo se lee híbrido en la parte trasera del automóvil
Capítulo 12. Fiesta, Parte II Canción: FLy me to the Moon – Macarons Project. ¿Alguna vez has sentido cómo sientes que el mundo se detiene?, que estás ahí junto con todos los demás, el mundo sigue girando sin duda, sigues respirando… Pero el corazón parece que por la emoción está a punto de estallar. Y posiblemente así es, quizá, no lo sabes. Lo único que existe en el momento es, estar ahí… El alma está en un hilo pero no es de temor. Así se sentía Nara. Rodrigo la levantó poco a poco envolviendo con cuidado su manita, la pegó a él y le dio otro beso pero este fue más pequeño. Nara lo veía a los ojos, un poco borroso por la falta de sus lentes, pero quedaría grabado el momento para siempre. Caminaron enganchados del brazo hasta su mesa, muchos invitados tenían las cejas levantadas por el espectáculo que acababan de presenciar, Nara podía sentir que flotaba aún cuando escuchaba sus tacones, sentía que no esta