CAPÍTULO 3

He sido bueno. Al menos no he tenido el suficiente dinero para ejercitar el mal. Sale costoso joder al prójimo, que no te quepa la menor duda de ello. En lo posible es necesario juntarse con otros para formar alianza. Sumar dividendos.

Qué lástima que, aun siendo tan bueno, un proto delincuente diríamos, no pudiera dejar de recibir y encajarme ciertos golpes.

El sin sentido de la vida en veloz sinopsis: Tener un trabajo que detesto o si medio me gusta mal pago; la infidelidad de las mujeres amadas y la indiferencia de las que por una suerte de mecanismo de defensa biológico no logre conquistar; la muerte: triste pantomima de la eternidad; las enfermedades: minas quiebra patas en mitad del paraíso, el desastre ecológico que de sastre no tiene nada incapaz hasta de remendar el hoyo en la capa de ozono. Un agujerito indigesto de millones de kilómetros.

Cae la noche a trompicones sobre la ciudad. Noche- muñeco para probar choques de vehículos. Noche- saco de arena. Los últimos paralelepípedos de luz corren a ocultarse en las fauces de las alcantarillas. Por temor se encierran en confesionarios hediondos donde mefíticos borborigmos recitan el menú del día de los ciudadanos.

Fosforescencias caníbales de las luces de neón devoran a las sombras. Las roen y al final de cada dentellada cincelan el puñal-aeroplano que aterriza sobre mi corazón.

El día se pasa rápido. Sobre todo, cuando te despiertas a las cinco de la tarde. Una reflexión grandiosa y se esfuma la tarde calígine acróbata de los cementerios. Uno se pregunta sin dinero ni casa (es imposible llamar hogar a esa pocilga que cimentaron nuestros padres) si está listo para llevarse por el camino a modo de carro de San Andreas, a todas las mierdas que tengan la desgracia de toparse con uno.

También uno se pregunta a qué putas vino al mundo y no importa si contestas que viniste a sustituir los airbags de los automóviles por hemorroides de gigantes, o que viniste para convertirte en sastre-pirómano enjaezando con vestidos de llamas a vagabundos durmientes después de volcarles un bidón de gasolina.

No importa la respuesta que des. Siempre gana el sinsentido. La ecuación mamífera. El mugido de Ganesha. La no respuesta en su materialidad más obtusa y sempiterna. El aburrimiento es el brutal triturador de los metales que sostienen la tienda de campaña de nuestros huesos.

El sol encula a la luna y se origina un eclipse. Las placas tectónicas les hacen el misionero a otras placas tectónicas y hay terremotos.

Mis palabras le roban la musicalidad a una radio mal sintonizada, soy el ventrílocuo de una psicofonía y el traductor autorizado del demonio de las lenguas. Editor de adiccionarios busco la definición de la palabra que se te olvida de momento y la dibujo en las nubes con rayos que salen de la punta de mis dedos.

Puedo ponerle el nombre que tú quieras al lado izquierdo o derecho de la pintura. puedo ser testaferro, escritor fantasma, puedo ser el copión copista escribano amanuense del autor original y puedo regalarte el hemisferio izquierdo de mi cerebro. Soy pura creatividad.

La desfigurada noche avanza buscando el analgésico del sueño. ¡Qué lástima haber perdido la tarde durmiendo, barajándole las cartas a Hades, cuando podía haberle disparado a las mariposas, a los reductores de velocidad, a los arcoíris, a los avisos publicitarios, a los platillos voladores! No nombro espantos ni aparecidos porque hoy duermo solo. Pero si hablo del Cadáver del cada verso soñado.

Si no me hubiera trasnochado hablando con Pedorian Gray no habría pasado esto. Primero que todo ruego no confundir al reputadísimo personaje de Wilde, con este aprendiz de cigoto. Pedo nunca se ha ido de la casa, no sabe que es tener hambre, que es aguantarse las ganas de dormir en la calle por temor a ser devorado por hienas y ratas, y chacales y zombis que llevan bajo los parpados arena de otros desiertos.

De ahí su eterna apariencia de mozalbete de fiesta de quince, de edecán de tarántulas. En todo caso de petimetre idiota, pero terribloso. En sus anécdotas hay comentarios importantes destacados con resaltador neón para exámenes, ensambles acústicos, carretórica in extremis, verborragia acicateada con laxantes.

Pedo me estuvo divirtiendo con la grabación en su celular de su primera entrevista de trabajo. Hábleme de usted – pregunta inquisitiva la máquina encargada de evaluar a los candidatos al puesto.

Él contesta soy un ser imaginario, la cuadratura del círculo, el último espécimen de una raza extinta o que degeneró en una prosapia rancia de hermafroditas mutantes que se enculan a sí mismos en una pobre dramatización del eterno retorno.

Dorian tan egotista como siempre (Narciso que, si llego a ver en situación de ahogarse, al zambullirse tras su reflejo, le tiro un tostador eléctrico conectado por flotador).

Yo hubiese contestado que soy una muela cariada de la dentadura postiza de la tierra, una lápida con errores ortográficos.

Además, agregaría, que la semana pasada empecé con clases de guitarra y para ello me dejé crecer las uñas de las manos. Nueve pulgadas de uña. El caso es que cuando me quedé sin papel higiénico, última cola de ese homínido que llamamos humano, cola que se quita y se pone después de cada cagada y que casi siempre termina flotando en la taza del sanitario como un ahogado del Nilo o del Ganges, o peor aún en un cubo de b****a que casi siempre termina siendo escudriñado por el perro de la casa, decidí utilizar un dedo enjabonado y me rasguñé. Un dolor inenarrable me acompañó durante el mes siguiente. Descresté a unos músicos callejeros gritando como un cerdo con un palo metido en el culo.

Pedo se rio mientras le daba pause a la grabación y dijo que quizás la guitarra no fuera lo mío. Que tal vez lo mío sería trabajar creando castrados para la iglesia. Para que canten en la liturgia. Y volvió a reír. Habló con conocimiento de causa ya que minutos antes hice frente a él la recapitulación de mis actos criminales. Maldito Pedo. Pedo con diarrea. Pedo bajo el agua de un caño. Pedo aguadorian. Siempre he pensado que tu diario se podría llamar “Diariorrea”.

Pedorian sacó de hibernación la voz de la máquina encuestadora con una nueva instrucción. Me podría decir acerca de sus intereses y aficiones. A lo que Pedo contestó: cagar parado y orinar sentado, contar las cerdas del cepillo de dientes.

Yo hubiese contestado que mis intereses consistían en meterle el cañón de esta pistola a una mujer por su entrepierna y tocar xilófono por dentro con sus costillas.

La tercera pregunta no se hizo esperar ¿tiene algún interés artístico? Pedo contestó que quería deslizar una fingerboard o patinetica por la piel de un niño quemado con pólvora.

Mentalmente contesté que mi interés artístico por el momento radicaba en querer cortarme la aorta para que mi sombra baile Singing in the rain bajo el geiser de mi sangre.

La siguiente pregunta fue toda una sorpresa tanto para mí como para Gray, pude advertirlo en el titubeo de su voz al contestar. En caso de que la hija del jefe se esté quemando ¿qué tipo de extintor usaría? (A) combustibles comunes por ejemplo tesis doctorales. (B) gases líquidos por ejemplo flatulencias acuosas de ancianas, y (c) equipos eléctricos por ejemplo

consolas de videojuegos, dildos eléctricos, madreselvas anoréxicas y marcapasos estelares.

Gray contesto que si veía la hija del jefe quemarse aprovecharía para prender un cigarrillo. Yo dije que estaba cansado de oír y decir estupideces y le disparé al celular que luego de dar un par de vueltas en el aire cayó hecho añicos.

Pedo se puso furioso. Dijo que pretendía subir el audio de la entrevista a su canal de YouTube. Yo le dije que bien que le valdría ya que su nivel de popularidad que también se puede traducir como número de vistas era bastante bajo. Una mierdilla de tres insignificantes dígitos.

Acto seguido me dijo que yo tampoco tenía muchas visitas, que mis poemas eran como para limpiarse el culo con ellos. Que si tenía algunas visitas no pasaban de ser las de mi madre y mi hermana. Un par de viciosas a las redes sociales.

Sabes qué Pedo, lo de bloguero no es lo tuyo, a ti te valdría más de muerto y le apunté justo a la cabeza. Se puede decir que lo desmoque con la pistola.

Pedo rio nerviosamente y me aconsejó que olvidara el asunto. Que el celular era una baratija. Uno de los que tienen teclas bajo la pantalla. Que por si no fuera poco le faltaban algunas teclas, que no podría escribir ni mi nombre ya que la faltaban la t y la m.

En todo caso un teléfono móvil mueco que no vale una bala. Y eso que una bala vale menos que una entrada a cine los martes que es el día más barato. Y si vas a una de vaqueros, pues se te da el milagro de la multiplicación de los disparos.

Entonces le dije dame tu top 5 de bandas de música y si encuentro una sola que no me guste o medio me guste te estallo el crisol de ideas. Querellado a más no poder dijo Sonic youth…Pixies...Violent femmes, Jesús and Mary chain… Pussy galore ¡oh el maldito tiene estilo eso no se puede negar!

Ahora dame tu puta lista de 6 mejores películas y si dices alguna de Tarantino o alguna otra m****a que el maldito vox populi repita como lora mojada ebria, pues te estallo, créeme, porque ya sabes que para mí el mainstream es comida aprobada para esclavos.

Su lengua comenzó a desenrollarse como el carrete de una película y de sus ojos surgieron imágenes proyectadas en el celofán de la noche.

  • Meet the febles me contesto, de Peter Jackson… Visitor Q de Miike Takashi…

No se puede negar que el tipo era una biblioteca con patas, PERO EN LOS BOLSILLOS, ja ja ja.

  • Pink Flamingos de John Waters… Santa sangre de Jodorowski ¿cuántas van?

  • Tres… sólo tres como Las de Evil Dead de Sam Raimi…

  • El asado de Satán de Fassbinder.

Oh que hermosas películas, siento que las claquetas bajas de mis anomalías cromosónicas de repente se iluminan.

Eres un hueso duro de roer Tomás. Baja esa m****a, este juego está muy macabro.

Si como los de Funny games de Haneke – aseguré.

Ya no podía parar. Estaba encendido como televisor de sala de espera de hospital. Quería salir corriendo y revolcarme en la tierra, comer estiércol, tocar los timbres de todas las puertas como si hubiese acabado de ganar un concurso literario.

Falta una sola – dije mientras engatillé el arma. – Vamos que se te acaba el tiempo. El reloj de arena ya casi orina todos sus cálculos renales.

Entonces me dijo Necrofiles, una película de tipo o negativo en la sangre. La historia de amor entre un zombi y una muñeca inflable me conmovió irremisiblemente. El muy cabroncete, porque ni para cabrón se lleva la de oro o plata sino la de bronce se va salvando.

Ahora decime tus cinco mejores escritores. A lo que contesta: No, pégame un tiro mejor, la literatura es una m****a. El secreto del libro siempre yace en el estómago de la polilla.

Entonces la detonación del disparo modifica la trayectoria de las ondas sónicas con que los murciélagos se guían. No te sorprendas si cae uno en tu sopa.

Y empieza una epidemia mortal. La navidad del fin del mundo, una pandemia zombi, donde hay cruces por montones:

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Y una Pangea de cadáveres, y la noche es eterna ya que durante el día es danza perpetua de plumas en el aire, puesto que gallinazos y demás aves carroñeras forman tal manto en el cielo que no entra ni un solo rayo de luz sobre el pavimento.

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