Es lunes temprano, excepcional sobre todo para la época esta nublado y hace un poco de frio, tolerable pero incómodo, en un escalofrío de tedio, la ciudad en pequeños pasos despierta, se prepara a una jornada, en sonidos cotidianos, se despereza, en un caótico ritmo de amorfos merolicos, que igual aúllan en la sirena de un claxon, que instruyen a gritos en medio de chanzas para levantar ánimo y así comenzar, los saludos de los desconocidos que en fingida cortesía festejan el inicio de la jornada.
Si nos fijamos, tornamos la vista y prestamos atención, podremos encontrar en puntual fijación una a una la historia íntima de cada persona, así dibujando un camino entre dulces viandas, tibias y aromáticas infusiones, insulsas pláticas, con adustos rostros de preocupación que en indiferente casualidad, pasan sin ver, en silencioso tránsito nos llevan al fondo, donde en medio de la caótica inercia los primeros alumnos suben los
Adrián echó ligeramente la cabeza hacia atrás, sorprendido y ahora además de intrigado, sintió que ella jugaba con él, sin saber qué otra cosa a hacer, tomó la única ruta que conocía, la verdad. —Hou —reclamó haciendo la cabeza atrás —pues, en realidad no estoy seguro, me parece que es la combinación de las infusiones de café y el cacao —respondió con calma rastreando en su memoria —como resulta un poco amargo le ponen algún lácteo, como crema o directamente leche. La respuesta a Candy al principio le pareció desconcertante, después retorció la boca con repugnancia. —¿Caca? —dijo asqueada mirándolo con admiración —¿pero por qué hacen eso? Adrián extrañado la vio por un segundo, comprendiendo de inmediato, y sonrió complaciente. —Hou no —dijo alegre al tiempo que se levantaba —no, el cacao es una semilla, como el café, se usa para preparar chocolate. —¿Chocolate? —requirió c
El asombro y la felicidad detonaron en Candy, de un intempestivo salto, se levantó y abrazó a Alejandro, colgándose de su cuello obligándolo prácticamente a cargarla. —¿Estás bien? —preguntó al tiempo que soltándolo palpaba su pecho y sujetaba su mano —¿te sangró? La vista del chico perdida, inmerso en felicidad parecía extraviada. —No... ¡estás casada! La contestación del todo fuera de lugar pareció más una pregunta que una afirmación, claro, la incongruencia y el tono errático sorprendieron a Candy. —¿Qué? Extrañada por la sorpresa de la respuesta, parecía absurda y sin querer apretó su mano. —¡Ay! —gritó al tiempo que en arrebato se soltaba, de inmediato regresaba la vista a Candy —¡tienes novio! Una vez más ella que no podía comprender lo que a vistas parecían preguntas absurdas y un poco preocupada por la integridad
Un día, quizá mañana, quizá hoy sin saber el cómo, o tal vez con premeditación, cuando a nosotros se cruza un insignificante destello, el dulce aroma de una infusión, el monótono estribillo de una canción, el escozor del frio, la brisa del roció, sin querer, sin pensar, estamos de frente al futuro, y nos dejamos invadir por la emoción; empezamos el proyecto de vida, de nuestra vida, de tú vida; un proyecto tan grande que raya en lo descomunal, la hazaña que significará la razón de ser, lucharemos a sangre y fuego por la meta, pero sólo aquellos con la tenacidad de ser seguirán. Ungidos por la vida con la tozuda perseverancia del valor se levantarán una y otra vez; de nuevo renacerán de la ceniza, aprendiendo del error, cicatrizando la más profunda herida durante la batalla, y caminando de frente, solo al frente. Cuando al fin sucede llegamos a la meta, descubrimos que esa brutal ofensiva solo fue el principio, y pides más, quieres más. &n
Para hacerlo fácil, Candy prefería llegar poco antes de sus citaciones, de esa forma si acaso algún aspirante no llegaba o llegaba tarde ella tomaba ese lugar, este día incluso llegó minutos antes de abrir la empresa, y como lo hacía para cada entrevista se acicaló con las mejores prendas que su disminuida economía le permitía, vestida con recato formal, sin perder el toque juvenil y alegre de su edad, esperaba nerviosa que se abrieran las puertas de acceso; mezclada en medio de los trabajadores, ella trataba de diluirse en el contexto, apartada a un lado recargada en un pilar veía los cristales que a manera de pared transparente ella podía observar el interior del edificio, al fondo logro ver que entre recepcionistas e intendentes lentamente se incrementaba el movimiento, y si, en punto de las nueve se abatieron los cristales que como compuertas permitieron el flujo de trabajadores al interior. Casi al final como una sombra
Si te detienes solo un minuto a ver la vida, de lejos encontramos siempre lo mismo, en el etéreo marco de la realidad, la denigrante verdad del ser, y su belleza están inherentemente unidas, este axioma se aplica igual a una persona que una ciudad, donde solo parpadear vemos a al desconocido que dolido por las llagas del tiempo libera su asiento y con tozuda amabilidad prefiere sufrir en pie y ceder el lugar a la anciana en el transporte, que al petulante adolescente que en alarde empuja a al mendigo solo para anunciar con arrogancia su impunidad, mientras él resiste con heroica paciencia el insulto, donde estés, donde mires, incluso al espejo encontraras esta ambigua realidad, y por eso en un falso pero cómodo hábitat creamos zonas de confort, donde sentimos esa ficticia seguridad; somos las vergonzosas víctimas del mundo, y de nuevo, el efecto no es privativo, la regla se aplica igual a uno que miles o millones. En esta ciu
Tal vez sea un fútil intento o tal vez de hecho, sea la fuerza vital que mueve al mundo, es esa necesidad con la que algunos elegidos son ungidos y que no entienden de límites, donde cada obstáculo solo es el siguiente peldaño hacia arriba, esa es Candy, que en tozuda resistencia a hecho de su vida una sólida rutina, donde a base de tenacidad, sin excusa se levanta cada día apenas se escucha el irritante cintilar de la alarma y con la precisión robótica de la costumbre se incorpora, en lo que pareciera es un solo movimiento se desnuda, mientras recorre la delgada cortina de baño que a base de sacrificar a otros lujos puntualmente cada quince días la cambia, ese es parte de un sin fin de pequeños detalles que le llenan y le ayudan a seguir. Con la sonrisa del triunfo en un íntimo ritual se introduce bajo la regadera, antes de cerrar la cortina mira el entorno, recorre lentamente con la vista el pequeñísimo departamento,
¿Quién sabe qué es crecer?, tal vez nunca terminamos, aunque tenemos todos un inicio, un punto vital donde empezamos a cambiar, que nos define, quizás, sea la muerte de la mascota que con su partida destruyó la plácida sensación de eternidad, o la vergonzosa indolencia de nuestros cercanos que prefirieron avergonzarnos que prestar ayuda a nuestra desesperada necesidad de auxilio, día por día, somos lo que vivimos, pero hay un punto de inflexión, cuando una furiosa necesidad de libertad nos invade, cuando somos tan pequeños que no distinguimos con certeza el bien y menos aún el mal. Cometemos equivocaciones que por infantiles no debiéramos considerarlas como errores, que en consecuencia tendremos que afrontar, así, nace en nosotros la moral, nos apropiamos de a poco, la falsa sensación de lo correcto, a partir de ese momento no podremos excusar nuestros actos con la indulgencia que nos da la edad guiados solo por el faro de lo que hasta ese momento es correct
En medio de un recuerdo difuso donde las fantasmales ánimas de una vida imposible se vuelven tan reales que casi son tangibles, Candy escucha un rasposo tañido amorfo, que como en un doliente tirón la empujan y la llevan a la realidad, robando el alivio de la ensoñación; lentamente abre los ojos, escuchando la chirriante perorata de una monótona campanilla, enturbiada estira la mano buscando su pequeño banco donde acostumbra poner el teléfono, solo el intento desata el punzante dolor en la nuca, que la hace remitir y se encoge apretando los ojos buscando alivio. —¿Estás bien? Se oye una voz complaciente que bien ella conoce, pero no identifica. —Duele —replicó en un gemido —duele mucho. Respondió en un lamento mientras a traspiés trata de abrir los ojos. —Sí, bien —respondió la voz —no te has tomado la medicina para el dolor. Las imágene