Tara despertó antes del amanecer, como solía hacerlo desde que se encontraba en la mansión. Aunque la casa estaba sumida en un silencio profundo, sus pensamientos no lo estaban. Se sentó en el borde de la cama, respirando profundamente, intentando calmar las emociones que corrían a través de ella. Aún no podía creer lo que había descubierto sobre sus poderes, especialmente aquel que le permitía leer las mentes de las personas.La noche anterior, Rhidian le había explicado que los poderes de Lilith y los suyos estaban conectados, pero él también le advirtió que debía aprender a controlarlos antes de que pudieran consumirla. El poder de leer la mente era algo tan profundo y abrumador que le parecía imposible dominarlo. Cada pensamiento ajeno se filtraba en su conciencia como un torrente de información. Y, aunque al principio creyó que era una habilidad interesante, pronto se dio cuenta de que no podía escapar de las voces que nunca cesaban.Se levantó lentamente, mirando por la ventana,
El sol comenzaba a caer lentamente, tiñendo el cielo de un rojo profundo. Tara caminaba a través de los pasillos de la mansión, su mente aún luchando por comprender lo que había aprendido ese día. Aunque había logrado bloquear los pensamientos ajenos y había empezado a entender el alcance de su poder, algo la inquietaba. Había tocado algo más profundo en su interior, un rincón oscuro que no comprendía del todo.Al llegar al salón principal, vio a Rhidian y Bella conversando en voz baja, sus expresiones serias. Los dos se giraron al mismo tiempo cuando Tara entró. Rhidian, como siempre, la observó con una intensidad que casi la hacía sentir vulnerable.—Tara, necesitamos hablar —dijo Rhidian, acercándose a ella. Su voz era grave, pero no había ira en ella, solo una preocupación que parecía salir de lo más profundo de su ser.Tara asintió y se sentó en el sillón cerca de la chimenea. Estaba agotada, pero sabía que este era un momento crucial. No podía seguir ignorando lo que estaba suce
La noche se había vuelto inquietantemente silenciosa después de la aparición de la figura en el jardín. Tara, aún conmocionada, se dejó caer en uno de los sofás del salón, intentando calmar su respiración. Las palabras de la figura resonaban en su mente: "El poder que llevas dentro de ti es mío". ¿Qué significaba eso? ¿Quién era esa persona y cómo conocía tanto sobre ella?Rhidian estaba de pie junto a la ventana, mirando hacia el exterior, con las manos apretadas en puños. Bella, por su parte, se paseaba de un lado a otro, claramente alterada.—No podemos ignorar esto, Rhidian —dijo Bella finalmente, rompiendo el silencio. Su tono era firme, casi acusador—. Esto no es solo una amenaza para Tara. Es una amenaza para todos nosotros.Rhidian asintió lentamente, pero sus ojos seguían fijos en el jardín vacío.—Lo sé. Pero necesitamos más información antes de actuar. Tara aún no está lista para enfrentarse a algo de esa magnitud.Tara levantó la cabeza, sintiendo una mezcla de indignación
El aire en la mansión se sentía denso, casi asfixiante, mientras las sombras de la figura trataban de envolver a Tara. Pero ella, con los ojos cerrados y las manos temblorosas, no cedió. En lugar de dejarse consumir por el pánico, se sumergió en su poder, buscando respuestas dentro de la mente de aquella entidad.Las imágenes vinieron como fragmentos de un sueño roto: Lilith, poderosa y majestuosa, gobernando un vasto reino oscuro; un traidor en sus filas, alguien cercano que la había debilitado con un artefacto antiguo. Y luego, el rostro de Tara apareció en esos recuerdos, su linaje claramente vinculado al de Lilith, como si su existencia misma fuera parte de un plan mucho más grande.—¡Lilith! —exclamó Tara, abriendo los ojos de golpe.La figura dio un paso atrás, sorprendida por el uso de su nombre. Las sombras que la envolvían se desvanecieron ligeramente, revelando un rostro pálido, marcado por cicatrices y tiempo.—Así que recuerdas… o al menos, estás empezando a comprender —di
El amanecer pintaba el horizonte con tonos dorados y anaranjados mientras Tara seguía a Elias a través de los extensos jardines de la mansión. Rhidian caminaba detrás de ellos, como una sombra protectora, con los ojos atentos a cualquier movimiento sospechoso. Bella y los demás permanecieron dentro, vigilando la seguridad del lugar.Elias se detuvo bajo un gran roble cuyas ramas extendidas ofrecían sombra y privacidad. Se volvió hacia Tara, su expresión grave pero serena.—Antes de que empieces a comprender lo que significa ser la Última Chispa, debes conocer la verdad sobre el linaje al que perteneces —dijo Elias, apoyándose en su bastón.Tara cruzó los brazos, su mirada llena de determinación.—Entonces empieza a hablar. Estoy cansada de que todos sepan más de mí que yo misma.Elias sonrió ligeramente, como si apreciara su valentía.—Muy bien. Hace siglos, existía un equilibrio entre la luz y la oscuridad, mantenido por un grupo de seres conocidos como las Chispas Eternas. Estas chi
El sol ya comenzaba a desaparecer detrás de las montañas cuando Tara caminó por los pasillos de la mansión, aún con las palabras de Elias resonando en su mente. La Última Chispa. El peso de su linaje y lo que significaba comenzaba a asentarse sobre sus hombros. Pero había algo más que necesitaba descubrir, algo que estaba relacionado con el poder que apenas comenzaba a entender.Tara había sanado a un niño en su pueblo, una herida profunda que le había causado un accidente. El poder había surgido de manera instintiva, sin previo aviso, como una fuerza que fluía a través de ella. Al principio, pensó que había sido un accidente, pero los recuerdos seguían volviendo a su mente. La calidez de su mano, la conexión instantánea, como si algo dentro de ella se hubiera encendido y hubiera respondido de manera natural. Algo profundo que la conectaba con algo mucho más grande que ella misma.Cuando entró en el salón de entrenamiento, encontró a Rhidian practicando con una espada, sus movimientos
El día estaba despejado y tranquilo, pero Tara sentía un torbellino de emociones en su interior. Había pasado las últimas semanas entrenando en la mansión, aprendiendo a controlar el poder de sanación que ya sentía como una parte de ella, pero también enfrentándose a sus propios miedos. Había algo en la profundidad de su ser que la aterraba: no solo el temor de ser incontrolable, sino el miedo a ser incapaz de usar su poder para proteger a quienes amaba.Ese miedo, la inseguridad sobre su propia fuerza, era lo que la frenaba. No quería ser una amenaza para los demás, pero tampoco deseaba ser una víctima. El entrenamiento de Rhidian había sido riguroso, pero lo más importante era el desafío interno que debía superar.—Hoy saldremos del círculo de entrenamiento, Tara —dijo Rhidian una mañana mientras la observaba practicar en el jardín, ahora mucho más concentrada y serena—. El pueblo está cerca, y te necesito con los pies en la tierra. Hay gente allí, personas que dependen de tu habili
La tensión entre Tara y Rhidian no había hecho más que crecer desde aquel beso apasionado. Sin embargo, el día comenzó con una atmósfera diferente, una mezcla de travesura y deseo por parte de Tara, que ahora parecía disfrutar de tener la atención de Rhidian completamente enfocada en ella.---Un Juego de CoqueteoTara había decidido cambiar las reglas. Después de tanto tiempo sintiéndose insegura, había llegado el momento de tomar las riendas de su propio destino, y eso incluía la forma en que se relacionaba con Rhidian. La chispa entre ellos ya era evidente, pero ahora estaba dispuesta a avivarla.—¿Qué tal un poco de entrenamiento, Rhidian? —preguntó Tara, con una sonrisa traviesa mientras jugueteaba con un mechón de su cabello.Él alzó una ceja, observándola con esa mezcla de curiosidad y cautela que siempre la hacía sentir que tenía toda su atención.—¿Qué tienes en mente? —preguntó, cruzándose de brazos.Tara se acercó lentamente, reduciendo la distancia entre ellos. Estaban en