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Capitulo 1.2: Tan blanca como la luna

-Agrúpense- Grito Axel poniéndose entre los esbirros y algunos soldados, eliminando a un esbirro de un solo golpe, tratando llamar la atención de los otros.

“En que momento, perdieron el control de la batalla, aun teniendo la ventaja de atacar por sorpresa, no pensé que fueran tan poderosos” Se lamenta Lyaus, que se coloca al lado de Axel, para ayudarlo.

-Mi príncipe, déjeme esto a mi- El deber de Axel es mantener con vida al príncipe, pero sabe que ellos dos son los mas fuertes de la manada, los demás se enfrentan a una muerte segura.

-Solo quedan 5 Axel, llevo 1 eliminado y tu solo uno, si mato a 3 más, ¡te ganare! -

-Seguro- Dice Axel mientras se abalanza sobre un esbirro sin duda ni miedo alguno, con su espada larga y pesada en lo alto.

-Si, son matemática- El príncipe corre en diagonal, zigzagueando impulsado por su fuerza sobre humana de lobo, con sus dos dagas una en cada mano “todo hubiera acabado ya, si fuera luna llena y estuviéramos transformados”

Ni los soldados con sus ojos agudizados por su lobo interior, pudieron seguir la velocidad del príncipe, de un paso en diagonal sin ni siquiera tocarlo, un esbirro desaparece como niebla gritando, al momento da un salto en dirección al otro esbirro, que al igual que el primero no logro ver la daga que infringió su desaparición.

El príncipe dejando ser seducido por su vanidad, quería ver la expresión la muchacha de piel blanca, al ver su habilidad en batalla, busco entre todos los ángulos a esa chica.

-¡Cuidado príncipe!- Dijo Axel que giraba su gigantesca espada de un solo movimiento arrasó con dos núcleos.

El príncipe vio a la joven encorvada, con lo ojos fijos en él, una mirada que solo se la darías a tu peor y más despreciable enemigo, la voz de Axel lo golpeo como una piedra en la cien, volteando solo para ver al ultimo esbirro alzando sus manos para golpearlo.

Axel continuo el impulso que le dio anteriormente el golpe que elimino a los dos esbirros y salto, girando, acercándose a Lyaus, midiendo perfectamente lo largo de su espada, sabía que podría eliminarlo a esa distancia, termino el giro en el aire y golpeo con todas sus fuerzas, corto un tronco por la mitad con su impulso, pero no fue suficiente fuerza para cortar un segundo, su espada se detuvo, pero su cuerpo no, el impulso hizo soltar la espada y caer estrepitosamente al piso, rebotando y girando.

El príncipe vio caer a Axel y confió en su velocidad, intento escapar, pero su pie se patinó en el fango, deteniéndolo lo suficiente para saber que ya no podría esquivarlo “Un golpe directo así, me sacara las tripas” el príncipe pensó que esas serian sus últimas palabras.

Un hacha voló, directo al núcleo del esbirro, haciéndolo desaparecer.

Todos voltearon buscando la dirección de donde venia el hacha, solo par toparse con la chica de pelo blanco, aun en posición de haber terminado el lanzamiento, se irguió orgullosa, de mirada desafiante y lista para atacar, salvaje como un animal ante sus liberadores.

Aprovechado la fuerza sobrenatural, Lyaus se acera a ella con unos pasos largos que acortan la distancia entre ellos rápidamente, se detiene a pocos centímetros de ella, “Es muy pequeña y delgada” es lo primero que piensa, le llega a la altura de la boca de su estómago, la mirada negra y profunda de sus ojos contrastan con los de ella, al igual que su pelo negro.

EL cómo la noche que adorna a ella como la luna.

-¡Careces de honor!, Que clase de lobo ataca a distancia-

Los dientes de ella se asoman, dejando ver sus colmillos y caninos filosos, listos para desgarrar.

-¡De la clase de lobo que te salva la vida!- Escupe las palabras, como lo haría un marinero humano, con un acento muy difícil de identificar.

El príncipe no puede permitir esa respuesta, no cuando busca ser el siguiente rey, no ante sus soldados, no se puede quedar callado, tiene que responder, tiene que dejar claro quién es el alfa.

Los dientes del príncipe relucen en la noche junto con un gruñido profundo, estira la mano par sujetar el brazo de ella, muy lento, muy proyectado, el quiso frenar su fuerza para no lastimarla, eso fue un error, ella ataco con todo, un golpe de sus garras le rasgaron la mejilla derecha, cuatro líneas rojas aparecieron y escurrieron su sangre.

Ella aprovecho el error, y tomo distancia lista para huir, no piensa ser prisionera de nadie, de nuevo, es un error que le puede costar la vida, lo observa aun parado, preguntándose que acaba de pasar, y ella corre en dirección contraria.

Los días que paso de mal comer, exigen el cobro a su cuerpo, sus pasos fueron pesados, rápidamente fue rodeada por los soldados, pero solo uno fue el que fijo

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