La viuda, de mi amigo.
La viuda, de mi amigo.
Por: Cristina López
Capítulo 1 Un hada.

Leonardo.

Cierro los ojos y respiro profundamente disfrutando del aire puro y los rayos de sol que bañan mi cuerpo, este lugar siempre me gustó, es un remanso de paz, donde venía cada vez que mi mente se convertía en un caos, cuando me sentía acorralado y abatido, mi lugar favorito, mi refugio.

— Nunca terminé de entender ¿por qué de todos los lugares del mundo en los que posees propiedades tu destino favorito es este pequeño pueblo? en un país tan...

— Ten cuidado con lo que dices, los argentinos se destacan por defender su patria ante todo insulto, créeme son personas pasionales, no solo con su patria, su equipo de fútbol e incluso con su forma de pensar, te puede salir caro menospreciarlos, además, mira a tu alrededor, montañas con cumbres nevadas, bosques casi vírgenes, lagos que guardan un encanto especial y a cada paso una leyenda que oír de sus indígenas, te enseñan a ver la naturaleza de otra forma. El Bolsón es un lugar mágico, toda la Patagonia lo es. — Trato de que mi amigo entienda lo maravilloso que es este lugar, pero lo dudo somos muy diferentes, mientras que él dice día yo digo noche, él dice cuidad y yo digo bosque.

— Bueno eso es verdad, pero para alguien como yo, que necesita del bullicio de la ciudad, el ruido de la noche... no sé cuánto tiempo te pueda hacerte compañía, hace tres días que llegamos y no hemos hecho nada más que estar con tus caballos y pasear por el lago, necesito mujeres si vamos a estar recluidos en tu pequeño fuerte.

— Bien Kevin, esta noche iremos a un lugar, que cumplirá con tus requisitos y quizás con suerte encuentres a alguna turista que quiera divertirse, aunque no lo creas no seremos los únicos norteamericanos por estos lugares, viene gente de todo el mundo, a un par de horas de aquí esta Bariloche en él se encuentra el hotel spa llao llao, es un lugar que ha sido sede de la cumbre iberoamericana de presidentes y ha albergado a grandes celebridades, un poco más lejos se encuentra Villa la angostura, allí tienen una residencia los reyes de Holanda, como verás, no soy el único millonario que encuentra maravillosa esta región.

— Entonces amigo, espero que tengamos suerte esta noche y puedas empezar a despedir tu soltería como corresponde, Charlotte te está esperando para poner fecha a la boda, sabes que su compromiso ya empieza a levantar habladurías, digo, ¡¿quién se compromete por 6 años y aún sin decidir fecha para la boda?!

Y esa es la razón por la que escape, ese maldito compromiso que me hace sentir que me asfixio con cada minuto que pasa.

— Sabes que ese compromiso fue organizado por mis padres, yo nunca estuve de acuerdo. — digo una vez más con el cansancio que ello me ocasiona.

— Pero no te opusiste como era debido.

— ¡Apenas tenía 18 años! Solo pensé que, con el paso del tiempo, ella se aburriría de mi desinterés y cancelaria todo.

— Ella solo busca tu billetera y capturarte eres uno de los millonarios más codiciado por las mujeres en California, no solo por tu dinero también eres extremadamente guapo.

— Wou detente ahí o creeré que te gusto. — digo divertido solo para molestarlo.

— ¡Rayos Leo! Eres realmente un idiota.

Seguí bromeando todo el día con Kevin, pero la verdad era por ese compromiso que estaba en este lugar, había comprado estas tierras un año después de mi sentencia, porque si, el compromiso  con Charlotte Pincen era eso, una sentencia, un castigo, una condena, necesitaba un lugar donde escapar de ella, de mis padres, de todo el mundo, buscando una solución a todo esto, pero los años pasaron, y estoy como en el principio, atado a alguien que no amo y sin una firme razón para oponerme a los deseos de mis padres, ¿qué les puedo decir?, que nunca me ha atraído ninguna mujer u hombre, si claro, seguro que se resignarían a perder su amistad con la familia Pincen así como así.

Estoy comenzando a creer que algo no está bien en mí, ¿acaso no puedo sentir amor por nadie?, no creo ser homosexual, tampoco heterosexual, no sé qué está mal conmigo, acudí a decenas de psicólogos e inclusive psiquiatras, pero nadie sabe a qué se debe mi falta de deseo sexual, es frustrante, no es como que nunca estuve con alguna mujer, es solo que no siento placer, no siento nada.

Florencia:

Mi vista recorre el paisaje tan hermoso que esta fuera del restaurante como si de una hermosa obra de arte se tratara, mientras el tono del teléfono llama una y otra vez, hasta que al fin alguien atiende.

— Hola.

— Hola Diana ¿cómo estás?

— ¡Amiga! estamos bien, no te preocupes por nosotros, mejor dime ¿cómo estás tú? ¿Cuándo te veremos?

— Estoy bien, en serio, no se preocupen, en cuanto a vernos... no lo sé, sabes que eso será difícil. — Dios como los extraño.

— Dime por lo menos ¿dónde estás? Hace meses que no sabemos nada de ti.

— No lo creo conveniente, si él se entera, estoy segura de que esta vez me matará. — de solo pensarlo tiemblo.

— ¿Por qué te fuiste Flor?, él está en México, nosotros en Colombia, aquí no nos puede hacer nada, no a menos que quiera iniciar una guerra entre cárteles. Además, sabes muy bien que mi padre jamás dejara que te haga alguna cosa. Él te aprecia como una hija, se siente en deuda con tus padres, nos hace mal no saber de ti.

Diana siempre encuentra la manera de hacerme sentir culpable, es increíble, pero no puedo poner a nadie más en peligro, no soportaría ver morir a más nadie.

— No quería ponerlos en peligro y yo ya no quiero saber nada con esa vida, sabes muy bien el precio que pague por no querer ver lo obvio. Si te hubiera escuchado en aquel entonces. — me lamento en vano, ya es tarde para eso.

— Eso ya no importa, dime, por lo menos si estás en este país, si necesitas dinero, sabes que puedes contar conmigo para lo que necesites, con todos nosotros.

— No, no estoy en Colombia, vine a conocer el país de mi padre, estoy en Argentina, no te preocupes, tengo trabajo, estoy bien. Ahora Debo colgar, adiós saluda a todos de mi parte.

— Adiós, Florencia. Cuídate. No olvides que te queremos.

Extraño tanto a mis amigos, Diana, Esteban, Javier, como me gustaría estar con ellos, pero mi sola presencia podría ser causa de muerte para ellos, soy una idiota, por lo menos aquí estoy tranquila.

Tenías razón papá, Argentina me iba a encantar, es un lugar maravilloso.

— Florencia, ¿estás bien? — Diego, el encargado del restaurant siempre está al pendiente de todo lo que hago, es un buen hombre que se preocupa por mí.

— Sí, sí, todo perfecto, comenzaré a acomodar las mesas.

— ¿Sabes? hoy tendremos a gente importante, viene Amara Scott y sus amigas.

— Mmm, no me suena su nombre, pero no te preocupes mi servicio será excelente como siempre. — Y es que esa es la verdad, siempre atiendo a todos por igual, con respeto y de buena forma.

— Lo sé, en realidad te iba a pedir que cantaras una vez servidas las mesas, Elio llegará más tarde esta noche, ¿crees que podrás cubrirlo?

— Si tú confías en mí.

— Si, obviamente que confió en tu hermosa voz.

— De acuerdo. Solo necesito una guitarra.

— Y la tendrás, aparte también tendrás un plus este fin de semana en tu sueldo.

— Gracias, aunque sabes que lo haría gratis ¿verdad?

— Claro que lo sé, pero es lo que corresponde.

— Eres una luz Diego.

— ¿Tanto como para iluminar tú corazón?

— No estropees el momento, eres mi único amigo aquí.  — Diego es un joven maravilloso, pero no quiero involucrarme con nadie, no después de todo lo que he pasado.

— De acuerdo, hagamos de cuenta que no dije nada. Pero no perderé las esperanzas.

La tarde pasó rápidamente, entre acomodar y servir las mesas, pude distinguir de inmediato a la famosa Amara, bueno, aunque de famosa no tenía nada, era la hermana de un gran empresario de California, eso era lo único por lo que era conocida.

Aparte de ella y su grupo de amigas que ocupaban casi la totalidad del local, solo habían dos mesas más ocupadas, en frente del escenario una familia de empresarios argentinos que le servían de guía turística a la señorita Scott y dos hombres jóvenes que se sentaban en la última mesa, no pude ver sus rostros en lo que iba de la noche, ya que Diego me designó a la familia argentina, mientras que él y Fabián atendían a las hermosas jóvenes, a pesar de que mi Inglés era mejor que el de Fabián entendía porque hizo ese movimiento y es que ambos jóvenes eran bien parecidos, ellos querían conquistar a algunas de las muchachas, son dos mujeriegos empedernidos.

— Che, Flor, ¿te diste cuenta de que ese bombón no te saca la vista de enzima cada vez que vas a su mesa?

— ¿Eh? No, no lo creo es solo un niño. — El joven argentino, era bonito a la vista, pero su cara de niño no era para mí.

— Vamos muñeca, debe tener entre 19, 20 años. — dijo con voz tentadora mi compañera de trabajo.

— Exacto, yo tengo 24 ¿conoces el dicho el que duerme con niños amanece mojado?

— En ese caso te cambio de mesa, yo tengo 20, y ese par rondan entre los 25 y los 30.

— Concéntrate en trabajar Mónica, deja de querer ligar con todo el mundo.

¿Qué pasaba con ellos esta noche? ¿Acaso estaban bajo algún embrujo alborotador de hormonas? ¿O solo era yo que perdí la fe en el amor? Al fin Diego me dio la señal para que suba a cantar, algo que me encantaba y que pocas veces tenía oportunidad de hacer, menos aquí, a Elio no le gustaba y ser el sobrino del dueño tenía sus ventajas, no le agradaba que tuviera mejor voz que él, y no es por dármela de diva, pero era la verdad. Mientras comencé a tocar la guitarra me decepcione un poco al ver que solo la mesa que yo había atendido me prestaba atención, mientras las muchachas seguían con sus risas escandalosas, supongo que a todos nos pasa, ser ignorados cuando solo queremos dar lo mejor que tenemos.

Sabía muy bien lo que debía cantar, el tema preferido de mis padres, la leyenda del hada y el mago de rata blanca.

— Buenas noches, espero que estén disfrutando de este hermoso lugar, y que les agrade el siguiente tema: la leyenda del hada y el mago.

Cuenta la historia de un mago

Que un día en su bosque encantado lloró

Porque a pesar de su magia

No había podido encontrar el amor

La luna, su única amiga

Le daba fuerzas para soportar

Todo el dolor que sentía

Por culpa de su tan larga soledad

Es que él sabía muy bien que en su existir

Nunca debía salir de su destino

Si alguien te tiene que amar, ya lo sabrás

Solo tendrás que saber reconocerlo

Fue en una tarde que el mago

Paseando en el bosque la vista cruzó

Con la más dulce mirada

Que en toda su vida jamás conoció

Desde ese mismo momento

El hada y el mago quisieron estar

Solos los dos en el bosque

Amándose siempre y en todo lugar

Y el mal que siempre existió, no soportó

Ver tanta felicidad entre dos seres

Y con su odio atacó, hasta que el hada cayó

En ese sueño fatal de no sentir

En su castillo pasaba

Las noches el mago buscando el poder

Que devolviera a su hada

Su amor, su mirada tan dulce de ayer

Y no paró desde entonces

Buscando la forma de recuperar

A la mujer que aquel día

En medio del bosque por fin pudo amar

Y hoy sabe qué es el amor, y que tendrá

Fuerzas para soportar aquel conjuro

Sabe que un día verá su dulce hada llegar

Y para siempre con él se quedará.

Para cuando terminé solo escuchaban aplausos, eso me hizo sentir muy bien, no sé si ellas entendieron toda la canción, supongo que siendo personas ricas hablarían varios idiomas, yo era una don nadie y sabia castellano, inglés, italiano y un poco de portugués, mis padres se esforzaron para que tuviera un buen futuro, lástima que lo eche todo a perder.

Estaba por bajar cuando comenzaron a pedir otra, no sabía qué hacer, podía ver que Elio y su grupo ya estaban tomando lugar en sus instrumentos y sus rostros no eran de felicidad.

— Dame eso, nadie te dio permiso de tocar mis cosas.

— Diego me lo pidió. — Le respondo algo irritada, no soporto al idiota Elio.

— Él es solo el encargado no el dueño.  — El idiota ni siquiera disimuló cuando me arrebató el micrófono y me empujó para que bajara del escenario. Quería golpearlo, odiaba cuando actuaba como él niño mal criado que era.

— Lamento eso, hablaré con Alfredo, él no puede tratarte así menos delante de los clientes.

— No te preocupes Diego, sabemos de sobra como es el niño caprichoso.

— Flor, los hombres de la última mesa pidieron tu presencia. — dice Mónica interrumpiendo nuestra charla.

— ¿Eh? ¿Para qué?

— No lo sé.

— Será mejor que vayas, es conocido de Alfredo, se llama Leonardo Roth, creo que tienen negocios juntos.

— Bien. De acuerdo iré.

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