Que inicie el juego

Al despertar se encontraba sola, él hacia un rato que había partido el calor junto a su cuerpo se habia esfumado aún cubierto por la oscuridad de la noche. Vanessa deseaba seguir durmiendo, pero la responsabilidad la llamaba y debía cumplir con sus planes, afortunadamente había previsto un cambio de ropa, y un auto viejo y destartalado que sería la coartada perfecta para su disfraz de secretaria.

Tomó un baño caliente que relajo sus músculos. No pudo evitar mirar su tobillo, la esclava de oro que aquel hombre vil le había regalado hacia años estaba ahí, era el recuerdo de su dolor y su deseo de revancha. representaba la fiel promesa de no volverse a enamorar, de no salir lastimada ni permitir que la menospreciaran una vez más. Nessa como alguna vez fue llamada cariñosamente por su padre, evaluaba con nostalgia su vida, no era como ella la habia soñado, pero era funcional. 

Al mirarse al espejo se alegro de haber escogido un atuendo recatado, con el cual podría cubrir las señas del campo de guerra que había sido su cuerpo la noche anterior. Se vistió con una blusa banca de manga larga, sin escote, una falda larga de un desgastado tono beige, al igual que zapatos claros  de tacones bajos. La femme fatal de la noche anterior había desaparecido y en su lugar se encontraba una chica de apariencia dulce, maquillaje sencillo, de esas que un hombre le presentaría a su familia. Que ironía no, un poco de maquillaje y un estilo de ropa diferente la hacían ser dos personas completamente distintas. 

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Se presentó a la hora en la recepción, nadie parecía notarla, se veía tan común. Esa era la idea del camuflaje. Nadie debía detenerse a ver lo que ella hacía, pero su plan tenía un problema, Charles había puesto sus ojos en la sencilla Nessa Bradley. Charles necesitaba de una chica dulce, para quitarse de encima a los viejos miembros del consejo, a los medios y más que nada a Richard Thomson, su padre.

"Señorita. Simons puede llamar a la nueva recepcionista a mi Oficina" fue la orden que Charles dio apenas tocar su escritorio, no pensaba darle demasiadas vueltas al asunto. Si esta chica no fuera tan ordinaria, y la chica de anoche tan... no encontraba las palabras para describir a la desconocida de la noche anterior. No podía sacarla de su cabeza, verdaderamente ella era un "Enigma", pudo sentir su miembro ponerse duro nuevamente de recordar lo vivido la noche anterior, de recordarse acariciando su suena piel, recordando como ella jugaba con las llenas de los dedos sobre su pecho, sus gemidos ahogados, la verga le palpitar en los pantalones.

Necesitaba concentrarse en su trabajo, su plan no podía quedar al descubierto, y la señorita Bradley sería la distracción perfecta de sus verdaderas actividades. Charles Thomson había Estado comprando las acciones de sus inversionistas poco a poco sin llamar la atención, pronto tendría el control total de Network anda Systems, solo necesitaba un poco de tiempo más.

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Cuando Vanessa entró por su puerta él no pudo evitar reparar en lo mucho que le molestaba la sencillez de aquella chica, lo cual ella noto enseguida, que asco le daba Charles, y pensar que años atrás ella le habria dado hasta su vida. Que ingenua fue al pensar que ese hombre alguna vez la había amado y que con e habria ponido tener la vida sencilla con la que tontamente alguna vez habia soñado

"¿Me llamó Señor? " odio sus palabras tan serviciales solo de pronunciarlas, " Señorita Bradley, cierre la puerta y tome asiento por favor" le indicó con un suave movimiento de mano. Ella obedeció, no le gustaba acatar órdenes pero pues eso sería parte de su disfraz. Aguantaría por e bien de su plan, no importaba lo desagradable de la situación, esta hay para evauar la empresa, no a Cahrles Thomsom.

"Dígame Señor Thomson, en qué le puedo servir", un silencio incómodo se asentó sobre ellos, Charles se debatía si decirlo o no " Señorita Bradley, usted sabe cómo me dicen los medios? ", claro que lo sabia, pero en su fingida inocencia decidió negar con la cabeza, segura de que el no lo cuestionaría. " Me llaman el demoledor, también me conocen como el empresario sin sentimientos ", había acertado con ese último Nessa reía por dentro ante lo obvio. Charles Thomsom el hombre sin corazón como le llamaban en los diarios.

Las cartas se ponían poco a poco sobre la mesa, cada uno tenía una estrategia, pensó Nessa sin temor a equivocarse. ¿Quien tendria la mejor mano?¿Sería él?¿Sería ella? la suerte estaba hechada y solo el tiempo mostrara al vencedor

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