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Relato de un viejo capitán

Thomas, en su propia mente se imaginaba que les tenía que explicar el capitán Ter y también se preguntaba si en verdad él  iba a revelar todo.

Después de casi un día de viaje, llegaron a otra isla, uno de los tripulantes dijo:

―¡Otra isla!  que cansado me siento de pasar de isla en isla.   

―Tienes razón ―gritaron todos en coro.

―Capitán, éramos pescadores y ahora somos piratas, lo seguimos porque somos fieles a este barco. Pero no puede esperar a que sigamos así para siempre.

Terr les pidió disculpas y les indicó que no faltaba mucho para que se acabaran tantos viajes, también les explicó que ir a la última parada sería dónde sus dudas por fin encontrarían respuesta.

La tripulación camino por horas en un camino muy fangoso y pegadizo, un suelo muy parecido al que había en la isla donde encontraron el mapa, viscoso y desagradable.

Terr solo miraba alrededor como si buscara algo. Llegaron a un gran y viejo árbol el cual estaba enmarañado y algo cortado en las ramas. Terr les ordenó

que excavaran, todos, con palas o con las manos. Excavaron arduamente, casi llegando a las raíces de aquel árbol. Una gran caja de hierro, muy oxidada, se logró divisar. Terr ordenó que la sacaran y Cribas  muy confundido preguntó.

―¿Es esto lo que hemos buscado con tanto esfuerzo capitán?

―Así es maestre Cribas, parece poco, pero es más valioso de lo que crees ―exclamó Terr con un gesto de satisfacción probablemente provocado por el hallazgo de la caja.

Tres hombres intentaron levantarla, pero era muy pesada, así que tuvieron que cargarla entre más.

De regreso en la playa de la isla, Terr entró al interior del barco que se encontraba vacío ya que todos estaban ocupados en cubierta, se dirigió a la celda donde se encontraba Lander.

―Al fin te encuentras donde debes estar.

―Creí que te habías olvidado que me encerraste en esta celda tan sucia celda ―contestó Lander muy molesto.

―Tú solo te buscaste quedar encerrado en ese lugar ―Le contestó Terr en tono de rabia.

―No, no es cierto. Me tienes aquí por la suerte de que me hallaste, porque encallamos. ―Lander sonrió irónicamente.

―Tú te lo buscaste, no olvido lo que me arrebataste ―objetó Terr.

Lander lo miró con desprecio y se dio la vuelta, mientras Terr se alejaba lentamente con la cabeza en alto.

De vuelta en la playa, donde se reunieron los hombre,  Terr dijo que iba a hablar ya que tenían un momento de paz, y les revelaría algunos de esos secretos y  el porqué de algunas decisiones.

―La razón de ir de  un lado al otro es porque estábamos buscando la gran caja que al fin está guardada en el barco, aún no les puedo revelar lo que hay en ella, pero les contestare la mayor cantidad de dudas que tengan. Primeramente les diré,  la razón de que los esqueletos nos estén buscando, y es que yo junto a Simón y dos hombres más pertenecemos al grupo de “los cuatro”, los cuales controlamos las “esencias del tiempo”. Estos objetos tienen grandes poderes. 

Thomas interrumpió 

―Capitán, que son esos grandes poderes, estas cosas, en sí qué son.

―Los objetos o “esencias del tiempo” son cuatro armas, muy poderosas y antiguas, forjadas por civilizaciones que se dicen fueron ayudados por ángeles para construirlas.

Mientras continuaba con su relato, Cribas también lo interrumpió diciendo.

―¿Cómo es que, se metió en este lío capitán?

―Les contaré la historia, desde el inicio, así que pónganse cómodos ―dijo Terr y empezó a narrar una historia que despejaría las dudas a su tripulación que asombraría a más de uno.―Todo comenzó cuando yo era mucho más joven. El mundo era un lugar mucho más tranquilo y Simón estaba en el mismo barco que yo, una simple embarcación pesquera al mando del capitán Tonys. Éramos muy buenos amigos y muy unidos, pero un día la tripulación de la muerte nos atacó sin previo aviso. Nos intentaron someter, pero nosotros sin rendirnos decidimos batallar con todo lo que teníamos, lamentablemente no fue suficiente. Simón  y  yo  logramos  sobrevivir  ya  que  descubrimos    su debilidad, sus cráneos, al  ser separados de su cuerpo se hacen polvo, pero fue muy tarde. Ellos  ya habían tomado el barco, estábamos al borde de la muerte cuando el capitán salió en nuestra defensa, nos dijo que escapáramos pero nos negamos. Él, viendo nuestra tonta valentía, nos empujó por la borda, caímos al mar y estando a salvo vimos como  el capitán Tonys moria atravesado por la espada de uno de los esqueletos. Nadamos con la ayuda de un barril de pólvora que había caído de nuestro barco, después de un largo tiempo en el mar llegamos a una isla desierta y decidimos aventurarnos en búsqueda de agua y comida. Después de caminar por la isla como locos llegamos  a un abismo. Nos paramos en una saliente, pero esta se derrumbó y caímos. Creíamos que era nuestro fin, mas logramos sobrevivir. Es curioso cómo trabaja el destino, había un pequeño riachuelo que a pesar de ser pequeño fue capaz de arrastrarnos hasta el final de una cueva, cuando nos levantamos vimos una inmensa piedra que parecía haber sido pulida y que tenía tallada unos símbolos muy parecidos a los encontrados en la isla de las plantas carnívoras. De repente una voz extraña que salió de la nada habló  en un idioma muy extraño diciendo 

“el kri mol in el mol kri op ti cre el ti el ti in mol per” fue la frase que  escuché,   hasta el momento no sé qué quería decir, pero cuando la voz paró de hablar un gran viento nos envolvió y de la nada salieron cuatro pergaminos. Sorprendentemente estos contenían unas instrucciones que si estaban escritas en nuestro idioma. Lo que  nos indicaba  es que nos dirigiéramos a la ubicación especificada detallada en cada uno, pero  solo una persona podía dirigirse a cada ubicación y obtener lo que se encontraba en ella. De inmediato entendimos que si nos decidíamos a buscar esos objetos, necesitábamos otras dos persona y pasó a ser de segundo plano, entonces nos enfocamos en salir del abismo. Logramos llegar a la superficie escalando por una serie de salientes y grietas pequeñas en una de las paredes de ese abismo, una vez que estábamos  donde  que el aire era puro, caminamos en dirección a una colina, al llegar a la cima logramos divisar un barco que pasaba. Estábamos tan desesperados de salir de allí que le hicimos señales usando ramas y nuestra  propia  ropa. Unos botes bajaron pero cuando nos dimos cuenta estábamos siendo arrestados, y no adivinaran por quien, por el comodoro Lander, él nos arrojó a  una   celda   muy   sucia   y   fría   en   Guayaquil,  ahí conocimos al carcelero, Kilian, quien a pesar de ser de la Real maria  aspera, no nos  golpeaba como el resto de los guardia. Después de nuestro juicio, se nos condenó por ser piratas, se nos acusó de ese “crimen”, solo éramos un par de jóvenes no pudimos defendernos, nos condenaron a ser fusilados. No lo hicieron enseguida ya que programaron hacer una ejecución pública, solo para dar el mensaje a la gente de cómo se castiga la piratería. La desesperación se notaba en nuestra cara, intentamos escapar varias veces pero no  corrimos con suerte. Pienso que la razón por la cual nos dieron más tiempo de vida era para jugar con nosotros y así entrenarse, ver a un ser humano atrapado como una cucaracha en  una botella, eso era entretenido para ellos.

Después de tres semanas nos resignamos a morir, pero antes de nuestra partida decidimos intentar  saber a qué lugar nos llevaban las instrucciones de los pergaminos, los habíamos logrado ocultar bien, sin embargo, ese día cuando estos estaban a la vista de nuestro carcelero de turno, el cual era Kilian, él los observo y pregunto que para que sirven. Le dijimos que para  nada importante, pero él insistió, decidimos contarle  la historia ya que él había sido bueno con nosotros. Relatamos lo que pasó con la tripulación de la muerte y también lo que pasó en esa isla, al principio nos miró como si estuviéramos locos, y, no lo culpo. A esa altura yo también creía que era una locura, pero después de revisar los cuatro papeles parece que se convenció de nuestro relato, era algo difícil de explicar pero se sentía algo muy fuerte cuando se sostenían los pergaminos.

Faltando solo dos días para nuestra condena, el carcelero  nos dijo que al colocar las primeras coordenadas de cada uno de los pergaminos en el mapa se observa un punto convergente, ese punto es la isla donde nos hallaron, le pareció muy misterioso, nosotros hablamos para ver si él nos sacaba y así poder buscar la verdad que rodeaba a ese misterio, claro que en ese momento solo queríamos salir. Como a Kilian le intrigaba el misterio decidió liberarnos. En la noche abrió la celda y cautelosamente escapabamos, pero uno de los guardias se dio cuenta de la fuga, en ese momento corrimos, pero la Real maria áspera nos acorraló. Intentamos buscar otra vía de escape y solo podíamos huir por el alcantarillado, así que saltamos, los hombres del barco no se arriesgaron a seguirnos y así  nos liberamos.

Salimos a la playa y robamos un bote con el cual decidimos  volver  a  la  isla  donde  encontramos  los pergaminos.

Después de remar por algún tiempo llegamos a la costa de la isla, solo teníamos una lámpara de aceite vieja, nos colocamos detrás de unos matorrales para que  no vieran la luz de la lámpara los barcos que por ahí pasaban. Kilian empezó a revisar los pergaminos, descubrió que cuatro bancos de arena realmente pequeños eran los que se ubicaban en el mapa si se tomaban todas las instrucciones y coordenadas de cada uno, y así dijo que ya que logramos  escaparnos valía la pena buscarlos, esa noche  pasamos escondidos, claro que nosotros pensábamos en estar lejos del océano. En la mañana tomamos el bote y nos dirigimos remando a Bahía Grail, donde yo tenía una ex prometida llamada Ester. Vivía en la parte rica del pueblo donde los burgueses se reunían a beber y charlar, ella me odiaba  pero era la única que podía conseguir un barco y una tripulación en menos de medio día.

Es así que la busqué y cuando la encontré, estaba en el muelle, pero al verme solo me pateó la pantorrilla y me arrojó al mar. Intervino Simón y la detuvo para que no se fuera y ella al ver que Simón era simpático decidió hacerle caso, solo quería hacerme sentir celos. Él le contó lo que necesitábamos y   accedió  a dárnoslo  lo  más  rápido posible, con una condición, que ella y una de sus amigas nos pudieran acompañar, ambas estaban hartas de la sociedad burguesa. Yo me negué de inmediato, pero Simón ignorando mi decisión accedió a llevarlas.

Esperamos en una cantina por largo tiempo y bebimos un par de tragos, hablamos de un par de cosas, intentando comprender lo que había acontecido. Kilian fue por más tragos y aproveché el momento para hablar seriamente con Simón. Quería irme de ahí, de nada servía buscar lo que los pergaminos nos indicaban, ya que lo que pasó en el barco del capitán Tonys fue intenso, una locura, y esos pergaminos nos conducían a una locura también, pero Simón tenía un fuerte presentimiento al igual que Kilian, quería continuar y descubrir que eran los esqueletos y de dónde venían. Yo continuaba con dudas pero Kilian insistió y dejamos el tema.

Hablamos mucho con Kilian, del cómo se reclutó para ser de la Real maria áspera y nos contó que, desde pequeño su padre le había infundido la idea de pertenecer a ese grupo y creció sabiendo cuál sería su destino, también nos hizo la misma pregunta, del cómo habíamos caído a ser pescadores, por mi parte le conté que la necesidad reinante en mi vida en ese momento me obligo a hacerlo, tomar un trabajo para llevarme, un pedazo de pan a la boca. Simón le mencionó en cambio, que su padre había sido pescador así que para él estaba en su “linaje”.

Continuará...

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