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El perverso médico se encontraba cada vez más cerca de la indefensa Alexandra, mientras ella permanecía bajo el efecto de las drogas que le habían suministrado para desestabilizarla, el nefasto médico buscaba aprovecharse de ella, pero no contaba con que Mark estaba ingresando al pabellón donde se encontraba recluida la joven, y al escuchar la voz del director se apresuró a entrar.

El sujeto la estaba tocando, y la miraba con los ojos desorbitados obnubilado por semejante belleza, quería poseerla a como diera lugar, desde que la vio la idea se instaló en su mente retorcida, y ese momento resultaba propicio para conseguir sus obscuros propósitos.

—Suéltala infeliz, no te atrevas a volver a tocarla—espetó Mark furioso.

No es lo que usted se imagina, lo que pasa es que la chica se puso difícil y estaba intentando controlarla —contestó él.

— No quieras intentar engañarme imbécil, sé perfectamente lo que estabas haciendo, y si se te ocurre volver a tocarla, será lo último que harás en tu miserable vida —advirtió.

— En el rostro del director se reflejaba un miedo atroz, así que sin mediar palabra se disponía a marcharse cuando Mark lo tomó por el cuello, lo miró a los ojos, obligándolo a sostenerle la mirada, el doctor temblaba de miedo, con los pacientes hacía lo que quería pero cuando se encontraba ante alguien superior a él, se comportaba como un cobarde.

— Escucha muy bien lo que te voy a decir, porque será la única vez que lo haré, Alexandra está en este lugar por otra razón, pero ni tú ni nadie va a propasarse con ella, Verónica ya te dio instrucciones de lo que debías hacer, pero si se te ocurre abusar de ella en esa forma, te juro que te mato, ¿quedó claro? —amenazó Mark.

El director asintió, se dio la vuelta y se marchó dejando a Mark a solas con Alexandra, Mark se acercó y la miró con compasión, él siempre había estado enamorado de ella en silencio, pero Verónica se obsesionó con él, y como Mark era tan ambicioso, decidió convertirse en su cómplice para adueñarse de todo.

Era la única forma, pues Alexandra jamás se lo hubiese permitido, en cambio Verónica, era manipulable y su pasión por él la dominaba, por lo que con ella podría actuar a su antojo.

Le dolía ver a Alexandra en ese estado tan deplorable, pero era más grande su sed de poder que el amor que decía sentir por ella.

— Mi Alexandra, te juro que yo no quisiera lastimarte, pero tu malvada hermana te odia demasiado, no soporta que tú seas mucho mejor que ella, perdóname por favor por no poder sacarte de este lugar, pero te prometo que haré todo lo que pueda para que nadie te lastime —prometió.

Mark se fue dejando a Alexandra a merced de esa gente sin escrúpulos, que no tendría reparo en dañarla y hacerle vivir un verdadero infierno tal como se los había pedido Verónica.

Cuando Mark se disponía a salir de la clínica, recibió una llamada de la mujer que se estaba convirtiendo en su peor pesadilla, Verónica podía ser muy obstinada si se lo proponía, sobre todo porque se consideraba la dueña absoluta de todo y de todos, incluido Mark.

— Vaya, hasta que te dignas a contestar mis llamadas, te recuerdo que siempre debes estar disponible para cuando yo te necesite —inquirió Verónica totalmente furiosa.

— Cuida muy bien el modo en que me hablas Verónica, no estás tratando con ninguno de tus criados —advirtió Mark poniéndola en su lugar.

— No te equivoques conmigo querido, aquí quien manda y dice lo que se tiene que hacer soy yo, y te hablo como se me da la gana, te espero en media hora en la empresa para que me acompañes en la conferencia de prensa —concluyó cortando la comunicación.

Mark estaba furioso por la manera en la que Verónica le había hablado, no soportaba sus ínfulas de grandeza, y su actitud estaba comenzando a sacarlo de quicio, pero por el momento no le quedaba otro remedio que seguirle el juego hasta que pudiera cumplir su objetivo.

Mientras tanto Alexandra estaba saliendo del estado en el que se encontraba, poco a poco iba recobrando la conciencia, abrió los ojos y comprobó con horror que no se trataba de una pesadilla todo lo que había estado ocurriendo, realmente su hermana le había tendido una trampa y ahora se encontraba recluida en ese horrible lugar del cual no tenía idea de cómo poder salir.

La más cruel de las enfermeras llegó hasta donde ella se encontraba, la miró con desprecio, tal como si se tratara de un objeto sin valor, la jaló por el cabello devolviéndola a su triste realidad.

— vamos princesita, es hora de tomar un baño, y más te vale que no intentes nada porque entonces te las verás conmigo —le dijo causando terror en Alexandra.

La condujo hacia los baños, los cuales se encontraban en muy malas condiciones, ella se sintió fatal, todo en aquel lugar le parecía espeluznante, parte del mismo infierno que su desalmada hermana le había prometido.

El agua estaba fría y un grito de horror se dejó escuchar cuando sin previo aviso la malvada enfermera comenzó a mojarla, ella se reía en forma despiadada al presenciar el sufrimiento que Alexandra experimentaba.

— Aquí no estás en tu castillo mamita, ya verás cómo pronto te voy a quitar la voluntad, muy pronto ya no quedará nada de lo que fuiste —repetía la enfermera ensañándose con ella.

Alexandra temblaba de frío, sus músculos se contraían al sentir el agua fría sobre su cuerpo, ella respiraba con dificultad debido al pánico que sentía, sus pensamientos estaban nublados por tanto dolor, por lo que se le dificultaba idear algo para intentar escapar. De pronto la imagen de su padre vino a su cabeza y se llenó de valor, se abalanzó sobre la enfermera tomándola por sorpresa, la tiró al piso e intentó arrebatarle el juego de llaves que traía.

— Dame las llaves o te saco los ojos m*****a —exclamó Alexandra haciendo acopio de las últimas fuerzas que le quedaban.

— Jamás podrás salir de aquí estúpida, ya verás cuando me libere la paliza que te voy a dar —advirtió.

Los ojos de Alexandra echaban chispas del coraje que sentía, golpeaba con furia a la mujer tratando de quitarle las llaves, no obstante ella estaba muy débil para lograr dominarla por completo y lograr escapar.

La enfermera comenzó a gritar para que el personal de la clínica viniera en su ayuda, Alexandra sabía que tenía muy poco tiempo para huir, que sería cuestión de minutos para que los guardias llegaran, así que hizo cuanto estuvo a su alcance para que su intento no fuera en vano, logró arrancar de sus manos el juego de llaves y la golpeó en la cabeza para dejarla inconsciente.

Con mucha dificultad caminó hasta la puerta, salió de los baños y buscó ocultarse de los guardias de seguridad, poco después la enfermera recobró el conocimiento y alertó a todos para que comenzaran a buscarla.

El destino de Alexandra pendía de un hilo, por lo que escapar de ese lugar era la única opción que le quedaba para sobrevivir, ya que si no lo conseguía, entonces el infierno que le esperaba terminaría por hacerla perder la razón, y allí sí que no podría hacer nada para salvarse.

La hazaña de Alexandra puso en revolución a toda la clínica, ella había logrado lo que nadie en todos esos años había podido, pero era preciso encontrarla antes que pudiera salir a la calle, pues de no ser así, todo estaría perdido para ellos, ya que Verónica no tendría piedad y sería implacable si sus planes se veían frustrados.

— Rápido, tenemos que encontrarla —decía el director muerto de miedo.

— No pudo ir muy lejos —señaló una de las enfermeras.

— Te advierto que si esa mujer se escapa, te voy a hacer pedazos con mis propias manos, y me encargaré de que no vuelvas a encontrar trabajo en ningún otro lado —inquirió él con rabia.

Alexandra permanecía oculta en el cuarto de los trebejos, lugar hasta donde había conseguido llegar gracias a la distracción de los guardias mientras la buscaban, tenía que encontrar la forma de escapar aprovechando la gran movilización que se había producido, puesto que si revisaban las cámaras de seguridad, inmediatamente llegarían hasta ella para volver a encerrarla.

Su mente estaba empezando a jugarle una mala pasada debido a los efectos de las drogas que le suministraron, la ansiedad se hacía presente provocando que su corazón latiera bastante rápido, el miedo y la incertidumbre le estaban haciendo mucho más difícil pensar en una posible solución a esa terrible bomba de tiempo.

El momento era crucial para ella, entre más tiempo pasara las posibilidades de salir con bien disminuían.

El personal buscaba en forma desesperada a Alexandra, los gritos del nefasto director se oían por todos lados, los rostros de todos lucían desencajados, sabían que lo que les esperaba si las cosas se salían de control no sería nada bueno, las consecuencias de todo aquello serían terribles, provocando la caída inminente de toda esa organización criminal que lucraba con la enfermedad de los pacientes haciéndoles vivir el tormento más terrible de su existencia.

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