Bestias salvajes:

El consejo permaneció en silencio tras escuchar las palabras de Cassandra. Una docena de esclavas, nerviosas y evidentemente asustadas fueron llamadas a testificar contra lady Umara.

—Se niega a beber del agua sagrada.

—Eleva cánticos de adoración a otros dioses.

—Se postra sobre su frente en tierra ante árboles y les habla.

—No come los alimentos ofrecidos primero a nuestros dioses.

—Tres veces al día, eleva plegarias y comete traición a nuestras leyes.

Los testimonios de la servidumbre pintaban un cuadro desfavorable para Umara. No se le acusaba de un delito menor, sino de cometer herejía, abierta y descaradamente.

El Emperador contuvo el fuerte ataque de rabia que lo recorría, en ese instante su mayor anhelo era ver sangrar a aquellas doncellas del cortejo, una por una.

—Como podéis ver, mi Señor, la evidencia contra la nómada es incontrovertible.- murmuró Cassandra dulcemente, tan dulcemente que al emperador le resultó repugnante ver que era incapaz de ocultar el ponzoñoso odio qu
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