La sala estaba decorada con globos, guirnaldas y una gran pancarta que decía "Feliz Cumpleaños". Amigos y familiares estaban allí, sonriendo y aplaudiendo. Había una mesa llena de deliciosos aperitivos, un gran pastel y una mesa de regalos. —Damon, ¿hiciste todo esto? —pregunté, asombrada y conmovida. —Por supuesto —respondió, con una sonrisa—. Quería que tu cumpleaños fuera especial. Las gemelas corrieron hacia la mesa de aperitivos, emocionadas por todas las golosinas. Diego, por su parte, se quedó cerca de mí, observando todo con curiosidad. —¡Mira, mamá, hay muchos dulces! —exclamó Allison. —Y también hay un pastel gigante —añadió Amina, con los ojos brillando de alegría. Mis padres, mi tío Rodrigo, Jaqueline y otros familiares se acercaron a felicitarme. Todos estaban allí, felices de compartir este momento conmigo. —Feliz cumpleaños, Luzma —dijo mi madre, dándome un fuerte abrazo—. Estoy muy orgullosa de ti. Observé la mirada de Romina y Maxon sobre mí, ellos se ve
Tomé un taxi para alejarme un poco de la mansión, tratando de despejar mi mente tras el tenso incidente. Apenas me alejé unas cuadras, un carro se detuvo abruptamente delante de mí. Era Damon. Rápidamente bajé del taxi mientras él me exigía que me acercara. No tenía muchas opciones, así que me acerqué a su ventana. — Necesitamos hablar —me dijo con urgencia, su mirada reflejaba preocupación y determinación. Me suplicó que subiera al carro con él, insistiendo en que me llevaría de vuelta a mi departamento. Dudé por un momento, pero finalmente cedí. Sabía que ignorar sus palabras no resolvería nada, así que abrí la puerta del carro y me senté a su lado. La tensión entre nosotros era palpable mientras el carro se alejaba de la escena. El trayecto en el carro de Damon fue tenso y silencioso al principio. Ninguno de los dos parecía dispuesto a hablar, pero la atmósfera cargada de emociones hablaba por sí misma. Finalmente, después de unos minutos que se sintieron como una eternidad
Damon Chrysler Cuando me desperté, la luz del amanecer se filtraba suavemente por las cortinas, iluminando la habitación con un resplandor cálido. A mi lado, envuelta en las sábanas, estaba ella, completamente desnuda. Su cabello rojo caía en cascada sobre la almohada, y su espalda descubierta se veía serena y hermosa. Mi mujer era un sueño hecho realidad, una visión de perfección que había extrañado más de lo que podía expresar. Observándola dormir, me sentí abrumado por una oleada de amor y deseo. Quería recuperar el tiempo perdido, besarla, abrazarla y hacerle el amor una y otra vez. Deseaba hacerle al menos tres hijos más. Me acerqué lentamente, sin querer despertarla todavía, y planté un suave beso en su hombro desnudo. Ella se movió ligeramente, un suspiro escapando de sus labios, pero no se despertó. Me quedé ahí, observándola, sintiendo cómo mi corazón se llenaba de una calidez que no había sentido en años. En ese momento, supe que haría todo lo posible por no perde
Me encontraba sentada en las piernas de Damon, intentando concentrarme en el trabajo en mi computadora portátil mientras él me distraía con besos suaves en el cuello. La luz del sol filtraba a través de las cortinas, bañando la sala en una calidez tranquilizadora que contrastaba con el bullicio juguetón de nuestras hijas y Diego. Debido a que los niños no tenían clases yo decidí tomarme el día libre y trabajar desde la oficina, pero mi esposo me imito y también se tomó el día libre. Desde que nos reconciliamos no se me ha despegado. En la oficina todo el tiempo está conmigo y también en mi departamento. De hecho, ha traído sus maletas sin preguntarme y las niñas están felices al tener a su papá en su casa. — ¿Puedes parar un momento, Damon? Estoy intentando terminar esto antes de que las niñas vuelvan dentro —dije con una risa nerviosa, apartando la mirada de la pantalla para encontrarme con sus ojos brillantes y llenos de complicidad. Él sonrió, una sonrisa pícara que conocía t
Damon Chrysler Cuando me desperté, estaba completamente feliz. Finalmente tenía una familia feliz como en la que crecí. Había encontrado a la mujer de mi vida y tenía tres hermosos niños. Ellos se habían dormido con Luzma, entonces me tocó preparar el desayuno. Intenté hacer panqueques, pero no salieron muy bien. Decidí ordenar el desayuno en su lugar. Mientras esperaba la entrega, Luzma fue la primera en aparecer en la cocina. Antes de que esos pequeños ladrones despertaran y nos robaran el momento, me acerqué a Luzma y la abracé. — Buenos días, amor—, le susurré con una sonrisa, uniendo mis labios a los de ella en un beso suave y lleno de amor. Sentí su risa suave contra mis labios mientras respondía al beso. —Buenos días, Damon—, respondió, sus ojos brillando con cariño. —¿Cómo dormiste? —Perfectamente—, contesté, manteniéndola cerca. —Gracias a nuestra fortaleza impenetrable anoche. Luzma rió y se apoyó en mi pecho. —Los niños realmente te hicieron trabajar an
Luzma Estaba completamente concentrada en mis tres pequeños mientras jugaban en el parque. Los risueños gritos de Amina y Diego se mezclaban con el sonido de sus pasos apresurados sobre el césped, mientras Alisson intentaba seguirles el ritmo con una sonrisa radiante en su carita. El parque cercano a nuestro departamento se había convertido en nuestro lugar favorito para pasar las tardes. Los árboles proporcionaban sombra refrescante y las flores de colores vivos rodeaban el área de juegos, creando un ambiente de ensueño. Me senté en una banca, observando a mis hijos mientras corrían y reían sin preocupaciones. Tenía planeada una hermosa cena para esta noche. Damon, mi esposo, se había ofrecido a cocinar, lo que siempre era una aventura, ya que nunca sabíamos exactamente qué iba a preparar. Sonreí al recordar la última vez que cocinó. Los panqueques que intentó hacer esa mañana terminaron siendo más bien tortillas gruesas, pero su esfuerzo y la risa que compartimos hiciero
Damon Chrysler Cuando Luzma no llegó a la oficina después de dos horas de haber salido antes que yo, comencé a preocuparme. Era raro que no me avisara de algún retraso. Intenté llamarla varias veces, pero su teléfono seguía sin señales de vida. Una inquietud creciente se apoderó de mí, y mi corazón latía con fuerza. Sabía que algo no estaba bien. —Vamos, Luzma, contesta el teléfono, — murmuré para mí mismo, escuchando el tono de llamada que se cortaba después de unos cuantos timbrazos. La incertidumbre empezaba a convertirse en miedo. Decidí llamar al colegio de los niños para ver si había alguna pista sobre su paradero. La secretaria del colegio atendió el teléfono con su habitual tono profesional. —Buenos días, Colegio St. Mary, habla Ana. ¿En qué puedo ayudarlo? — Pregunta la mujer. —Hola, Ana, soy Damon Chrysler, el papá de Amina y Alisson. ¿Podrías decirme si mi mujer dejó a las niñas esta mañana? — Indagué —Sí, señor Chrysler. La señora Luzma dejó a las niñas a
Luzma Hoffmann No podía moverme porque estaba esposada de pies y manos. Las cadenas eran frías y pesadas, mordiendo mi piel con cada intento de liberarme. No veía absolutamente nada porque la habitación estaba oscura, un vacío que aumentaba mi desesperación. Gritaba, mi voz resonando en el silencio, pero nadie me escuchaba. El eco de mis propios gritos era lo único que me respondía. Las lágrimas corrían por mis mejillas mientras me preguntaba dónde estaba Damon, dónde estaban mis hijos. El miedo me consumía, y sentía que cada segundo en esa oscuridad me alejaba más de mi familia. De repente, escuché el sonido de una puerta abriéndose. Mi corazón latía con fuerza, una mezcla de esperanza y terror. ¿Quién podría ser? ¿Ayuda o una nueva amenaza? La figura se movió en la oscuridad y se acomodó encima de mí. Sentí su peso sobre mi cuerpo y el pánico me invadió. Intenté gritar, pero una mano áspera cubrió mi boca, sofocando mis gritos. —Shhh,— susurró una voz áspera y malintencion