No había sido difícil convencer a Susan que los acompañara al hotel que había llamado Maurice, el muy imbécil la había subido a su hombro como un costal, sin importarle las miradas del resto de mujeres y hombres en el local, que pocos minutos atrás habían estado cantando a pulmón con ZAZ. Subiendo a la parte trasera de la camioneta con ella, para sentarla en su regazo. Le había dado un golpe en el rostro, que seguramente le daría un maravilloso hematoma dentro de unas horas, esta mujer era de armas tomar.
—Mi princesa, ¿quieres algo para cenar? —le pregunto antes de cerrar la puerta del vehículo.
Ella negó —Solo deseo comerte a ti, estuve muy preocupada este tiempo. —rosando su rostro con los dedos, como si fuera el toque de una mariposa.
—Tus deseos, son mi placer —atrapo un dedo entre sus labios, succioná
Cuatro años habían pasado como un suspiro, Soledad cantaba mal entonada al ritmo que Maurice llevaba la melodía, le veía fruncir el ceño sabiendo que a él le molestaba esa actitud por su parte, años conociéndose la llevaron a este momento, en el cual no pretendía caer invitada.La joven que ellos habían conocido, se había convertido en una empedernida viciosa de los juegos en línea, o era mejor decirle, la creadora más hábil de juegos en línea. Se había adentrado en un mundo que para muchos sería absurdo, pero ella estaba inundada de solicitudes con grandes compañías, y para sorpresa de todos, solo se quedó con una pequeña, casi desconocida, pero eso había sido un acierto.Le lanzo a Christopher una manzana que le pego de lleno en la cabeza, haciéndole girar la cabeza, alejándose de la b
Se necesitaba una búsqueda fuerte, el hombre ya no estaba en el apartamento, no se sabía hacia cuanto tiempo se habría marchado, y el apartamento estaba limpio, ni una mota de polvo. Se inclino en el piso, donde le pareció ver brillar algo, pero solo era el reflejo de la luz. A su espalda, Maurice buscaba con su sensor por las paredes, para ver si encontraba algo fuera de lugar, pero era infructuoso. Dio golpes suaves al piso, nada.—¿Nada? —Soledad pregunto parada en una esquina.—Limpio —dijo Christopher.—Yo debo regresar a París —suspiro Maurice—, Niki ya tiene en caza al hacker —acercándose a Soledad—. No te metas en problemas —y lo decía muy en serio—, vendré si me necesitas —inclinándose para besarle la frente.Christopher no se despidió, estaba concentrado pensando por qué el h
Daba bocanadas de humo, formando espirales con su boca, si estuviera en este momento Sebastián le estaría dando un sermón sobre el uso de la nicotina sobre el cuerpo y la importancia de cuidar el equilibrio energético. Sonrió ante la idea de cabrear a Sebastián, hablaría con Maurice para ello. A su costado, una desmadejada Susan, que había colapsado por la tanda de orgasmos a la que la llevo. Sus piernas se veían preciosas con las marcas de las mallas, sutiles pero preciosas. Su celular vibro, anunciándole que ya era hora de partir, había sido un encuentro excelente.Por lo general se desaparecía al final de cada encuentro sexual, pero le causaba curiosidad que no lo hacía con ninguna de sus sumisas, ni con María porque en la mayoría de las ocasiones quien se encargaba del after care después de cada sesión era Pet, algunas ocasiones el asum&i
—¿Qué quieres decir con que fue cancelada la misión? —la cautela floto en su ser, estaba en una minúscula habitación durante tres meses en un hotel de mala muerte en Etiopía. Los zancudos lo tenían hecho un queso de tantas picaduras que tenía en su piel, ni con el camuflaje se había podido escapar de la maldita tortura, y lo peor del asunto, es que no se podía quitar nada, tenía que sufrir en silencio.La peluca le había ocasionado alergia, el maldito de Maurice le había metido polvos pica pica hace tres días, al encontrarlo corriendo tras unas vacas en la calle: -limpio, su figura reconocible, no se ocultaba-, y no supo que caracoles estaba haciendo allí, y menos porque perseguía a las vacas, pero lo que si fue seguro es cuando se detuvo, lo miro, para soplar sobre su cara algo indistinguible haciéndolo estornudar reiteradas vece
Maurice parecía estar disfrutando demasiado de la situación, en su mano un taser era examinado con suma concentración, mientras que a sus pies estaba uno de los hombres que había herido a su querida hermanita María.—¿Le dolerá? —pregunto al aire, dudando un poco.—Por… por favor —suplico la voz a sus pies.—Perdón, tengo un problema auditivo —accionando por veinteava vez el sistema eléctrico que envió su carga eléctrica al hombre sangrante en el piso a sus testículos—, es que no estoy seguro de lo que pides, bicho —propinándole una patada a sus costillas—, ¿Qué es lo que pides? Yo solo quiero que me des el nombre de tu jefecito.Afuera, Nikoleta era controlada por Sebastián de milagro, era tal el nivel de furia que jamás le había visto desde pequeñ
Papá me observa con esa tensa sensación de que cometí un error muy grande, ojeo rápidamente a mamá, que no sonríe para nada. Miro hacia atrás, mi habitación es un desastre, creo, no estoy muy seguro. Maurice se cae cada dos pasos, la botella en la esquina de mi cama, no ayuda nada, Peter se arrastra debajo de la cama, no sé qué busca, pero parece desesperado, Paul cuelga por la ventana, ni idea por qué esta allí, y Sebastián duerme a mi lado, se ve algo verde.Mamá hace una señal con la cabeza, mi padre asiente, saliendo por la puerta, mientras ella se dirige hacia Paul, para levantarlo con cuidado, llevándolo a la cama y acomodarlo; luego se agacha para buscar a Peter quien pega un grito de niña al ser arrastrado por el piso hasta quedar fuera de la cama, y le veo proteger algo con cuidado, veo muy borroso, suelto una risa tonta, ni yo me en
La fiesta estaba en su máximo apogeo, Sebastián miraba desconcertado el inmenso acuario que el Al-Fayette había introducido hasta el caluroso desierto; un Maurice se abanicaba con lo primero que había encontrado en su camino; Nikoleta había sucumbido ante los dátiles y como una adolescente estaba acaparando todo; Paul hablaba con Samira sobre chocolates, habían descubierto que ella era una promotora de cacaoteros de un país centroamericano, y no podían ambos dejar de hablar de todo lo que podrían hacer; Peter se había marchado al balcón más cercano para mirar la ciudad entre las doradas arenas; mientras que él estaba en un juego de ajedrez con Al-Fayette, quien no se dejaba engañar fácilmente por los movimientos.—Escuche de un nuevo Maese —menciono Al-Fayette—, pero no lo conozco aún.—¿Cuál es su
Como había sido predicho, Peter sucumbió al cansancio. Todos se habían esforzado por alcanzar en sus graduaciones a Sebastián y Paul. El viaje a Arabia solo había sido una excusa para descansar sus mentes agotadas por graduarse al mismo tiempo, por ventanilla como habían convenido, no eran amigos de exhibirse ante tanto público, Aprovecho para revisar los papeles del ejército, a pesar de lo que le dijo Sebastián meses atrás, él no quería esperar más meses para ingresar al ejército. Observo a la azafata, una hermosa piel negra, unos ojos verdes, una combinación misteriosa, y como era una ocasión inaudita no intento conquistarla, solo se centro en llenar la papelería que tenía a su costado Peter respiraba suavemente, su cabello estaba largo, lo que lo dejo pensativo tocándose su largo cabello, al llegar a casa, debía cortarlo. —Es muy bonito —escucho una voz detrás suya, una pequeña mano tenía un mecho de su roja cabellera. Giro la cabeza, para encontrarse a una pequeña que le miraba