Destrozado

Damon Chrysler.

Me sentía completamente destrozado. No podía creer que Luzma me había dejado y se había marchado con Maxon. Era inconcebible para mí que hubiera hecho algo así, pero ahí estaba la realidad golpeándome en la cara.

Sé que he sido una mierda con ella. La he tratado mal demasiadas veces y, para colmo, le fui infiel con Azula. Pero estoy intentando cambiar. Estoy haciendo todo lo posible por convertirme en un mejor hombre porque, a pesar de todo, la amo. Amo a Luzma más de lo que nunca había amado a nadie.

Mientras me hundía en estos pensamientos, escuché una vocecita que me sacó de mi ensimismamiento. Era Diego, mi hijo, parado en la puerta de la sala, mirándome con esos grandes ojos curiosos y preocupados.

—Papi, ¿por qué lloras...? —me pregunta, su voz cargada de inocencia y preocupación.

Tragué saliva, intentando que las lágrimas no cayeran. Me forcé a sonreír, aunque sabía que la sonrisa no alcanzaba mis ojos.

—No, no es nada, campeón. Todo está bien. Todo está perfe
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