Mi perdición

¡Oh por Dios! Esos labios, siempre han sido mi perdición. No es lo mismo recordar la forma en la que él me besaba que lo haga realmente. Había intentado tanto bloquear los recuerdos de Federico, meterlos en el fondo del baúl de los recuerdos, que ahora parece casi increíble que él me esté besando.

Es exactamente igual a la primera vez que lo hizo, sus labios firmes y gruesos, pero a la vez delicados, su lengua sin clemencia recorriendo cada cavidad de mi boca, el cosquilleo en la boca de mi estómago por la emoción.

Espera ¿emoción? No ¿Qué estoy haciendo aquí? Esto no se supone que tenía que pasar. Mi objetivo al venir aquí era poder hablar con tranquilidad, sin que nadie más nos molestara ¿Por qué soy tan débil en cuanto a él se refiere?

Cristel despierta, te hizo pasar un calvario, estuviste semanas tirada en

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