Miro la hora en el teléfono. Son las siete y media. Ayer casi no pude comer nada, entre el horario tan estricto y el disgusto, me acosté. Tengo tanta hambre que me he despertado con el rugido del estómago. Me pongo las zapatillas para bajar a la cocina y comer todo lo que encuentre.
Me siento en la mesa, que ya está llena de ricas cosas. Ian está sentado también, untando un pan con mantequilla.
-Buenos días.- Saludo.
Asiente metiéndose un trozo de pan en la boca. Me da pena tener que irme, le estaba cogiendo cariño a Dorotea y a Max, pero es cierto que lo mejor para mi es que me aleje.
-¿Qué quieres beber?.- pregunta Dorotea con una bandeja entre las menos.
-Te, por favor. ¿Cómo sigue tu hijo?
-Ya está casi recuperado.
Me alegra mucho escuchar buenas noticias en estos momentos. Pillo a Ian mirándonos, reacciona al momento y vuelve a centrarse en el pan.
Se lo come en dos grandes bocados, se levanta y se va. No se donde irá un domingo a
Estoy tan enfadada ahora mismo que no me reconozco. No suelo dejar que las emociones me dominen hasta este punto. Este hombre consigue sacarme de mis casillas.Le resulta demasiado fácil juzgar desde su pedestal de hombre importante, impasible y sin sentimientos.Ha dicho que no quiere nada conmigo, me ha echado de su casa y aun así, tiene la cara dura de pedirme explicaciones ¿Quién se ha creído que es?Bajo a la cafetería para tomarme una tila doble. Cuando me la tomo, inicio el camino de vuelta, dispuesta a afrontar lo que tenga que venir.Vuelvo a colgar mis cosas en el perchero y a sentarme en la silla. Ian está en su despacho, hablando por teléfono. Espero unos segundos por si sale para decirme que me haya y no vuelva por ahí, pero me mira y continúa con lo suyo.Me pongo a mirar papeles y hago las llamadas que tenía programadas, bien para concertar citas o para cambiar algunas.Evito mirar hacia el despacho. Ahora que estoy tranquila me ave
-¿Qué haces aquí?Me quedo petrificada, agachada, con el brazo estirado y todo el contenido de mi bolso tirado por el suelo.-He venido a conocer a tu familiar moribundo.- levanta una ceja a la vez que chasquea la lengua.Ha ido a recursos humanos para informarse porque no he ido, ha venido hasta aquí para verme. Me levanto, sintiéndome más segura que hace unas horas.-¿Por qué has venido?.- pregunto clavando mis ojos en los suyos.-Porque soy tu jefe y me has mentido.No cuela ¿Cuántos jefes van a la casa de sus empleados para comprobar que es cierto el motivo de una baja, o de unos días de asuntos propios. Ninguno. No quiere admitir el motivo real porque en el fondo, es un cobarde incapaz de asumir que siente algo por mi.Doy un paso hacia él sin apartar la mirada. Sus ojos danzan por mi cara, nervioso.-¿Por qué?.- susurro
El resto de la tarde la paso ignorándolo deliberadamente. Será mi jefe y todo lo que él quiera, pero debería contener sus impulsos delante mía. Tiene una casa enorme para llevarse a todas las mujeres que quiera y que yo no tenga que verlo.Justo cuando el reloj marca la hora de marcharme, ya estoy con la chaqueta y el bolso en la mano. Dispuesta a salir corriendo con tal de no ver a Ian.En el hotel preparo la maleta con algunos conjuntos deportivos para la escapada obligatoria que ha preparado la empresa, aunque eso de que es obligatorio no lo tengo muy claro.Mientras tiro la ropa de malas maneras dentro de la maleta, mi mente divaga entre Ian y la muchacha que ha ido hoy. No la conozco de nada pero me cae muy mal, esto solo pueden ser celos.Con Toni no tenía este tipo de problemas, jamás sentí celos o desconfianza con él. Tampoco me dio motivos nunca. Se pasaba el día en la casa jugando a vídeo juegos o con los amigos en el bar de la esquina tirando unos
Me tiro sobre la cama de cualquier manera. El Coach este nos tiene molidos. Después de la reunión en la que debíamos contar algo doloroso, fuimos a las cocinas para preparar las comida divididos en dos grupos.Los grupos los hizo él, según dijo, para que nos relacionemos entre nosotros y no nos juntemos solo con las personas con las que tenemos confianza, al más puro estilo sexto de primaria y el profesor obligándonos a hacer trabajos con personas a las que no hablas en todo el año.Por la tarde, hemos estado reconociendo el terreno, memorizando los distintos caminos para el concurso de senderismo de mañana por la mañana. Normalmente voy hasta a comprar el pan en coche, así que hacer caminatas por el campo lleno de piedras y desniveles no es lo que más emoción me da.He ignorado durante todo el día a Ian, es lo menos que se tiene merecido. La imagen de sus labios sobre los míos viene a mi mente, sus manos recorriendo mi cuerp
-Necesito descansar.Llevamos horas andando sin dar con ningún camino, el pie cada vez me duele más de forzarlo tanto y la noche está a punto de caer sobre nosotros.En estos momentos me arrepiento de todas las películas de terror en las que un grupo de amigos se perdían en el bosque y por la mañana todos aparecían muertos.-Es mejor seguir por la mañana y preparar algo para pasar la noche.-propone frotándose la barbilla.¿Pasar la noche en medio de un bosque en el que no sabemos ni que animales puede haber? Ni hablar.-No, no. ¿Cómo vamos a dormir aquí? No podemos hacer ni fuego ¿Tu sabes hacerlo?Me siento sobre una roca y escondo la cara entre las manos. Esto no puede estar pasando, vamos a morir. Comienzo a llorar, no el típico llanto peliculero, lloro desesperada, quiero salir de este laberinto ahora mismo.-Eh, oye. No va a pasarnos nada.- me levanta la barbilla para que lo mire.- de chico fui boyscout.-No tengo mi m
IanAparece por la puerta en brazos de uno de los hombres de salvamento. Tiene varios arañazos en la cara y el pelo revuelto. No logro encontrar ningún signo de que se haya hecho daño de verdad, y por primera vez desde que desapareció, respiro aliviado.Cuando todas las parejas comenzaron a llegar no le di importancia, supuse que se habría entretenido buscando la tarjeta, pero a medida que pasaban las horas y no llegaba me iba poniendo cada vez más nervioso.Aunque por dentro me esté muriendo de la angustia, he pasado demasiado tiempo tratando con indiferencia al resto de personas. Me molesta su parloteo continuo de asuntos insustanciales, la verborrea barata por no estar callado, pero con Emma todo es distinto desde el día que faltó y fui a buscarla a su casa.Esta ha sido una de las noches más largas de mi vida. Ocho horas de angustiosa espera, sin poder hacer nada, atado de pies y manos. So
-Voy a darme una ducha. Todavía tengo hojas en la camiseta - pongo cara de asco. Ian muestra una pequeña sonrisa, minúscula. No se porque le cuesta tanto ser agradable, las normas de cortesía no son tan difíciles. Alguien gasta una broma y tu sonríes educadamente. - bueno... ahora vuelvo.Me ayuda a llegar a la puerta del baño sujetándome por el codo. Cierro la puerta a mi espalda y contemplo su baño privado. Es tan grande como lo era mi salón. Una enorme bañera con hidromasaje adorna la pared del fondo. También hay una ducha en la otra pared, tiene un asiento de madera y una cristalera para que no se salga el agua. Sin dudarlo, salto hasta la bañera.De una estantería cojo una toalla. Me siento en el borde y comienzo a llenarla. Con la venda es imposible que me pueda dar una ducha, pero tumbarme aquí con el agua calentita y la pierna por fuera, eso es otra historia
Pongo sobre la encimera de la cocina los libros que Dorotea me ha prestado. Todos los platos son demasiado elaborados para mis pobres conocimientos culinarios.Después de darle vueltas y más vueltas, los cierro, los aparto a un lado y me decido por el que más me gusta a mí. Prefiero cocinar algo que sé, a intentar hacer algo difícil y que sepa mal.-¿No te gusta ninguno?-pregunta quitándose las gafas.-Son demasiado difíciles...había pensando en algo más fácil.Coloco una olla sobre el fuego con agua para calentar mientras rebusco en la nevera un chorizo para picarlo. Los macarrones con tomate siempre me quedan muy ricos. Espero que a Ian le gusten.Pensar en él comiendo comida normal, como el resto de seres humanos, me hace gracia. Con su traje sentado en la mesa, pinchando un macarrón con tomate. Estoy deseando verlo.-¿Pico la cebolla?- pregunta Dorotea haciendo de pinche.-Si, por favor.Nunca tuve la oportunidad de cocinar con mi mad