Después de darle un té a Luisa, y convencerla de que sería uno más y ya, Evangelina subió con su marido a la habitación. Estaba feroz por tenerlo, y él lo sabía muy bien.Se metió en la ducha por largas horas, para difundir su cuerpo en un baño de rosas y usar todas las cremas con olores que le encantaba usar, y así despertar al hombre salvaje que tenía Demetrio por dentro.Su entrepierna palpitaba de solo imaginar que iba a estar con él. Lo deseaba realmente con locura.Eva peinó su largo cabello, para dejarlo suelto y que hiciera juego con el baibidor de color rojo que había optado por ponerse.Mordió su labio en el espejo al verse. Su corazón latía a mil por hora de una manera tan fuerte que parecía que lo podía oír.Cuando salió a la habitación, todo el deseo que sentía por estar con su futuro esposo se derrumbó al verlo dormido en la cama.Eva se acercó a él con cautela para verlo "dormir plácidamente'' en la enorme cama de sábanas blancas de su habitación.—¡Ay, no esté, no me va
La alegría volvió al cuerpo de Demetrio. Sentía de nuevo esa esperanza de vivir, y luchar, no solo por ser guapo o no, era más que eso, era sociedad, una sociedad que seguramente lo iba a humillar hasta cansarse, ya lo había experimentado el día anterior con apenas unos niños curiosos que lo miraban, y definitivamente para el italiano, que era un hombre sensible a los sucesos, por todo el dolor que había pasado, era demasiado que soportar.El médico le dijo que después de la operación estaría un par de semanas vendado, y que no podía salir a la luz solar, además de mucho descanso; cosa que retrasaría de nuevo la boda de Evangelina, y era algo que Anderson no quería tolerar, no quería seguir viviendo y durmiendo con Laureti sin estar casada, en el tiempo de antes era muy conservadora, y aún quedaba un poco de ese miedo o respeto por ahí en su interior.Salieron contentos del consultorio. A Eva le costó convencer a Demetrio de casarse primero y después ser operado, pero, después de unos
Las manos de Demetrio sudaban. Su corazón palpitaba tan fuerte que podía oírlo en ese momento. Estaba tan nervioso que su respiración estaba entrecortada. Estaba cumpliendo el sueño de casarse como Dios manda con la mujer que amaba. Recordó por inercia, la vez que se iba a casar con Alina y sonrió con ironía, agradeciendo que la vida en ese momento no le fuera permitido casarse con ella, porque definitivamente hoy era el hombre más feliz del mundo.La iglesia estaba llena de trabajadores de la empresa, como amigos de Massimo y de Demetrio, de la universidad. La decoración era exquisita, entre blanco y un rosa pálido que se veía fenomenal, tal pulcro y glamuroso, digno de un Laureti.Muchos miraban a Demetrio con curiosidad por su rostro, y otros con admiración por ser tan valiente y no importarle las críticas de los demás.Había una cantidad de paparazzi, pendiente de grabar la entrada magistral de la novia más esperada del momento.Todos estaban tan felices que no podían dejar de sent
Demetrio no había podido dormir en toda la noche, sus ojos estaban hinchados por el insomnio de saber por Eva, no podía creer cómo era posible que existiera un ser tan despreciable como Santino San Román, que fuera capaz de secuestrar a una mujer embarazada y alejarla de sus hijos.Se levantó con cuidado, dejando a los niños dormidos a su lado. Había dormido la noche anterior con ellos, estaban nerviosos por no saber de su madre, y le costó mucho dormirse, lograron hacerlo después que Demetrio se metió con ellos a la cama. Acomodó sus cabecitas suspirando al verlo, para bajar a la sala y seguir buscando la manera de encontrar a Eva. Massimo había puesto la denuncia, y solo era cuestión de días para dar con ella. Pero, Demetrio estaba ansioso, sabía que Santino era un psicópata, y eso era lo que realmente le temía, por la vida de Evangelina, y de los hijos en su vientre.Apenas se aseó y bajó a la planta baja, unas personas lo esperaban en su salaDemetrio los miró extrañados, sobre tod
El frío entraba por la ventana esa temporada de diciembre haciendo estremecer el cuerpo de la pelinegra con rudeza.Abrió los ojos de repente al escuchar el sonido de sus hijos levantados.Miró su cuerpo húmedo por la temperatura. No entendía como cada noche soñaba con esos ojos azules que la miraban con intensidad, y unas manos gruesas de vellos amarillos que tocaban su cuerpo cada noche.«¿Quién será ese hombre con el que sueño? Jamás he soñado con Sam, de esta manera ¿Pareciera ser un hombre que ame mucho?», pensaba.Suspiró mientras se levantaba de la cama, para posar sus pies en las alfombras del piso. Tenía toda su habitación llena de alfombras.Caminó con cansancio hasta las cunas de los mellizos, que habían estado llorando y los tomó en sus brazos.—Mis angelitos —besó a sus hijos con ternura, para luego ver sus hermosos ojos que un día amanecían azules y otros grises oscuros. Tomó primero a la niña, era muy comelona e impaciente, por eso era ella la primera que tomaba para ama
Eva se quedó estática viendo al hermoso hombre que estaba en frente de sus ojos. Sus piernas temblaban y no podía articular ninguna palabra.—¿Por qué me dejaste Eva? ¿Por qué no has vuelto a casa con tus Trillizos? Te necesitan, al igual que yo, ¡¿por qué cojones me alejaste de los mellizos?! —Eva arrugó el entrecejo.—Disculpe, está usted equivocado señor, mi nombre no es Eva, me llamo Elena y no lo conozco.Demetrio la miró, incrédulo.—¿Cómo que estoy equivocado?—intentó acercarse a los niños, pero Eva se lo impidió.—Ni se le ocurra acercarse a mis niños —exclamó nerviosa.—Eva, mi amor, son mis hijos… y tú, mi mujer, por favor, ¿por qué estás diciendo estas locuras? —la voz del italiano estaba entrecortada. Un nudo en la garganta no lo dejaba respirar y las lágrimas estaban a punto de salir.—Le he dicho que no lo conozco. —susurró no muy segura.Se levantó del asiento, estaba temblando en ese momento. Aunque no sentía miedo, él la había llamado por un nombre diferente al que ell
—¿Y cómo me queda este, Rosa?—preguntó Eva, cansada de probarse muchos vestidos y que su dama de compañía dijera que no le gustaba ninguno.—Es que, tiene usted un hermoso cuerpo, niña, ¿por qué no usa algo más a su edad? Yo cuando joven me encantaba usar ropa pegada que resaltará mis curvas.Eva sonrió por las ocurrencias de Rosa.—A Sam no le gustará que muestre mis atributos —mordió sus labios con duda.—Pero, él no es su dueño. No sé cuándo va a poner límites contra él —la reprendió la mujer de mediana edad con el ceño fruncido.—Tienes razón, Rosa. Es que a veces le tengo miedo, siento que Sam, no es normal.Rosa la miró con curiosidad. Ella sentía de alguna forma un rechazó hacia su patrón. Sobre todo después de descubrir que las pastillas que supuestamente eran para hacerle volver la memoria, resultó todo lo contrario.—¿Y usted no a pensando en divorciarse? Puede ser que después de perder la memoria, todo el amor se fue con eso —insistió Rosa.—No lo sé, Rosa, no sé qué hacer.
La frente de Evangelina estaba empapada. Sudaba frío y el pulso de su corazón era agitado.—¿Por qué me sigues al baño? —le preguntó a Santino con el ceño fruncido, tratando de que no notará sus nervios.San Román entró al baño para ver si Eva estaba sola. Después de echar un pequeño vistazo, la jaló del brazo para llevarla con él.—¿Nos vamos? —preguntó ella agitada.—Si, nos vamos de esta m****a, tú y yo tenemos que hablar —escupió con las manos empuñadas de la molestia.Apenas llegaron a la casa, Santino lanzó a Eva al piso. Eva lo observó con terror, estaba bastante ebrio.—¡¿Quieres el divorcio, no?! —le gritó desesperado.Eva lo miró con miedo. No podía creer que estaba tan fúrico, jamás lo había visto de aquella manera.—¡Es lo mejor Sam, nosotros no estamos juntos, tú me tienes como una prisionera y además siento que no te amo! —gritó poniéndose de pie. Rosa bajó con los niños enseguida para ver qué pasó, pero Santino la interrumpió.—¡Largo de aquí, no te metas! —le gritó