…Amber, sintió sus piernas como gelatina, parecía un pequeño gánster debajo de la imponente figura de su jefe, pequeña y sin protección bajo las garras de Andrea Laureti.—Yo…—tartamudeo, pero Andrea, no dejó que siguiera La tomó por el cuello y la comenzó a besar de una manera tan apasionada que las braguitas de Amber comenzaron a empaparse.Andrea la levantó como bebé y la depositó en el escritorio. Estaba desesperado por ella, su mente estaba nublada, y sus sentidos al parecer lo habían abandonado. Llevó a sus manos a sus nalgas y apretó de ellas sin dejar de besarla. Amber, enredó sus dedos entre los cabellos de su jefe y jaló de ellos con lujuria, sin dejar de sentir como su lengua volteaba la de allá de un lado a otro. Jamás se había sentido tan excitada, de hecho nunca se había sentido como se sentía en ese momento, llena de lujuria, llena de deseo, llena de ganas de ser devorada, pero, había algo que le iba a impedir a Amber continuar con la pasión desenfrenada que tenía con s
La cabeza de Andrea dolía. Sentía que la loca de su secretaria había roto algún hueso en ella.—¡¿Qué te pasa?! Casi me matas con esa palo —exclamó él acariciando su frente que dolía a mares.Amber no sabia que hacer en ese momento, unas inmensas ganas de reír la embargaron, porque su querido jefe se veía realmente asustado ante la golpiza que ella le había dado.—¿Te quieres reír? Ah, dime, te estás riendo Amber Rodríguez —la señaló con el dedo tembloroso. Parecía que había quedado un poco asustado.—Disculpe, jefe, de verdad discúlpeme —reía conteniendo la risa que le causaba ver a su jefe tambalear —. Pensé que era… —¡¿Quién? Eres loca Amber, ¡te crees Jackie chan para andar soltando madrazos como loca! —gritó molesto intentando acomodar su corbata y su compostura.—Usted también tiene la culpa, estaba detrás de mi cauteloso —achicó los ojos — ¿Acaso usted me estaba espiando? —preguntó colorada de la risa.—Pues, no, este…—Andrea rascó su nuca..se veía cómico, ¿y cómo no?, imagina
—Ya lo acosté en la habitación —dijo Andrea saliendo de nuevo a la sala de cine de la mansiónAmber, se quedó mirándolo sin ningún pudor, él hombre tenía el cabello mojado y alborotado. Su dorso estaba al descubierto mostrando sus pectorales bien definidos y fornidos, sus piernas gruesas y robustas se veían por encima del short de dormir apretado y corto que llevaba puesto. Amber suspiró inconsciente ante lo que había causado ver a su jefe de aquella manera, su vagina había comenzado a palpitar y su boca se tornó húmeda.—Te voy a denunciar por acoso —exclamó Andrea con una sonrisa de medio lado que hizo que las piernas de la chica comenzarán a temblar.—No sea tonto, señor laureti —quitó la mirada de él para darle la espalda.—Creo que a estas alturas puedes llamarme Andrea, —habló en su cuello respirando su aroma fresco de su nuca.Amber sintió que los vellos de su cuerpo se erizaban. El palpitar de su vagina aumentó tanto que dolía. Podía percibir todos los olores que desprendía el
Amber no sabía cómo reaccionar a las manos de Andrea en sus caderas, a su aliento en su rostro y mucho menos al cosquilleo en su centro.Pestañeó dos veces fuerte para ver si no estaba soñando, dándose cuenta con eso que, no.«¡Diablo! ahora sí te tocó tu domingo siete» pensó la chica ruborizada.Las palabras no se hicieron presente, los dos ardían en una pasión sin medidas, en una pasión que era difícil de decir con palabras, porque los hechos eran reales.A Amber no le importo si a la mañana siguiente él la despediría, si a la mañana siguiente él rompía su corazón de la peor manera, ella solo estaba ahí, con una pijama húmeda de la excitación, en el cuarto de su mansión, lista y dispuesta para él.Cerró los ojos dejándose llenar por el inmenso beso de Andrea, que mientras tomaba sus labios e introducía su lengua dentro, tocaba sus nalgas y apretaba de ellas un pocoÉl quería ser gentil, él quería ser gentil con ella porque era su primera vez, estaba consciente de eso y aunque se sen
Cada parte, cada extremidad, cada milímetro del cuerpo de Amber dolía, y dolía placenteramente, porque la noche anterior había experimentado el placer, ese placer que había querido experimentar con su jefe desde que lo vio.El sonar de la alarma la despertó. Abrió los ojos lentamente, pensando que todo había sido un sueño, pero al verse desnuda por completo y con su cuerpo marcado y adolorido, se dio cuenta de que todo había sido Real.Sonrío ampliamente al recordar como Andrea la había hecho suya hasta exprimirla. Llevó las manos a sus labios y cerró los ojos para recordarlo.—¿Qué hiciste Amber? —se preguntó nerviosa, tenía miedo de enfrentar la realidad, tenía miedo de que todo lo que había vivido la noche anterior le trajera consecuencias.Respiró profundo tomando su móvil, dándose cuenta con eso de un gran problema: ya se había acabado el plazo que le habían dado para pagar la hipoteca de la casa, ya que, la alarma que la había despertado decía claramente que hasta ese día tenía
Andrea no sabía cómo decir lo que estaba pensando, no sabía si Amber iba a aceptar su propuesta, pero, estaba seguro de que era la única manera de tener a su querido hijo con él, y con eso la mujer que había empezado a querer, pero, no se atrevía a decirle sus sentimientos a Amber, no quería salir lastimado, no quería que ella se burlara de él y mucho menos que pensará que era fácil dominarlo, él tenía que dar a demostrar que era un hombre sin sentimiento, aunque sentía más de lo que mostraba, sentía deseo, cariño y, sobre todo sentía que quería a Amber más de lo que quería quererla.—Lo siento mucho Andrea, no debí decir que tú y yo… —intentó disculparse.—Quiero proponerle algo, señorita Amber —dijo él bajando la mirada. Sus manos sudaban, porque, aunque sería un trato por conveniencia, él tenía miedo de su rechazo—¿Un trato? —preguntó ella desconcertada.—Veraz, yo necesito una esposa para no perder a mi hijo, y tú necesitas pagar la hipoteca de la casa —tragó grueso, él ya había
Amber tomó el lapicero y con las piernas como gelatina, firmó el contrato sin ver a Andrea, un contrato sin sello, sin fecha de caducidad, sin ningún argumento legal que lo avalara, porque sin ella saber ese matrimonio con Andrea era más real que la ganas que ella tenía de obviar las cláusulas que ella había impuesto, pero, era tan orgullosa que no iba a dar su brazo a torcer, no aún.—Bien, debes mudar tus cosas a la mansión, desde ahora vivirás aquí, he estado preparando todo para la boda, será algo sencillo y privado —Amber bajó la mirada, ella siempre soñó con casarse de blanco y hacer una gran fiesta. Pero, la decisión de aceptar ser la madre y esposa de su jefe por" contrato" fue de ella, y no podía echarse para atrás, o más bien, no quería hacerlo.Sonrió en dirección de Andrea, que guardaba los papeles en la gaveta.…Dos días después, ya Amber estaba en la mansión laureti, en una habitación al lado de la de Andrea, por eso de la cláusula de no tener sexo, cosa que cada día s
Amber entrelazó sus manos en el cabello de Andrea, tiró de él y desesperada devoró sus labios. Estaba hirviendo por los días que había estado conteniendo sus ganas, sus deseos desmedidos por su jefe. —¿Y la cláusula? —preguntó él en sus labios con picardía.—A la mierda —respondió ella desesperada.Andrea no pudo evitar sonreír, le agradaba sentir que Amber lo deseaba tanto como él la deseaba a ella.La jaló del brazo y la subió a la camioneta, haciéndole señas a los guardaespaldas que se quedarán, necesitaba privacidad en el camino, porque estaba tan prendido que no estaba seguro de soportar las ganas que la mujer le estaba causando.Tomó la camioneta y comenzó a conducir apresurado, deseando llegar a la casa para devorar a Amber una y otra vez hasta cansarse.Amber abrió sus piernas un poco, y por una inercia extraña, metió las manos hasta su coñito mojado y comenzó a hacer fricción por encima de su Panti.Andrea la miró sorprendido, le encantaba ver cómo la chica se masturbaba, no