Convivencia.
Pasó el primer mes de convivencia con Roman. Tengo tantas dudas, tantas preguntas sobre él que no podría empezar a decirlas todas. Él es un espécimen no descubierto antes, es un chico que tiene tantos detalles en su personalidad que lo hacen único. Podría comenzar relatando sobre sus extrañas manías. Se levanta a estudiar todos los días a las cinco de la mañana, aunque en realidad primero limpia todo con un desinfectante que el mismo hace, ¡es una locura! El fabrica todo lo que usa, hace jabones naturales, así como desodorantes, shampoo y demás porque dice que los jabones comerciales lo dejan más sucio de lo que estaba originalmente. Luego se sienta en la alfombra de la sala y pone sus libros en la mesita de madera, siempre estudia sentado en la alfombra. Él dice que la alfombra de la sala es muy bonita, creo que ese es el único comentario positivo que he escuchado salir de su boca. Se pone sus audios y estudia, siempre lo hace escuchando a Chopin, Vivaldi y demás, aunque los usa todo el tiempo.A veces se queda en el patio en la parte que está cubierta y sigue con su proyecto, él está haciendo un parque de diversiones miniatura que funcione de verdad. Me sorprendió lo bien que le quedó, hace poco terminó la rueda de la fortuna y fue genial cuando prendió. Lógicamente yo no estaba directamente con él cuando la encendió, lo vi porque veía escondida desde mi ventana, esta mira hacia el patio. No puedo negar el extraño suceso de que lo haya estado observando cada día durante este tiempo, es que hay algo en ese chico que me produce cierta fascinación pero más en el sentido crítico, quisiera saber por qué es así, por qué mueve sus manos de forma compulsiva, por qué escribe con ambas manos pero cambia su pulsera de estabilidad a la mano que vaya a usar, por qué no se inmuta cuando sus compañeros lo maltratan, por qué cuando ese chico, el tonto personero dijo en el auditorio delante de todos que él era un fenómeno no dijo nada, su semblante indiferente y frío no cambió ni siquiera un poco, él es como si no tuviera los mismos sentimientos que son innatos por naturaleza, él no tiene empatía, él no quiere a nadie y odia cuando alguien demuestra afecto hacia él.Otra de sus manías es en la escuela. A la hora del almuerzo se sienta solo en las mesas de atrás, saca su comida porque él no come nada de la escuela porque no sabe cómo fue preparado ni bajo qué condiciones de salubridad, así que come lo que le preparo temprano (sí, me he tomado el tiempo de hacer su almuerzo antes de venir durante casi todo este tiempo), no sé ni porqué empecé a hacerlo, será tal vez porque Lucila me hizo notar a los cuatro días de vivir con él, que no comía absolutamente nada y sé que sí le daba hambre porque escuchaba su estómago rugir cuando se subía de regreso en mi auto cuando lo iba a recoger a veces en las noches, pero nunca pidió nada. Creo que lo hice por tener un buen gesto con él, no era mi obligación hacer el almuerzo para el a menos que fuera fin de semana porque su madre me dijo que él debía almorzar en la escuela. Entonces todos los días saca su almuerzo, sus cubiertos (que previamente ha desinfectado), saca su novela, (actualmente está leyendo la increíble levedad del ser) y come, alejado de todo y todos, en su propio mundo. Incluso cuando el malnacido de Antonio, que es el típico tonto que es popular porque va al gimnasio desde los catorce y tiene labia, le quitó la manzana que tenía junto a sus libros, no cambió nada. Todos rieron, pero a él no le importó. Siempre le roban las frutas que trae, esas las trae del laboratorio en que trabaja. Me enteré que hace tiempo trabajaba en el laboratorio del profesor Osorio, el enseña física y química, y es un hombre respetado por todos tanto por la edad, como por su didáctica, Roman es su ayudante desde hace unas semanas. De la escuela lo dejo ahí a veces, aunque últimamente no mucho porque el profesor lo lleva.Lucila me dijo hace poco, que en su clase estaban en una prueba del libro la república cuando Catherine Díaz, hizo un gran berrinche cuando se enteró de que le tocaba hacer la prueba en parejas con él. Se quejó demasiado y amenazó con traer a sus padres por hacerle eso, Lucila dijo que notaba que a los chicos les avergonzaba que alguien creyera que tenían algún tipo de relación con Roman. Todos se alejan de él, como si tuviera alguna enfermedad que se pudiera pegar con solo sentarse al lado y los que no le tienen miedo son precisamente los que se dedican a fastidiarlo. Luis lo hizo caer adrede en la práctica de fútbol, Tony amarró su morral en el ventilador y lo encendió, haciendo volar sus libros por todos lados.No sé qué se sentirá ser él. Mateo y Lucila dicen que no me preocupe, que a él no le afectan esas cosas, pero si yo estuviese en sus zapatos, la pasaría fatal. No creo que a él no le importe ni un poco, de alguna forma así sea inconsciente le debe afectar no tener amigos, ni novia, ni a nadie con quién conversar. He intentado conversar con él porque quisiera poder entenderlo un poco, él podría ser el objeto de mi primera investigación seria a la cual llamaría: La teoría de Roman. Sé que suena tonto, pero creo que sería una buena idea. Él es como una caja de sorpresas, a veces hace cosas que no tienen sentido o que no las esperaba.Hasta el domingo pasado Roman y yo solo habíamos cruzado algunas palabras, pero nada importante, era más yo preguntándole cosas cómo si necesitaba algo, o cosas así, pero ese día, a eso de las dos de la tarde, todo fue diferente. Estaba aburrida, no tenía mucho que hacer, ya había dejado todo listo lo de la escuela y Diego estaba en Tunja, había venido un par de veces esos días y le presenté incluso a Roman, pero él solo lo fulminó con la mirada. Entonces estaba aburridísima y me senté en el patio. El cielo estaba despejado, no había ni una sola nube cerca. Sería un día perfecto para ir a la playa, pero no tenía con quién ir. Mis amigos están la casa de los papás de Mateo. Me senté en una silla y abrí mi novela favorita que es El amor de Clara, que es una historia de amor prohibido en Cartagena en la época de la conquista. Me distraje un poco al leer de nuevo la historia de Clara y Gustav, cuando vi a Roman salir al patio. Llevaba un suéter blanco y sus jeans azules. Se detuvo en la mesa en que tiene su proyecto, se puso un momento sus gafas de seguridad y lo vi usar sus herramientas, lo hizo por unos quince minutos, en que ocasionalmente lo observaba, pero no le dije ni una sola palabra.Lo vi quejarse cuando al parecer se golpeó con un destornillador.-¿Podrías dejar de mirarme? Me desconcentras. –Exclamó sin mirarme.-No te creas tan importante.Guardó silencio unos segundos. Intenté concentrarme, pero hacía mucho ruido. Guardaba sus herramientas.-Neptuno.-¿Mmm?-Quiero una cerveza. –Dijo al fin y me quedé atónita, eso no era lo que esperaba escuchar de él o en realidad, no pensé escuchar nada. ¿Una cerveza? ¿Él? ¿Qué carajos? No era que viera extraño que un chico de esa edad bebiera, sé que eso es muy normal en casi todos los países y mentiría si dijera que no bebí de más mucho más joven que él, pero vamos, era Roman. Él no es cualquiera, no sabía siquiera que tuviera una afición al alcohol.-¿Me estás tomando el pelo?-No, de verdad quiero una cerveza.-Pero, ¿tú bebes? –Pregunté esperando que en algún momento me dijera que estaba bromeando, pero no lo hizo.-No, solo lo hice una vez de una botella que tenía papá en casa.-¿Te gustó?-No. –Resopló fuertemente. –A ti como que te sobran cromosomas.-¿Qué carajos? Creo que ni siquiera sabes lo que estás diciendo, ¿sabes lo que implicaría que me sobraran cromosomas?-Claro que lo sé. –Se quitó las gafas y se acercó a mí. Hizo mi novela a un lado y jaló mi muñeca haciéndome poner de pie. Me solté de inmediato, pero volvió a sujetar mi muñeca son firmeza. –Vamos.Salimos y caminamos por las calles sin un rumbo fijo, no entendí que demonios le pasaba, porqué actuaba de esa manera, eso es lo que quiero descubrir. El fuerte sol daba contrastes dorados en su cabello negro, su camisa se movía por la brisa de febrero y caminaba rápidamente, como si tuviera prisa.-Oye, para ya. –Me solté y el giró a verme. - ¿Qué tramas?-Conseguir cerveza.-Eres menor, no te la venderán.-Por eso vienes tú conmigo. –Bufé.-¿Me utilizas solo para conseguir alcohol?-Si quieres te puedo poner un violín de fondo, Saturno. –Chasqueé la lengua. –Eres melodramática.-Mejor no me hagas hablar, vamos por tus cervezas antes de que me arrepienta.Caminamos por unos minutos hasta que llegamos a un viejo estadero, papá solía venir a beber entre semana aquí. Una costumbre muy barranquillera es beber de día, con sol sobre todo, por las altas temperaturas. Las personas mayores lo hacen aún más que los jóvenes, incluso una vez bebí con mis padres en la mañana, fue divertido. Sentí un poco de melancolía al recordar eso.-Cuidado se le caen. –Le dijo el señor entregándole dos grandes bolsas blancas llena de varios paquetes de cerveza de seis. Lo miré fijamente.-¿Por qué me miras así? –Preguntó.-¿Cuántas compraste?-Veinticuatro.-Vamos Roman, nunca has bebido cerveza. No soportaras beber tanto.-¿Quién dijo que bebería yo solo? –Qué extraño, ¿pensará traer a algún amigo? ¿Tendrá uno?-¿Traerás a algún amigo? –Rodó los ojos.-No eres más desesperante porque no eres más grande. –Lo miré confundida. –Para eso tengo a Mercurio.Extraño.Le dije que nos sentáramos en el patio porque me parece que es el lugar más agradable para beber una cerveza y conversar, aunque dudaba que pudiera tener una conversación amena con él. Me senté sobre el césped, estaba frío. Aquí muy poco entra el sol porque lo tapa los dos grandes árboles y por eso, siempre hay una temperatura fresca y agradable. Abrí una lata y bebí. Unos minutos después vi a Roman acercarse y sentarse en frente de mí. No lo hizo tan cerca, mantuvo una distancia prudente. Lo observé mientras abrió su lata y dio el primer sorbo, no arrugó la cara ni nada. No lo entiendo, ¿por qué cambió su actitud de la noche a la mañana? Lleva casi un mes entero sin hablarme y ahora sin motivo quiere beber una cerveza conmigo. ¡Ha hablado más conmigo en el trayecto a comprarlas que lo que
Peleas.Me retorcía en mi cama ignorando mi teléfono que no dejaba de sonar, tal vez Diego regresó, no lo sé, también escuché que sonó el timbre de la puerta varias veces, pero francamente no me interesaba atender a nadie, no con este lío en la cabeza. ¿Qué carajos me sucedió hoy? Normalmente no pierdo la compostura de esa manera y no puedo excusarme diciendo que lo hice por haber estado bebiendo porque estaría mintiéndome, no bebí prácticamente nada. Estaba consciente cuando me acosté a su lado y lo estuve todo el tiempo en que estuve mirándolo. No me he detenido a pensar en el momento en que me atreví a tocarlo porque de solo recordarlo me hace sentir horrible, no debí hacer eso, no debí de verdad. Él es algo prohibido para mí, algo impensable, algo que ni siquiera puedo llegar a considerar ni siquiera en su
Extrañas confesiones.Ya era mitad de semana, miércoles y esa tarde la pasé calificando exámenes y al acabar, me puse a ver una novela coreana que hace que Roman frunza el ceño cada vez que pasa y me ve viéndola, pero el a esta hora no está, suele llegar alrededor de las siete que sale de trabajar y por eso la veía a gusto, sin tener que ver su mirada de molestia. Las dos noches anteriores soñé con él, pero fueron sueños extraños. En el primero discutíamos porque usé la cocina cuando él la estaba limpiando y en el segundo, viajábamos en un tren en algún lugar frío y al pasar el rato, el recostó su cabeza en mi hombro y… no lo sé, se sintió tan real, este último fue anoche. Desperté con una extraña sensación y un hormigueo en el cuerpo que no puedo describir. Tengo miedo
Noches inigualables.La luz esa noche no llegó. Mis amigos se fueron a las once, pero no por gusto, por ellos se hubiesen quedado, pero Mateo debía trabajar a diferencia de nosotras que no lo haríamos ese jueves ya que la directora me mandó un mensaje de texto bastante tarde diciendo que se cancelaba la clase del día siguiente porque el apagón quemó los transformadores de la escuela, probablemente el viernes tampoco haya, el daño fue grande. Pensé en irme a dormir cuando ellos se fueron, pero luego recordé lo que me dijo la señora Marlene, Roman no tolera la oscuridad, es parte de su enfermedad. Él seguía en el patio donde estaba un poco claro por la luz de la luna, pero pronto tendrá sueño y yo también tengo sueño, ¿de qué forma puedo sutil puedo decirle que durmamos en la misma habitación sin avergonzarlo? No necesa
Preámbulo-No sé qué le sucede, pero escuchó esa canción mientras cenábamos en un restaurante y se puso muy mal. –Me congelé al escuchar eso y el nudo que tenía atorado en la garganta se soltó, haciendo que las lágrimas reprimidas en mis ojos se desbordaran dejándome sin palabras. Colgué, sabía qué canción era, jamás olvidaría cual era. Observé el río negro debajo de mis botas, a unos cuarenta y cinco metros de altura y a lo lejos vi un par de barcos de carga, las luces de la ciudad se veían muy lindas desde aquí, pero yo no podía observar esa belleza por estar sumida en el llanto y la miseria. Este era el lugar perfecto para hacerlo porque sabía que no iba a sobrevivir a la caída, caer desde un puente a esta altura al río, sería igual que a caer en concreto. Romper&iacu
Mi vida.Me levanté de la cama con ambos ojos cerrados y caminé como zombie hasta que llegué al baño que está en el pasillo, me vi forzada a abrir los ojos para encontrar la manigueta de la puerta y entrar. Me miré en el espejo y fruncí el ceño al ver mi reflejo en él, no entiendo cómo es que cada día estoy más fea, me decepciona mirarme y sé que decepciono a los demás quienes tienen que mirarme por obligación, no es como que puedan esquivar un rostro como el mío tan fácil, mis amigos dicen que me parezco a las hermanas de Marge simpsons y sé que eso no es un cumplido, aunque no estoy gorda (aún) y tampoco ando llena de pelos, creo que lo dicen es por el color de mi cabello, lo tiño de azul este año porque lo he ido cambiando de acuerdo a mi estado de ánimo, pero me di un plazo de treinta días para quit
Roman.-No puede ser, ¿por qué no me dijiste su nombre antes? –Se quejó Lucila y quise que en este momento pasara un coche y me arrollara. -Pensé que te lo había dicho. -Estoy perdido, ¿por qué conoces al tal Roman? –Le preguntó Mateo a Lucila. ¿Cómo no lo iba a conocer? Roman era el chico turbio que le sacaba dolores de cabeza. Ella también es maestra en la escuela en que entré hace dos semanas, da clases de filosofía y desde mucho antes de entrar, la escuché quejarse de un alumno de su aula que hace lo que le venga en gana, llega tarde, no responde cuando le hablan y si lo hace, puede llegar a ser muy grosero, pero no lo sacan porque tiene notas ejemplares, pero socialmente, es todo lo contrario. Lucila dice que no habla con nadie, se sienta atrás y tiene extrañas manías. Ella dice que mueve las manos de forma compulsi
Primera noche.-Roman. –Lo llamé por tercera vez, pero no me escuchaba. No sé cómo soporta escuchar música tan fuerte, yo alcanzaba a escucharla. Era una sinfonía de Beethoven, podía reconocerla fácilmente. Le hice señas en frente de sus ojos y fue cuando se retiró los audífonos y me miró. Había olvidado su mirada, era diferente lógicamente por lo mucho que ha crecido, pero es cierto lo que Lucila dijo, su mirada es intimidante, no me gusta, me hace sentir extraña. Hay cosas que no cambian. –Ven conmigo, te enseñaré tu habitación.No respondió, pero sí me siguió cuando caminé por el pasillo. Esta casa es grande, tiene dos enormes habitaciones que fácilmente podrían haber sido tres y dos baños, es una casa antigua del estilo republicano, de principios de siglo y estas suelen ser b