Capítulo 24
Amanda, temiendo lastimar su herida, se hizo con delicadeza a un lado.

No esperaba que Jorge también se moviera hacia el borde de la cama, dejando suficiente espacio entre ellos para que cupiera perfectamente un hombre de doscientas libras.

Apagaron la luz, y el aire en la habitación se tornó pesado y cargado de tensión.

Amanda respiraba agitadamente.

Con el paso de los minutos, el sueño no llegaba. Nunca en realidad había compartido la cama con un hombre.

En tres años con Lucas, nunca hicieron nada inapropiado.

De repente, escuchó la respiración algo irregular de Jorge. No parecía estar normal.

—¿Jorge, estás bien?

Lo tocó suavemente, y su piel estaba ardiendo.

Encendió la luz apresurada para ver qué sucedía.

Jorge tenía la cara enrojecida y sudaba profusamente. Claramente tenía fiebre.

Fruncía el ceño, su expresión era de dolor, incluso murmuraba.

Parecía un nombre de alguien.

Amanda no pudo detenerse en ese instante y llamó a Tony. Él venía con un médico.

—Si la fiebre es muy alta,
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