Juguetes eléctricos
«Dios mío no puede ser que el pavo real sea mi jefe» pensó Amber mordiendo sus labios fuertemente.

—Dime pues, ¿qué haces en mi oficina?, no me digas que vienes a aquí molestarme?, o acaso vienes mmm…—pensó por varios segundos —. ¿Quieres disculparte por tumbar mis papeles? porque te lo digo eh, no voy a tolerar que te la pases por mi empresa dañando cosas, con esas manos de aceite que tienes —Amber lo miró con una ceja alzada.

Ella no tenía manos de aceite, ¿o si?

Subió la ceja un tanto molesta, pero, debía conservar el empleo, debía hacerlo. Trago grueso calmando la molestia y las ganas de insultar a su jefe.

—Soy Amber Rodríguez, seré la suplente de Lucía del castillo su secretaria —Amber le tendió la mano a Laurety que la miraba como si estuviera completamente loca.

—¡Tu no puedes ser mi secretaria Joder! ¿No eres mesera? —preguntó con desconcierto.

—Si, pero por su gran culpa me despidieron, ¿lo olvida? —lo señaló con el dedo.

Una suave sonrisa se dibujó en los labios de Andrea
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