Hoy he decidido que tampoco voy a ir a trabajar. Aun me duele el golpe del estómago. Voy a dedicarme a comer porquerías en pijama y ver la tele.
Normalmente jamás admitiría que me gustan los programas de cotilleos. En el trabajo comentamos entre las compañeras los bien que estuvo el documental en el que el ñu al final se salvaba o la película subtitulada de moda en este momento, pero a mi dame una manta, un bol de palomitas y tres horas de marujeo y prensa rosa y seré la persona más feliz del mundo.
Suena mi teléfono con una llamada de un número que no conozco. Lo ignoro por si es Toni o alguien del trabajo metiéndome prisa. Imagino que por dos o tres días de baja no habrán buscado ninguna sustituta. El señor Garret, Ian... debe estar bastante molesto.
Vuelve a sonar el móvil. Pero que pesada puede llegar a ser la gente.
-No- voy- a - des-col-gar.-digo plantando la pantalla delante de mi cara. Lo pongo en silencio y lo entierro bajo los cojines.
Hay momentos en los que pienso en Toni. Lo he echo tan mal con él, pero tras analizarlo fríamente, no tenía derecho a hacer lo que hizo. Nuestra ruptura está en un punto de no retorno. Por mi parte y por la suya.
Medio paquete de palomitas más tarde llaman a la puerta. No se porque se me acelera el corazón, le quito la voz a la tele y me levanto a cámara lenta para que no crujan los muelles del sofá. Camino de puntillas hasta la puerta con las manos sobre el pecho.
Coloco un ojo sobre la mirilla justo cuando vuelven a golpear la puerta. Lo que veo al otro lado me corta la respiración. Juraría que puedo notar como se para mi corazón y se me agita la respiración.
Ian está ahí. Delante de la puerta con las manos en los bolsillos y el semblante serio como siempre. ¿Qué hace aquí? madre mía y yo con estas pintas. Si en algún momento he llegado a pensar que quedaría una tercera vez conmigo, en cuanto me vea, se han terminado mis oportunidades. Lentamente quito los pestillos y abro la puerta.
-Buenos días señor Garret ¿Qué hace aquí?- pregunto respirando entrecortadamente.
-Buenos días Emma.- dice mirando fijamente la parte de la cara amoratada.
Doy media vuelta invitándolo a entrar, más porque deje de fijarse en el golpe que por otro motivo.
-Lleva usted dos días sin ir a trabajar.
-Lo siento mucho. He estado algo indispuesta pero mañana sin falta estaré allí.-explico atropelladamente.
Se queda callado, mirándome. Es el momento más incómodo que recuerde haber pasado. Lo segundos pasan y nada. Al final con un sonoro carraspeo por fin se anima a hablar.
- ¿Cómo se ha hecho eso?- pregunta señalándome el rostro.
- No tiene importancia. Parece más de lo que es.- sonrío.
En el momento que no corresponde a mi sonrisa y continúa con el semblante serio, cambio el mío también.
Una llave suena en la cerradura, gira el picaporte y aparece Toni en el umbral. Si antes pensaba que no había momento más incómodo que el tenso silencio de tu jefe, mentía. Es muchísimo más violento que llegue tu ex-novio y te encuentre con el hombre con el que le has puesto los cuernos, la situación mejora por momentos.
No se porque narices no he vuelto a colocar la llave en la cerradura, así que por mi torpeza, ahí estamos los tres.
En cuanto Toni nos ve, se que se va a liar. Tiene la cara colorada y los puños apretados.
-Si que te has dado prisa en meterlo en casa.-dice plantándose delante nuestra.
-No es lo que parece. Solo ha venido para saber porque he faltado al trabajo.- explico.-¿Podemos hablarlo después en privado?- susurro acercándome a él.
-¿En privado?- ríe a carcajadas.-¡Pero si te lo has follado, que mas te da!
Joder, si después de este numerito me quedo en el paro no podré reprocharle nada a mi jefe que se comporta como un espectador. Tan solo mira a Toni, sin intervenir ni decir nada.
-Por favor.- pido pasando la mano por la frente, totalmente avergonzada.
-He pensado que ya que eres tu la que me ha puesto los cuernos, eres tu la que se va de la casa.
Me sujeta del brazo y comienza a tirar de mi para sacarme al portal. Estoy en pijama y sin absolutamente nada ¿Cómo me voy a ir sin recoger antes mis cosas?
No me da tiempo a decirle nada porque antes de que me de tiempo a contestar, Ian lo ha empujado contra la pared y le ha obligado a soltarme el brazo. Lo mantiene pegado con el antebrazo en el pecho.
-Ella se va a ir. No porque tu lo digas.- acerca su rostro al de Toni hasta casi tocarle la nariz con la suya.- Sino porque no tiene porque aguantar a un animal como tu.
Lo separa de la pared y lo lleva a rastras hasta la puerta. Toni no dice nada, está tan asustado como yo. El hombre de hielo comportándose como el fuego, creo que ni en un millón de vidas volveré a ver algo así.
- Dentro de dos horas ven. Ni un minuto antes.- lo empuja y cierra la puerta, dejándolo a oscuras en el portal.
Yo sigo en la misma posición. No he movido ni un músculo. Ian camina hasta mi. Mi caballero andante...
- Vamos. Recoge lo que quieres llevarte.
Hasta ahí han llegados mis pensamientos sobre príncipes azules o caballeros de armadura reluciente. Con la misma seriedad e indiferencia de siempre me insta a que prepare mis cosas.
No me ha defendido porque sea yo, me ha defendido porque era un abuso de fuerza y cualquier hombre que viera a una mujer en esa misma situación habría hecho algo parecido.
-Pero no tengo ningún sitio a donde ir.
-Recoge tus cosas, Emma.
Fin de la conversación. Por encima de todo tengo grabado a fuego que es mi jefe, así que sin pensarlo dos veces voy hasta el armario y saco la maleta del altillo para comenzar a llenarla de todo lo que vaya a poder necesitar donde quiera que vaya.
Para llevarme todas mis cosas necesitaría cinco baúles y tres días. Estoy tan nerviosa que no se ni lo que hago. Ian está sentado en una silla mirando su teléfono, falta media hora para que vuelva Toni y comienzo a vaciar la maleta, porque he metido cosas innecesarias.Venga, céntrate. Ropa interior, chaquetas, mis trajes para ir a trabajar, zapatos, maquillaje, el secador, la plancha... esto es imposible. Resoplo colocando las manos sobre mis caderas.Al final doy por sentado que algunas cosas las voy a perder y tendré que comprarlas de nuevo. La maleta está llena hasta los topes, no podría meter ni un alfiler. Salgo de la habitación arrastrándola con los dos brazos, tirando de ella, como si en lugar de mover una maleta, estuviera moviendo un elefante.Ian levanta la vista de su teléfono por primera vez en toda la hora y media. No se que habrá estado haciendo o con quien
Me tumbo en la cama con el papel en alto. Las normas de este hombre son algo absurdas, jamás había visto a nadie tan perfeccionista ni que le gustara tenerlo todo tan atado.Doy media vuelta y apoyo los codos sobre la cama, dispuesta a leer el papel y memorizar cada estúpida regla.1. Nada de reuniones de más de cuatro personas.2. Todo ordenado y recogido3. Para ir a cualquier sitio se tendrá que informar al chófer.4. Se desayuna a las siete, se come a las dos y se cena a las nueve.Esto tiene que ser peor que el servicio militar. No se como puede pretender tenerlo todo tan controlado.Tiro el folio a un lado, resoplando. Me levanto de un salto y coloco la maleta sobre la cama. Podría considerarse que está por medio y no quiero problemas el primer día que estoy aquí.Media hora después, todas mis pertenencias
Hace cinco años que trabajo para él. Aun recuerdo el día que lo conocí como si fuera ayer.Iba por la calle en busca de una cafetería, necesitaba un café para llevar urgentemente. Casi podía decirse que iba dormida por la calle y todo por culpa de los exámenes finales. Al cruzar una esquina, choqué con él. Todos los papeles salieron volando y terminaron esparcidos por la acera.-Perdona ¿Estás bien?- preguntó un Ian mucho más simpático que el de ahora.-Si,si. Lo siento tanto, iba mirando los papeles y no te vi.Nos agachamos los dos a la vez para recoger los apuntes, mientras tanto, me regaló su hermosa sonrisa, esa que no he vuelto a ver.-¿Económicas? suerte con tus exámenes.- Muchas gracias.- contesté con sonrisa bobalicona.Unos meses después comencé a trabajar aquí. Cuando me senté en mi mesa y llegó el primer día, lo reconocí al instante. Era increíble la suerte que había tenido, pero nada en su trato hacia mi me hizo pensar que se a
Mientras coloco los platos y las copas en la mesa, Ian abre una botella de vino blanco. Vierte un poco en una de las copas y me la pasa.-Pruébalo.Doy un pequeño sorbo, el sabor del vino invade toda mi boca, es afrutado y delicioso. El mejor que he probado nunca.-Está riquísimo ¿Dónde lo has comprado?.-miro la etiqueta de la botella buscando más información. Domaine de la Romanée Conti. Jamás había escuchado ese nombre, pero mi dominio del alcohol es tan extenso como el de la cocina.-En Francia.- sirve un poco más en mi copa.Termino de colocar todo. Mirando la cena y ese vino, podría imaginarme que estoy en una cita con él. Que somos una pareja normal y corriente disfrutando de una noche juntos, pero ese ser maligno de mi interior se ríe a carcajadas por mi estupidez.-Me gustaría llamar a Dorotea, por lo de su hijo, pero no tengo su número.-Claro.- busca su número en el móvil y gira la pantalla hacia mi.Lo anoto en mi agenda y p
Han habilitado uno de los salones de actos que tiene el edificio. Mis compañeros lo han decorado muy bonito. Hay globos, canapés, muchas bebidas distintas y una tarima al fondo con una gran pancarta encima.Sin ser consciente me he quedado en la entrada y he comenzado a buscar a Ian con la mirada. Está en una de las barras con la barby enganchada al brazo. Nuestros ojos se encuentran, en lugar de intentar parecer simpática, mantengo la cara seria. espero que esté recibiendo rayos de desprecio. Lentamente giro la cabeza y camino hacia un grupito de compañeras.-Hola chicas ¿Queréis algo de beber?-Hola Emma ¡Qué guapa estás! Yo quiero un ron cola, gracias.El sabor del alcohol no es de mis favoritos, no entiendo como hay personas que lo pueden disfrutar, pero el Malibú con piña, eso es otra historia.Ian sigue en la barra, lo ignoro y voy directa hacia el
Abro primero un ojo, después el otro. La habitación está en penumbra pero a través de la persiana puedo ver los rayos del sol.Salto de la cama. No puedo creer que me haya dormido ¿Por qué no ha sonado el despertador? Voy a llegar tarde al trabajo. Corro hasta el móvil para ver la hora que es. Las doce y media.Cuando al lado de los números leo "Sab" mi corazón se calma.Miro una silla pegada a la pared, encima del respaldo está el vestido azul de anoche, miro mi cuerpo y descubro que estoy en ropa interior. Las imágenes de la fiesta empiezan a danzar por mi cabeza.No se porque me comporté así. Me emborraché, besé a mi jefe, le dije que dejara de hacerse el duro y creo que para colmo me tuvo que meter en la cama y desvestirme. Como voy a bajar y a encontrarme con él después de como la he liado...Besé a Ian. Nos habíamos acostado, pero jamás me había besado. Y no se apartó, eso tiene que significar algo. ¿Qué fue de la chica que llevó al ba
Saco el móvil del bolsillo para ponerlo en silencio. No quiero ni pensar que pueda ponerse a sonar.Escucho ruidos que provienen de la cocina. Va andando por la casa como si estuviera borracho, chocando con todo y haciendo más ruido del necesario. Enciende la televisión y soltando un eructo, suena como cae en el sofá.Llevo una hora metida en el armario, me duelen las piernas de estar tanto rato en la misma postura sin poder andar ni moverme y para colmo, mi estómago ruge tanto que temo que Toni lo escuche entre sus ronquidos.Suena el timbre de la puerta. Cierro los ojos esperando que no sea algún amigo que ha venido a pasar la tarde.-¡YA VAAA!-grita levantándose del sofá.Ya no puedo oír nada más. Pego la oreja a la puerta para saber que está ocurriendo.-Tío, te lo he dicho, aquí no hay nadie.- explica nervioso.-Ella está aquí.Esa voz que hace apenas unas horas había comenzado a odiar, se acaba de convertir en mi bals
Miro la hora en el teléfono. Son las siete y media. Ayer casi no pude comer nada, entre el horario tan estricto y el disgusto, me acosté. Tengo tanta hambre que me he despertado con el rugido del estómago. Me pongo las zapatillas para bajar a la cocina y comer todo lo que encuentre.Me siento en la mesa, que ya está llena de ricas cosas. Ian está sentado también, untando un pan con mantequilla.-Buenos días.- Saludo.Asiente metiéndose un trozo de pan en la boca. Me da pena tener que irme, le estaba cogiendo cariño a Dorotea y a Max, pero es cierto que lo mejor para mi es que me aleje.-¿Qué quieres beber?.- pregunta Dorotea con una bandeja entre las menos.-Te, por favor. ¿Cómo sigue tu hijo?-Ya está casi recuperado.Me alegra mucho escuchar buenas noticias en estos momentos. Pillo a Ian mirándonos, reacciona al momento y vuelve a centrarse en el pan.Se lo come en dos grandes bocados, se levanta y se va. No se donde irá un domingo a