Umara: Todo en mí tiembla. El recuerdo de sus manos apretando posesivamente mi pechos, el calor de su boca recorriendo mi piel, la humedad de su lengua sobre mis zonas prohibidas hace que mi cuerpo se tense de angustia. —¡Eres un vil mentiroso!- grité, loca de desesperación.-¡dijiste que eras el jardinero real! —No.- llega hasta mí y toma mi rostro entre sus manos. Su piel broncínea y su calor, me debilitan.- nunca dije tal cosa, tú asumiste que yo lo era y yo simplemente no quise asustarte. Nunca mentí, florecita. Mi nombre es Alessios Stavros, mi madre era nómada, el jardín que restauramos era suyo y las cicatrices que tengo en mi espalda me las produjo el fuego cuando intenté rescatar el caballo favorito de mi padre de un incendio. —¡Me mentiste!- declaró, entre hipos de llanto. —No. Sólo oculté la verdad. No quería arruinar lo que estaba sucediendo entre nosotros. Primero esa confianza y luego la amistad, la complicidad que creció…- susurra acercando sus mentirosos labios a m
Umara:—Llevas demasiados días encerrada en tus aposentos.- murmuró Sarab, entrando a mi habitación mientras traía una bandeja en sus manos.—Me encuentro indispuesta.- musité, sentándome sobre el colchón y recibiendo la bandeja en la que reposaban una serie de alimentos que de verlos me provocaban náuseas.Sarab suspiró y sentándose va orillas de la cama acarició lentamente mis cabellos.—Has sufrido una gran desilusión, ¿no es así, cariño?Mi mirada chocó con la suya y noté la comprensión y la pena en la suya.—Lo sé. Hace meses desperté una noche, sedienta como no imaginas, salí al jardín y al regresar te vi. Estabas acompañada por un hombre, que aunque cubría su rostro yo no tenía la menor duda de quién era.Arrugué el entrecejo.—Incluso, te confronté al día siguiente y te dije que no podemos tener amantes, así fueran eunucos. Y supe que tú no tenías ni la menor idea de la verdadera identidad del hombre con el que había visto. —¿Por qué no me lo dijiste?- supliqué.—Pues, porqu
A pesar del portentoso suceso de Umara con los leones, hubo más de un noble del imperio que al escuchar la noticia de quién comandaba al ejército rebelde decidió tomar todas sus pertenencias valiosas y abandonar Tarmén.Día tras días las caravanas salían de la ciudad para perderse en el horizonte, con rumbo al oeste o al Sur y la incertidumbre y el pánico comenzó a apoderarse de los que aún permanecían en la capital.Para evitar caer en posibles complots de asesinato y otras estratagemas, Alessios tomó a sus esposas, a su ejército y se fue a montar campamento contra el enemigo a quinientas millas de la ciudad. Así el enfrentamiento se produciría antes de que los invasores pudieses arribar a ella.El ejército de Cassandra avanzaba lentamente, porque estaba compuesto mayormente por infantería y soldados de a pie, de ahí que se estimaba que el enfrentamiento entre ambos se daría lugar en el plazo de tres meses.*******—¿Tendríamos que enojarte entonces?- masculló Zai.—Quizás.- respondi
Umara:—Acércate, florecita.En cuanto Cítiê no estuvo presente su voz se tornó ronca, melosa, grave, sin embargo comprimí mis labios y permanecí justo donde estaba.Le escuché gruñir y luego soltar una carcajada.—Eres tan desobediente y problemática, el pueblo hizo bien en creer que eres la reencarnación de nuestra diosa guerrera. Me ha complacido enormemente tu esfuerzo en entrenar con las demás Lunas, me enorgullece ver lo mucho que han aprendido a controlar sus dones.Guardo silencio.—Desde el primer momento en que te vi, supe que serías una espina en mi costado…tan altanera y orgullosa, pero a la vez tan frágil…Había evitado mirarle directamente, manteniéndole fuera de mi campo de visión, pero, evidentemente impaciente y avanzando a grandes zancadas, se posicionó justo frente a mí. Mantuve mi mirada fija en el suelo y la cabeza gacha.—¿Tanto has llegado a odiarme, florecita, que ni siquiera te muestras rebelde como antaño? Antes, me desafiabas manteniendo tu frente en alto, a
Umara: "En el año vigésimo segundo del reinado de Lunh, llegó profecía a Venrir, hijo Vermir, del gremio de los agoreros de la Luna: El príncipe nacido el tercer día del mes de Huruk, Será grande en fuerza y destreza, La tierra temblará bajo el poderío de sus pies, La luna, el sol y las estrellas girarán a sus órdenes, Sus enemigos temblarán ante su nombre, Su gloria cubrirá la tierra y Seis Lunas coronarán sus sienes. Hasta la llegada de la séptima Luna, Eclipsando a la primera y desterrándola, Trayendo consigo una luz más potente, Recuperando lo que se había perdido Y devolviendo la vida a lo que había muerto.” El pergamino tiembla entre mis dedos. Sentada sobre un cojín en el suelo, vienen a mí los más disimiles recuerdos. Mi campamento en llamas, la travesía hasta Tarmén, el mercado de esclavos…¡Alessios! Cubro mi boca con una mano para evitar gritar. Ahora lo recuerdo, fue él. Aquel guerrero implacable que azotó al mercader de esclavos y me subió a su montura. Lo
El ejército enemigo atacó en la madrugada.Alessios las había prevenido, ya que había sido capaz de escuchar el estruendoso ir y venir del enemigo preparándose. Las mujeres habían estado listas para el combate, habiendo cambiado sus pesados y lujosos vestidos desde hacía semanas por ropas de hombre, mucho más ligeras y prácticas para la batalla.Habían acordado mantenerse rodeando su carpa, ya que a Sarab no se le permitía utilizar su don y por lo tanto se le había convencido de quedarse dentro de la misma.Alessios combatía en primera línea, habiendo optado por mantener su forma animal. Los estragos que causó en el enemigo fueron incontables, con garras y dientes asesinaba a diestra y a siniestra. Aplastaba cabezas, extraía intestinos, desgarraba gargantas y devoraba a los rebeldes.Los capitanes del ejército dorado que se habían mantenido fieles combatían montados a caballo, degollando enemigos a su paso.Tras la primera ola de asalto, el blanco campo cubierto de nieve se había teñi
—¿Donde está tu señora?- interrogó Umara al rebelde que aún quedaba vivo, prisionero dentro de una cárcel de hielo.Habiéndo curado a Sarab, Umara le pidió a Mem que regresara con Cítiê y ella al campamento, las chicas protestaron, por supuesto, no deseaban bajo ningún concepto abandonar a Umara.—Por favor…puede que Burya y Zai necesiten refuerzos, además, si cuatro fieras hambrientas no pudieron devorarme, dudo mucho que Cassandra tenga mejor suerte.Tras varias protestas y muchas quejas, las mujeres se marcharon de regreso al campamento, dejando a Umara a solas con el rebelde—Aléjate de mí, bruja.- el rebelde escupió a Umara en el rostro.- en mi país a las mujeres como tú las quemamos vivas.Umara sonrío.—Es un alivio entonces que no estemos en tu país, ahora responde, ¿dónde está Cassandra?***Cassandra supo que la batalla estaba perdida en cuanto vio al ejército replegarse, los rebeldes estaban temerosos del terrible lobo que los despedazaba, de los capitanes que los pasaban p
Ambos combates se desarrollaban a la vez.Mientras el portentoso lobo perseguía al arquero a través del espeso bosque, Umara huía de la furia asesina de Cassandra.—¡Te destriparé con mis propias manos, maldita! ¡Desde que apareciste mi vida y mis planes perfectos se vinieron abajo!—¿Llamas perfecto a envenenar a tu propio esposo?Una expresión de fatalidad cubrió el rostro de la rubia.—No lo habría hecho si él no me hubiera forzado a ello.—¿Quién? ¿Tu hermano?- masculló Umara, lanzando bolas de nieve en dirección a Cassandra con la esperanza de mantenerla alejada.—¡Por supuesto que no, imbécil!- rugió Cassandra, roncamente.- me refiero al infiel de Alessios, aún cuando yo portaba la marca que me convertía en su pareja destinada él fijó su vista en la siguiente mujerzuela que apareció, y la próxima, y la próxima, ¡hasta llenar su harén con esas vacas inmundas!Umara arrugó la frente.—A pesar de mis súplicas y lloros, no me prestó ni un ápice de atención. A él solo le importaba cu