cuatro.

Leonardo:

Se ve totalmente hermosa, con su cabello suelto, es extremadamente largo, aunque ahora su rostro tiene un deje de tristeza, me pregunto hace cuánto no ve a su familia, me siento responsable, por hacerla recordar la distancia que los separa, quizás si todo sale como tengo pensado, realicemos un viaje a México, me gustaría recibir la aprobación de sus padres.

Dios, estoy hablando de aprobación de sus padres cuando ni siquiera le eh propuesto nada a ella.

— Bienvenida a la estancia León. — Le anuncio ni bien pasamos la tranquera de entrada, sus ojos adquieren un brillo de picardía.

— ¿León? Cuanta humildad. — lo dice con burla, pero lejos de enfadarme me hace reír a carcajadas. Si se está burlando, bien, mientras ella este alegre, no me molesta.

— No sé me ocurrió otro nombre, aunque quizás lo cambie por estancia el Hada. ¿Qué te párese?

— Me gusta, pero tal vez deberías preguntarle a tu novia si le gusta. — En ese momento me congele, no quería mentirle, pero ¿cómo explicar todo lo referente a ese tema? llevaría tiempo, no se lo podía decir ahora.

— ¿Que te hace pensar que tengo novia? — pregunto con cautela.

— Tú alianza. — hace tantos años que la llevo que la había olvidado, ya que para mí no significa nada.

— Eso tiene una explicación, pero ahora déjame mostrarte tu hogar, por lo menos durante los próximos días.  — Y por el resto de tu vida, si es que me aceptas. Dios, jamás traté de enamorar a alguien no sé qué hacer, le di un pequeño recorrido por la estancia, luego de mostrarle su habitación.

El caminar a su lado me permite perderme en su aroma, estoy seguro de que no usa ningún perfume, es solo el aroma de su piel, huele a vainilla y coco, un aroma tropical, como si lo llevara en su sangre.

— ¿Pasa algo?

— Disculpa, tu aroma me distrae, hueles de maravilla. — Le dije la verdad sin pensarlo, y lo único que espero es que no lo tome a mal.

— Lo dices como si fueras a comerme. — Ella solo ríe ante su idea, esos labios cada vez que se curvan deja ver una belleza y simetría en su cara como nunca había visto. Me tiene a sus pies. Mi hermosa hada.

— Quizás, esa es mi intención, poder comer un poco de ti, y así saber si eres real o una hermosa ilusión ante mi desesperación, por encontrar a la mujer perfecta.  — La cara de asombro no se hace de esperar, pero se recompone rápidamente.

— Será mejor que dejes de decir esas cosas o terminare creyendo en ti, cuando la verdad es que le perteneces a otra. — la cierta nota de tristeza en su voz me alienta a hablar y tratar de explicarle lo patético de mi situación.

— Solo por un capricho estúpido de mis padres es que estoy comprometido, nada que no se pueda arreglar.

— ¿Acaso estas diciendo que tus padres te consiguieron novia?

— No, novia no, una prometida que es peor, pero hasta anoche… nunca sentí la necesidad de oponerme realmente a sus deseos, pero ahora que te conozco, solo quiero tomarte en mis brazos y gritarle al mundo entero que por primera vez en 28 años me enamoré. — bien lo dije y seguro que ahora saldrá corriendo.

— No hablas enserio nadie se enamora de pronto, sin conocer a la otra persona, saber su pasado o sus planes para el futuro.

Podía ver como mis palabras no la asustaban, ni la enfadaba, ella solo me miraba con un brillo de anhelo en sus ojos, el cual tomé como una invitación a seguir, a mostrarle mi corazón, y para que sepa que en el solo estaba ella.

Florencia:

Pero que m****a estoy haciendo, debería alejarme, sé muy bien lo que pasara si Manuel me encuentra, y Leo está conmigo. Lo matará, o peor aún, lo torturará, hasta que muera, delate de mis ojos, no, no podría resistirlo una vez más.

— Tú pasado, no me importa, si es lo que te preocupa, ya que no estabas conmigo, no tengo porque hacerte algún reclamo, tu presente será mi mejor amigo y aliado para enamorarte y tu futuro lo podemos planear juntos. — Jamás me habían hablado así, él realmente sabía cómo enamorar a una mujer, me preguntó...

— ¿A cuántas le abras dicho lo mismo?

— A ninguna, créeme tú eres la única que ha despertado estos sentimientos, hasta hace poco, creí que algo estaba mal conmigo… nunca eh podido sentir nada, hacia otras personas, pero tú.... eres diferente.

Sin decir más, dio los dos pasos que nos separaban y me beso.

Lo que sentí fue algo único, sus labios tan suaves y carnosos despertaban un calor en los míos que jamás había sentido, ni con Manuel, ni con Luis, y al recordar a este último me alejé de Leonardo de una forma demasiado brusca, no quería que tuviera el mismo fin que mi único novio, no podría perdonármelo.

— Perdón, yo solo... no lo pude evitar.  — se disculpa y se ve avergonzado, cuando en realidad así me debería sentir yo.

— No, no eres tú... — trato de explicarle con el repentino nudo en la garganta que se me ha formado.

— ¿No eres tú soy yo?, creí que esa escusa ya no se usaba, o por lo menos no las mujeres. — genial ahora se ve molesto.

— No, por favor créeme...

— ¿Pero que tenemos aquí? la pequeña hada que embrujo a mi amigo, bienvenida. — El pendejo de su amigo apareció en el peor momento, aunque por la cara de regocijo que tenía, estaba segura de que llevaba un buen tiempo mirando la escena.

— Hola. — lo salude más por compromiso que por otra cosa.

— Cuanta seriedad, pero no te culpo, me comporte como un idiota lo admito. Aclarado el malentendido, Leo, nuestros invitados están llegando.

Después de eso fuimos a la gran sala y recibimos a cinco chicas entre ellas Amara, la cual me simpatizo casi de inmediato después de interactuar con ella, no pensé que alguien con tanto dinero fuera tan simple, podía ver que aparentaba frivolidad para no desencajar con sus supuestas amigas, pero se veía que era una persona dulce, mientras Leonardo me observa con ¿anhelo? Dios ¿qué es lo que quiere de mi realmente?

Antes de almorzar salimos a caminar y canté algunos temas para disfruté de los presentes, este lugar es reamente maravilloso, creí estar acostumbrada a la belleza de El Bolsón, pero el campo de Leonardo es lo más hermoso que he visto.

Al regresar cuatro jóvenes nos estaban esperando, resulta que Kevin había organizado todo, si pensaban tener un fin de semana de sexo y placer, por lo menos que no contaran conmigo, aparte de Leonardo y Amara, podía ver que ninguno de los presentes valía la pena, no trate ni siquiera en hablar con ellos, en su lugar solo charlaba con Leo y debes en cuando con Amara como me pidió que la llamara y no señorita Scott.

— Flor, ¿quisieras dar un paseo por el lago? Solo conmigo ¿o prefieres ir con los demás a cabalgar? — este hombre se ve tan imponente con su gran cuero y profunda voz, que es casi cómico el tono tímido con el que me pregunta.

— Me gusta la opción de ir al lago. — le contesto de inmediato para que no sufra por algo lógico, él me agrada… sus amigos ricos no.

Ya casi el sol se había ocultado, y me encantaba la idea de ver el atardecer al lado de Leo, sabía que esto era una locura, un imposible, pero mientras dure, solo lo voy a disfrutar, después de todo será solo un fin de semana.

— Entonces supongo que mi beso no te gustó.

Su reproche disfrazado de curiosidad no tardó en hacerse presente, mientras caminábamos por la orilla de aquel maravilloso lago, rodeado de cumbres que aún poseían rastros de nieve a pesar de que estábamos en verano, la Patagonia es mágica.

— No es eso Leo, para ser honesta... fue algo... único, jamás me sentí de ese...

El susodicho no tardó en tomarme entre sus grandes brazos, y besarme nuevamente, esta vez su lengua recorrió mis labios, y como si de una llave se tratara estos se abrieron para darle paso al interior de mi boca, su contacto quemaba, y mi corazón latía de una forma arrítmica, esto era puro deseo, puro placer, puro amor.

Lentamente terminó el beso, de una forma demasiado tierna, cada vez que pensaba que dejaría mis labios depositaba un pequeño beso en ellos, lo hizo tantas veces que termine riendo, parecía un adolescente, al igual que yo, me estaba comportando como una.

— Bien ese no era el efecto deseado, estaba esperando un suspiró o algo parecido.

— Me creerías si te digo, que valoro más el hecho de que eres la única persona que consigue que ría de verdad.

Me miró, tomo mi mano y me jalo para que nos sentemos en la hierba fresca, ya había anochecido, aun así, la luz de la luna nos permitía ver todo, como si de un filtro azulado se tratara, mientras las estrellas la acompañaban.

— Dime, ¿qué dolor tan grande guardas que no puedes sonreír?

Sentía como sus ojos color miel, despojaba a mi corazón de su armadura y en ese momento decidí contarle todo, para que así se alejara de mí, porque yo no tendría las fuerzas de apartarme de su lado. Bien llego la hora de hacerle entender que no valgo nada, es momento que esto termine aun antes de comenzar.

— De acuerdo, te contaré mi vida, y así te darás cuenta de que no te conviene tenerme cerca. — Me convenzo una vez más que decir la verdad es lo mejor que puedo hacer, de esta forma.... lo alejare de mí.

— No importa lo que sea, no me alejare de ti, solo quiero saber el motivo de tú tristeza.  — Mirando a la luna, decido abrir mi corazón y revelar mis secretos.

— Hace 2 años, tuve la estúpida idea de viajar a Colombia, quería sorprender a mis amigos, pero no quería viajar sola, insistí tanto que mis padres terminaron por acompañarme, aunque no querían, ellos eran todo lo que tenía, siempre me cuidaron y aconsejaron... nuestro auto chocó apenas salimos, desperté una semana después, y ellos ya no estaban, por primera vez en mi vida estaba completamente sola, en ese momento apareció Manuel villa Nueva, mejor conocido como el cuervo, se hizo cargo de los gastos médicos, argumentando que se sentía culpable porque el accidente fue ocasionado por uno de sus empleados, Diana mi amiga colombiana, quien es hija de un... capo narcotraficante, desde el primer momento me dijo que me alejara de él, que era una persona que no quería en mi vida, pero no le hice caso, así de estúpida era. — no me atrevo a ver su rostro, solo observo la luna, buscando un poco de consuelo en ella.

— Pensé que era bueno, o por lo menos eso aparentaba, el tiempo pasó, veía a Manuel como un amigo más, solo eso, no podía creer los rumores que corrían de él, que era un capo narcotraficante, el jefe de jefes, le pregunté a Diana, pero solo contestaba lo mismo, "mejor aléjate de él, no trates de averiguar nada más " pero ¿cómo hacerlo?, digo, era bueno y atento conmigo, y yo me sentía tan sola, tan .... perdida, hasta que en su cumpleaños conocí a Luis, su primo, era una persona muy divertida, me hacía reír todo el tiempo, comencé a tratarlo, a verlo más que como amigo, aunque no teníamos nada serio, cada vez que la Soledad me ganaba era en sus brazos donde buscaba refugio, aunque nunca intimamos. Manuel se enteró, fue cuando lo vi como realmente era, un maldito bastardo, hizo que sus hombres nos llevaran, al principio no entendía que era lo que sucedía ¿porque estaba tan molesto?, comenzó a golpear a Luis, mejor dicho a torturarlo... decía cosas que para mí no tenían sentido, yo jamás le había ofrecido algo que no fuera una simple amistad, y pensé que esa era la relación que teníamos, lo cierto era que él me veía como su propiedad, esa noche me di cuenta que él estaba obsesionado conmigo, me di cuenta que estaba loco, torturó a su propio primo hasta matarlo e hizo que lo viera, para que nunca olvidara lo que pasaría si volvía a mirar a otro hombre. — siento las lágrimas correr por mis mejillas, una muerte más causada por mí, Luis no lo merecía.

—Estuve encerrada dos días con su cuerpo a un lado, luego una joven me llevó a una finca, me baño y arregló, me dio algo de agua para que bebiera, pero... en realidad lo que hizo fue drogarme, veía todo borroso y sentía mi cuerpo pesado, aun así, fui consiente cuando Manuel entró y.… me violó... cuando descubrió que era virgen, su ego y locura aumentaron. — mi cuerpo se estremece ante ese recuerdo, sé que tendré pesadillas esta noche, siempre es lo mismo.

— Fue lo mismo todos los días, durante poco más de un mes, hasta que un día me reviso un doctor y dijo que estaba embarazada, entonces la comida y bebida con drogas se terminaron, él estaba eufórico, delirando conque tendría un heredero para su imperio, fue en ese momento que aproveché para contactar a Diana, estaba con más fuerzas y las drogas ya no me afectaban tanto, ella y su hermano Esteban organizaron todo y con permiso de su padre, quien fue amigo del mío, me rescataron. Esa noche murieron muchas personas, todas y cada una por mi culpa. Ellos querían que me quede en Colombia bajo la protección de su cartel, pero mis padres nunca estuvieron de acuerdo con ese tipo de vida, además mi sola presencia allí puede generar una guerra entre ellos. — claro que sí, estoy m*****a y ahora Leonardo lo sabe.

— Ya son demasiados los muertos que cargo, llevo un año escapando, esperando el día en que él sea más rápido que yo, siempre tengo un bolso preparado, por si tengo que correr, sé que cuando me encuentre me matará o algo peor, porque de algo estoy segura y es que el cuervo me sigue buscando. — jamás se olvidará de mí y yo solo deseo verlo muerto.

— ¿Ahora entiendes porque debes alejarte de mí? Solo causó problemas y muerte. — termino mi relato y me atrevo a mirarlo, esperando encontrar un rastro de desprecio, repulsión, pero en su lugar veo ternura, e impotencia.

— Todo lo que pasó no fue tu culpa…

— ¡¿Que dices?!, mis padres murieron por mi capricho, Luis fue torturado hasta la muerte porque era mi novio.... aborte a mi propio hijo por no soportar el hecho que.... — No podía más, esto último era algo que trataba de olvidar a toda costa, ser la asesina de tu propia descendencia, oculte mi rostro entre las manos, no solo por las lágrimas que caían, sino por la misma vergüenza de lo que había hecho, MATE A UN SER INOCENTE Y ME ODIO POR ELLO.

Sentí su mano en mi espalda, subía y bajaba tratándose de hacerme sentir mejor.

— Tus padres murieron por un accidente, fuera porque viajaban contigo o por ir al mercado a comprar, ese era su destino. Lo de Luis, tampoco es tu culpa, sé que eres lo suficientemente inteligente para darte cuenta, un loco es loco, no necesita motivos para hacer locuras. — su voz suena tan suave, que mi llanto poco a poco termina.

— Y por lo del aborto, estoy seguro de que te dolió y quizás si tuvieras la oportunidad de volver el tiempo atrás actuaría de otra forma o no. Eso no lo puedes saber, de algo estoy seguro, tu dolor y sufrimiento te hicieron tomar esa decisión, ya no puedes hacer nada, no puedes dejar de vivir, soñar o amar por ello. — llevo mis ojos a los suyos, no puedo creer que piense eso, que no me juzgue, que trate de… entenderme.

— Y por Manuel, dime... ¡¿estás dispuesto a correr el riesgo de que él vaya en tu contra?! — él realmente no sabe lo que dice, no puede hablar en serio.

— Yo por ti... doy mi vida y mi alma sin pensarlo, mi corazón ya es tuyo. Solo déjame amarte y cuidarte.

¿Cómo podía rebatir eso? Le acababa de contar todo, absolutamente todo lo peor de mí, y aun así él quería estar conmigo, quería cuidarme aun poniendo en riesgo su vida.

Fui consciente cuando sus labios encontraron los míos, y sus manos comenzaron a recorrer mi cuerpo, era la primera vez desde lo que pasó en México que permitía que un hombre me tocará, y lejos de sentirme incómoda o que mi mente sea bombardeada por esas imágenes que se repetían cada vez que dormía provocando mis peores pesadillas, desde lo más profundo de mi ser podía sentir el deseo de ser solo de Leo, de entregarle no solo mi cuerpo, sino también mi corazón y alma.

Y fue de esta manera que nos encontró el amanecer, no sentimos el frío de la cordillera patagónica, no solo porque estábamos en verano, sino también porque nuestros cuerpos estaban en un maratón de amor y pasión del cual nunca nadie podría a ver imaginado que sea posible.

Mi cuerpo reacciona a cada caricia de sus manos, todas mis terminaciones nerviosas estaban a Flor de piel, por cada beso que dio en cada rincón de mi cuerpo, esto era el mismo cielo y si era un sueño, no quería despertar jamás.

— Permíteme estar a tú lado, por favor. — su suave voz acaricia mi corazón, ¿esto se siente cuando se ama?

— Solo te pondré en peligro y no quiero que te suceda nada. — no puedo arriesgarme a que Manuel lo mate.

— Me contaste tu historia, déjame decirte la mía. Nunca en mis 24 años, eh podido albergar algún sentimiento hacia alguna mujer, a lo largo de mi vida, eh dormido con mujeres bellas no voy a mentir, pero solo para experimentar lo que era el sexo, es por eso que mis padres arreglaron mi compromiso con Charlotte, quien es la hija de los mejores amigos de ellos, desde hace 8 años trato de obligarme de sentir algo por ella, pero no provoca nada en mí. — su mirada es honesta, la verdad bailaba en ellas.

— Creí que era una persona defectuosa, por decirlo de alguna manera, pero cuando te vi, mi corazón despertó solo para ti, tu voz me hipnotiza, y ahora después de esto... jamás, escúchame bien, Flor, jamás experimenté lo que sentí contigo, por primera vez estoy seguro de que hice el amor, yo ya no puedo ni quiero vivir sin ti.

— No quiero que pienses que eh sido inmune a lo que sucedió, para mí también ha sido algo único, y es por eso mismo que te debes alejar, no podría vivir si algo te pasa por mi culpa. — mi voz se quiebra un par de veces, porque el solo hecho de pensar en perderlo ya me duele.

— Shhh, deja de decir eso, porque jamás me alejare, tendrás que hacerlo tú, pero se consciente que, si lo haces, me matarás.

— ¿Crees que nuestro amor puede ser eterno como el de la Mutisia?

— Creo que nuestro amor puede vivir más allá del tiempo.

Nos quedamos un rato más abrazados mirando el sol salir, y luego retomamos el camino a su casa, tomados de la mano, como una pareja, aunque no se bien que es lo que somos.

— Leo, iré al pueblo volveré en un rato.

— ¿Por qué? ¿Que necesitas? Si quieres puedo llevarte. — Bien esto es incómodo, pero ya que, luego de todo lo que hablamos es estúpido no decirlo.

— No usamos protección, debo ir a una farmacia por la píldora del día después. — su rostro se cubre con entendimiento y luce un poco avergonzado.

— Lo lamento, dije que te cuidaría y ya eh cometido un error.

— No te preocupes, puedo solucionarlo, después de todo lo de anoche no es algo que hubiéramos planificado.

— Tienes razón, pero deja que iré yo.

— No es necesario.

— Insisto, volveré en un momento, tú ve a desayunar.

— Bien. — Me dio un beso tierno, esos que calentaban mi corazón y se marchó.

Una vez dentro de la cocina, estaba a punto de disfrutar del tan necesitado desayuno, ya que la actividad nocturna me dejó sin fuerzas, cuando vi pasar a alguien corriendo, sorprendida me levanté y salí tras ella, solo para ver por el ventanal como Amara corría hacia el bosque, esto no estaba bien, estoy segura de que ella no conoce esa parte por donde ingreso, salí tras ella a buscarla, el paisaje del bosque y su entorno es maravilloso, pero traicionero si no sabes de dónde vienes y a dónde vas.

Luego de correr un poco la encontré, llorando bajo un árbol, recostada en posición fetal.

— ¿Amara? Que te sucede. — La mencionada solo levantó su rostro para mirarme con pánico y dolor que traspasó mi corazón.

— Hey, linda ¿qué sucede? — Dije un poco alterada y me acerque a ella, la abrase, tratando de transmitirle un poco de seguridad, no sé qué le pasaba, pero quería hacerla sentir bien, lo poco que la había tratado me sirvió para darme cuenta de que era una persona dulce, y frágil, quizás como lo fui yo alguna vez.

— Lo arruine, arruine todo, mi hermano va a matarme. ¡¿Como pude ser tan estúpida?!

— Trata de tranquilizarte, no sé qué sucedió, pero eres una buena chica, todo tiene solución.

— Esto no, yo.... yo ¡le di mi virginidad a Kevin!, me entregué a él.

— ¿Acaso te arrepientes? O ¡¿él te forzó?! — Si ese era el caso lo mataría sin dudarlo, se mejor que nadie lo que es ser forzada.

— No, no y no, fui yo, creí que él Sentía lo mismo, me ha gustado desde que tenía 14 y ahora con mis 19 años seguía sintiendo esto... soy una estúpida cuando Alexander lo sepa me matará.  — Ella solo repetía que era estúpida y lloraba, bien, ¿cómo podría ayudarla?, tendré que convencerla que me diga bien que es lo que le pasa.

— Linda, si no me explicas bien, no sé cómo ayudarte. — digo con voz tranquila mientras acaricio su cabello, se ve tan vulnerable.

— Me voy a casar en 6 meses con el mejor amigo de mi hermano, Bill. Pero anoche dormí con Kevin, Alexander siempre me advirtió que no me acercara a él, que era una mala persona, pero no le hice caso.

— Tranquilízate trata de respirar, toma limpia tu cara. — Me quedé a su lado mientras ella se tranquilizaba.

— Dime, ¿amas a tu prometido?

— Sí, claro que lo amo.

— ¿Y porque te acostaste con Kevin?, no pienses que te estoy juzgando solo quiero ayudarte, pero necesito saber todo.

— Ya lo dije me atraía, y quería experimentar lo que era estar con alguien antes de casarme. Parece una estupidez, y claro que lo es.

— No, no lo es, es normal, sentir curiosidad, querer estar preparada para lo que vendrá, lo entiendo, aun así, nunca estuviste con tu novio, ¿por qué?

— Él se lo prometió a mi hermano. No sé cómo le explicaré esto, él sabe que soy virgen. — Amara temblaba bajo mis brazos, se debe sentir horrible.

— Debes decírselo, ocultarlo solo hará las cosas peor, si él te ama se quedará contigo, y si no es mejor ahora que después de casados, ¿acaso él no ha estado con alguien antes?

— Por supuesto que sí, era el acompañante de diversión de mi hermano, ambos eran unos mujeriegos, es por eso por lo que le hizo jurar que no dormiría conmigo hasta después de casarnos.

— Bien, no puede reclamar nada, y tu hermano no tiene por qué enterarse.

— Ese es el problema, ese idiota me fotografió mientras dormía, y le envió las fotos a mi hermano, Kevin se burló de mí, todo porque Alexander dejó a su hermana cuando conoció a Katty la que fue su verdadero amor.

— Kevin es un perro. Pero tú hermano no debe enfadarse contigo, y créeme no lo hará lo único que consiguió Kevin con eso fue provocar que lo golpeen, no tienes nada que temer, la familia siempre perdona tus errores. — A pesar de que mi familia eran solamente mis padres, mis amigos y su papá me acogieron cuando más los necesitaba y nunca me reprocharon por no alejarme de el cuervo cuando Diana me lo había advertido varias veces.

— Tengo miedo de que Kevin, envíe las fotos a alguien más.

— Déjame eso a mí.

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