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Cuando Alexandra bajó del vehículo, sintió el terror más grande que alguna vez hubiese podido experimentar, por la magnitud de su cargo, se exponía a toda clase de peligros y en ese momento se encontraba ante uno de ellos.

–¿Qué quieren? ¿Por qué me hacen esto? – Decía ella con desesperación.

– Si coopera no le haremos daño – dijo uno de los delincuentes.

Alexandra estaba aterrorizada, ver a tantos hombres con armas suponía un miedo atroz, no obstante debía pensar con la cabeza fría y encontrar la manera de salir victoriosa de esta terrible situación.

– Supongo que si llegaron hasta aquí, saben del poder que tiene mi familia, puedo darles lo que me pidan a cambio de qué me liberen – ofreció ella.

– Basta de hablar tanto, llegó el momento de llevárnosla– Añadió otro de los delincuentes.

Al ver que se aproximaban hacia ella, Alexandra intentó escapar, pero fue imposible ya que ellos la superaban en número y en fuerza física, pero aún contra todo pronóstico decidió arriesgarse y jugarse el todo por el todo. Tenía habilidades en artes marciales, desde niña su padre siempre procuro que ella y su hermana obtuvieran el conocimiento para poder defenderse de toda clase de ataques en caso de ser necesario. Era momento de ponerlo en práctica y ella se defendió con todas sus fuerzas, haciendo hasta lo imposible por escapar de las garras de esos hombres que quién sabe con qué propósito la habían interceptado. A estos sujetos no les fue fácil, ya que lastimo a varios dejándolos inmovilizados, sin embargo había muy pocas posibilidades de qué ella pudiese lograr salir ilesa de todo aquello. Cuando al fin consiguieron el objetivo que perseguían, la subieron a un auto con los vidrios obscuros, le habían dado un golpe en la cabeza para dejarla inconsciente y dentro de media hora fue llevada ante sus captores.

– Aquí la tiene, no fue nada fácil, resultó bastante fiera la desgraciada– comentó el sujeto encargado de la misión.

– Aquí está lo prometido, desaparezcan del país – contestó Mark.

Se encontraban a las afueras de una clínica para enfermos mentales, así que se apresuraron a ingresarla antes de qué pudiese despertar. Todos estaban coludidos con la malvada Veronica y su cómplice, habían comprado a los doctores, al director y a parte del personal. Las órdenes eran conseguir que Alexandra se volviera loca, que perdiera la razón para de esa forma poder incapacitarla para el manejo de sus bienes. Veronica había robado el testamento redactado por su padre y por lo tanto sabía que la única heredera de todo el emporio Cooper sería su hermana y no ella, eso la enfurecida y aumentaba sus ganas de eliminarla para siempre, pero si la asesinaba, el 50% de la herencia iría a parar a instituciones de beneficencia pública, dejándole un porcentaje menor el cual no podría obtener por completo, si no a través de parcialidades mensuales suficiente para que pudiese vivir cómodamente, situación que disgustaba a la perversa mujer. La única manera de contar con el control absoluto era mantener viva a Alexandra muy a su pesar, pero ejercer dominio sobre ella y la única manera sería volviendo la loca para anular sus facultades y así disponer de todo a su antojo. Había planificado la venganza perfecta, en ese lugar le haría pagar a Alexandra por lo que supuestamente le había hecho a lo largo de toda su vida. Veronica era una mujer sin escrúpulos, capaz de conseguir las cosas recurriendo a lo que fuera con tal de lograrlo.

– ¿Qué novedades me tienes amorcito? – Preguntó Veronica.

– Tenemos a tu hermana, ya la ingresaron a la clínica, todo está listo para que comience su tormento – contestó el .

– Perfecto, no podrías haberme dado una mejor noticia, entonces, que comience la diversión – se burló de ella con absoluta maldad.

Las cartas estaban echadas, Veronica necesitaba acabar con todos los obstáculos que se interpusieran en su camino, lamentablemente, su padre era uno de ellos, y al no contar más con la protección de Alexandra, se había vuelto presa fácil para esa endemoniada mujer. Se dirigió a su habitación y le dio el día libre a la enfermera, así como al resto del personal de la casa, necesitaba quedarse a solas para llevar a cabo su malévolo plan. Cuando había conseguido sus propósitos, subió a la habitación donde se encontraba su papá, lo miró con un profundo odio y lo movió bruscamente para que se despertara. Lucas se sobresaltó, no entendía lo que estaba pasando, la miró confundido y ella correspondió con una mirada que le causó un terrible escalofrío por todo su cuerpo.

– ¿Qué pasa hija? ¿Por qué me despiertas de ese modo? – La interrogó su padre.

– Hoy por fin seré libre, por fin me desharé de todos los que me estorban papito querido – exclamó Veronica causando un miedo terrible a Lucas.

– No entiendo de qué me hablas Veronica, Me estás asustando – dijo él con preocupación.

– y tienes razón para hacerlo, ¿sabes?, En este momento tu hijita querida va rumbo a su final – le confesó ella.

– ¿Qué le hiciste a tu hermana?, No te atrevas a lastimarla, tu hermana es muy buena contigo, pero tus celos enfermizos y esa m*****a envidia que le tienes no te permiten ver la realidad – expresó Lucas con mucha dificultad para respirar.

– Cállate maldito viejo, eres un anciano decrépito incapaz de darte cuenta de lo que he pasado alrededor, la estúpida de tu hijita consentida, me ha arruinado la vida, me ha hecho vivir un infierno, y ahora yo se lo haré pagar, pero antes tengo que deshacerme de ti maldito estorbo – reveló ella con absoluta maldad.

– Por dios no, mi niña no – balbuceaba Lucas ante la falta de aire en sus pulmones.

– ¿Aún en tu lecho de muerte sigues defendiéndola desgraciado? Pues no volverás a verla, ni ella a ti, y te juro que la voy a hacer sufrir y pagará por todo el daño que tanto ustedes como ella me han hecho, y ahora muérete de una buena vez, muérete– le gritaba Verónica a su padre.

Los ojos del Lucas estaban desorbitados, un gesto de terror se dibujaba en su rostro, estaba pasando lo que siempre temió, en el fondo sabía que su hija no era una buena persona pero se resistía a aceptarlo. Veronica comenzó a desconectar las vías de oxígeno para eliminar a su padre, reía sin parar, pasaba del llanto a la alegría mientras perpetraba el asesinato. Lucas comenzó a quedarse sin aire, el gesto de sufrimiento era muy claro, lágrimas salían a borbotones, el color de su cara empezó a cambiar por la falta de oxígeno, hecho que alegraba a la malvada Verónica. Reaccionaba como una verdadera demente, le divertía ver el sufrimiento que su padre estaba viviendo, cuando Lucas dejó de respirar y perdió el conocimiento para después morir, comenzó a llorar como una niña desvalida, pero no por remordimientos de conciencia sino porque en realidad no estaba bien de sus facultades mentales, era ella quien tenía que estar recluida en un sanatorio para enfermos de esa índole y no su hermana Alexandra.

– ¿Por qué no me quisiste nunca papá? Ya ves, ahora tuve que matarte también a ti, primero lo hice con ella, porque los dos preferían a mi hermana, y a mí siempre me negaron su amor, siempre las atenciones fueron para Alexandra, los elogios, las felicitaciones, todo siempre fue para ella– exclamó Veronica pasando de un estado de ánimo a otro.

Cuándo se aseguró de qué Lucas hubiera fallecido, borró todas las evidencias que pudiesen inculparla, todo estaba planificado, el certificado de defunción lo habían conseguido recurriendo a gente sin escrúpulos capaz de hacer lo que fuera necesario por dinero. Veronica salió a toda prisa de su casa, quería presenciar personalmente el sufrimiento de su hermana, así que llegó a la clínica ingresando a través de una puerta secreta, en el lugar la esperaba Mark, quien aguardaba impaciente las órdenes de su cómplice.

– La fase dos del plan concretada cariño– Dijo Verónica cínicamente.

– ¿Lo mataste? ¿Te atreviste a asesinar a tu propio padre? – La interrogó el.

– No me quedaba otra opción, mi padre sería un estorbo demasiado grande si continuaba con vida, tarde o temprano querría saber de su adorada hijita, y eso para nada nos convenía – expuso ella.

– De verdad qué siempre he sabido que eres mala, pero hoy comprobé qué no tienes corazón – la increpó Mark.

– Déjate de remordimientos estúpidos y golpes de pecho que no nos sirven para nada, simplemente despeje el camino para construir nuestro imperio amorcito – explicó.

– No, si ahora me queda claro que es mejor tenerte de mi lado que siendo mi enemiga–Exclamó.

– Tú no tienes nada que temer, sabes que te amo y que jamás te haría daño, claro, siempre y cuando no se te ocurra traicionarme – lo amenazó ella provocando que Mark se sobresaltara.

– Tu hermana ya fue ingresada a la clínica, le inyectaron algo para afectar su salud emocional, y que poco a poco vaya perdiendo la razón – le informó .

– Quiero verla, necesito comprobar con mis propios ojos lo que me estás diciendo, quiero ser testigo de su decadencia – exigió.

Ambos entraron sin ningún problema a la clínica, el terreno estaba despejado para que ellos pudiesen ver a Alexandra, el medicamento ya había comenzado a surtir efecto, por lo que la joven hablaba desesperada, decía frases sin sentido y lloraba por lo que ese medicamento le estaba provocando. Tenía una camisa de fuerza, la cual imposibilitaba sus movimientos, así que Veronica se acercó y comenzó a abofetearla con furia.

– Así te quería tener infeliz, convertida en un guiñapo incapaz de hacer nada, ahora me perteneces, tú y tu miserable vida están bajo mi control, y te juro que haré que vivas mucho tiempo, para que sufras, quiero qué tu dolor sea tan grande que supliques porque te mate– repetía mientras la seguía golpeando.

– Ya basta, si sigues golpeándola de esa manera la vas a matar, y nada de lo que has hecho valdrá la pena – expresó Mark tratando de tranquilizarla.

– Tienes razón, su sufrimiento tiene que ser de a poco, por ahora el infierno ha comenzado, pero esto no es nada comparado con lo que le espera – advirtió.

Alexandra no era consciente de lo que le estaba pasando, pero cuando el efecto del medicamento se terminara lo que le esperaba se convertiría en su peor pesadilla.

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