Las nubes se movieron y dieron paso a la luz de la luna, al aclararse un poco el lugar Terr vio que se encontraba cerca a unas cuevas. Se había alejado demasiado de donde se encontraba descansando, las risas se seguían haciéndose más y más claras, y en ese momento provenían de las cuevas. Terr se aventuró aunque era arriesgado ya que la marea estaba subiendo y podría quedar atrapado en la cueva por el agua, pero confió en su excelente modo de nadar y se adentró en la cueva.
Caminando con el agua en la cintura y alzando la lámpara para no perder su única fuente de luz, seguía a las risas que se mezclaron con unos horribles chillidos. Estos chillidos provenían del techo de la cueva, Terr alzó más la lámpara para intentar visualizar lo que hacía ese sonido, pero no veía nada tampoco. La luz era muy poca, el chillido se hizo más fuerte y del
De vuelta en el oasis, Terr se despertó abrazado por Leyfeer. Ella estaba dormida, Terr se levantó sin que se despertara, fue a la playa, para analizar una forma de escapar, la nereida le había dado paz, pero no se podía dormir en sus laureles. Leyfeer dijo que no podría irse hasta que ella lo llevara de regreso, pero nunca hay una sola opción.Se metió sin pensar en el mar nadaría hasta llegar a alguna parte. Nadó por un par de metros hasta que una gran ola lo revolcó de regreso a la orilla, lo intentó otra vez pero no podía alejarse de la isla más que un par de metros, parecía que no había forma de regresar nadando, tenía que usar una nueva estrategia, se movió con pasos sigilosos para no despertar a Leyfeer que aún dormía, la laguna debía ser la unión entre el oasis y el mundo real. Lentamente se sumergió en el agua de la
Al día siguiente de la visita a Ester había un gran cielo despejado, sin una nube, era la clase de condiciones que se necesitaba para navegar y hacer buen tiempo. Como lo siguiente que había que hacer era dirigirse a las islas encantadas para visitar a Derian y Kilian necesitaban un barco, pero les tomaría tiempo obtener los permisos necesarios para dejar el muelle, la poca autoridad que se encontraba en ese lugar era muy estricta y hacerlo todo por la vía legal llamaría la atención de la Real Maria Aspera. Terr impacientando, tomó una decisión casi sin pensar, reunió a todos y les dijo.―Escuchen, compraré un barco que esté en buenas condiciones, ustedes saldrán a conseguir alimentos, bebida, agua y pólvora, mucha pólvora. Nos reuniremos de nuevo en este punto y saldremos del puerto.¿Qué hay de los permisos? ―preguntó Casandra.―No espe
Casandra no estaba aún segura de cómo resultarían las cosas para Thomas ni para nadie, solo rezaba para que nada malo le pasara. Terminó el día y la noche regresó trayendo a la luna llena con ella. Terr sabía que les faltaba por lo menos un día y una noche mas de viaje antes de llegar a las islas, muchos de los marinos les preguntaban cómo eran la criaturas que habitaban en ese lugar, Terr hizo que todos se reuniera para contarles, todos se acercaron intrigados y él les dijo.―La última vez que estuve ahí, antes de llegar vi una gran niebla que cubría completamente esas islas, es peligroso intentar llegar muy rápidamente pues se puede encallar en una de las rocas, hay que arrojar el ancla y amarrar las velas del barco. Para llegar a esa isla se debe bajar en bote, cuando pisé la arena era algo muy distinto a lo que hubiese sentido antes y los animales son raros y ún
Terr corrió donde se encontraba Simón para que usara la hoz de la oscuridad, y le dijo.―¿Qué esperas?, tú puedes controlar al Ogopogo con la hoz y no te veo haciendo nada.―Eso estoy intentando, ya he estado atacando, pero sigue aquí ―respondió Simón―Su cabeza, la bestia tiene la cabeza asentada en la proa del barco, que tal si corres con la hoz y cuando te vea tal vez y digo tal vez deje de atacarnos, además nada puedes perder ―dijo Terr―Para ti es fácil decir que haga lo que me pides, pero en realidad es más complicado de lo que parece. La cola del Ogopogo está dando golpes por todo el barco, me dices que no tengo nada que perder, pero si hay algo, mi vida, si el Ogopogo me come será mi fin ―dijo Simón―Si eres cuidadoso lograras llegar hasta la proa, debes intentarlo o nos hundirá por completo ―le dijo Terr.Simón convencido
En el barco del capitán Terr, Cumbe recuperaba la conciencia, despertó justo al lado de su hermano. Se sentía mucho mejor, el dolor había disminuido bastante. Les faltaba nada más que un día de viaje para que llegaran a San Pablo de Manta, finalmente vieron tierra, llegaron. Tantas cosas habían pasado en el viaje que Terr se sentía agotado.Desembarcaron y Simón y Cribas ayudaban Calembe para que llevara a su hermano a un lugar donde se pudiera recuperar. Terr se quedó en las celdas para ver que hacía con los amotinados y con la tortuga que habían traído de contrabando, se acercó a los amotinados y les dijo.―Los dejaré libres, pero no crean que lo hago por buena voluntad, es una forma de castigo para ustedes, estando aquí los españoles los volverán a usar como esclavos, eso es lo que sacan por intentar amotinarse.Sacó a los prisi
Erase una vez, en una época muy lejana a la nuestra, allá, por los años de 1582, donde un joven con el corazón lleno de sueños, partió desde su hogar dejando a su madre y a su hermana para cumplir sus tan soñadas aventuras y aún más, ver y descubrir los misterios que rodeaban al mundo.A pesar de que la tristeza inundaba su corazón por abandonar a su familia, al mismo tiempo se alegraba por empezar a ser independiente y convertirse en un hombre. El nombre del joven era Thomas y su travesía comenzó en el barco pesquero del capitán Terr el cual era conocido como un gran marinero en los océanos de las costas de la real audiencia de Quito, y había bautizado su barco como el Santa Fe. El joven Thomas empezó como un simple grumete, pero poco a poco comenzó a ganarse el respeto del capit&aa
A la mañana siguiente ya en el puerto el capitán hablaba con el maestre Cribas.―Debemos volver a Guayaquil, se acabó la actividad pesquera en este barco.―!Capitán! Puedo preguntar a qué se debe esa decisión.―Ya no hay buena pesca maestre. Informaremos a los demás ya en Guayaquil.―Desde que encontramos a ese barco usted actúa muy extraño ―expresó sin temor Cribas antes de que el capitán se retirara.―Son ideas infundadas, ahora a trabajar que se nos va el viento.Simón y los supervivientes heridos serían llevados por el Santa Fe a Guayaquil para tener un mejor tratamiento.<
Cuando llegaron a la costa Terr corrió al bote donde se encontraban Simón y Thomas y les dijo.―Escuchen bien, tengan a mano sus espadas y sus pistolas, no recuerdo los peligros que se encuentran en esta isla y tampoco sé que nuevas criaturas han entrado al corazón de la misma, prepárense.Luego de lo dicho, Terr sacó su espada y empezó a caminar y todos empezaron a seguirlo. A pocos pasos se toparon con una entrada a una selva la cual estaba formada por pilas de piedra y que en lo alto se veían tallados unos símbolos.―Saquen sus armas porque aquí comienza la parte fea ―indicó Terr.Empezaron a ingresar en fila, la isla era extraña ya que los árboles eran muy bajos y tenía