―Hola Mérida ―el doctor Black me saluda en cuanto entro en la habitación ―¿cómo han estado?
― Hemos estado mejor ―le contesto
―¿Alguno quiere hablar hoy?
―Anya. Anya siempre quiere hablarle, pero ya sabe cómo se pone
―Pues escuchemos a Anya.
La sesión con el doctor Blake transcurre con normalidad, he podido desahogarme respecto a la ansiedad que me ha causado el viaje que haré hoy. Anya se ha quejado de que no ha tenido sexo en mucho tiempo, habló de Harley otra vez y de cómo lo rechacé cuando se me declaró.
―Quise que fuera solo sexo, pero siento que no puedo estar sin ti, Mérida. Dame una oportunidad, que tengas un hijo con Patrick no quiere decir que tengas que estar con él ―fueron las palabras de Harley. Pero yo fui tajante
―Lo siento Harley, amo a Patrick y no sé si pueda amar a alguien más de esa fo
CAPITULO 1 Miro hacia todos lados inspeccionando la calle; no hay nadie. Escucho el bullicio a un par cuadras. Las luces tenues de los faroles iluminan pobremente la noche. Me lleno de valor, tomo aire de un bocado y empiezo a caminar. El golpeteo de mis tacones contra el concreto mojado por la lluvia retumba en mis oídos, pero de un momento a otro mis pasos no son los únicos que escucho; alguien camina detrás de mí, temo mirar. Me apresuro con sutileza. Froto mis manos una contra otra durante un par de segundos y las meto en los bolsillos del abrigo, están heladas y sudorosas, mis piernas se reblandecen, se me dificulta respirar y mi estómago parece querer escaparse por mi boca. Un redoble de tambores me explota en las sie
Me despierto como loca pensando en lo tarde que debía ser. ¡Joder, joder, Joder! son las nueve, ni siquiera escuché la alarma. No, no, no. No puede ser, me quito el vestido de lentejuelas, busco la ropa más decente que puedo encontrar y me visto, el olor a café invade la alcoba. ¿por qué huele a café? Salgo de la habitación mientras me peino con los dedos, entro a la cocina y ahí está Patrick, tomando café mientras prepara panqueques ―¿Y tú que haces aquí? ¿nos acostamos? ―Bueno creo que eso era lo que querías, pero soy un poco tradicional, ya sabes, primero tienes que invitarme a salir y tratarme bonito ―dice con una sonrisa burlona irritante mientras pone la mezcla de los panqueques en la sartén ―¡Que gracioso! que yo
Jada ha muerto. ―¿Qué?! No, no puede ser. ¿Cómo lo sabes? ¿Qué ha pasado? ¿Cuándo ha sido? ―Rompo el abrazo y me alejo. ―Está en las noticias. La encontraron ayer en South Park en el rio Duwamish. Lo siento mucho Mérida. ―No. Está bien. Bueno, no es questé bien, solo digo que… no éramos tan cercanas ―Me siento en el sofá, tratando de parecer calmada ―No era necesario que vinieras. ―Quería venir, quería verte. ―Podías verme en la oficina ―le digo mientras él se sienta a mi lado. ―En la oficina no podía hacer esto. Me besa. No quiero que ese beso termine, pero, acabo de enterarme que mi amiga está muerta, no tengo cabeza para lidiar con mis sentimientos por Patrick en este momento; me alejo. ―Lo siento Mérida. Se que no es el momento para esto. Pero quiero estar a tu lado ―Toma mis manos― quiero estar contigo mientras pasas por esto y después de que pase, cuando te sientas mejor, quiero invitarte a salir, ir por par
Lisa se aclara la garganta y dice en voz baja: ―El joven Patrick siempre sale con las empleadas de la revista. Claro que, tenía al menos un par de años que no venía, pero siempre lo hace, sale con alguna de las secretarias o redactoras, pero la peor parte es lo que pasa después Yo escucho incrédula, pero ansiosa por saber el resto. ―Cuando ya no quiere andar con ellas, dejan de venir a trabajar, ni siquiera renuncian personalmente, envían una carta. Se rumorea que él les da una buena cantidad de dinero para que ya no vuelvan a trabajar en la revista. Mientras Lisa habla yo la miro desconcertada, mi ceño está fruncido y estoy segura de que las ganas de llorar se me notan a leguas. Me pone la mano en el hombro ―Lo siento, pero es la verdad ―habla despacio, articulando cada palabra con movimientos exagerados de los labios, como si tratara de convencer a un niño de que no existe el hada de los dientes. Desvío la mirada al piso y lue
Parte de un rectángulo verde con flores fucsia. Es el teléfono de Jada. ―No me toques ―grito mientras saco mi teléfono. No me toques o llamaré a la policía. ―Está bien Mérida, no voy a hacerte daño, jamás te haría daño. Salgo corriendo. Estoy descalza, pero eso no me preocupa en absoluto. Llamo a un taxi, que llega después de unos diez minutos. ―Tenías razón, no debí confiar en Patrick. ¿Voy camino a mi departamento, puedes ir? Necesito hablar de esto con alguien por favor. Cuando llego al edificio donde vivo, Johnny está afuera esperándome. Entramos a mi departamento y hablamos por un par de horas, aunque me he desahogado no me siento mejor, tengo miedo, me siento usada, engañada. Estoy sentada con Johnny en la cama de mi habitación, él se me acerca, y toma mis manos ―Todo va estar bien Mérida. Sabes que estoy aquí para protegerte ―dice mientras aparta un mechón de cabello de mi cara y
―La primera vez que preguntaste estabas muy pequeña para darte explicaciones Mérida, decidí que esperaría a que tuvieras la edad suficiente para entender ―Mi madre empezó a hablar con firmeza, con aires de estar convencida de que sus razones eran válidas e irrefutables, pero conforme las palabras salían de entre sus labios, perdían arrojo ―hizo una pausa, dejó salir un suspiro que sonó áspero en mi lado del teléfono y continuó―Pero jamás volviste a sacar el tema, y yo tampoco quise hacerlo. Me faltó valor. Quizás hubieses podido conocerlo.Permanecí callada. No tenía nada que reprocharle, yo tampoco tuve el valor de preguntar por mi padre, ni siquiera en esas ocasiones en las que, siendo aún una pequeña niña, sentía que una parte importante de mí estaba incompleta.―¿Iras conmigo verdad? ―l
Johnny vuelve la mirada hacia mí y frunce el ceño. ―Pero al menos se aseguró de dejarles una cuantiosa compensación monetaria por todos los años que no estuvo ―agrega el abogado, interrumpiendo nuevamente la conversación de gestos entre Johnny y yo. Luego se sienta y levanta un sobre como si quisiera que lo vieran todas las personas de un gran auditorio. ―Se hace constar que el sobre está totalmente sellado. ¿Lo certifican? ―Lo certifico. ―dicen al unísono dos personas paradas en una esquina de la habitación. Ni siquiera noté cuando llegaron, o si estaban ahí cuando yo entré. ―Entonces procederé a abrir el sobre. Señor notario; por favor, si es tan amable de darle lectura ―le dice el abogado a un señor de pelo gris, que lleva anteojos y viste traje. Le entrega los documentos que acaba de sacar del pliego. Tampoco sé en qué momento llegó este señor, tal vez cuando bajé al vestíbulo y mi madre me convencía de volver a subir. Estoy casi segura de
―Mérida. Lo siento. El rollo no es contigo. Veo que ya conociste a mi hermano y espero que no hallas caído en sus “encantos” dice Amy haciendo comillas con los dedos al pronunciar la última palabra.―¿Es tu hermano? ―pregunto con notable alivio. Harley sonríe al notar lo que había pasado por mi mente.―Sí. Para mi desgracia, este soquete es mi hermano y había dicho que iría por mí al aeropuerto, aunque le dejé claro que no era necesario. Pero algunos creen que por ser mujer necesito siempre de un hombre que me haga la vida más fácil ―dice Amy acerándose a Harley y viéndolo con reproche. Él la abraza y le da un beso en la mejilla.―Ya cálmate enana. Al final decidí dejarte probar tu punto de la autosuficiencia y todo eso. Veo que pudiste tomar un taxy. Te felicito ―Ella le da una palmada en el pecho. Y dirig