Margaret temblaba de miedo, por primera vez en su vida se veía expuesta a un verdadero peligro, nunca antes se sintió vulnerable, pero en esta vida los actos que se cometen siempre llegan a tener repercusiones, y en ese momento había llegado su turno de pagar por todo el mal que había cometido con los pacientes de aquella endemoniada clínica. Alexandra se acercó un poco más para ser testigo del sufrimiento de quién había sido su Verdugo por tanto tiempo, ese hombre no tendría contemplaciones con ella, así como Margaret no las tuvo para con todos los pacientes del lugar.– Ella es una bruja, guardias, atrápenla, quiero que la encadenen y le quiten la ropa – Ordenó Max.– No señor, usted está confundido, yo soy la asistente del director, soy la encargada de este lugar – Decía Margaret tratando de convencerlo.– Cállate, no digas ni una sola palabra, tú eres mala, eres una bruja y recibirás tu merecido – Espetó Max furioso mientras la abofeteaba.Margaret jamás había sentido tanto miedo,
Diana escuchaba horrorizada los gritos de terror que tanto el director como la enfermera emitían, se imaginó lo espeluznante de la escena y se llenó de miedo, pero en ese momento necesitaba ser fuerte, pues de ello dependía su completa libertad y la de su amiga. El fuego empezaba a propagarse rápidamente, la alarma antiincendios comenzó a sonar, causando una gran conmoción en todos los presentes.– La clínica se quema – Gritó con espanto uno de los guardias.– Rápido, salgamos de aquí, muy pronto esto se llenará de policías señor Phillips – Advirtió uno de los guardaespaldas.– Vámonos, y tú vienes conmigo, ahora me perteneces muñeca – Dijo Max a Alexandra.La chica se quedó paralizada ante lo que acababa de escuchar, no podía permitir que ese hombre la sacara de la clínica, pues si lo hacía, caería en un infierno mucho más grande aún. Pidió a los guardias que llevaran consigo a la muchacha y a ella no le quedó más remedio sino obedecer momentáneamente en lo que pensaba que podía hace
Mientras más se alejaban, Alexandra y Diana saboreaban el dulce sabor de la libertad, les había costado tanto poder llegar a ese momento. Muchos sufrimientos, humillaciones y torturas, pero ahora por fin lo que parecía imposible estaba allí, frente a sus ojos, el vehículo estaba en marcha, a toda velocidad para poder alejarse lo más posible de aquel lugar donde habían pasado el tiempo más terrible de su existencia.– Al fin somos libres Diana, sabía que este día llegaría – Gritaba eufórica Alexandra mientras bajaba los cristales para que el aire de la noche le pegara en el rostro.– Gracias a Dios pudimos escapar de este infierno – Exclamó ella mientras las lágrimas salían en forma inevitable.– ¿Y ahora que vamos a hacer? ¿Adonde iremos?, La desgraciada de mi hermana seguramente comenzará a buscarme en cuanto se entere de lo que sucedió – Dijo Alexandra preocupada.– No te preocupes por eso, aún tenemos un poco de tiempo el cual aprovecharemos, iremos a casa de mi tía, recogeremos a
Verónica escuchaba el informe del inspector, y sus palabras resonaban martillándole la cabeza como un constante recordatorio de lo que vendría para ella y su cómplice si todo aquello quedaba al descubierto.– ¿Cómo es posible que hayan perdido a mi hermana?, Son una sarta de inútiles – Despotricó Verónica en contra de las corporaciones a cargo.– ¿Existe la posibilidad de qué alguien hubiese sacado a su hermana de la clínica? – Preguntó siguiendo el protocolo de investigación.– Eso mismo deberían contestarme ustedes, se supone que son los expertos – Continuó ella.Mark se acercó y sutilmente la apretó en el hombro como señal de qué debería calmarse para no despertar suspicacias.– Los registros de su hermana aparecen, pero no hay rastro de ella, por eso es que le preguntaba si había la posibilidad de qué ella hubiese salido del lugar antes – Indicó.– La última comunicación que tuve con el director me dijo que su tratamiento estaba resultando sumamente complicado – Respondió Verónica
– Alexandra, me estás asustando, explícame por favor a qué te refieres con que tienes que morir – Preguntó Diana sumamente preocupada.– Ese automóvil está en llamas, desafortunadamente no hay sobrevivientes, dejaré allí mi collar, es una joya muy exclusiva cuyo certificado inmediatamente será descubierto y pensarán que estoy muerta – Propuso.– Pero eso es muy peligroso, ¿Piensas que van a creerlo así de fácil? –.– Estoy segura que lo harán, mi hermana no se caracteriza precisamente por tener una gran inteligencia, esa es la oportunidad que estaba buscando, acércate Diana, dejaremos el collar y un poco de mi cabello, así las muestras de ADN no dejarán lugar a duda de qué se trata de mi – Explicó.Existía riesgo en lo que se le acababa de ocurrir, no obstante, tendría que intentarlo, era la única manera de poder moverse con absoluta libertad, Alexandra quería vengarse, y sería mucho mejor si pudiera actuar desde la sombra. Se acercó e hizo que un poco de cabello quedará enredado en e
En el rostro de Verónica se dibujaba felicidad y preocupación a la vez, sabía que la muerte de Alexandra le traería grandes complicaciones si llegaba a anunciarse públicamente. El testamento de su padre era muy claro, sólo tendría acceso al 30% de la herencia, mientras que el otro 70% iría a parar a la beneficencia pública, lo cual no podía permitir de ninguna manera. Por otro lado, el saber a Alexandra muerta y fuera de su camino, la hacía sentir una inmensa felicidad, pues nunca la quiso, jamás significó nada para ella y por ende le alegraba profundamente haber podido deshacerse de ella aunque sea en forma indirecta, pero por supuesto que le habría encantado asesinarla con sus propias manos, quitarla del medio personalmente. Sin embargo si quería conservar la riqueza y el poder la necesitaba, Y eso le causaba una gran frustración.– Maldita, hasta después de muerta sigues fastidiándome la existencia – Pensó.– Inspector, necesitamos que la muerte de Alexandra permanezca oculta, mi h
Diana estaba desconsolada, perder a su hermana había representado el más duro golpe de su existencia, cuando perdió a sus padres al menos le quedó el consuelo de qué aún conservaba la compañía y el cariño de ese ser inocente que había quedado bajo su cuidado, Mariana lo era todo para ella, y aún cuando nunca pudieron disfrutar de una vida plena juntas debido a qué la joven enfermera siempre tuvo que trabajar para sacarlas adelante, tenerla era suficiente para sentirse feliz.– No puedo Alexandra, siento un dolor tan grande que no sé si algún día va a dejar de dolerme, mi hermana lo era todo para mí y ahora ya no está – expresó con un llanto profundo que se sentía en cada rincón del lugar.– Podrás, tú no estás sola, me tienes a mí y yo siempre te acompañaré, y voy a cuidarte tal como Mariana me lo pidió – exclamó su amiga en un gran gesto de unión y solidaridad.– Abrázame por favor, no me dejes sola, siento que la vida se terminó con la partida de mi hermana, mi corazón se me rompió
Una extraña sensación se apoderó de Alexandra, era una mezcla entre miedo y desesperación, no podía arriesgarse a que alguien la reconociera, así qué corrió a toda prisa mientras el hombre desconocido iba tras ella.– Señorita, espere, ¿Quién es usted?, ¿Qué hace en mi propiedad? – Decía el hombre intrigado ante la impactante figura de Alexandra.Ella no contestó, por el contrario echo a andar más aprisa hasta que logró perderlo, estaba sobresaltada, el corazón parecía quererse salir de su pecho.– Fue una imprudencia salir, ojalá no me haya reconocido – Pensó completamente preocupada.Volteó para todos lados para cerciorarse que nadie la seguía, y al ver que todo estaba bajo control entro a la casa, fue a la cocina a prepararse un té, necesitaba tranquilizarse, calmar los nervios que sentía, se preguntaba quién sería aquel misterioso sujeto, seguro vivía en aquella impresionante hacienda que tanto le había gustado. Después de tomar la infusión, Alexandra se fue a la cama, tenía que r