Había pasado una semana que Amber había llegado a la empresa, había vuelto a su puesto de trabajo, pero, después de ese beso, Andrea no volvió a acercarse a ella, hasta que la llegada de Fernanda los volvió a acercar, para mala suerte del italiano que lo único que quería hacer era olvidar el puto beso de sus labios.—Quiero conocerla —entró Fernanda con un escolta a su lado. La chica era hermosa, sus cabellos negros traspasan sus nalgas y sus ojos azules se veían aún más brillosos por encima de los lentes para ver qué llevaba. Se parecía mucho a Eva, aunque en versión sexi y hermosa, parecía una actriz porno con inteligencia suprema.—Me alegra mucho verte hermanita —Andrea subió la mirada para ver a la culpable de que estuviera trabajando horas extras.—A mí también mi pequeño, gran gruñon —acarició sus mejillas pellizcando un poco de ellas.—¿A quien quieres ver?, es solo una secretaria torpe que se confundió e imprimió penes vibrantes Fernanda, por eso no puedes hacer un show —excl
Amber estuvo trabajando los siguientes días en diseñar todo lo que su mente imaginaba en juguetes sexuales. Se sorprendió un poco, porque para alguien virgen como ella, que se suponía que no sabía nada de miembros, los imaginaba muy grandes y rosados, seguramente producto de las películas que había visto con su amiga Lucía, o de los libros de cincuenta sombras de grey que había leído donde los describen muy bien.—¡Oh, por dios! ¿Este es mi pago? —exclamó emocionada viendo el mensaje con la notificación que le había llegado. Su sueldo doblaba lo que realmente iba a ganar por ser secretaria; no podía sentirse más contenta. Podía pagar la matrícula para la universidad, y también podría pagar una parte de la hipoteca de la casa.Salió directo al banco, a retirarlos en efectivo, ya que el pago de …. Era estrictamente en físico.Cuando llegó a su casa se encontró a su hermana acostada en él sofá comiendo pizza sin ni siquiera preocuparse de los gastos de la hipoteca.—Que bueno que llegast
Andrea no sabía porque sentía la respiración agitada, porque tenía el corazón contraído y porque un nudo enorme se posaba en su garganta. Conducía sin saber a donde iba, su corazón estaba acelerado y si no fuera por la llamada con urgencia en su móvil seguramente fuera parado a un lugar desconocido.—Si —contestó de prisa al ver el remitente.El freno de su auto se sintió en seco, cuando escuchó las palabras de su nana en el otro lado; sus manos comenzaron a sudar en ese momento.Cuando llegó a la clínica estaba asustado, era como revivir la escena exacta del día que murió Astrid, la desesperación de no poder verla por última vez por no encontrar su cuerpo lo embargo, y ahora qué podía perder lo único que tenía de ella y lo que más amaba en su vida lo hacía sentirse miserable.—¿Dónde está? —preguntó acelerado.—Mi niño, lo siento mucho —dijo Ramona mientras lloraba.—Dime qué está bien nana —preguntó con las lágrimas a punto de caer de sus ojos. —Por suerte está bien mi niño, solo
Andrea se removió en su cama toda la noche, y no solo porque su nana no lo dejó quedarse con el niño en la clínica, sino porque no podía olvidar los ojos de gato de Amber, además de sus besos, sus labios rosas y su carita hermosa, era como había dicho su hijo, un ángel, un ángel que lo incitaba a cometer el más delicioso pecado.Abrió los ojos en medio de la madrugada, tenía el corazón agitado y de su frente brotaba mucho sudor a pesar de que la temperatura en su habitación era fresca. Luego miró su pantalón y entendió el porqué su cuerpo estaba empapado. Su miembro estaba tan duro como una roca, duro y goteante.Se relamió los labios. Andrea no era de esos hombres que se masturban, siempre controló sus emociones, de hecho, nunca fue un jovencito que descargara sus hormonas con su mano, pero, ¡joder! Había algo en ella que lo estaba volviendo loco, que lo incitaba a tocarse, y debía calmar sus sentimientos antes que cometiera una locura y comiera a su secretaria en su oficina, en el e
…Amber, sintió sus piernas como gelatina, parecía un pequeño gánster debajo de la imponente figura de su jefe, pequeña y sin protección bajo las garras de Andrea Laureti.—Yo…—tartamudeo, pero Andrea, no dejó que siguiera La tomó por el cuello y la comenzó a besar de una manera tan apasionada que las braguitas de Amber comenzaron a empaparse.Andrea la levantó como bebé y la depositó en el escritorio. Estaba desesperado por ella, su mente estaba nublada, y sus sentidos al parecer lo habían abandonado. Llevó a sus manos a sus nalgas y apretó de ellas sin dejar de besarla. Amber, enredó sus dedos entre los cabellos de su jefe y jaló de ellos con lujuria, sin dejar de sentir como su lengua volteaba la de allá de un lado a otro. Jamás se había sentido tan excitada, de hecho nunca se había sentido como se sentía en ese momento, llena de lujuria, llena de deseo, llena de ganas de ser devorada, pero, había algo que le iba a impedir a Amber continuar con la pasión desenfrenada que tenía con s
La cabeza de Andrea dolía. Sentía que la loca de su secretaria había roto algún hueso en ella.—¡¿Qué te pasa?! Casi me matas con esa palo —exclamó él acariciando su frente que dolía a mares.Amber no sabia que hacer en ese momento, unas inmensas ganas de reír la embargaron, porque su querido jefe se veía realmente asustado ante la golpiza que ella le había dado.—¿Te quieres reír? Ah, dime, te estás riendo Amber Rodríguez —la señaló con el dedo tembloroso. Parecía que había quedado un poco asustado.—Disculpe, jefe, de verdad discúlpeme —reía conteniendo la risa que le causaba ver a su jefe tambalear —. Pensé que era… —¡¿Quién? Eres loca Amber, ¡te crees Jackie chan para andar soltando madrazos como loca! —gritó molesto intentando acomodar su corbata y su compostura.—Usted también tiene la culpa, estaba detrás de mi cauteloso —achicó los ojos — ¿Acaso usted me estaba espiando? —preguntó colorada de la risa.—Pues, no, este…—Andrea rascó su nuca..se veía cómico, ¿y cómo no?, imagina
—Ya lo acosté en la habitación —dijo Andrea saliendo de nuevo a la sala de cine de la mansiónAmber, se quedó mirándolo sin ningún pudor, él hombre tenía el cabello mojado y alborotado. Su dorso estaba al descubierto mostrando sus pectorales bien definidos y fornidos, sus piernas gruesas y robustas se veían por encima del short de dormir apretado y corto que llevaba puesto. Amber suspiró inconsciente ante lo que había causado ver a su jefe de aquella manera, su vagina había comenzado a palpitar y su boca se tornó húmeda.—Te voy a denunciar por acoso —exclamó Andrea con una sonrisa de medio lado que hizo que las piernas de la chica comenzarán a temblar.—No sea tonto, señor laureti —quitó la mirada de él para darle la espalda.—Creo que a estas alturas puedes llamarme Andrea, —habló en su cuello respirando su aroma fresco de su nuca.Amber sintió que los vellos de su cuerpo se erizaban. El palpitar de su vagina aumentó tanto que dolía. Podía percibir todos los olores que desprendía el
Amber no sabía cómo reaccionar a las manos de Andrea en sus caderas, a su aliento en su rostro y mucho menos al cosquilleo en su centro.Pestañeó dos veces fuerte para ver si no estaba soñando, dándose cuenta con eso que, no.«¡Diablo! ahora sí te tocó tu domingo siete» pensó la chica ruborizada.Las palabras no se hicieron presente, los dos ardían en una pasión sin medidas, en una pasión que era difícil de decir con palabras, porque los hechos eran reales.A Amber no le importo si a la mañana siguiente él la despediría, si a la mañana siguiente él rompía su corazón de la peor manera, ella solo estaba ahí, con una pijama húmeda de la excitación, en el cuarto de su mansión, lista y dispuesta para él.Cerró los ojos dejándose llenar por el inmenso beso de Andrea, que mientras tomaba sus labios e introducía su lengua dentro, tocaba sus nalgas y apretaba de ellas un pocoÉl quería ser gentil, él quería ser gentil con ella porque era su primera vez, estaba consciente de eso y aunque se sen