Mañanas infernales.
Me levanté poco antes de seis para alcanzar a vestirme, arreglarme y hacer el desayuno de Roman. Antes me levantaba antes de siete porque la entrada en la escuela es a las ocho y comía alguna tontería en la escuela, pero ahora debo cocinarle a él. Bajé en pijamas, estaba oscuro aún y tuve que mirar varias veces para ver qué era lo que me resultaba más extraño. Todo estaba diferente, absolutamente todo. Los muebles estaban en otro lugar, acomodados todos exactamente a la misma distancia sobre la alfombra, los adornos de los estantes de mi abuela ahora estaban organizados por grupos, de un lado los portarretratos, del otro lado las figuras de vidrio y sobre la mesita ahora estaban la casita y los caramelos (yo no como dulces, pero mi abuela solía tenerlos en la sala y quise mantener esa costumbre), me asomé a la cocina y también cambió todo. Los tenedores, cuchillos, cucharas y demás estaban en filas, las ollas estaban desde las más grandes hasta las más pequeñas, así también en filas estaban los condimentos y demás. Noté que todo estaba muy limpio y yo aún no había aseado, había un sticker con la letra “R” en un estante de la cocina. No sabía si reír o llorar porque esto no era una travesura, creo que Roman será más útil de lo que pensé. Me ahorró la limpieza que hago en las tardes.Lo que no entendí es en qué hora hizo esto si según me dijo su madre él no se levanta después de las diez, creo que debió madrugar.-Tus pijamas son anticuados. –Dijo sin mirarme, ya llevaba puesto el uniforme, no sé por qué se lo puso hora y media antes de salir. Se sentó en la sala con muchos libros.-¿Dormiste bien? –Pregunté amistosamente, pero me ignoró, aun así, quería lograr poder conversar con él. -Aún no sale el sol y ya te pusiste el uniforme.-Sí, debo estudiar. –Vi que desenrollaba los cables de los audios, no entiendo como estudia o lee escuchando música clásica, cualquier tipo de música me desconcentra.-Oye Roman. –Me miró de reojo. –Gracias por haber limpiado y organizado todo.-¿Crees que fue un favor?Lo miré confundida.-No fue un favor, no podía dormir en una casa que tiene una sala que no se ha desinfectado y que las sillas no están acomodadas en dirección del piso.-De igual forma lo tomaré como un favor.Resopló fuertemente. –Sigues siendo igual de molesta.-No te entiendo, quiero hablarte bien, pero siempre tienes que ser desagradable.-Mira Urania. –Se quitó los audios y me miró fijamente, me sentí intimidada de inmediato, creo que él me aterra ahora. Nunca solía llamarme por mi nombre, siempre lo hacía llamándome por el nombre de los planetas, su madre me decía Urano y él siempre me llamaba por el nombre de todos los planetas para hacerme enojar, aunque eso no lo hacía, me parecía hasta bonito como se escuchaba, pero sí cuando lo hacía para decir algo cruel. –No me interesa ser agradable contigo ni con nadie, vine a vivir aquí por elección de mis padres, no mía, así que no tengo ni quiero entablar una amistad contigo.-No es como que quieras, es que toca Roman. Vivimos en una sociedad, necesitamos comunicarnos, ¿cómo puedo vivir un año con alguien sin dirigirle la palabra?-Tal vez si se tratase de otra persona lo intentaría, pero tú no.-No es solo conmigo, sé que en general eres así, pero está bien, si quieres que no te hable, no lo haré.-Bien, ahora vete que me molestas y debo estudiar.Quise gritarle muchas cosas, pero el malnacido se puso los audífonos de nuevo. Me fui furiosa, le di golpes a una almohada para aguantar la frustración porque si lo reventaba a golpes el primer día, podría querer irse y me quedaría sin ese ingreso que tanto necesito. Pero esto no se va a quedar así, me vengaré de alguna manera digamos… sutil.Me vestí más tarde después de hacer su desayuno y dejarlo en la mesa, el mío lo llevé a mi habitación porque no me apetecía compartir la mesa con ese malcriado. Yo suelo ir siempre a la escuela usando faldas holgadas o vestidos formales, poco uso pantalones o jeans y no solo para trabajar, los uso poco en general. Me gustan mucho los vestidos largos con flores, color mostaza o que tengan botones. En mi tiempo libre cuando salgo, lo hago usando ropa que por decirlo de alguna manera, es recatada, no me gusta enseñar mucho, eso me hace sentir muy incómoda. Los únicos días que muestro de más es cuando voy a playa, porque lógicamente no me bañaré en ropa como hacen las personas de religión evangélica y también lo hago en carnavales porque Mateo y yo estamos en una comparsa de fantasía, desfilamos bailando los cuatro días con nuestros disfraces llamativos, llenos de plumas, lentejuelas y colores. Lucila nunca quiso desfilar con nosotros, dice que eso no es lo suyo, pero si va a los desfiles y nos toma muchísimas fotos cuando nos ve pasar, a ella le gusta la fotografía y ese tipo de cosas, por eso siempre anda con su cámara y nos graba cada vez que bailamos, no solo cuando es en los desfiles. Mateo y yo bailamos en todos lados, sobre todo las canciones de Queen, pero en general bailamos canciones de los ochenta o baladas. Creo que ninguno de los dos tiene talento, sé que bailamos pésimo, pero es divertido y creo que de eso se trata todo.Me subí en el auto, es un Toyota camry rojo del año noventa, mi abuelo lo compró y mantuvo muy bien cuidado, por eso he tratado de hacer lo mismo, lo tengo en buen estado, aunque a veces falla, no sé nada de mecánica, Lucila es la que me ayuda cuando tengo problemas con él porque ella de niña ayudaba a su papá en el taller de mecánica que tiene en la 38. Normalmente ella lo arregla, pero cuando es grave, lo llevo al taller de su papá. El auto a veces me hace enojar, el otro día me dejó tirada en la 51b y dos extraños me ayudaron a empujarlo, terminé rojísima por el tremendo sol y causé un enorme trancón, las personas me gritaron cosas desde sus autos.Faltaban treinta minutos para las ocho y Roman aún no salía, supuse que esperaría en la sala a que le dijera para irnos, pero no lo vi, así que lo esperé en el auto, pero no salía. No le dije nada porque me pidió no hablarle, o no, me equivoco, me exigió no hablarle. No entiendo cómo cree que podemos vivir sin comunicación, es imposible, para hasta lo mínimo hay que cruzar palabras. Abrí la puerta para irlo a buscar, pero en ese momento lo vi salir y cerrar la puerta.Entró al auto sin mirarme y cerró la puerta. Conduje en silencio, lo miraba de reojo a veces, pero él estaba recostado en su asiento mirando absorto por la ventana. Estaba un poco nerviosa, no me gustan los silencios incómodos, me dan ganas de sacarme los ojos y usarlos como aretes, además me dolía el trasero un poco porque me resbalé en la ducha y eso me hacía exasperar aún más, me lamenté varios segundos antes de pararme, debió ser una imagen muy desagradable de ver. Creo que no hay nada más que odie que los silencios incómodos, así que encendí la radio y sintonicé la emisora de baladas románticas. Sonaba una canción de chiquetete, esta cobardía.Paré en un semáforo y vi que Roman se inclinó y apagó la radio.-Oye tú, ¿por qué hiciste eso?-Es horrible esa música.-No me gusta viajar en silencio. –La encendí de nuevo y él me incendió con la mirada. Chasqueó la lengua.-¿Podría yo al menos sintonizar alguna otra cosa?-Bien, bien. –Buscó unos segundos hasta que sintonizó la emisora de música clásica, tiene una seria afición con ese tipo de música. De inmediato pareció relajarse y su ceño fruncido desapareció.Conduje otros quince minutos en que ninguno de los dos volvió a hablar hasta que me detuve una calle antes de llegar a la escuela. Roman de inmediato agarró su morral, pero lo llamé antes.-¡Roman!-¿Qué? –Preguntó sin mirarme.-Te espero aquí mismo a las dos que se acabe la jornada.-Como sea. –Se bajó en seco y cerró la puerta. Tratar contigo va a ser más difícil de lo que imaginé. No ha pasado ni un día completo y ya he tenido varios roces con él.Estacioné al auto, saludé a algunos colegas y caminé directo hasta el aula de noveno b. No me gusta mucho este salón, lastimosamente debo admitir que la mayoría de chicos son unos cretinos. Todos son irritantes, hay un grupo de tres chicas que imitan a las protagonistas de la película Mean girls, pero son la versión criolla de estas. Esta escuela aunque es privada, no es tan costosa como en la que trabajé antes, pero aun así, no cualquiera estudia aquí. Yo estudié en una vieja escuela pública en que una vez un niño me persiguió por todo el patio y al alcanzarme, me llenó de tierra y meses más tarde, otros chicos me aventaron en la b****a. Siempre me hacían eso, pero me daba igual, era como una guerra porque cuando dejaban sus morrales descuidados, los agarraba a patadas, jugaba fútbol con estos y llenaba mis zapatos de lodo para dejar huellas en sus cuadernos. Recuerdo que después de dejar mi acostumbrada huella en el libro de matemáticas de Daniel, agarró mi morral cuando yo jugaba baloncesto y lo llenó de piedras, lo peor es que se fue un ciempiés adentro y al sacar las piedras lo agarré. Quise amputarme la mano, incinerarla, pero luego tendría que comprarme una mano mecánica y saldría muy costoso, aunque sería genial, me parecería a terminator.-¡Profe Urania! –Me llamó por segunda vez Claudia, la líder del grupo de mean girls criollas. Sé que ella es una buena chica en el fondo, aunque es muy lame botas y eso no me gusta. Creo que se han perdido muchos valores e ideales hoy en día, los chicos de hoy no respetan a los maestros, en mi segundo día de trabajo aquí, un inútil me llamó Urano y ahora sé que me dicen todos así.-Dime, ¿es sobre el ensayo de la masacre de las bananeras?-No, no era sobre eso. Mis compañeros y yo tenemos una duda.-¿Cuál era?-¿Irá a la excursión de la Guajira? La profesora de geografía llevará a un grupo y nos dijo que quería decirle a usted para que nos lleve a nosotros los de noveno junto al grupo de ella porque no permiten que un solo profesor lleve de excursión a tantos alumnos.-¿Qué salón es el de Gabriela?-Once A.-No hago viajes, lo siento. –Sentencié y escuché murmullos, todos secreteaban cosas. –A ver, ¿de qué tanto se quejan? No me gusta que hablen a mis espaldas.-Profesora. –Habló Valentín esta vez, el chico pecoso que me regaló un yogurt en mi primer día. –De verdad queremos ir, usted es la única tutora que nos puede llevar porque su carrera es de las únicas de aquí que se asemeja a la asignatura de la profesora Gabriela. Piénselo, por favor, seremos buenos si nos lleva.-Ya dije que no. –No los llevaría. No es que no me guste hacer excursiones, aún no lo hago, pero no me parece una mala idea. El problema radica es en que once A es el salón del p minúscula y me imagino que debe ser insoportable en esos viajes. Aunque pensándolo bien, él no me hablaría en lo absoluto, tal vez ni sienta que viajó con nosotros.-¡Profesora! –Todos empezaron a rogarme y reí, hice señas de aprobación y todos sonrieron, incluso el chico que tiene un colmillo en la mitad de los dientes principales.-Bien, bien, lo haré solo si convencen a la profesora Lucila de llevar al grupo décimo el mismo día. –Nunca he hecho una excursión, pero Lucila sí, ella puede ayudarme en lo que no sepa y además, así no estaría sola.Convivencia.Pasó el primer mes de convivencia con Roman. Tengo tantas dudas, tantas preguntas sobre él que no podría empezar a decirlas todas. Él es un espécimen no descubierto antes, es un chico que tiene tantos detalles en su personalidad que lo hacen único. Podría comenzar relatando sobre sus extrañas manías. Se levanta a estudiar todos los días a las cinco de la mañana, aunque en realidad primero limpia todo con un desinfectante que el mismo hace, ¡es una locura! El fabrica todo lo que usa, hace jabones naturales, así como desodorantes, shampoo y demás porque dice que los jabones comerciales lo dejan más sucio de lo que estaba originalmente. Luego se sienta en la alfombra de la sala y pone sus libros en la mesita de madera, siempre estudia sentado en la alfombra. Él dice que la alfombra de la sala es muy bonita, creo que ese es el único comentario positivo
Extraño.Le dije que nos sentáramos en el patio porque me parece que es el lugar más agradable para beber una cerveza y conversar, aunque dudaba que pudiera tener una conversación amena con él. Me senté sobre el césped, estaba frío. Aquí muy poco entra el sol porque lo tapa los dos grandes árboles y por eso, siempre hay una temperatura fresca y agradable. Abrí una lata y bebí. Unos minutos después vi a Roman acercarse y sentarse en frente de mí. No lo hizo tan cerca, mantuvo una distancia prudente. Lo observé mientras abrió su lata y dio el primer sorbo, no arrugó la cara ni nada. No lo entiendo, ¿por qué cambió su actitud de la noche a la mañana? Lleva casi un mes entero sin hablarme y ahora sin motivo quiere beber una cerveza conmigo. ¡Ha hablado más conmigo en el trayecto a comprarlas que lo que
Peleas.Me retorcía en mi cama ignorando mi teléfono que no dejaba de sonar, tal vez Diego regresó, no lo sé, también escuché que sonó el timbre de la puerta varias veces, pero francamente no me interesaba atender a nadie, no con este lío en la cabeza. ¿Qué carajos me sucedió hoy? Normalmente no pierdo la compostura de esa manera y no puedo excusarme diciendo que lo hice por haber estado bebiendo porque estaría mintiéndome, no bebí prácticamente nada. Estaba consciente cuando me acosté a su lado y lo estuve todo el tiempo en que estuve mirándolo. No me he detenido a pensar en el momento en que me atreví a tocarlo porque de solo recordarlo me hace sentir horrible, no debí hacer eso, no debí de verdad. Él es algo prohibido para mí, algo impensable, algo que ni siquiera puedo llegar a considerar ni siquiera en su
Extrañas confesiones.Ya era mitad de semana, miércoles y esa tarde la pasé calificando exámenes y al acabar, me puse a ver una novela coreana que hace que Roman frunza el ceño cada vez que pasa y me ve viéndola, pero el a esta hora no está, suele llegar alrededor de las siete que sale de trabajar y por eso la veía a gusto, sin tener que ver su mirada de molestia. Las dos noches anteriores soñé con él, pero fueron sueños extraños. En el primero discutíamos porque usé la cocina cuando él la estaba limpiando y en el segundo, viajábamos en un tren en algún lugar frío y al pasar el rato, el recostó su cabeza en mi hombro y… no lo sé, se sintió tan real, este último fue anoche. Desperté con una extraña sensación y un hormigueo en el cuerpo que no puedo describir. Tengo miedo
Noches inigualables.La luz esa noche no llegó. Mis amigos se fueron a las once, pero no por gusto, por ellos se hubiesen quedado, pero Mateo debía trabajar a diferencia de nosotras que no lo haríamos ese jueves ya que la directora me mandó un mensaje de texto bastante tarde diciendo que se cancelaba la clase del día siguiente porque el apagón quemó los transformadores de la escuela, probablemente el viernes tampoco haya, el daño fue grande. Pensé en irme a dormir cuando ellos se fueron, pero luego recordé lo que me dijo la señora Marlene, Roman no tolera la oscuridad, es parte de su enfermedad. Él seguía en el patio donde estaba un poco claro por la luz de la luna, pero pronto tendrá sueño y yo también tengo sueño, ¿de qué forma puedo sutil puedo decirle que durmamos en la misma habitación sin avergonzarlo? No necesa
Preámbulo-No sé qué le sucede, pero escuchó esa canción mientras cenábamos en un restaurante y se puso muy mal. –Me congelé al escuchar eso y el nudo que tenía atorado en la garganta se soltó, haciendo que las lágrimas reprimidas en mis ojos se desbordaran dejándome sin palabras. Colgué, sabía qué canción era, jamás olvidaría cual era. Observé el río negro debajo de mis botas, a unos cuarenta y cinco metros de altura y a lo lejos vi un par de barcos de carga, las luces de la ciudad se veían muy lindas desde aquí, pero yo no podía observar esa belleza por estar sumida en el llanto y la miseria. Este era el lugar perfecto para hacerlo porque sabía que no iba a sobrevivir a la caída, caer desde un puente a esta altura al río, sería igual que a caer en concreto. Romper&iacu
Mi vida.Me levanté de la cama con ambos ojos cerrados y caminé como zombie hasta que llegué al baño que está en el pasillo, me vi forzada a abrir los ojos para encontrar la manigueta de la puerta y entrar. Me miré en el espejo y fruncí el ceño al ver mi reflejo en él, no entiendo cómo es que cada día estoy más fea, me decepciona mirarme y sé que decepciono a los demás quienes tienen que mirarme por obligación, no es como que puedan esquivar un rostro como el mío tan fácil, mis amigos dicen que me parezco a las hermanas de Marge simpsons y sé que eso no es un cumplido, aunque no estoy gorda (aún) y tampoco ando llena de pelos, creo que lo dicen es por el color de mi cabello, lo tiño de azul este año porque lo he ido cambiando de acuerdo a mi estado de ánimo, pero me di un plazo de treinta días para quit
Roman.-No puede ser, ¿por qué no me dijiste su nombre antes? –Se quejó Lucila y quise que en este momento pasara un coche y me arrollara. -Pensé que te lo había dicho. -Estoy perdido, ¿por qué conoces al tal Roman? –Le preguntó Mateo a Lucila. ¿Cómo no lo iba a conocer? Roman era el chico turbio que le sacaba dolores de cabeza. Ella también es maestra en la escuela en que entré hace dos semanas, da clases de filosofía y desde mucho antes de entrar, la escuché quejarse de un alumno de su aula que hace lo que le venga en gana, llega tarde, no responde cuando le hablan y si lo hace, puede llegar a ser muy grosero, pero no lo sacan porque tiene notas ejemplares, pero socialmente, es todo lo contrario. Lucila dice que no habla con nadie, se sienta atrás y tiene extrañas manías. Ella dice que mueve las manos de forma compulsi