La invitación de Vincent, tomó por sorpresa a Allie, aunque era un hombre muy atractivo, no sé imaginó que estuviera interesado en ella o al menos no lo parecía. —Debes pensar que estoy loco —murmuró Vincent, avergonzado. —No —Lo tranquilizó—. Solo que no me lo esperaba. —Bueno, no estoy pidiendo nada indebido, solo salir a cenar. La enfermera se quedó pensando por unos minutos, ya que tenía mucho tiempo sin salir a divertirse y las cosas iban mejorando. —Acepto la invitación —respondió, haciendo reír a Vincent, a quien le había parecido una eternidad la espera de esa respuesta. —¿Te parece bien el sábado? —Claro, ¿dónde nos vemos? —Pasaré a recogerte. —Está bien, te enviaré la dirección. —Gracias, Allie. Te prometo que no te arrepentirás —Se despidieron y Vincent volvió al interior de la residencia, mientras Allie se subía al coche. Al llegar a la mansión, estacionó el coche, se bajó y antes de que pudiera cerrar la puerta de la cochera, llegó Gabriel en su moto. Amb
Gabriel se sentía inquieto y no le gustaba el porqué. Esa rara sensación en la garganta, cuando vio a Allie en la escalera, y la forma en que Vincent la había mirado embobado al verla aparecer por la puerta, lo dejaron con ganas de golpearlo contra el muro, pues una extraña sensación, que nunca antes había experimentado, crecía en su interior.Se paseaba de un lado al otro por el balcón. Necesitaba sentir el viento en su cuerpo, entregándole la calma que no tenía.—Necesito salir… Se puso sus botas, tomó su chaqueta y salió de su habitación, encontrándose en las escaleras con Emma, que le llevaba algo de comida.—Te preparé algo de comer, hijo.—No tengo apetito, Emma —Acunó su rostro y le dejó un beso en la frente—. Gracias.Bajó lo más rápido que sus piernas lo pudieran llevar. Entró a la cochera, tomó las llaves de la motocicleta que le dejó su abuela y tras abrir la puerta, salió a toda velocidad, sin rumbo aparente. Después de conducir por casi una hora, dando vueltas por la ci
—¿¡Por qué me pegas!? —exclamó Gabriel furioso, apretando los dientes—. Ya se te hizo costumbre —bufó, sobando su mejilla. —He permitido que me hagas la vida imposible, incluso, me he armado de paciencia para soportarte —suspiró—. Pero jamás, escúchame bien, jamás, voy a permitir que le hagas daño a mi hermano —gritó. —¿Estás loca? —cuestionó—. Conocí a Timmy por casualidad. —Claro, así como por casualidad me ofreciste ese estúpido trato, para que renuncie a la herencia. Una coincidencia, ¿no?—Aunque no lo creas, eso fue —aseguró—. Y creéme, tampoco te quiero cerca de mí. Ese estúpido trato, como tú lo llamas, es la mejor solución para terminar de una vez por todas con está ridícula situación. —Lo consultaré con Leonard y después te daré una respuesta —Lo retó y se dió la vuelta para volver a la piscina. Gabriel la tomó del brazo para detenerla. —¿No te das cuenta? Si seguimos así, esto acabará mal.—Lo sé, pero no será por mi culpa —respondió la castaña y salió dejándolo en la
Joseph tomó una mochila, se surtió de algunas linternas, cobijas y abrigo, ya que el bosque es bastante frío y húmedo. Gabriel sintió algo extraño en su estómago, cuando el cielo se iluminó por un rayo a lo lejos, seguido de un fuerte trueno. Se apresuró y fue al encuentro con Joseph, quien estaba intranquilo ante la inminente tormenta que amenazaba su búsqueda. —¡Apúrate, Gabriel! —exclamó Joseph impaciente, entregándole una linterna. Ambos hombres se internaron en el bosque y comenzaron a caminar, mientras gritaban sus nombres, alumbrando de un lado al otro. (...) Faith y Allie empezaron a caminar de vuelta, dejando atrás la iluminada ciudad a sus espaldas, internándose en el oscuro y frío bosque. Después de haber caminado por un largo rato, Allie sintió que habían estado dando vueltas en círculos y que Faith no sabía por dónde volver. —Sabes por dónde regresar, ¿verdad? —preguntó, justo cuando un rayo iluminó el cielo y un trueno las asustó—. Debemos apresurarnos, o la lluvia
¡Hiciste trampa! El sábado por la mañana, Allie se estaba poniendo su traje de baño, mientras esperaba a que llegara su amiga. Despertó muy temprano y bajó a desayunar, ya que no quería encontrarse con Gabriel. Escuchó unos golpes en la puerta y se acercó a abrir. —¿Por qué cierras con llave? —interrogó su amiga Gina, entrando. —Porque no falta quién entre sin tocar —respondió—. ¿Te recibió Emma? —No, me abrió Gabriel y me dijo que podía pasar —Allie puso los ojos en blanco. —Seguramente su amabilidad tiene algún interés —espetó la castaña. —Lo invité a pasar la mañana con nosotras en la piscina —mencionó la rubia, cubriéndose la cara. —¡Gina! —¿Qué? Dijiste que me compartirías tu suerte y ver a Gabriel en bañador, se puede contar cómo ser una generosa y buena amiga —bromeó—. ¿Estás bien con él? —No sé a qué le llames bien. Hablamos lo necesario e intentamos evitarnos lo más posible —explicó—. Ahora ponte tu traje de baño, vamos a la piscina y espero que la pasemos bie
Allie jugaba nerviosa con los dedos sobre su regazo, mientras Vincent buscaba las palabras exactas para decir lo que quería. —Eso sonó fatal —Se rio nervioso—. Lo que pasa, es que debo confesarte algo y espero que no lo vayas a tomar a mal —Se volteó a mirarla, encontrándose con los expresivos ojos verdes de Allie, que lo miraban con atención. —Supongo que será algo importante, si no podías esperar a finalizar la cita —aseveró. Vincent tomó su mano y la miró a los ojos. —Allie, eres preciosa y muy simpática, de verdad estoy encantado por salir contigo —dijo nervioso—, pero mi real interés, está puesto en tu amiga Gina —confesó, por lo que Allie abrió sus ojos con sorpresa, pues definitivamente, no era algo que esperaba oír, pero que a la vez, la hacía muy feliz. —¿De verdad? —preguntó con más entusiasmo del que debería. —Espero que no hayas pensado otra cosa… —contestó, rascándose la nuca
Allie suspiró aliviada al ver a Charlotte. —Mucho gusto —contestó amable—. Estaba empezando a estresarme, ya que no tengo idea de lo que debo llevar. —Leonard lo mencionó y por eso estoy aquí —explicó—. Te aseguro que con lo que te pongas, te verás hermosa. —Gracias —respondió la castaña, con una enorme sonrisa. —Por suerte, tenemos algunas horas antes del vuelo, así que, pongámonos a trabajar —sonrió. Había varios vestidos elegantes que podría usar, cada uno con un estilo diferente. Se los probó para que Charlotte pudiera darle el visto bueno y se decidieron por uno de color morado, que le quedaba perfecto y le hacía una figura envidiable. —Espera, ahora regreso —Se disculpó la elegante mujer, saliendo de la habitación. Allie se miraba al espejo sin poder creer lo que veía. La tela del vestido era tan suave y sedosa que se sentía como un guante hecho a la medida, el color resaltaba mucho con el tono de su piel y el corte sirena, conseguía que todos sus atributos natural
Allie comenzó a prepararse para la cena, desempacando los vestidos y colocándolos en el closet para que no se estropearan. Tomó el ajustado vestido color chocolate que le sugirió Charlotte, pasó las manos sobre la tela y recorrió las texturas de este, pensando con qué lo combinaría.Se miró al espejo y suspiró, tras ponerse el elegante vestido, se calzó unos zapatos negros con tacón fino, eligió una bolsa de mano en tonos dorados y fue al baño, para comenzar a maquillarse. Alisó su cabello y rectificó el maquillaje, dándole énfasis a sus ojos, en tonos tierra. —¿Cuándo te ibas a imaginar entre cenas sofisticadas y galas de etiqueta, Allie? —murmuró a la nada.Tomó una bocanada de aire cuando finalmente salió de la habitación, esperando encontrarse con Gabriel y bajar juntos para ir a la cena.El retumbar de sus tacones se escuchaba por todo el penthouse, el cual se dedicó a recorrer, mientras esperaba a su acompañante, que no aparecía por ningún lugar.Las luces de la ciudad la cauti