Venenosa:

La barcaza real atracó en el puerto de Tarmén y fuimos organizados de poco en poco hasta formar una caravana de lo más colorida y exuberante. El viaje de regreso lo haríamos por tierra.

El emperador, sentado sobre un fuerte elefante, presidía la caravana, seguido por Cassandra, quién iba cómodamente sobre un palanquín dorado, llevada por cuatro fornidos esclavos.

Cítiê iba tras ella. Llevada en un palanquín similar, pero tallado en plata.

El resto de las esposas cabalgaban negros corceles. Sin embargo, a mí se me asignó como montura un camello.

Todo el recorrido estuvimos fuertemente resguardados por soldados del ejército dorado, quienes nos rodeaban y nos abrían paso entre la bulliciosa y curiosa multitud.

Desde su imponente transporte, el emperador obsequiaba perlas a sus súbditos mientras el palanquín de Cassandra era rociado con pétalos de rosas y las mujeres del pueblo alababan su nombre por doquiera que pasaba.

Por fin arribamos al palacio.

Esperé durante minutos agónicos hasta
Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo