Luz Marina Estaba muy feliz porque pronto sería mi cumpleaños. Era sábado y nos encontrábamos en la mansión de mis padres. Las niñas corrían felices por los amplios jardines, sus risas llenando el aire con una alegría contagiosa. Me sentía en paz, viendo cómo disfrutaban de la libertad y la seguridad de nuestro hogar familiar. Estaba al lado de mi padre, quien observaba a las gemelas con una sonrisa cálida. — Crecen muy rápido ¿verdad?—comentó papá, su voz llena de nostalgia.— No me acostumbro a que mi hija más pequeña ya sea toda una mamá. —Sí, papá, el tiempo pasa volando. Estoy muy agradecida de que puedan crecer aquí, rodeadas de familia y amor —respondí, mis ojos siguiendo los movimientos juguetones de Amina y Alisson.—Lamento haberlas alejado tanto tiempo de la familia. Papá asintió, su expresión reflejando la misma satisfacción que yo sentía. Era reconfortante saber que, a pesar de todas las turbulencias y desafíos que había enfrentado, mis hijas tenían un entorno
Estaba tranquila en la casa con mis niñas. Ya era demasiado tarde, pero ellas habían insistido en que les leyera cuentos. Mientras les narraba una de sus historias favoritas, noté que se escuchaban sonidos de música muy fuerte, como mariachis. Me dirigí a la ventana y, para mi sorpresa, vi que afuera del edificio alguien estaba cantando una de mis canciones favoritas. Eran los mariachis, y junto a ellos estaba Damon. Era evidente que ese miserable no había olvidado mi cumpleaños. Sin embargo, no me importaba lo que hiciera; yo jamás volvería con él. A pesar de mis sentimientos, las gemelas estaban felices al escuchar a su papá cantar. Se levantaron emocionadas y corrieron hacia la ventana para verlo mejor. —¡Mira, mamá, papá está cantando! —dijo Amina, con los ojos brillando de emoción. —Sí, y está tocando tu canción favorita —añadió Alisson, saltando de alegría. Intenté mantener la compostura y no dejar que mis emociones se mostraran delante de las niñas. Sabía que Damon esta
Estaba en el parque acuático con mis gemelas, Amina y Alisson, quienes llevaban bikinis rojos, igual que el mío. Las tres estábamos vestidas iguales, y Damon no dejaba de mirarnos con una mezcla de diversión y confusión. —¡Luzma, esto es una locura! —dijo, rascándose la cabeza mientras intentaba distinguir a las niñas—. ¿Cómo se supone que las diferencie? Las gemelas se rieron y corrieron a su alrededor, disfrutando de la situación. Diego, por su parte, observaba a sus nuevas hermanas con curiosidad. —¡Papi, papi! —gritaban las gemelas al unísono, burlándose de su confusión. —¡Alto ahí, traviesas! —exclamó Damon, sonriendo—. Tengo una idea. ¿Por qué no le ponemos una pulsera a cada una para que pueda saber quién es quién? —¡No! —protestaron Amina y Alisson, todavía riendo—. ¡Es más divertido así! —Está bien, está bien. Pero si me equivoco y llamo a una por el nombre de la otra, no se vale enojarse —dijo él, alzando las manos en señal de rendición. —¡Prometido! —respondi
La sala estaba decorada con globos, guirnaldas y una gran pancarta que decía "Feliz Cumpleaños". Amigos y familiares estaban allí, sonriendo y aplaudiendo. Había una mesa llena de deliciosos aperitivos, un gran pastel y una mesa de regalos. —Damon, ¿hiciste todo esto? —pregunté, asombrada y conmovida. —Por supuesto —respondió, con una sonrisa—. Quería que tu cumpleaños fuera especial. Las gemelas corrieron hacia la mesa de aperitivos, emocionadas por todas las golosinas. Diego, por su parte, se quedó cerca de mí, observando todo con curiosidad. —¡Mira, mamá, hay muchos dulces! —exclamó Allison. —Y también hay un pastel gigante —añadió Amina, con los ojos brillando de alegría. Mis padres, mi tío Rodrigo, Jaqueline y otros familiares se acercaron a felicitarme. Todos estaban allí, felices de compartir este momento conmigo. —Feliz cumpleaños, Luzma —dijo mi madre, dándome un fuerte abrazo—. Estoy muy orgullosa de ti. Observé la mirada de Romina y Maxon sobre mí, ellos se ve
Tomé un taxi para alejarme un poco de la mansión, tratando de despejar mi mente tras el tenso incidente. Apenas me alejé unas cuadras, un carro se detuvo abruptamente delante de mí. Era Damon. Rápidamente bajé del taxi mientras él me exigía que me acercara. No tenía muchas opciones, así que me acerqué a su ventana. — Necesitamos hablar —me dijo con urgencia, su mirada reflejaba preocupación y determinación. Me suplicó que subiera al carro con él, insistiendo en que me llevaría de vuelta a mi departamento. Dudé por un momento, pero finalmente cedí. Sabía que ignorar sus palabras no resolvería nada, así que abrí la puerta del carro y me senté a su lado. La tensión entre nosotros era palpable mientras el carro se alejaba de la escena. El trayecto en el carro de Damon fue tenso y silencioso al principio. Ninguno de los dos parecía dispuesto a hablar, pero la atmósfera cargada de emociones hablaba por sí misma. Finalmente, después de unos minutos que se sintieron como una eternidad
Damon Chrysler Cuando me desperté, la luz del amanecer se filtraba suavemente por las cortinas, iluminando la habitación con un resplandor cálido. A mi lado, envuelta en las sábanas, estaba ella, completamente desnuda. Su cabello rojo caía en cascada sobre la almohada, y su espalda descubierta se veía serena y hermosa. Mi mujer era un sueño hecho realidad, una visión de perfección que había extrañado más de lo que podía expresar. Observándola dormir, me sentí abrumado por una oleada de amor y deseo. Quería recuperar el tiempo perdido, besarla, abrazarla y hacerle el amor una y otra vez. Deseaba hacerle al menos tres hijos más. Me acerqué lentamente, sin querer despertarla todavía, y planté un suave beso en su hombro desnudo. Ella se movió ligeramente, un suspiro escapando de sus labios, pero no se despertó. Me quedé ahí, observándola, sintiendo cómo mi corazón se llenaba de una calidez que no había sentido en años. En ese momento, supe que haría todo lo posible por no perde
Me encontraba sentada en las piernas de Damon, intentando concentrarme en el trabajo en mi computadora portátil mientras él me distraía con besos suaves en el cuello. La luz del sol filtraba a través de las cortinas, bañando la sala en una calidez tranquilizadora que contrastaba con el bullicio juguetón de nuestras hijas y Diego. Debido a que los niños no tenían clases yo decidí tomarme el día libre y trabajar desde la oficina, pero mi esposo me imito y también se tomó el día libre. Desde que nos reconciliamos no se me ha despegado. En la oficina todo el tiempo está conmigo y también en mi departamento. De hecho, ha traído sus maletas sin preguntarme y las niñas están felices al tener a su papá en su casa. — ¿Puedes parar un momento, Damon? Estoy intentando terminar esto antes de que las niñas vuelvan dentro —dije con una risa nerviosa, apartando la mirada de la pantalla para encontrarme con sus ojos brillantes y llenos de complicidad. Él sonrió, una sonrisa pícara que conocía t
Damon Chrysler Cuando me desperté, estaba completamente feliz. Finalmente tenía una familia feliz como en la que crecí. Había encontrado a la mujer de mi vida y tenía tres hermosos niños. Ellos se habían dormido con Luzma, entonces me tocó preparar el desayuno. Intenté hacer panqueques, pero no salieron muy bien. Decidí ordenar el desayuno en su lugar. Mientras esperaba la entrega, Luzma fue la primera en aparecer en la cocina. Antes de que esos pequeños ladrones despertaran y nos robaran el momento, me acerqué a Luzma y la abracé. — Buenos días, amor—, le susurré con una sonrisa, uniendo mis labios a los de ella en un beso suave y lleno de amor. Sentí su risa suave contra mis labios mientras respondía al beso. —Buenos días, Damon—, respondió, sus ojos brillando con cariño. —¿Cómo dormiste? —Perfectamente—, contesté, manteniéndola cerca. —Gracias a nuestra fortaleza impenetrable anoche. Luzma rió y se apoyó en mi pecho. —Los niños realmente te hicieron trabajar an