Thomas fue reduciendo la violencia y la agresividad con que la beso inicialmente, hasta que poco a poco, fue soltándola, con lo cual se escuchó…
«¡Paf!»
Helena, decidida a enfrentarlo, lo miraba de forma amenazadora, pensando que se desquitaría la bofetada que le dio, dejando que sus ojos se desborden de lágrimas. El quedó mudo, inmóvil, sin siquiera llevarse una mano a su rostro, pero con la mirada penetrante en ella.
Ella salió de ahí corriendo a su habitación donde se encerró para que él no la molestara. Acostándose, intentó dormir, pero ese beso que le dio Thomas, le activó todas sus hormonas haciéndola sentir emociones, sensaciones que hasta ahora, no había experimentado tan fuertemente.
Mientras, Thomas reaccionando ante la bofetada que ella le dio, subió como autómata a su habitación, al llegar a la puerta de la alcoba de ella, estuvo tentado a tocar para pedirle perdón, pero no lo hizo, se viró y con la misma entró en su propia hab
Helena camina detrás de la joven, quien se ve muy interesada en Thomas, sintiendo unas ganas de desquitarse, lo mujeriego que él es. Por esta razón, al ver un traje negro muy llamativo, con un corte tipo V tanto en la parte delantera del mismo como en la trasera, el cual se ajustaría a su cuerpo como una segunda piel, decidió medírselo y desfilarlo ante él. Lo mas llamativo del vestido, es que era totalmente abierto a los lados con unas simples tiras de un centímetro de grosor que unían las dos capas del traje, el cual dejaba ver su piel totalmente desnuda, porque como le dijo la vendedora, ese era un traje para llevarlo sin ropa interior. Ella desnudándose en el probador se midió el traje, viéndose espectacularmente divina. Una vez que Helena sale del probador las mismas vendedoras admiraron su cuerpo y lo espectacular que le quedaba el traje, aconsejándole una de ellas, que lo comprara, seguro su marido, le volvería a pedir matrimonio,
Thomas sonriendo ante las palabras de Miguel, aunque cansado y agotado de todo el trajín del día, esta decidido a terminar ese día en victoria, especialmente con Helena. —Vamos a pedir, tengo hambre —anunció Thomas. —Yo, también, pero elige tú, invítame el plato que más te gusta —le respondió Helena. —Thomas, yo me anotó con Helena, invítanos el plato que te gusta. —Okey —llamando al mesonero, Thomas les solicitó lo que comerían los tres, pidiendo además un cóctel para ella sin licor y dos tragos para ellos. Helena estaba dispuesta esa noche a disfrutar de la compañía de ellos, por lo tanto, le pidió que no le quitará el licor al cóctel, que ya que estaban ahí, lo quería probar. El nuevamente llamando al mesonero le pidió el cambio, pero haciéndole la salvedad, que sea una cantidad mínima. Esa noche en el restaurante, comieron, conversaron, sonrieron, tocaron temas propios del día, sobre todo lo rel
Helena se quedó dormida. Al día siguiente se despertó otra vez con dolor de cabeza, se levantó, duchó, se vistió con un jean y un top corto sin mangas, llevando encima un abrigo, pero abierto. Así que para evitar encontrarse con la mujer esa otra vez, esperaría hasta última hora. Siendo casi las siete de la mañana, tocan la puerta, al levantarse y abrir, lo observa ahí de pie en el umbral de la misma y con un rostro de pocos amigos, además de una mirada implacable. —¿Qué quieres? —preguntó ella, desviando la mirada. —Que bajes para que desayunemos, el vuelo salía a las siete —tomándola por la barbilla y haciendo que lo mire al hablar. —Ya bajo —respondió ella tratando de esquivar su penetrante mirada. —Helena, no me sigas provocando, ven y baja conmigo. Ya deberíamos estar allá. Me quedé dormido —confirmó frunciendo el ceño. —Me imagino, después que te desahogaste, con tu invitada, con razón tienes esas horrible
Helena encerrada en su habitación, acostada, tratando de enfocarse en una película que había elegido, no lo consigue, su mente se dispersa, pensando en Thomas. «No lo puedo sacar de mi corazón y de mi mente, a lo mejor, anda en el pueblo con alguna de las dos mujeres, que tiene», pensó ella, sintiendo unos celos infernales. Helena, recuerda que una de ellas, es Luna la hija de Don Ramón Terán, aunque tiene tiempo que no los ve juntos. Mientras, la otra es Esther, la chica del pueblo, con quien lo encontraron besándose en la plaza, en tanto, ella estaba en la clínica con Don Juan. Por otra parte, en la Capital, mantiene el mismo estilo de vida, tiene a Roxana y al parecer a la chica de la Boutique, pues lo trató con mucha familiaridad y se desvivió por atenderlo. Helena, se siente cada vez más decepcionada por las cosas que ha ido descubriendo, de él. «Es todo un playboy, tiene una vida totalmente desordenada», analizó ella, si
CAPITULO 22 Thomas, antes de que se retire Helena de la oficina, intenta hablar con ella sin la presencia de los abogados, pero ella no lo permite, ya que esta convencida que lo mejor entre ellos es poner distancia, porque ninguno confía en el otro. —¡Helena, por favor, necesito hablar contigo —dijo Thomas en un tono suplicante. —¡Lo siento, Thomas! Estoy algo apurada, lo que sea creo que puede esperar hasta mañana —respondió ella, muy resentida con él. —Ok. —pero por favor, no huyas, me urge hablar contigo. —No hay problemas, estaré aquí temprano y no tengo necesidad de huir de ti —afirmó caminando hacia el área del estacionamiento donde la esperaba su chófer. Thomas, al verla salir, tomo una decisión, no se la iba a dejar tan fácilmente a Carlos Javier, así que la seguiría, se iba a convertir en su peor pesadilla de ser preciso. Esa noche, Thomas habiéndose tomado unos tragos previamente pa
Ante la súplica de Thomas, Helena, después que se separó de él, le respondió: —¡Qué te puedo decir! Si he tenido que soportar que desfiles con tu harén delante de mí e incluso que le hagas el amor bajo el mismo techo, donde yo estoy. —Aseguró, sin disimular el dolor que esto le producía. —Eso no es cierto… jamás te faltaría el respeto así. No sé porque piensas eso. Esa noche venia de la piscina, cuando al pasar cerca de la entrada de la cocina, escuché un quejido y por eso entre —dijo él serio, con su voz grave. —Te vi con el cabello húmedo, en bóxer y con una bata de baño abierta, era obvio que venias de hacer el amor con Roxana, para eso la llevaste a una de las habitaciones de huéspedes —aseguró ella, cruzando sus brazos en el frente y con una mirada incrédula. —¡Te lo juro, Helena! No hice el amor con ella, estaba en la piscina dándome un baño de agua fría, por tu culpa —respondió él levantando la mano derecha en señal de jurame
Thomas, apoderándose de los labios de Helena, primero los saboreó, luego, succionó su labio inferior, ocasionando con este gesto, que ella se estremeciera. Para después, entrar con su devoradora lengua, en la cavidad bucal de ella, recorriendo cada rincón de la misma, despertando en ella las más agradables y placenteras sensaciones. Aunado a esto, él la levantó de la alfombra y la sentó a horcajas sobre sus piernas; con sus manos debajo de la camisa recorrió su cuerpo desnudo, con suaves y atormentadoras caricias. Las manos de Thomas hacían un recorrido de descubrimiento centímetro a centímetro. Mientras, ella guindada de su cuello hacia un recorrido igual, pero, en el rostro y garganta de él. A Helena le producía mucho placer besarlo, pasarle su lengua por estas zonas erógenas de Thomas, disfrutándolo al máximo. Luego, ella subió a sus parpados, mejillas, mordiendo su barbilla, con lo cual, lo hacía emitir suaves gemidos de placer. Por otr
Thomas totalmente preocupado por Helena, le recuerda que apenas van siete, ya casi ocho meses de la muerte de su papá y que por lo tanto, no quería exponerla ni que comenzaran las especulaciones en su contra. —Mantendremos esto en secreto —concluyó ella, preocupada. —Pero… solo por un tiempo, hasta que podamos formalizar nuestra unión ¿te parece? Porque lo que más deseo es hablar con tus padres para ponerle fecha a esto —agregó él, suplicante. —¿Cómo así? De ponerle fecha ¿A que mi amor? —preguntó Helena con una mirada curiosa y sin entender lo que Thomas decía. —A nuestra unión, no quiero permanecer más tiempo, separado de ti. —Apoderándose nuevamente de sus labios y atrayendo a Helena de nuevo a su cuerpo, ésta le reclama… —Thomas, estoy totalmente muerta de hambre, si no me das de comer no tendré fuerzas para amarte y amarte todas las veces que desees —sentenció ella, sin filtro y con lo cual él se carcajeo. —Estoy de acuerdo, así que ¡Upa! A levantarse… Los dos se levantan