seis.

Florencia:

— ¡Leo! — Mi corazón se acelera de solo ver que es él quien me llama, es impensable lo dependiente que me volvía a él, lo quiero conmigo, lo extraño demasiado.

— Hola cariño.

— Hola, ¿todo bien? — su voz suena cansada.

— Recién estoy saliendo del aeropuerto no te preocupes, solo extrañaba tu voz.

— Yo también te extraño... demasiado.

— Volveré lo más pronto posible, te llamaré más tarde.

— Adiós, cuídate.

Esto era muy raro y loco, si mis padres me vieran, ¿qué pensarían de esta locura?, en solo un mes Leo conoce todo de mi al igual que yo sé todo de él, nos embarcamos en esta locura, ahora vivo con él, solo espero que Manuel jamás me encuentre, por más que Leonardo diga que puede protegerme, temo lo que el cuervo nos pueda hacer.

— Señorita. — la empleada llama mi atención.

— Ya te dije dime Florencia por favor.

— De acuerdo Florencia, el señor Alexander Scott está en la sala, desea hablar con usted.

— ¿Conmigo?

Sé que es el hermano de Amara, me eh mantenido en contacto con ella a diario, su compromiso sigue en pie, Bill realmente la ama y la entiende, pero no mencionó nada con respecto a que su hermano quisiera hablar conmigo.

De acuerdo, quizás venía a hablar con Leo. Voy a ver que desea.

— Hola señor Scott.

Saludo al hombre que está parado mirando por el ventanal, perdido en esa hermosa postal de cumbres blancas y Lagos azules, amo este lugar, voltea y me mira de arriba abajo, me siento un poco incomoda con su mirada sobre mí, es demasiado serio, es alto, rubio, bastante musculoso, de ojos azules como Amara, pero lo que más me inquieta es que tiene una mirada fría como de acero, la cual está dirigida a mi persona, camina lento hacia mí, deteniéndose a unos pocos centímetros y a pesar de que soy bastante alta, me saca unos centímetros de ventaja.

— Conque tú eres Florencia. — su voz suena fría, y es cuando recuerdo como le grite por teléfono.

— Conque usted es Alexander, ¿para qué me buscaba? — Digo imitando su voz, me choca el tono en el que me habla.

— ¿No me ofreces que tomé asiento, o un café, esa es tu hospitalidad? — malditos ricos y sus reglas de etiqueta, en este país conocí el mate, una bebida que es una infusión de yerba, pero no le penaba ofrecer tal cosa al idiota pretencioso parado en frente mío.

— Con quien ni siquiera saluda como es debido, sí. — Sonríe y ladea su cabeza, como no creyendo lo que le dije. ¿Pero que se cree?

— Hola Florencia, soy Alexander. — replica con una sonrisa forzada, por lo que lo imito, Dios padecemos niños.

— Bien, ahora tomé asiento por favor, señor Alexander, ¿desea beber algo, café quizás? — Se sienta y sigue con su mirada clavada en mí. De acuerdo está consiguiendo hacerme sentir incómoda.

— Un café estaría bien.

— Camila, podrías traer dos cafés, por favor.

— Si Florencia, enseguida. — El rubio mira a Camy, y cuando se retira me habla de una forma muy seria.

— ¿Dejas que tus empleados te tuteen? — habla con reprobación.

— No veo el problema, ¿no somos todos humanos? Además, no son mis empleados son de Leo.

— Leonardo... ¿dónde está? hace tiempo que no lo veo.

— Viajo a arreglar unos temas en California.

— Entonces es verdad que va a cancelar el compromiso con Adriana por... ti.

Camila llega con los cafés aprovecho para guardar silencio, Leo me habló de Alexander, no son enemigos, pero tampoco amigos, no sé a qué se deba su visita ni cuáles son sus intenciones, pero parece que lo único que quiere es molestarme.

— Disculpa, no recuerdo cuál es el motivo de tu visita. — respondo luego de unos minutos en silencio, solo mirándonos.

— Eres astuta para conseguir información, mi hermana habla mucho de ti, y tenía curiosidad de conocer a la única persona que ha osado a decirme como debo comportarme, más aún que debo hacer con mi hermana.

— Si tu interés es porque crees que puedo ser una mala influencia...

— Lo eres, una mujer que es amiga de los hijos del narcotraficante más famoso de Colombia, y ex novia de Manuel Villa Nueva, un narcotraficante asesino como pocos, solo vine a decirte que no te quiero cerca de mi hermana, no la llames más, si no quieres que...

Mientras hablaba, me sentía dolida por sus palabras, ya que tenía razón, no era buena compañía para Amara, ella podría ser herida por el solo hecho de ser mi amiga. Pero cuando comenzó a amenazarme un interruptor se prendió en mi interior, ya no permitiría que nadie me asustará, ya tenía de sobra con el cuervo.

— ¡¿Que?! ¡Que puedes hacerme tú que ya no hayan intentado hacer otros! Estas hablando con alguien que no le teme ni a la muerte, así que cuida tus palabras. — Mis palabras lo tomaron por sorpresa, pero se recuperó rápidamente.

— Sin lugar a duda eres valiente, muy estúpida, o no sabes quién soy. — su manera sínica de hablar me enfurece aún más.

— Sé que eres el hermano de Amara, es eso lo único que me importa y por lo cual no te eh echado... aún. Si posees riqueza, poder o estatus me tiene sin cuidado, entiendo tu preocupación, pero si Amara sigue llamando, la seguiré atendiendo, no debes preocuparte por nada, no creo que volveré a verla, y mucho menos la pondría en peligro. Después de todo, yo la considero mi amiga, créeme jamás dejaría que algo le pase a mis amigos, ellos son un tesoro invaluable para mí. ¿Pero que podría saber de amistad alguien como tú? — Sus ojos se oscurecen un poco, e incluso creo ver que la vena de su cuello crece de tamaño, parece que está enojado, y no me importa.

— Si no te interesa saber el poder que poseo ni el alcance del mismo, ¿porque ayudaste a Amara a darle una lección al maldito de Kevin? ¿Y porque la engatusaste para que sea tu amiga? No me gusta deberle nada a nadie, di tu precio y deja de engañar a mi hermana. — ¡Ha! Es más idiota de lo que pensaba.

— Tú no me debes nada, no hice nada por ti, lo que hice por Amara fue por pura empatía, cosa que quizás tampoco conozcas, odio que engañen a las mujeres, en especial cuando son tan inocentes como ella. — Me levanté para pedirle que se fuera, no me agrada nada de él, pero lo hice demasiado rápido y terminé tambaleándome producto de un mareo.

Él se apresuró a sostenerme.

— ¡oye, estás bien!

Quería decirle que sí, pero solo conseguí mirarlo mientras todo se oscurecía.

Leonardo:

— ¡Tú no puedes hacerme esto! Te entregué 8 años de mi vida, ¡SERE LA BURLA DE TODOS! — Charlotte gritaba como siempre.

— Tranquila Charlotte, Leonardo solo está confundido, él no cancelara nada, déjanos hablar a solas, ve a descansar querida.

Esto estaba fuera de control, sabía que haría un escándalo, pero que mis padres la apoyen a ella y no a mí era un golpe bajo, además hace un mes que vive en mi casa y ellos no me contaron nada.

— Mamá, escucha...

— Nada Leo, no sé ni quiero saber nada con esa mujer, tú tienes un compromiso y debes cumplirlo ¡te educamos para ser un hombre!

— Debo recordarte que ese compromiso lo organizaron ustedes, yo solo me mantuve al margen, pero ahora, es tiempo de terminar todo, ¡ya encontré a la única persona con la que quiero estar!

— ¡Suficiente! Como cabeza de familia di mi palabra tú te casaras con Adriana, y no quiero escuchar nada más, es eso o te olvidas que tienes familia, estarás solo, nunca podrás volver a esta casa o a nuestras empresas.

— Conque es así, bien... adiós, yo ya elegí con quien quiero estar el resto de mi vida, por fin la encontré sé que es la indicada y no la dejare por nada ni nadie.

Salí de la que hasta ese entonces fue mi casa mi hogar, sabiendo que mis padres hablaban enserio, pero yo también lo hacía. Nada jamás me separará de Florencia, ni Dios podrá hacerlo.

Florencia:

¡DIOS, ¿qué voy a hacer, que haré?! Como enfrentare esto.

— ¿Estas bien? — El rubio sigue haciendo la misma pregunta, una y otra vez, desde que salimos del hospital.

— Si. No tienes nada de qué preocuparte. — mi voz sale en un susurro, tengo miedo y mucho.

— ¿A no? Entonces dime porque llevas dos horas llorando. ¿Qué fue lo que te dijo el médico? ¿Acaso es algo grave?

— Nada que sea de tu incumbencia.  — Maldición, no quiero sonar tan brusca pero mis nervios están a punto de colapsar.

— Bien, entonces me iré, pero... Amara me dijo que ese día le distes la píldora del día después, eso realmente te lo agradezco, ella cometió un error, pero no quedaron consecuencias mayores por ello. Por lo tanto, sea por ella o no, te debo un favor, si algún día necesitas que lo pague, llámame, toma mi tarjeta, Que estés bien y saludos a Leonardo de mi parte.

Alexander se va, así como llegó, sin dejar nada en claro, pero ahora tengo cosas mayores de las que preocuparme, ¿qué m****a le diré a Leo?

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