Mi Querida Andrea “La mayoría de las cosas, sobre todo las importantes, son mucho más complicado de explicar de lo que realmente llegan a ser… no soy un hombre de pedir perdón y menos de excusarme pero no quiero que por nada en este mundo creas que solo nos comprometimos por esa tonta maldición, me obsesione contigo desde la primera vez que te vi y cuando te volví a ver saliendo de tus tutorías no me creí que fueras tú…Te espiaba cada noche, tenía hombres siguiéndote para protegerte y solo me sirvió para saber que mi hermanito pequeño te había enamorado y me había engañado pero que no era lo suficientemente hombre como para desposarte.Yo no te hice un favor, me lo hice a mí mismo porque estar cerca de ti hizo que sentimientos que no conocían florecieron en mi interior.No sé como explicártelo, quizás se debe al hecho de que jamás pensé que debería hacerloPero te amo como nunca en mi vida he amado a nadie y como nunca volveré a amar. Te espero para dormir T.F.E.
—¡Vamos!—me dijo con una amplia sonrisa mientras tiraba de mi mano escaleras abajo como si tuviera prisa—Nikolas, detente—le pedí divertida incapaz de seguirle el paso con aquellas sandalias de tacón—¿A dónde vamos?—pregunté cuando modero su paso—Es una sorpresa—me miro por sobre su hombro mostrándome aquellos hoyuelos que lograban camuflarte con su lunar de luna—Ven vamos—me ordenó divertido y devolviéndole la sonrisa lo seguí. De hecho lo seguirías a donde fuese—me afirmó mi conciencia y me es imposible negárselo.Al llegar al exterior del palacio nos esperaba un automóvil con algunos guardias, los mismo que se apresuraron a abrirnos las puertas y él me dejo entrar a mi primero aún sosteniendo mi mano con la suya.Una vez estuvimos en el interior del automóvil saco de uno de sus bolsillos un pañuelo completamente negro con 3 iniciales bordadas en dorado; NSC.—¿Puedo colocártelo?—preguntó mostrándomelo y yo asentí ampliando su sonrisa.—¿No puedo ver a donde vamos?—indagué co
El regreso al palacio fue completamente perfecto, mis ojos se deleitaban con el paisaje que dejábamos atrás, he vivido toda mi vida en este reino y jamás había pasado por este lugar.Sus manos acariciaban el dorso de las mías despreocupadas mientras también tenía la vista perdida en todo aquello con los ojos de un niño que mira lo el postre que tanto le gusta.Las casas comenzaron a aparecer hasta que comenzaron a ser más frecuentes dejando el bosque como el bello recuerdo de haberlo visto por unas horas.Los carruajes le cedían la vía al vehículo real y los ciudadanos del reino se detenían en las zonas contiguas para saludar a quien fuese dentro de él.Pero en lugar de mantenernos en la ruta que nos llevaría directamente a las enormes rejas del palacio el conductor tomó la siguiente desviación dirigiéndonos al centro del pueblo donde los más ostentosos locales de comercio se encontraban.—¿Pasa algo? ¿A dónde vamos?—indagué mirándolo por unos segundos mientras el simplemente sonreía
Las palabras de Arthur resonaban en mi mente, dejándome la cabeza dando vueltas, no podía evitar pensar en todo lo malo que podía pasar si la maldición no se rompiera.El resto del camino hasta nuestra llegada al palacio fue en un absoluto silencio que verdaderamente agradecí.A pesar de mi preocupación no pude evitar notar el hecho de que la seguridad dentro de las enormes rejas había aumentado considerablemente.Los muros estaban abarrotados de personas con el uniforme real vigilantes a cualquiera que se atreviese a adentrarse en el interior de esos muros.Desde que descendimos del automóvil chocamos de frente con un pelotón de guardias que se disponían al cambio de turno.—¿Qué está pasando Arthur?—indagué buscando la mirada de él esperando sinceridad en sus ojos pero fue todo lo contrario.Parecía preocupado a la vez que su rostro se endurecía por los gritos que se hacían cada vez más fuertes a medida que nos adentrábamos en el palacio. Detuvimos nuestro andar frente a las puertas
—Ella es Magdomely—me señaló Arthur a la señora de edad avanzada que nos acompañaba en nuestra habitación—la mejor organizadora de ceremonias del reino y está aquí para ayudarte con todos los detalles de la boda—me sonrió cómplice mientras la mujer asentía—Todo será como usted decida futura reina, me asegurare de que cada detalle sea de su completo agrado—se apresuró a decir Magdomely ampliando su sonrisa pero por alguna extraña razón la mía se congeló mientras un extraño escalofrió recorrió mi columna vertebral—Gracias—logré decir mientras Arthur fruncía el ceño mirándome fijamente—Magdomely por que no traes las opciones para que la señorita Andrea vaya tomando decisiones—su tono era suave pero dejaba en claro que era una orden y ella se limitó a asentir para alejarse de nosotros.—¿Quién es ella?—rompí el silencio en cuanto Magdomely se alejó lo suficiente pero su expresión cambio haciéndola casi indescifrable para mí.Separó sus labios unas cuantas veces como si buscara valor pa
La habitación estaba en penumbras, por la ventana cerrada ni siquiera penetraba un atisbo de luz, todo permanecía en silencio y a pesar de la oscuridad una silueta era perceptible en la cama.Alguien yacía ahí, tumbado como si durmiese. Camine a paso lento y a medida que me acercaba mis ojos se acostumbraban aún más a la falta de luz y las cosas se podían apreciar mejor.En la cama no había una sola persona, por el contrario eran dos los que descansaban, dormían abrazados como si estuvieran tan cómodos como profundamente dormidos y podía observar sus cuerpos carente de prenda alguna.Mis ojos se abrieron de par en par como si intentaran salirse de mi rostro incrédulos a aquello que veían a la vez que mis pasos se detuvieron y mis lágrimas comenzaban a descender por mis mejillas.Los ojos de la ahora pelinegra se conectaron con los míos mientras abrazaba a su acompañante y una sonrisa burlona se dibujó en sus labios mientras yo negaba rápidamente con mi cabeza incrédula de que Nikolas
—Señorita Andrea dejamos sobre la cama su vestido para esta noche pero…—comenzó a hablar una de mis doncellas mientras me sumergía en la bañera—ha llegado esto de la sastrería pedido especialmente por el príncipe en persona—concluyó con una sonrisa extremadamente pícara mientras me mostraba una lencería a juego con el precioso vestido que iba desde el rojo vino en los hombros hasta el negro de la falda.Mi cara comenzó a arder por la vergüenza lo que aumento las risillas de las chicas enrojeciendo mi rostro más todavía.Pero no puedo negar que aquella lencería extremadamente diminuta resaltaba mis pequeños pechos y mis casi inexistentes glúteos, pero me avergonzaba el hecho de llevarlo puesto o que fuese él quien lo eligiera.—Cambia esa cara—se burló Emily de mi rubor desmedido— el sastre lo hizo para ti el regalo del príncipe no tiene nada que ver con eso—se cortó aún con la sonrisa en el rostro llegando hasta la cama para tomar lo que parecía una pequeña cajita de terciopelo negra
—Esto es para ti—susurre a pocos centímetros de su boca y con su frente aún pegada a la mía extendiéndole mi regalo perfectamente envuelto en papel de colores azul y verde.La extrañeza en su expresión con esa sonrisa nerviosa de niño de 10 años que recibe su primer regalo de cumpleaños… pero que podría llevar en aquella caja rectangular. ¿Qué se le regala a un futuro rey?; al hijo maldito nacido en uno de los reinos más prósperos de esta era.Estoy segura que nada en el mundo estaría a la altura de su ego, sin embargo me dedique a buscar aquello que al menos le fuese relativamente útil a él, mi prometido, mi príncipe maldito.—¿Verde y azul?—sonrió con curiosidad acariciando la envoltura de la caja—quisiera futura esposa conocer el ¿por qué de ello?—fijo sus ojos en los míos.—Como sabes que hay uno—me limité a responderle y solo conseguí que intensificara su mirada como si quisiera arrancarme las palabras con ella—Por favor, obvio que lo hay tratándose de ti—presionó y solté un su