Joseph tomó una mochila, se surtió de algunas linternas, cobijas y abrigo, ya que el bosque es bastante frío y húmedo. Gabriel sintió algo extraño en su estómago, cuando el cielo se iluminó por un rayo a lo lejos, seguido de un fuerte trueno. Se apresuró y fue al encuentro con Joseph, quien estaba intranquilo ante la inminente tormenta que amenazaba su búsqueda. —¡Apúrate, Gabriel! —exclamó Joseph impaciente, entregándole una linterna. Ambos hombres se internaron en el bosque y comenzaron a caminar, mientras gritaban sus nombres, alumbrando de un lado al otro. (...) Faith y Allie empezaron a caminar de vuelta, dejando atrás la iluminada ciudad a sus espaldas, internándose en el oscuro y frío bosque. Después de haber caminado por un largo rato, Allie sintió que habían estado dando vueltas en círculos y que Faith no sabía por dónde volver. —Sabes por dónde regresar, ¿verdad? —preguntó, justo cuando un rayo iluminó el cielo y un trueno las asustó—. Debemos apresurarnos, o la lluvia
¡Hiciste trampa! El sábado por la mañana, Allie se estaba poniendo su traje de baño, mientras esperaba a que llegara su amiga. Despertó muy temprano y bajó a desayunar, ya que no quería encontrarse con Gabriel. Escuchó unos golpes en la puerta y se acercó a abrir. —¿Por qué cierras con llave? —interrogó su amiga Gina, entrando. —Porque no falta quién entre sin tocar —respondió—. ¿Te recibió Emma? —No, me abrió Gabriel y me dijo que podía pasar —Allie puso los ojos en blanco. —Seguramente su amabilidad tiene algún interés —espetó la castaña. —Lo invité a pasar la mañana con nosotras en la piscina —mencionó la rubia, cubriéndose la cara. —¡Gina! —¿Qué? Dijiste que me compartirías tu suerte y ver a Gabriel en bañador, se puede contar cómo ser una generosa y buena amiga —bromeó—. ¿Estás bien con él? —No sé a qué le llames bien. Hablamos lo necesario e intentamos evitarnos lo más posible —explicó—. Ahora ponte tu traje de baño, vamos a la piscina y espero que la pasemos bie
Allie jugaba nerviosa con los dedos sobre su regazo, mientras Vincent buscaba las palabras exactas para decir lo que quería. —Eso sonó fatal —Se rio nervioso—. Lo que pasa, es que debo confesarte algo y espero que no lo vayas a tomar a mal —Se volteó a mirarla, encontrándose con los expresivos ojos verdes de Allie, que lo miraban con atención. —Supongo que será algo importante, si no podías esperar a finalizar la cita —aseveró. Vincent tomó su mano y la miró a los ojos. —Allie, eres preciosa y muy simpática, de verdad estoy encantado por salir contigo —dijo nervioso—, pero mi real interés, está puesto en tu amiga Gina —confesó, por lo que Allie abrió sus ojos con sorpresa, pues definitivamente, no era algo que esperaba oír, pero que a la vez, la hacía muy feliz. —¿De verdad? —preguntó con más entusiasmo del que debería. —Espero que no hayas pensado otra cosa… —contestó, rascándose la nuca
Allie suspiró aliviada al ver a Charlotte. —Mucho gusto —contestó amable—. Estaba empezando a estresarme, ya que no tengo idea de lo que debo llevar. —Leonard lo mencionó y por eso estoy aquí —explicó—. Te aseguro que con lo que te pongas, te verás hermosa. —Gracias —respondió la castaña, con una enorme sonrisa. —Por suerte, tenemos algunas horas antes del vuelo, así que, pongámonos a trabajar —sonrió. Había varios vestidos elegantes que podría usar, cada uno con un estilo diferente. Se los probó para que Charlotte pudiera darle el visto bueno y se decidieron por uno de color morado, que le quedaba perfecto y le hacía una figura envidiable. —Espera, ahora regreso —Se disculpó la elegante mujer, saliendo de la habitación. Allie se miraba al espejo sin poder creer lo que veía. La tela del vestido era tan suave y sedosa que se sentía como un guante hecho a la medida, el color resaltaba mucho con el tono de su piel y el corte sirena, conseguía que todos sus atributos natural
Allie comenzó a prepararse para la cena, desempacando los vestidos y colocándolos en el closet para que no se estropearan. Tomó el ajustado vestido color chocolate que le sugirió Charlotte, pasó las manos sobre la tela y recorrió las texturas de este, pensando con qué lo combinaría.Se miró al espejo y suspiró, tras ponerse el elegante vestido, se calzó unos zapatos negros con tacón fino, eligió una bolsa de mano en tonos dorados y fue al baño, para comenzar a maquillarse. Alisó su cabello y rectificó el maquillaje, dándole énfasis a sus ojos, en tonos tierra. —¿Cuándo te ibas a imaginar entre cenas sofisticadas y galas de etiqueta, Allie? —murmuró a la nada.Tomó una bocanada de aire cuando finalmente salió de la habitación, esperando encontrarse con Gabriel y bajar juntos para ir a la cena.El retumbar de sus tacones se escuchaba por todo el penthouse, el cual se dedicó a recorrer, mientras esperaba a su acompañante, que no aparecía por ningún lugar.Las luces de la ciudad la cauti
Allie se sentía incómoda ante la mirada de Gabriel, quien abrió los ojos con asombro y parecía respirar un poco más rápido.—¿Quién eres tú y dónde está Gabriel? —preguntó divertida, aunque realmente también se sorprendió al verlo tan guapo y elegante. —¡Te ves preciosa! —Reaccionó Gabriel, por fin. —Gracias, tú no estás nada mal. Hasta pareces una persona decente —bromeó, haciéndolo reír. Sin apartar sus miradas, se acercaron, quedando frente a frente, demasiado cerca. Tanto, que podían escuchar la irregularidad en la respiración del otro. —Me parece que es hora de irnos —mencionó Gabriel, aclarándose la garganta para quitarse las ganas que tenía de besarla. —¿Por qué te recogiste el cabello? —preguntó Allie. —Quería parecer decente —respondió, haciendo alusión a su comentario anterior—. ¿Crees que debería soltarlo?—Sí. Seguirías elegante, pero sin perder tu esencia —contestó, guiñandole un ojo. Gabriel sonrió de medio lado y se soltó el cabello. Allie se acercó y le ayudó u
La música continuaba sonando, mientras Allie y Gabriel continuaban sumergidos en ese beso que no querían cortar. Pero como nada dura para siempre, el carraspeo de una mujer a su lado, les rompió el momento, por lo que se soltaron como si les hubiese dado la corriente. —Siento interrumpir, pero la Hermana Regina y otros invitados, se quieren despedir —dijo una avergonzada Charlotte. —Yo… Si me disculpan, vengo enseguida —respondió la enfermera, con las mejillas sonrojadas. Gabriel no pudo evitar seguirla con la mirada, mientras comenzaba a sentir el vacío que dejó la ausencia de Allie en él. —Es preciosa, ¿verdad? —comentó Charlotte, a lo que el castaño asintió, sin decir una sola palabra—. Acompáñame —pidió, señalándole la mesa donde se encontraba la Hermana, junto a otras mujeres. Allie caminó lo más rápido que pudo al baño, cerrando la puerta detrás de sí. Su corazón latía con fuerza en su pecho y como acto reflejo, llevó sus dedos a sus labios, los cuales acarició lentamente,
Gabriel se desplomó al lado de Allie, mientras aún regulaban su respiración. Pasaron unos minutos sin que ninguno reaccionara o dijera nada. —Creo que… —Antes de que pudiera hablar, Gabriel volvió a besarla y ella se dejó llevar de nuevo por la pasión. Sus cuerpos se amoldaban a la perfección y no repararon en disfrutarse sin reservas. —Estoy agotada… —musitó Allie, somnolienta y cansada, después de varios orgasmos más. Se acomodó sobre su pecho, tomándolo por sorpresa y así se quedaron por unos momentos, hasta que notó que se había quedado profundamente dormida. Él también se sentía agotado, así que pasó su mano por la espalda desnuda de su compañera, acariciando la suavidad de su piel y se relajó tanto, que se dejó llevar por el sueño. (...)Allie se removió en la cama, cuando la luz del sol entró por la ventana. Abrió los ojos e intentó moverse, ya que se sentía un poco acalorada. En ese momento, se dio cuenta de que sus pies estaban enredados con los de Gabriel y recordó todo