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Vamos a culpar al alcohol

Lo miré asustada, después de que había escapado de él lo menos que quería era que me encontrara y menos en este estado de embriaguez extrema que tengo. Él, por su parte, no deja de mírame, me tiene los ojos puesto encima y creo que cada vez se acerca más a mí.

 – Pero si mira a quién tenemos aquí, la chica fugitiva

 – ¿Cómo? Yo no soy ninguna fugitiva

 – ¿Qué no? Si en cuanto fui a tu encuentro hace unas horas saliste literalmente corriendo con tu amiga

 – ¿Amiga? ¿Dónde está esa traidora? –ya me iba sintiendo un poco rara, además del mareo tenía una sensación rara en mi estómago

 – ¿Cuántas copas te has tomado? –me preguntó sin dejar de mostrarme su dentadura perfecta con una sonrisa

 – No han sido copas, han sido shots –dije sintiéndome orgullosa de mí

 – Ok fiera, ¿Cuántos shots han sido?

 – No lo sé, probablemente demasiados –sentía que la lengua se me enredaba de una forma muy torpe- o muy pocos, como nunca salgo, ni tomo… no lo sé

 – Pues sí que tu amiga es una traidora, no te debió haber dejado sola. Aunque, si lo piensas bien, no te dejó sola, me mandó a mí a cuidarte

 – ¿Te mandó?

 – Sí, está bailando con mi amigo, la vi, le pregunté por ti y aquí estamos ahora

 – Deberíamos bailar nosotros

 – No creo que estés en condiciones de bailar

 – Bueno, si tú no quieres está bien, yo voy a bailar hasta el amanecer –dije levantando mis brazos y mirando hacia arriba, lo que me provocó un grave mareo e hizo que me tambaleara

El chico me agarra rápidamente y estando más cerca de él pude sentir su pecho firme, era realmente alto, me sacaba como una cabeza, pude arrecostar mi cabeza a su hombro sin problemas.

Sus labios eran realmente carnosos, no podía dejar de mirarlos, llamaban mi atención quería besarlo con muchas ganas y probar su textura.

 – A ver, ¿Cuál es tu nombre?

 – Chica misteriosa –le respondí riendo a carcajadas

 – Está bien chica misteriosa, quédate aquí, voy a buscarte un poco de agua tónica, te hará bien y salimos a bailar ¿Te parece bien? –asentí con la cabeza- Bien entonces, no te muevas de aquí

Salió camino a la barra lo que me permitió observarlo de espaldas, era todo un panorama, deberían hacerle una pintura con su espalda. ¿Qué cosas pienso? El alcohol no me hace nada bien. 

De pronto se me acerca otro chico con una mirada muy desafiante

 – Hola bonita ¿cómo estás? –¡Ugh, qué asco! Típica frase de los tipos que van de picaflor desesperados por que alguna chica les presté atención

 – No gracias

 – ¿Pero qué dices? Si no te he preguntado nada

 – No quiero bailar, no quiero tomar nada, estoy esperando por alguien

 – Yo puedo ser ese alguien, puedo ser quien tú quieras que sea

 – No quiero que seas nadie, déjame en paz

 – Tú no sabes lo que quieres, vamos, te lo voy a mostrar –y me agarró mi mano jalando de ella 

 – ¡Que no quiero te he dicho ya! ¡Déjame! –le dije tratando de liberarme de su agarre

En ese momento llegó… espera ¿Cuál es su nombre? Bueno, llegó el chico del que escapé más temprano (lo llamaré chico 1) y le tomó con fuerza la mano al tipo que, a su vez, me agarraba la mía

 – Ya te ha dicho que la sueltes, te lo voy a decir yo una vez más, harás caso y te marcharás de aquí

 – ¿Y tú quién eres para decirme lo que debo o no hacer?

 – ¿No la vas a soltar?

 – Claro que no, tú no me mandas

Sin decir una sola palabra más el chico 1 le propinó una bofetada que hizo que se tambaleara y de inmediato los de seguridad se acercaron

 – Este tipo estaba molestando a la señorita, le dije que se alejara, pero no quiso a mis palabras

Los seguratas agarraron al tipo y lo condujeron fuera de la disco y luego regresaron a nuestro encuentro, estaba segura que nos iban a echar a nosotros también, pero, para mi asombro, uno de ellos se acerca y le dice a chico 1

 – Sentimos mucho todo este malentendido señor Lombardi - ¡Vaya, al fin tengo alguna forma de nombrarlo!

 – No se preocupen, como mismo usted dice, fue un malentendido

 – No volverá a suceder señor, disfrute la noche

Y sin decir nada más se marcharon

 – ¿Eres italiano? – el alcohol me hacía preocuparme por cosas absurdas, había acabado de estar implicada en una pelea y eso era lo único en lo que podía pensar

 – Sí, lo soy y tal parece que tú eres adicta a meterte en problemas chica misteriosa –dijo mientras caminaba hacia mí haciendo que yo retrocediera hasta chocar con la pared que estaba a mi espalda

Esta vez se colocó más cerca de mí, podía sentir su respiración, su aliento a menta y una vez más tenía sus labios casi que pegados a los míos. Pude apreciar su textura sin problemas y también un diminuto lunar que tenía en una esquina del labio inferior.

No me pude contener, no sé qué se apoderó de mí, pero me abalancé sobre su boca rodeando su cuello con mis brazos. ¡Oh, vaya que se sentía bien! Fue un beso suave por la complexión de sus labios, pero a la vez brutal, me venía conteniendo desde hacía un rato y di riendas sueltas a mis ganas.

Cuando logramos separarnos sus ojos negros no dejaban de mirarme dándome una sensación de amenaza

 – No sabes lo que acabas de hacer ¿no? –me quedé sin saber qué responderle- ¿Ahora no hablas?

 – Te besé

 – Oh no, hiciste más que eso. Yo estaba tratando de comportarme, calmar mis deseos, pero ahora tú acabas de abrir la caja de pandora

 – ¿Qué quieres decir? –le pregunté yo

 – Que ahora no me puedes dejar así

 – ¿Así cómo?

 – Así –dijo mientras se pegó a mí haciéndome sentir su bulto contra mi bajo vientre

 – ¿Y en qué momento yo dije que tenía la idea de eso? –definitivamente no soy yo la que habla, es el alcohol, en mi sano juicio no hubiera sido capaz de esto jamás.

Se quedó unos segundos mirándome sin dar crédito a lo que estaba escuchando, pero se recompuso enseguida

 – En ese caso vámonos, no alarguemos más esto, ¿para qué seguir fingiendo un buen comportamiento?

Me tomó de la mano y salimos caminando entre la multitud

 – Espera, Lis, mi amiga

 – Tu amiga está más que bien cuidada con la compañía de mi amigo, vamos

Me llevó hasta su coche, que, por cierto, parecía bastante lujoso. Me abrió la puerta trasera y dio la vuelta para sentarse junto a mí

 – Espera, ¿quién va a manejar?

Sin decir una sola palabra señaló hacia el asiento del conductor y en ese momento entró un hombre que parecía bien rudo y se sentó al volante, supuse que fuera su chofer. Sin demora comenzó a conducir el coche sin decir una sola palabra

 – ¿De casualidad me estás secuestrando? –le pregunté riendo al señor Lombardi

 – ¿Eres siempre así de graciosa?

 – No, probablemente si te hubieses cruzado cualquier otro día conmigo, ni te hubieses fijado en mí

 – Lo dudo, pero bueno, no, no te estoy secuestrando, te estoy llevando a mi habitación de hotel. Tú misma lo consentiste, así que no es secuestro

No dije nada más, simplemente volví a besarlo, no sé qué me estaba sucediendo esta noche. Algo tenía que estar mal dentro de mí, pero los deseos de besarlo no se me quitaban.

 – Tú me estás provocando claramente –me dijo él

 – No, te estoy incitando que no es lo mismo

 – Tienes que saber que cada acto tiene sus consecuencias y tú conocerás las tuyas esta noche

 – No puedo esperar a afrontarlas –le dije susurrando al oído logrando sacarle una sonrisa

En cuanto el coche se detuvo salimos directo a la entrada del hotel y sin hacer pausas me llevó directo a su habitación. Era una suit enorme, con unos lujos que jamás había visto. Cuando más entusiasmada estaba mirando a mi alrededor él se acercó a mí bruscamente empujándome contra la puerta (¡qué manía tenía de estarme empujando contra las superficies de las paredes y puertas!)

Esta vez fue él quien tomó la iniciativa para besarme. Si había pensado que las dos veces anteriores habían sido fuertes, estaba muy equivocada, se estaba conteniendo muchísimo. Aquí, en la seguridad de su cuarto se soltó. Sin dejar de besarme me cargó a ahorcajadas, haciendo que rodeara mis pies sobre su tronco.

 – No sabes con las ganas que me tienes de esto, desde que escapaste de mi encuentro hace unas horas –me dijo con una voz ronca que desprendía deseo

Sin decir nada más me llevó hasta su dormitorio.

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