Han habilitado uno de los salones de actos que tiene el edificio. Mis compañeros lo han decorado muy bonito. Hay globos, canapés, muchas bebidas distintas y una tarima al fondo con una gran pancarta encima.
Sin ser consciente me he quedado en la entrada y he comenzado a buscar a Ian con la mirada. Está en una de las barras con la barby enganchada al brazo. Nuestros ojos se encuentran, en lugar de intentar parecer simpática, mantengo la cara seria. espero que esté recibiendo rayos de desprecio. Lentamente giro la cabeza y camino hacia un grupito de compañeras.
-Hola chicas ¿Queréis algo de beber?
-Hola Emma ¡Qué guapa estás! Yo quiero un ron cola, gracias.
El sabor del alcohol no es de mis favoritos, no entiendo como hay personas que lo pueden disfrutar, pero el Malibú con piña, eso es otra historia.
Ian sigue en la barra, lo ignoro y voy directa hacia el camarero para pedirle las copas. Creo que en otra vida fue tortuga o ha mentido en el currículo porque lleva un ritmo terriblemente lento o tal vez esté yo tan nerviosa que me parece que nunca va a terminar de preparar las copas.
-Has tardado mucho en llegar.- me sorprende la voz de Ian a mi lado.
-El tráfico.- le regalo una sonrisa.
Esa es la contestación diplomática, aunque la que realmente me apetecía darle es "puede que haya tardado porque eres un capullo con una piedra donde deberías tener un corazón"
Lo ignoro. Me centro en el camarero que por fin parece que está terminando. ¿Por qué no se larga con su amiga? No entiendo porque sigue a mi lado.
-Pásatelo bien.- cojo las copas y me voy, dejándolo plantado.
Creo reconocer la sorpresa en su cara, levanta levemente las cejas mientras me alejo. Así que no estás acostumbrado a que te ignoren, señor puedo hacer lo que quiera cuando quiera, pues vete acostumbrando.
Varias horas después le hace entrega del reloj. Hay un pequeño discurso y alguna que otra lágrima. Unos cuantos viajes a la barra y por arte de magia, me empiezo a divertir.
¿Por qué voy a deprimirme por un hombre como él?-¿Quieres algo de beber?.- me invita Torres, un compañero de planta.
-Claro. Muzas...muchas.. gracias.- contesto con la lengua trabada.
Es lo malo del malibú, es tan dulce que pillas la borrachera del siglo sin siquiera darte cuenta. Debería haberme controlado, pero verlo toda la noche como el acompañante de otra, es algo que no me esperaba.
Torres camina hasta la barra en busca de las dos copas. Entrecierro los ojos para enfocar bien la vista, creo que va a tardar un poco, cada vez hay más gente esperando.
-¿No crees que has bebido suficiente?.- suena la grave voz de Ian a mi espalda.
-Nup.
-Déjalo ya, Emma.
-No debe..deberías... debar, joder dejar sola a tu amiguita.- suelto dándole en el pecho con el dedo.
-Estás celosa, lo entiendo.
¿Celosa? Es lo último que quería que pensara aunque es cierto, estoy celosa y enfadada. Pero que me lo suelte con esa prepotencia y ese descaro sintiéndose el rey del mundo me ha puesto de los nervios.
-Tu copa.- me tiende Torres el malibú con piña.
-Ven, ¿bailamos?.- invito a mi compañero.
Ian se pone en medio de los dos. Siempre me cuesta mucho descifrar lo que siente o su estado de ánimo, pero ahora se le ve a la legua que está enfadado.
-Lárgate.-ordena a Torres.
Evidentemente, Torres se larga. Su jefe acaba de ponerle la más seria de las caras.
Se acerca hasta mi, coloca sus manos en mi cintura y comienza a moverse al lento ritmo de la música. ¡Estamos bailando! Me dejo llevar, mañana volveré a ignorarlo pero hoy, apoyo la cabeza sobre su pecho y dejo que guíe nuestros pasos.
-¿Por qué le has dicho que se fuera?
Si el puede soltar tan a la ligera que estoy celosa, o lo que es lo mismo, me molesta verlo con otra porque estoy colada hasta los huesos, yo también puedo saber porque no me ha dejado bailar con Torres.
-Es famoso por sus conquistas.
-¿Tu no?.-pregunto sin separar la mejilla de su pecho.
Ian se cree mejor que Torres cuando en realidad son iguales. Usan a las mujeres y después, si te he visto no me acuerdo.
Todo el baile pegada a él, con los ojos cerrados, así que cuando los abro para mirarlo, la sala entera da vueltas y pierdo el equilibrio. Ian me sujeta fuerte entre sus brazos hasta que consigo volver a mantenerme en pie.
-Debería irme.- digo cerrando los ojos.
Intento caminar hasta la salida pero todo me da vueltas. Pensándolo fríamente ha sido una suerte que Ian me parara, porque seguramente habría seguido bebiendo, y a saber como y donde habría amanecido.
Se coloca a mi lado, rodea mi cintura haciendo fuerza contra su cuerpo. Tendría que estar avergonzada, pero tan pegada a él, disfruto del olor de su colonia, del calor que desprende su cuerpo, de él.
Vamos pasando a través de la gente, que conforme avanzamos se van retirando entre murmullos. Todos nos miran fijamente.
-Todo el mundo nos mira ¿Tan mal estoy?.-susurro.
-No te miran a ti.- contesta sonriendo.
Salimos de la sala. Ya solo quedan dos plantas de escaleras porque el ascensor ha decidido romperse justamente hoy. Tengo la suerte de mi lado, borracha, con tacones y sin ascensor.
-Siéntate.-me ayuda a sentarme en unos de los escalones.
A mitad de camino no podía seguir andando con estos zapatos. Seguro que mañana tengo unas ampollas de campeonato. Frente a mi, desabrochándome los tacones, de pronto lo veo todo muy claro. He tenido la epifanía de mi vida. Ian no es un hombre que se aproveche de las mujeres, es un hombre herido que no puede actuar de otra manera.
Paso la mano por su cara, siento bajo mis dedos la incipiente barba que ya comienza a asomar.
-Deberías quitarte esa máscara.- digo con cariño y pena.
Levanta la cabeza para mirarme. Mantengo su mirada, esos ojos azules que siempre he temido y que ahora reflejan tristeza.
Sin pensarlo, me acerco a él y le beso. Su labio entre los míos, suave y cálido.
-Lo siento.-me separo y me pongo a trabajar en los zapatos.
No se porque he sido tan lanzada. Tampoco se si le ha gustado o se ha sentido incómodo. Odio que no hable y no exprese lo que siente.
Continuamos el camino hasta el coche. Max conduce en silencio, sabe que la tensión puede cortarse con tijeras. En algún momento, se ha ido todo mi nerviosismo y ha sido sustituido por sueño. Un sueño implacable que no puedo ignorar. Voy inclinándome para acomodarme hasta que mi cabeza choca contra el hombro de Ian. Como es la única almohada y esta noche no puedo cagarla más, me duermo apoyada sobre él.
Justo antes de caer en el sueño profundo, me mueve. Me acomoda sobre su pecho y pasa su brazo por encima del mío.
Abro primero un ojo, después el otro. La habitación está en penumbra pero a través de la persiana puedo ver los rayos del sol.Salto de la cama. No puedo creer que me haya dormido ¿Por qué no ha sonado el despertador? Voy a llegar tarde al trabajo. Corro hasta el móvil para ver la hora que es. Las doce y media.Cuando al lado de los números leo "Sab" mi corazón se calma.Miro una silla pegada a la pared, encima del respaldo está el vestido azul de anoche, miro mi cuerpo y descubro que estoy en ropa interior. Las imágenes de la fiesta empiezan a danzar por mi cabeza.No se porque me comporté así. Me emborraché, besé a mi jefe, le dije que dejara de hacerse el duro y creo que para colmo me tuvo que meter en la cama y desvestirme. Como voy a bajar y a encontrarme con él después de como la he liado...Besé a Ian. Nos habíamos acostado, pero jamás me había besado. Y no se apartó, eso tiene que significar algo. ¿Qué fue de la chica que llevó al ba
Saco el móvil del bolsillo para ponerlo en silencio. No quiero ni pensar que pueda ponerse a sonar.Escucho ruidos que provienen de la cocina. Va andando por la casa como si estuviera borracho, chocando con todo y haciendo más ruido del necesario. Enciende la televisión y soltando un eructo, suena como cae en el sofá.Llevo una hora metida en el armario, me duelen las piernas de estar tanto rato en la misma postura sin poder andar ni moverme y para colmo, mi estómago ruge tanto que temo que Toni lo escuche entre sus ronquidos.Suena el timbre de la puerta. Cierro los ojos esperando que no sea algún amigo que ha venido a pasar la tarde.-¡YA VAAA!-grita levantándose del sofá.Ya no puedo oír nada más. Pego la oreja a la puerta para saber que está ocurriendo.-Tío, te lo he dicho, aquí no hay nadie.- explica nervioso.-Ella está aquí.Esa voz que hace apenas unas horas había comenzado a odiar, se acaba de convertir en mi bals
Miro la hora en el teléfono. Son las siete y media. Ayer casi no pude comer nada, entre el horario tan estricto y el disgusto, me acosté. Tengo tanta hambre que me he despertado con el rugido del estómago. Me pongo las zapatillas para bajar a la cocina y comer todo lo que encuentre.Me siento en la mesa, que ya está llena de ricas cosas. Ian está sentado también, untando un pan con mantequilla.-Buenos días.- Saludo.Asiente metiéndose un trozo de pan en la boca. Me da pena tener que irme, le estaba cogiendo cariño a Dorotea y a Max, pero es cierto que lo mejor para mi es que me aleje.-¿Qué quieres beber?.- pregunta Dorotea con una bandeja entre las menos.-Te, por favor. ¿Cómo sigue tu hijo?-Ya está casi recuperado.Me alegra mucho escuchar buenas noticias en estos momentos. Pillo a Ian mirándonos, reacciona al momento y vuelve a centrarse en el pan.Se lo come en dos grandes bocados, se levanta y se va. No se donde irá un domingo a
Estoy tan enfadada ahora mismo que no me reconozco. No suelo dejar que las emociones me dominen hasta este punto. Este hombre consigue sacarme de mis casillas.Le resulta demasiado fácil juzgar desde su pedestal de hombre importante, impasible y sin sentimientos.Ha dicho que no quiere nada conmigo, me ha echado de su casa y aun así, tiene la cara dura de pedirme explicaciones ¿Quién se ha creído que es?Bajo a la cafetería para tomarme una tila doble. Cuando me la tomo, inicio el camino de vuelta, dispuesta a afrontar lo que tenga que venir.Vuelvo a colgar mis cosas en el perchero y a sentarme en la silla. Ian está en su despacho, hablando por teléfono. Espero unos segundos por si sale para decirme que me haya y no vuelva por ahí, pero me mira y continúa con lo suyo.Me pongo a mirar papeles y hago las llamadas que tenía programadas, bien para concertar citas o para cambiar algunas.Evito mirar hacia el despacho. Ahora que estoy tranquila me ave
-¿Qué haces aquí?Me quedo petrificada, agachada, con el brazo estirado y todo el contenido de mi bolso tirado por el suelo.-He venido a conocer a tu familiar moribundo.- levanta una ceja a la vez que chasquea la lengua.Ha ido a recursos humanos para informarse porque no he ido, ha venido hasta aquí para verme. Me levanto, sintiéndome más segura que hace unas horas.-¿Por qué has venido?.- pregunto clavando mis ojos en los suyos.-Porque soy tu jefe y me has mentido.No cuela ¿Cuántos jefes van a la casa de sus empleados para comprobar que es cierto el motivo de una baja, o de unos días de asuntos propios. Ninguno. No quiere admitir el motivo real porque en el fondo, es un cobarde incapaz de asumir que siente algo por mi.Doy un paso hacia él sin apartar la mirada. Sus ojos danzan por mi cara, nervioso.-¿Por qué?.- susurro
El resto de la tarde la paso ignorándolo deliberadamente. Será mi jefe y todo lo que él quiera, pero debería contener sus impulsos delante mía. Tiene una casa enorme para llevarse a todas las mujeres que quiera y que yo no tenga que verlo.Justo cuando el reloj marca la hora de marcharme, ya estoy con la chaqueta y el bolso en la mano. Dispuesta a salir corriendo con tal de no ver a Ian.En el hotel preparo la maleta con algunos conjuntos deportivos para la escapada obligatoria que ha preparado la empresa, aunque eso de que es obligatorio no lo tengo muy claro.Mientras tiro la ropa de malas maneras dentro de la maleta, mi mente divaga entre Ian y la muchacha que ha ido hoy. No la conozco de nada pero me cae muy mal, esto solo pueden ser celos.Con Toni no tenía este tipo de problemas, jamás sentí celos o desconfianza con él. Tampoco me dio motivos nunca. Se pasaba el día en la casa jugando a vídeo juegos o con los amigos en el bar de la esquina tirando unos
Me tiro sobre la cama de cualquier manera. El Coach este nos tiene molidos. Después de la reunión en la que debíamos contar algo doloroso, fuimos a las cocinas para preparar las comida divididos en dos grupos.Los grupos los hizo él, según dijo, para que nos relacionemos entre nosotros y no nos juntemos solo con las personas con las que tenemos confianza, al más puro estilo sexto de primaria y el profesor obligándonos a hacer trabajos con personas a las que no hablas en todo el año.Por la tarde, hemos estado reconociendo el terreno, memorizando los distintos caminos para el concurso de senderismo de mañana por la mañana. Normalmente voy hasta a comprar el pan en coche, así que hacer caminatas por el campo lleno de piedras y desniveles no es lo que más emoción me da.He ignorado durante todo el día a Ian, es lo menos que se tiene merecido. La imagen de sus labios sobre los míos viene a mi mente, sus manos recorriendo mi cuerp
-Necesito descansar.Llevamos horas andando sin dar con ningún camino, el pie cada vez me duele más de forzarlo tanto y la noche está a punto de caer sobre nosotros.En estos momentos me arrepiento de todas las películas de terror en las que un grupo de amigos se perdían en el bosque y por la mañana todos aparecían muertos.-Es mejor seguir por la mañana y preparar algo para pasar la noche.-propone frotándose la barbilla.¿Pasar la noche en medio de un bosque en el que no sabemos ni que animales puede haber? Ni hablar.-No, no. ¿Cómo vamos a dormir aquí? No podemos hacer ni fuego ¿Tu sabes hacerlo?Me siento sobre una roca y escondo la cara entre las manos. Esto no puede estar pasando, vamos a morir. Comienzo a llorar, no el típico llanto peliculero, lloro desesperada, quiero salir de este laberinto ahora mismo.-Eh, oye. No va a pasarnos nada.- me levanta la barbilla para que lo mire.- de chico fui boyscout.-No tengo mi m