Allie jugaba nerviosa con los dedos sobre su regazo, mientras Vincent buscaba las palabras exactas para decir lo que quería.
—Eso sonó fatal —Se rio nervioso—. Lo que pasa, es que debo confesarte algo y espero que no lo vayas a tomar a mal —Se volteó a mirarla, encontrándose con los expresivos ojos verdes de Allie, que lo miraban con atención.—Supongo que será algo importante, si no podías esperar a finalizar la cita —aseveró.Vincent tomó su mano y la miró a los ojos.—Allie, eres preciosa y muy simpática, de verdad estoy encantado por salir contigo —dijo nervioso—, pero mi real interés, está puesto en tu amiga Gina —confesó, por lo que Allie abrió sus ojos con sorpresa, pues definitivamente, no era algo que esperaba oír, pero que a la vez, la hacía muy feliz.—¿De verdad? —preguntó con más entusiasmo del que debería.—Espero que no hayas pensado otra cosa… —contestó, rascándose la nucaAllie suspiró aliviada al ver a Charlotte. —Mucho gusto —contestó amable—. Estaba empezando a estresarme, ya que no tengo idea de lo que debo llevar. —Leonard lo mencionó y por eso estoy aquí —explicó—. Te aseguro que con lo que te pongas, te verás hermosa. —Gracias —respondió la castaña, con una enorme sonrisa. —Por suerte, tenemos algunas horas antes del vuelo, así que, pongámonos a trabajar —sonrió. Había varios vestidos elegantes que podría usar, cada uno con un estilo diferente. Se los probó para que Charlotte pudiera darle el visto bueno y se decidieron por uno de color morado, que le quedaba perfecto y le hacía una figura envidiable. —Espera, ahora regreso —Se disculpó la elegante mujer, saliendo de la habitación. Allie se miraba al espejo sin poder creer lo que veía. La tela del vestido era tan suave y sedosa que se sentía como un guante hecho a la medida, el color resaltaba mucho con el tono de su piel y el corte sirena, conseguía que todos sus atributos natural
Allie comenzó a prepararse para la cena, desempacando los vestidos y colocándolos en el closet para que no se estropearan. Tomó el ajustado vestido color chocolate que le sugirió Charlotte, pasó las manos sobre la tela y recorrió las texturas de este, pensando con qué lo combinaría.Se miró al espejo y suspiró, tras ponerse el elegante vestido, se calzó unos zapatos negros con tacón fino, eligió una bolsa de mano en tonos dorados y fue al baño, para comenzar a maquillarse. Alisó su cabello y rectificó el maquillaje, dándole énfasis a sus ojos, en tonos tierra. —¿Cuándo te ibas a imaginar entre cenas sofisticadas y galas de etiqueta, Allie? —murmuró a la nada.Tomó una bocanada de aire cuando finalmente salió de la habitación, esperando encontrarse con Gabriel y bajar juntos para ir a la cena.El retumbar de sus tacones se escuchaba por todo el penthouse, el cual se dedicó a recorrer, mientras esperaba a su acompañante, que no aparecía por ningún lugar.Las luces de la ciudad la cauti
Allie se sentía incómoda ante la mirada de Gabriel, quien abrió los ojos con asombro y parecía respirar un poco más rápido.—¿Quién eres tú y dónde está Gabriel? —preguntó divertida, aunque realmente también se sorprendió al verlo tan guapo y elegante. —¡Te ves preciosa! —Reaccionó Gabriel, por fin. —Gracias, tú no estás nada mal. Hasta pareces una persona decente —bromeó, haciéndolo reír. Sin apartar sus miradas, se acercaron, quedando frente a frente, demasiado cerca. Tanto, que podían escuchar la irregularidad en la respiración del otro. —Me parece que es hora de irnos —mencionó Gabriel, aclarándose la garganta para quitarse las ganas que tenía de besarla. —¿Por qué te recogiste el cabello? —preguntó Allie. —Quería parecer decente —respondió, haciendo alusión a su comentario anterior—. ¿Crees que debería soltarlo?—Sí. Seguirías elegante, pero sin perder tu esencia —contestó, guiñandole un ojo. Gabriel sonrió de medio lado y se soltó el cabello. Allie se acercó y le ayudó u
La música continuaba sonando, mientras Allie y Gabriel continuaban sumergidos en ese beso que no querían cortar. Pero como nada dura para siempre, el carraspeo de una mujer a su lado, les rompió el momento, por lo que se soltaron como si les hubiese dado la corriente. —Siento interrumpir, pero la Hermana Regina y otros invitados, se quieren despedir —dijo una avergonzada Charlotte. —Yo… Si me disculpan, vengo enseguida —respondió la enfermera, con las mejillas sonrojadas. Gabriel no pudo evitar seguirla con la mirada, mientras comenzaba a sentir el vacío que dejó la ausencia de Allie en él. —Es preciosa, ¿verdad? —comentó Charlotte, a lo que el castaño asintió, sin decir una sola palabra—. Acompáñame —pidió, señalándole la mesa donde se encontraba la Hermana, junto a otras mujeres. Allie caminó lo más rápido que pudo al baño, cerrando la puerta detrás de sí. Su corazón latía con fuerza en su pecho y como acto reflejo, llevó sus dedos a sus labios, los cuales acarició lentamente,
Gabriel se desplomó al lado de Allie, mientras aún regulaban su respiración. Pasaron unos minutos sin que ninguno reaccionara o dijera nada. —Creo que… —Antes de que pudiera hablar, Gabriel volvió a besarla y ella se dejó llevar de nuevo por la pasión. Sus cuerpos se amoldaban a la perfección y no repararon en disfrutarse sin reservas. —Estoy agotada… —musitó Allie, somnolienta y cansada, después de varios orgasmos más. Se acomodó sobre su pecho, tomándolo por sorpresa y así se quedaron por unos momentos, hasta que notó que se había quedado profundamente dormida. Él también se sentía agotado, así que pasó su mano por la espalda desnuda de su compañera, acariciando la suavidad de su piel y se relajó tanto, que se dejó llevar por el sueño. (...)Allie se removió en la cama, cuando la luz del sol entró por la ventana. Abrió los ojos e intentó moverse, ya que se sentía un poco acalorada. En ese momento, se dio cuenta de que sus pies estaban enredados con los de Gabriel y recordó todo
Comenzó a mover la cabeza en señal de negación, mientras Becky y su marido, se miraban cómplices con una amplia sonrisa. El silencio de Gabriel, dejaba en claro sus sentimientos y sabían que para su amigo, no sería nada fácil reconocer lo que le estaba sucediendo.—Bueno, y ¿qué más hicieron en Nueva York? —preguntó Becky, para comprender el contexto.—No quiero hablar de eso… —pidió Gabriel, comenzando a probar la comida, pues estaba hambriento y recién se había percatado de aquello—. Esto está riquísimo —mencionó, con la boca llena.—¿Cómo es que te dejaron venir? —Ustedes son mi familia y son la excepción —respondió—. Me hará bien cambiar de aires —Se volteó a ver a Neil, que cuchicheaba entre susurros con Becky—. ¿Todavía tienes tu vieja motocicleta?—Sí, la tengo en la cochera —respondió Neil, alzando una ceja—. No sé si está operativa, Gabo…—La dejaré funcionando —aseveró—. Necesito poner en orden mi cabeza.—No es necesario que desaparezcas, Gabo. Puedes hablar con nosotros —
Gabriel llevaba unos días acampando y de alguna manera, estar rodeado de la naturaleza, le había permitido pensar y sentirse un poco más relajado. No estaba seguro si realmente amaba a Allie, o sentía algo por ella, pero no podía negar que la extrañaba demasiado, sobre todo cuando se enojaba y sus mejillas se sonrojaban por los corajes que le hacía pasar, incluso notaba que arrugaba la nariz, como lo hacía Timmy cuando sonreía. Si bien era cierto que sus planes iniciales, eran quedarse con toda la herencia, para vengar a su padre, ahora estaba tan confundido como para pensar con claridad y tomar una decisión, que necesitaba saber la verdadera historia de su abuela y así poder entender todo lo que sucedió. Sus abuelos, los padres adoptivos de Raymond, siempre fueron cariñosos y atentos, por lo que nunca entendió por qué su padre no valoró eso, ya que tuvo mucha suerte en tener una familia que lo llenara de cariño, el que nunca fue suficiente él. —Hola, guapo —Lo saludó una chic
El día inició movido para Allie, ya que Gina la había llamado muy temprano en la mañana, para pedirle que la acompañara al centro comercial.—Buenos días —saludó al entrar en la cocina. —Buenos días, mi niña. Ya te sirvo el desayuno —respondió Emma, poniéndose de pie.—No te preocupes, Emma, voy de salida y obligaré a Gina a que me invite el desayuno por sacarme de la cama tan temprano un sábado —dijo divertida.—¿Vendrán Vera y Timmy a cenar? —preguntó la mujer.—Sí, pasaré por ellos de regreso a casa —Asintió—. Que tengan buen día, nos vemos luego —Se despidió, tomando una manzana.—¡Que te vaya bien! —exclamó en despedida—. Por lo menos hoy se ve de mejor ánimo —aseveró Emma.—Creo que ver a su familia, le hará muy bien —rebatió Joseph.Allie aparcó el coche en el gran estacionamiento del centro comercial y se reunió con Gina en la cafetería donde solían juntarse siempre.—Más te vale que me invites el desayuno —bromeó—. ¿Tienes alguna idea de lo que quieres?—Di vuelta mi armario