Para llevarme todas mis cosas necesitaría cinco baúles y tres días. Estoy tan nerviosa que no se ni lo que hago. Ian está sentado en una silla mirando su teléfono, falta media hora para que vuelva Toni y comienzo a vaciar la maleta, porque he metido cosas innecesarias.
Venga, céntrate. Ropa interior, chaquetas, mis trajes para ir a trabajar, zapatos, maquillaje, el secador, la plancha... esto es imposible. Resoplo colocando las manos sobre mis caderas.
Al final doy por sentado que algunas cosas las voy a perder y tendré que comprarlas de nuevo. La maleta está llena hasta los topes, no podría meter ni un alfiler. Salgo de la habitación arrastrándola con los dos brazos, tirando de ella, como si en lugar de mover una maleta, estuviera moviendo un elefante.
Ian levanta la vista de su teléfono por primera vez en toda la hora y media. No se que habrá estado haciendo o con quien habrá estado hablado, pero siento celos de esa pequeña pantalla.
-¿Lista?
-Creo que si.- miro alrededor mía por si me olvido de algo importante.
Nos dirigimos hasta la puerta. Tengo una batalla increíble, en la que claramente la maleta me lleva ventaja. Antes de salir al portal, mi frente está perlada de pequeñas gotas de sudor.
Tengo la sensación de que a Ian toda esta escena le hace gracia. Por fin se apiada de mi, me la arrebata de las manos y la lleva con una facilidad insultante. Este es el momento en el que debería apuntarme a un gimnasio para que mis músculos dejaran de estar de adorno en mi cuerpo.
En la calle, un coche negro nos espera. De la puerta del conductor sale un hombre, que rápidamente, abre la puerta de los acompañantes para que entremos. Lo saludo con una sonrisa, pero él simplemente baja la cabeza ¿Impone mi jefe a todo el mundo tanto como a mi?
No se donde vamos y tampoco me atrevo a preguntarlo. Todo el trayecto lo estamos haciendo en silencio. No entiendo porque él no se siente incómodo, es más, parece disfrutar.
Miro por la ventanilla, inspecciono con la mirada el coche. Los asientos de cuero provoca que el coche huela de una manera que me encanta. Miro de reojo a Ian, y cuando me pilla, bajo la mirada rápidamente con la vergüenza invadiéndome por todos los poros. Me siento como una niña recién regañada por su padre.
Por fin entramos en un sótano. Aparca el coche y nos bajamos. El hombre que conducía, baja mi maleta del maletero y se la tiende a Ian.
-Muchas gracias. Me llamo Emma.
-No tiene porque darlas señorita, es mi trabajo. Mi nombre es Max.
-Encantada Max.
Me parecía una falta de respeto no presentarme al hombre que nos ha traído hasta aquí y que ha cargado y descargado mi maleta del coche. Me giro en busca de Ian, que ya me espera montado en el ascensor con el dedo sobre el botón para que no se cierre la puerta.
-¿Dónde vamos?- me animo a preguntar.
- A mi casa.
No puedo creerlo. Voy a vivir en su casa, con él. Disfrutaré de su compañía todo el día, y con suerte, también las noches.
Nunca he estado aquí ni para traerle un recado ¿Habrá traído a muchas mujeres? No me importa, ahora soy yo la que está en su casa, y pienso disfrutar todos y cada uno de los momentos a su lado. Puede que yo lo cambie, puede que se enamore de mi...
-¿Vienes?.- pregunta entrando por la puerta.
Estaba tan ensimismada en mis pensamientos que no me había dado cuenta de que habíamos llegado.
-Si,si. Disculpe.- contesto corriendo a su lado.
Nada más entrar, nos encontramos en un enorme salón minimalista. Todo decorado en tonos blancos, que le da un aspecto bastante frío a la casa. No hay ni una fotografía o cualquier cosa que le de calidez a este lugar.
Una mujer mayor viene a nuestro encuentro. Tiene un aspecto tierno, como lo tenía mi abuela, y sin conocerla de nada, siento cariño hacia ella.
- Buenos días señor.
-Buenos días Dorotea. Esta es Emma, va ha pasar una temporada con nosotros. Enséñele su habitación, la casa y las normas.
-Encantada señorita.- saluda Dorotea con una pequeña sonrisa.
-Igualmente.
-Tengo que irme.- dice mirando su reloj.- mañana no vayas a trabajar.
Abro la boca para decir algo, no se el que, pero este hombre es como un fantasma. Da sus órdenes y se va sin educación ninguna ¿Y si tengo algo que decir? Da igual... se ve a la legua que es el que manda.
- Venga señorita, le voy a enseñar su habitación.
-Llámame Emma, por favor.
Dejamos la maleta donde la había soltado Ian, dudo que alguna de las dos tenga fuerzas para cargar con ella. Subimos unas amplias escaleras de caracol que da a un pasillo. Dorotea me guía hasta la última puerta.
Una enorme cama preside el cuarto, dos mesitas de noche, un escritorio y otra puerta que da a un baño. Esta habitación es tan fría como el resto de la casa y su dueño.
-¿Qué significa eso de las normas?.- nada más preguntarlo se que no me va a gustar.
-El señor es meticuloso y tiene algunas normas de obligatorio cumplimientos. Primero, nada por medio. Segundo, nada de fiestas o reuniones de más de cuatro personas. Tercero, nada de ruidos. Cuarto...
-¿Cuántas hay?.- pregunto incrédula.
-Mejor te las doy por escrito y así puedes aprendértelas.
Por la puerta aparece Max con mi maleta, resoplando y sudando como un pollo.
- No tendrías que haberte molestado.- corro hacia él para ayudarlo.
-No se preocupe, no me importa.
Estoy empezando a cansarme de tanto protocolo y tanto señorita. No soy nadie, no tengo dinero, ni propiedades, a mi no tienen que tratarme como si fuera la reina de Inglaterra.
-Llamadme Emma, por favor.
-El señor es muy cuidado con el protocolo, Emma.- explica Dorotea.
-Entonces vamos a usar el protocolo que tanto le gusta al señor. Yo soy su secretaria, una trabajadora pobre a la que su ex novio acaba de echar a la calle, así que podéis tutearme.
El señor Garret impone a todo el mundo, igual que a mi. Que tendrá que intimida tanto. No tengo ni idea, pero pienso descubrirlo.
De momento, solo con haber entrado en su círculo íntimo creo que es un paso de gigante. Ahora si que está más cerca mi casita con perros y niños, o tal vez me estoy ilusionando demasiado y lo que está cerca es el batacazo de mi vida.
Me tumbo en la cama con el papel en alto. Las normas de este hombre son algo absurdas, jamás había visto a nadie tan perfeccionista ni que le gustara tenerlo todo tan atado.Doy media vuelta y apoyo los codos sobre la cama, dispuesta a leer el papel y memorizar cada estúpida regla.1. Nada de reuniones de más de cuatro personas.2. Todo ordenado y recogido3. Para ir a cualquier sitio se tendrá que informar al chófer.4. Se desayuna a las siete, se come a las dos y se cena a las nueve.Esto tiene que ser peor que el servicio militar. No se como puede pretender tenerlo todo tan controlado.Tiro el folio a un lado, resoplando. Me levanto de un salto y coloco la maleta sobre la cama. Podría considerarse que está por medio y no quiero problemas el primer día que estoy aquí.Media hora después, todas mis pertenencias
Hace cinco años que trabajo para él. Aun recuerdo el día que lo conocí como si fuera ayer.Iba por la calle en busca de una cafetería, necesitaba un café para llevar urgentemente. Casi podía decirse que iba dormida por la calle y todo por culpa de los exámenes finales. Al cruzar una esquina, choqué con él. Todos los papeles salieron volando y terminaron esparcidos por la acera.-Perdona ¿Estás bien?- preguntó un Ian mucho más simpático que el de ahora.-Si,si. Lo siento tanto, iba mirando los papeles y no te vi.Nos agachamos los dos a la vez para recoger los apuntes, mientras tanto, me regaló su hermosa sonrisa, esa que no he vuelto a ver.-¿Económicas? suerte con tus exámenes.- Muchas gracias.- contesté con sonrisa bobalicona.Unos meses después comencé a trabajar aquí. Cuando me senté en mi mesa y llegó el primer día, lo reconocí al instante. Era increíble la suerte que había tenido, pero nada en su trato hacia mi me hizo pensar que se a
Mientras coloco los platos y las copas en la mesa, Ian abre una botella de vino blanco. Vierte un poco en una de las copas y me la pasa.-Pruébalo.Doy un pequeño sorbo, el sabor del vino invade toda mi boca, es afrutado y delicioso. El mejor que he probado nunca.-Está riquísimo ¿Dónde lo has comprado?.-miro la etiqueta de la botella buscando más información. Domaine de la Romanée Conti. Jamás había escuchado ese nombre, pero mi dominio del alcohol es tan extenso como el de la cocina.-En Francia.- sirve un poco más en mi copa.Termino de colocar todo. Mirando la cena y ese vino, podría imaginarme que estoy en una cita con él. Que somos una pareja normal y corriente disfrutando de una noche juntos, pero ese ser maligno de mi interior se ríe a carcajadas por mi estupidez.-Me gustaría llamar a Dorotea, por lo de su hijo, pero no tengo su número.-Claro.- busca su número en el móvil y gira la pantalla hacia mi.Lo anoto en mi agenda y p
Han habilitado uno de los salones de actos que tiene el edificio. Mis compañeros lo han decorado muy bonito. Hay globos, canapés, muchas bebidas distintas y una tarima al fondo con una gran pancarta encima.Sin ser consciente me he quedado en la entrada y he comenzado a buscar a Ian con la mirada. Está en una de las barras con la barby enganchada al brazo. Nuestros ojos se encuentran, en lugar de intentar parecer simpática, mantengo la cara seria. espero que esté recibiendo rayos de desprecio. Lentamente giro la cabeza y camino hacia un grupito de compañeras.-Hola chicas ¿Queréis algo de beber?-Hola Emma ¡Qué guapa estás! Yo quiero un ron cola, gracias.El sabor del alcohol no es de mis favoritos, no entiendo como hay personas que lo pueden disfrutar, pero el Malibú con piña, eso es otra historia.Ian sigue en la barra, lo ignoro y voy directa hacia el
Abro primero un ojo, después el otro. La habitación está en penumbra pero a través de la persiana puedo ver los rayos del sol.Salto de la cama. No puedo creer que me haya dormido ¿Por qué no ha sonado el despertador? Voy a llegar tarde al trabajo. Corro hasta el móvil para ver la hora que es. Las doce y media.Cuando al lado de los números leo "Sab" mi corazón se calma.Miro una silla pegada a la pared, encima del respaldo está el vestido azul de anoche, miro mi cuerpo y descubro que estoy en ropa interior. Las imágenes de la fiesta empiezan a danzar por mi cabeza.No se porque me comporté así. Me emborraché, besé a mi jefe, le dije que dejara de hacerse el duro y creo que para colmo me tuvo que meter en la cama y desvestirme. Como voy a bajar y a encontrarme con él después de como la he liado...Besé a Ian. Nos habíamos acostado, pero jamás me había besado. Y no se apartó, eso tiene que significar algo. ¿Qué fue de la chica que llevó al ba
Saco el móvil del bolsillo para ponerlo en silencio. No quiero ni pensar que pueda ponerse a sonar.Escucho ruidos que provienen de la cocina. Va andando por la casa como si estuviera borracho, chocando con todo y haciendo más ruido del necesario. Enciende la televisión y soltando un eructo, suena como cae en el sofá.Llevo una hora metida en el armario, me duelen las piernas de estar tanto rato en la misma postura sin poder andar ni moverme y para colmo, mi estómago ruge tanto que temo que Toni lo escuche entre sus ronquidos.Suena el timbre de la puerta. Cierro los ojos esperando que no sea algún amigo que ha venido a pasar la tarde.-¡YA VAAA!-grita levantándose del sofá.Ya no puedo oír nada más. Pego la oreja a la puerta para saber que está ocurriendo.-Tío, te lo he dicho, aquí no hay nadie.- explica nervioso.-Ella está aquí.Esa voz que hace apenas unas horas había comenzado a odiar, se acaba de convertir en mi bals
Miro la hora en el teléfono. Son las siete y media. Ayer casi no pude comer nada, entre el horario tan estricto y el disgusto, me acosté. Tengo tanta hambre que me he despertado con el rugido del estómago. Me pongo las zapatillas para bajar a la cocina y comer todo lo que encuentre.Me siento en la mesa, que ya está llena de ricas cosas. Ian está sentado también, untando un pan con mantequilla.-Buenos días.- Saludo.Asiente metiéndose un trozo de pan en la boca. Me da pena tener que irme, le estaba cogiendo cariño a Dorotea y a Max, pero es cierto que lo mejor para mi es que me aleje.-¿Qué quieres beber?.- pregunta Dorotea con una bandeja entre las menos.-Te, por favor. ¿Cómo sigue tu hijo?-Ya está casi recuperado.Me alegra mucho escuchar buenas noticias en estos momentos. Pillo a Ian mirándonos, reacciona al momento y vuelve a centrarse en el pan.Se lo come en dos grandes bocados, se levanta y se va. No se donde irá un domingo a
Estoy tan enfadada ahora mismo que no me reconozco. No suelo dejar que las emociones me dominen hasta este punto. Este hombre consigue sacarme de mis casillas.Le resulta demasiado fácil juzgar desde su pedestal de hombre importante, impasible y sin sentimientos.Ha dicho que no quiere nada conmigo, me ha echado de su casa y aun así, tiene la cara dura de pedirme explicaciones ¿Quién se ha creído que es?Bajo a la cafetería para tomarme una tila doble. Cuando me la tomo, inicio el camino de vuelta, dispuesta a afrontar lo que tenga que venir.Vuelvo a colgar mis cosas en el perchero y a sentarme en la silla. Ian está en su despacho, hablando por teléfono. Espero unos segundos por si sale para decirme que me haya y no vuelva por ahí, pero me mira y continúa con lo suyo.Me pongo a mirar papeles y hago las llamadas que tenía programadas, bien para concertar citas o para cambiar algunas.Evito mirar hacia el despacho. Ahora que estoy tranquila me ave