Hola, hola cariñitos!! bienvenidas a esta nueva historia!! espero que Amir y Samira se ganen su corazón y que ustedes les den mucho amor!! Quiero pedirles dos cositas: 1- NO sean lectoras fantasmas, si les gusta la historia ¡Comenten! eso me hace muy feliz y me llena de ganas de seguir escribiendo. 2- Si les gusta la historia, dejen una reseña en el perfil del libro, eso me ayuda mucho para llegar a más lectoras. Mil gracias por el apoyo, besooooos!!!
Samira Decir que estoy confundida sería quedarse cortos. La mujer que Amir ha llamado Anya, me ha guiado con mucho cuidado hasta lo que al parecer es una habitación, a petición de ella la hemos recorrido dos veces, según, para que tenga una imagen en mi mente de dónde se encuentran las cosas. Lo cuál debo admitir, tengo que empezar a hacer con todo de ahora en adelante si no quiero ser una completa inutil incapaz de caminar por sí misma. Al final termina ayudando a sentarme en la cama mientras me indica que va a prepararme la tina, yo por poco me hecho a reír pues eso va a hacer otra de las cosas que no podré hacer sola.—No tiene caso que lo haga señora Anya, si al final ni siquiera voy a ser capaz de salir de ahí por mí misma, preferiría simplemente darme una ducha. Por un instante la habitación queda en completo silencio antes de que los pasos pausados de la mujer, quien por su voz me imagino que debe estar entre los 50 años, se acerca nuevamente a mi. —Es muy atrevido de mi
Amir Tener a la pequeña muñeca enfrente, llevando solo una toalla cubriendo su cuerpo y viendose tan malditamente tentadora incluso con las marcas del accidente aún fijas en su piel, había sido una completa tortura para mi. Soy muy consciente de que ella no es más que una tuerca en mi plan contra el Milagroso, necesito que este se desestabilice lo suficiente como para meter la pata y así poder encontrar algo más para acabarlo. Aunque primero, debo averiguar qué es lo que la muñequita recuerda de ese día, no sé si Mohamed le dijo algo. Mis ojos van nuevamente a ese rostro inocente y solo puedo verla. No sé qué demonios es lo que me pasa con ella, normalmente no pierdo la cabeza por una mujer y nunca, pero nunca habría pensado en hospedar a una en mi casa, pero con Samira todo ha sido distinto desde el mismo instante en que la vi acostada en esa desagradable camilla y viéndose perdida y aterrada. Pero todo sea por acabar con el malnacido que me dañó la vida, puedo sacrificar un poco
Samira 48 horas.Han pasado 48 horas desde que estoy viviendo con Amir Rahal, o más bien desde que fui vendida a él. No he podido evitar pasar toda la noche tratando de recordar todo lo que he escuchado del hombre a lo largo de los años, pero por más que lo intento todo se reduce a una sola cosa: Peligro, frialdad y seducción. No recuerdo muy bien cómo se ve, pero sí sé que es el soltero más cotizado de todo el país. Además él es el abogado más temido de todo medio oriente, ha iniciado las investigaciones de más de la mitad de los mafiosos y corruptos del país y se dice que tiene conexiones en la policía y en la fiscalía que agilizan sus trámites y permiten sus métodos poco convencionales. Sin embargo, todo eso no son más que rumores, aunque como dicen por ahí “Si el rio suena, es porque piedras trae” Un suspiro sale de mis labios al tiempo que la puerta de la habitación suena con dos golpes tímidos que consiguen hacer que retenga la respiración. ¿Será él? Los golpes vuelven a
Amir Llego a la mansión sintiéndome ansioso, es la primera vez que tengo a alguien viviendo conmigo, pues nada más cumplir la mayoría de edad me largué de mi casa, y nunca volví, en especial luego de que mi madre muriera. Ahora resulta que vuelvo a vivir con alguien. Una mujer para ser más exactos y eso me tiene los nervios de punta, no me gusta tener gente rondando en mi espacio y moviendo las cosas. Sin embargo, nada más entrar me doy cuenta de que todo está exactamente igual que siempre. Ni siquiera una voz o una risa que indique que la chiquilla está viviendo aquí. Y bueno, llamenme loco, pero aunque estaba pensando que me molestaría que me cambiaran las cosas, ahora mismo la sola idea de pensar que la niña se ha negado a salir de la habitación todo el día hace que un gruñido salga de mí, porque lo cierto es que su actitud me jode. Me molesta que aunque le he abierto las puertas de mi casa, cosa que no hago con nadie, ella parece querer seguir en el papel de víctima, lo cu
Samira No puedo creer que Amir haya escuchado toda la discusión, si es que puedo llamarlo así, pues ha sido esa mujer la que ha llegado a insultarme. Debo admitir que cuando escuché su voz y las mentiras que Haifa dijo de lo sucedido creí que él la tomaría conmigo, que iba a creer en ella y me castigarían, pues toda mi vida siempre fue así. En mi casa cada vez que Sujen decía algo de mí, mi padre le creía y yo era quien recibía el castigo. Sin embargo, este no fue el caso. No sé qué pensar o cómo reaccionar al ver que él me ha defendido, nunca antes alguien lo había hecho y de todas las personas es él quien menos tiene razones para hacerlo, yo no soy más que una propiedad más de las que tiene, o al menos eso es lo que he estado pensando. Siento como mi pulso se acelera al escuchar su pregunta y la lengua se me vuelve pasto al pensar en qué contestar ante eso, por lo que termina saliendo de mi boca no es más que un balbuceo vergonzoso. —Yo… bueno es que tú… lo que quiero decir… ¡Me
Amir Sigo alucinado con el hecho de que esa chiquilla se haya atrevido a negociar conmigo, ni siquiera mis clientes lo han hecho con tanta soltura pues siempre temen incordiar, aunque siendo honesto la situación me causó gracia y consiguió que gran parte del cabreo que tenía debido a Haifa y su atrevimiento se disolvieran de mi cuerpo. La idea de la cena fue totalmente impulsiva, pero debo admitir que ha sido una muy buena jugada para conseguir ganarme su confianza y sospecho que al hablarle de su padre esa confianza crecerá, pues la verdad siempre es la mejor arma a la hora de mantener una mentira o en mi casa un secreto. “Combina verdades con mentiras Amir, es ese el truco” Esas palabras de mi madre son las que me ayudaron a resistir por mucho tiempo y hoy lo implemento cada vez que puedo. Sin querer dilatar más la situación me encamino hacia la cocina donde me imagino que se encuentra Anya con las mujeres del aseo alistando todo para la cena, al llegar los ojos de mi mucama y la
Samira Me voy a volver loca. No, correción, este hombre va a volverme loca. Cada vez que creo que ya me he hecho una imagen de él y pienso que sé a qué atenerme, entonces llega él y se encarga de cambiarlo todo por completo y me asusta. Lo hace, porque en menos de 72 horas ha conseguido que, a pesar de las circunstancias desastrosas, me sienta bien. Tenga esperanza de que no todo está perdido y eso es algo que nunca me había pasado. Lo que me deja desconcertada y hace que todo para mí se reduzca a una simple pregunta. —¿Por qué haces todo esto por mí?—Digo sentada finalmente en la mesa del comedor, y lo agradezco pues hace que sea mucho más sencillo tener esta conversación. Pues así no siento que voy a caerme en cualquier momento con cada cosa que él me dice o cualquier gesto que me deja desconcertada. Él se queda en silencio por unos segundos que se me hacen eternos y por primera vez siento verdadera desesperación por no poder ver, pues me encantaría saber que gesto tiene en e
Amir Las cosas están saliendo mejor de lo esperado, si omito por supuesto la parte en la que Haifa ha llegado a incordiar a Samira. Ayudo a la chiquilla a ponerse en pie y ella se apoya en mi brazo, y la guío por el pasillo. —Bienvenida, princesa, al corazón de mi reino —anuncio con un toque de teatralidad, disfrutando de la pequeña, casi minúscula sonrisa que me da. Nos adentramos en la sala principal, donde el aroma a madera se mezcla con los aceites esenciales que siempre mantengo perfumando el lugar, envolviéndola. —Estamos en la sala, ¿quieres que te describa todo? —Eso… Eso estaría muy bien— me dice y yo comienzo a guiarla por todo el lugar al tiempo que empiezo a hablarle. —La habitación está decorada con tonos cálidos, donde los rojos profundos y los dorados crean una atmósfera acogedora—empiezo. Le describo cada rincón, los detalles intrincados de los tapices y la suavidad de los cojines en el sofá, permitiéndole imaginar el escenario. Al llegar a la gran escalinata,