En el barco del capitán Terr, Cumbe recuperaba la conciencia, despertó justo al lado de su hermano. Se sentía mucho mejor, el dolor había disminuido bastante. Les faltaba nada más que un día de viaje para que llegaran a San Pablo de Manta, finalmente vieron tierra, llegaron. Tantas cosas habían pasado en el viaje que Terr se sentía agotado.
Desembarcaron y Simón y Cribas ayudaban Calembe para que llevara a su hermano a un lugar donde se pudiera recuperar. Terr se quedó en las celdas para ver que hacía con los amotinados y con la tortuga que habían traído de contrabando, se acercó a los amotinados y les dijo.
―Los dejaré libres, pero no crean que lo hago por buena voluntad, es una forma de castigo para ustedes, estando aquí los españoles los volverán a usar como esclavos, eso es lo que sacan por intentar amotinarse.
Sacó a los prisi
Erase una vez, en una época muy lejana a la nuestra, allá, por los años de 1582, donde un joven con el corazón lleno de sueños, partió desde su hogar dejando a su madre y a su hermana para cumplir sus tan soñadas aventuras y aún más, ver y descubrir los misterios que rodeaban al mundo.A pesar de que la tristeza inundaba su corazón por abandonar a su familia, al mismo tiempo se alegraba por empezar a ser independiente y convertirse en un hombre. El nombre del joven era Thomas y su travesía comenzó en el barco pesquero del capitán Terr el cual era conocido como un gran marinero en los océanos de las costas de la real audiencia de Quito, y había bautizado su barco como el Santa Fe. El joven Thomas empezó como un simple grumete, pero poco a poco comenzó a ganarse el respeto del capit&aa
A la mañana siguiente ya en el puerto el capitán hablaba con el maestre Cribas.―Debemos volver a Guayaquil, se acabó la actividad pesquera en este barco.―!Capitán! Puedo preguntar a qué se debe esa decisión.―Ya no hay buena pesca maestre. Informaremos a los demás ya en Guayaquil.―Desde que encontramos a ese barco usted actúa muy extraño ―expresó sin temor Cribas antes de que el capitán se retirara.―Son ideas infundadas, ahora a trabajar que se nos va el viento.Simón y los supervivientes heridos serían llevados por el Santa Fe a Guayaquil para tener un mejor tratamiento.<
Cuando llegaron a la costa Terr corrió al bote donde se encontraban Simón y Thomas y les dijo.―Escuchen bien, tengan a mano sus espadas y sus pistolas, no recuerdo los peligros que se encuentran en esta isla y tampoco sé que nuevas criaturas han entrado al corazón de la misma, prepárense.Luego de lo dicho, Terr sacó su espada y empezó a caminar y todos empezaron a seguirlo. A pocos pasos se toparon con una entrada a una selva la cual estaba formada por pilas de piedra y que en lo alto se veían tallados unos símbolos.―Saquen sus armas porque aquí comienza la parte fea ―indicó Terr.Empezaron a ingresar en fila, la isla era extraña ya que los árboles eran muy bajos y tenía
En el momento en el que estaban frente a la tormenta, el barco empezó a moverse descontroladamente de forma tal que parecía que se destruiría, pero de manera inesperada el viento dejó de soplar en contra del barco y lograron pasar a otra isla que era un tanto sombría ya que solo tenía unas rocas muy oscuras en punta y una arena muy pálida y gris.Bajaron en los botes y arribaron a la isla, en ella Terr movió un par de rocas con la ayuda de otros hombres, y señaló un extraño pasadizo el cual se veía muy profundo, tenía una escalera de cuerda muy desgastada y era la única forma de entrar, empezaron a bajar por la soga uno por uno, cuando llegaron todos al fondo, solo se observaban las luces de las antorchas, Terr dio la orden de apagar las antorchas; cuando la antorchas se encontraban apagadas
Thomas, en su propia mente se imaginaba que les tenía que explicar el capitán Ter y también se preguntaba si en verdad él iba a revelar todo.Después de casi un día de viaje, llegaron a otra isla, uno de los tripulantes dijo:―¡Otra isla! que cansado me siento de pasar de isla en isla.―Tienes razón ―gritaron todos en coro.―Capitán, éramos pescadores y ahora somos piratas, lo seguimos porque somos fieles a este barco. Pero no puede esperar a que sigamos así para siempre.Terr les pidió disculpas y les indicó que no faltaba mucho para que se acabaran tantos viajes, también les explicó que ir a
Cuando Ester entró por la puerta de atrás nos llamó y nos condujo a un barco casi deshecho y sucio con solo un ayudante. Yo muy molesto le pregunté si eso era lo mejor que podía conseguir, ella contestó que era lo mejor con las prisa que había. La amiga de Ester llegó un rato después, ella era blanca como la arena, y sus ojos eran como el verde de la esmeralda más pura y bella que yo hubiese visto, su nombre era Casandra.No podía creer que una mujer tan bella se decidiese a partir sin rumbo junto con desconocidos en un barco en mal estado, pero esos son los misterios de la vida. El barco sostuvo el peso de los seis, y no se hundió como yo presentía, colocamos las velas en su lugar, que a pesar de su apariencia paupérrima, obtenían muy buen viento. Zarpamos al atardecer y nos alejamos hacia
Ya en Bahía Grail desembarcamos y Rif nos llamó a bajar unos barriles de pólvora, ya que se aprovechó de la situación y por habernos sacado del banco de arena nos puso a trabajar para él. Kilian creyó que era lo justo, como él había vivido rodeado de modales aceptó ayudarlo.Cuando bajamos el último barril Rif nos ofreció unirnos a su tripulación en su navío, negamos la propuesta y nos retiramos. Ester y Casandra nos dieron la sorpresa de que se quedarían, había sido mucho por un día, regresarían a su hogar. Seguramente su padres estarían desesperados, me pareció lo mejor. Ester antes de irse me colocó en el dedo un anillo que ella guardaba en un pañuelo y me pidió que me cuidara, yo me sorprendí, ya que creí q
Después de pasar al lado contrario de la isla Simón y yo empezamos a reconocer cosas que habíamos observado la última vez que estuvimos en ese lugar. De inmediato supimos dónde se encontraba la cueva en la que se nos había dado los pergaminos.Cuando la encontramos, atamos dos sogas en el tronco de una palmera que creció al borde del abismo y poco a poco descendimos. En el fondo la oscuridad reinaba, las lámparas apenas nos iluminaban el camino, yo me preocupé ya que la última vez que estuvimos ahí un riachuelo nos arrastró, pero parecía un suelo el cual no había tenido agua desde hace mucho tiempo.Caminamos hacia el único lugar que podíamos, hacia el interior de la caverna. Cuando llegamos al tope de esta, los símbolos eran diferentes se hab&