Amber se quedó sorprendida cuando Andrea le dijo que tenían que irse de luna de miel, porque necesitaba que el matrimonio fuera creíble. Los ojos de Amber se iluminaron tanto que le costaba sostenerle la mirada a su esposo Andrea, no solo porque lo amaba y no quería que él se diera cuenta, también existía el miedo que él se alejara de ella al notar que ella estaba con él no solo por un matrimonio concertado, sino porque para Amber Andrea era el hombre perfecto.Tomó una maleta emocionada, Andrea le había dicho que metiera todo tipo de trajes de baños porque iban a ir a una Isla en Hawái, ella pensó que solo tenía un traje, pero, cuando abrió el closet ahí estaba full de ropa nueva, perfumes y muchos trajes de baño para ella.—¿Te gusta? —preguntó el italiano a su espalda.Amber volteó a mirarlo con una sonrisa hermosa en su rostro.—Me encanta, ¿y como sabes mi talla?, están a la perfección —tomó uno de color negro con puntitos blancos que le parecía exquisito por la manera en que est
Un hotel que no se podía describir con palabras, en frente de las playas de Hawái, pararon a llegar esa noche. Amber se sentía como una plebeya convertida en reina. Todo a su alrededor era espectacular. La noche que llegaron hicieron el amor hasta cansarse, y después ella se fue al bar del hotel a tomar una copa, mientras Andrea hablaba con sus padres de su matrimonio.No quiso ser inoportuna, pero cuando vio que la dichosa Evangelina comenzaba a regañar a su hijo por casarse sin decirle nada, por no invitarla, y más aún por ella no saber nada de su esposa, se dio cuenta de que sobrará en la habitación.—Una copa de vino tinto —pidió sentándose en la banqueta frente a la barra.Se había puesto un vestido borgoña, largo, con una abertura en la pierna y un escote en su espalda. Su cabello estaba suelto, despampanante, haciendo con eso que se viera más hermosa de lo que era.Un joven pintoresco le tendió la copa con una sonrisa agradable. A ella enseguida le cayó bien el muchacho, parecí
Andrea no estaba nervioso por saber si Evangelina iba a aceptar a Amber, más bien se estaba muriendo de los nervios porque sabía que la mujer en cuestión seguramente le iba a echar un jalón de oreja, y, con eso, un jarabe de lengua también, y no es que no tuviera suficiente edad como para el mismo tomar sus propias decisiones, solo era que la tal Evangelina Anderson, siempre les dijo: «No me importa que edad tengan, aquí la madre de ustedes soy yo, y seré siempre, así que velaré porque sean unos hombres honorables, y respetuosos con sus mujeres».Cuando llegaron a la mansión, Andrea tomó a Amber por la mano y caminó con ella dentro, Amber temblaba del miedo, ya se imaginaba una señora gorda, de cabellos cortos, y con cara de bruja, pero lo que vieron sus ojos al entrar a la sala la dejaron totalmente asombrada La mujer en cuestión, que debía tener un poco más de cincuenta años, apenas parecía de cuarenta, era tan elegante y hermosa. Su cabello negro, traspasaba sus nalgas, sus ojos g
Cuando Amber se despertó, ya Andrea no estaba en su cama. Así, que ella apresurada por ir al trabajo tomó una ducha rápidamente y bajó al comedor para tomar algo de desayuno, encontrándose con la sorpresa de que todos estaban sentados en familia para esperarla.—Amber querida, siéntate a mi lado, vamos, te estábamos esperando —dijo Eva con una sonrisa, mientras ponía la mesa.Amber sonrió en dirección de todos que la esperaban, y miraban como si fuera un ángel. Por alguna razón la acogían tan bien, como si fuera la esperanza para Andrea.—Buenos días, ¿cómo amanecieron? —respondió ella con entusiasmo.Hoy se sentía más feliz que nunca, estaba llena de entusiasmo, dicha, felicidad y paz.—Verdad que es un ángel abuelita Eva —dijo Dante que estaba al lado de Andrea que intentaba darle de comer en la boca.—Si, parece un ángel mi amor —respondió Eva.—Un ángel para un demonio —Fernando intervino entrando por la puerta.—Llegué ayer Fernando, y no te encontré aquí, con tu hermano, ¿Dónde
Habían pasado quince días desde que Amber había llegado de la luna de miel con Andrea, era imposible que ella estuviera embarazada, además, Andrea le había comprado las pastillas anticonceptivas, «¿qué podía salir mal?» Se preguntó mentalmente, sin embargo, para una persona tan jodidamente despistada como era Amber, todo podía salir mal, porque, cuando se dio cuenta de que los mareos, la falta de apetito y sobre todo su decaimiento podía ser de un embarazo, subió las escaleras como alma que lleva el diablo a buscar las pastillas anticonceptivas y cerciorarse de que se las había tomado todas, sin falta. Pero ese era el gran problema. Amber no se había tomado las pastillas desde hace muchos días atrás.«Soy una tonta, tengo muchos días que no me tomo la píldora» pensó sollozando mientras limpiaba su mejilla.¿Y ahora que iba a ser?, ella se había inscrito en la universidad para estudiar su carrera, además, aunque Andrea le había dicho que la quería ella no sabía si él quería otro hijo e
Después de unos días, Fernanda había logrado con sus influencias llevar a Juicios a Alba, para luego volver a Rusia; era una mujer que se la pasaba en juntas y negocios, y que por más que quisiera no podía quedarse. Aunque ella se sentía más tranquila, estaba segura que los abogados iban a lograr que el niño volviera a manos dónde nunca debió salir, a las manos de su padre, de ese ser que tenía días enteros sin comer por no saber el motivo de la mudez de Dante.No obstante, mientras Andrea junto a Demetrio y a Eva estaban camino al juzgado, Amber había salido a un laboratorio a buscar los resultados de la prueba de embarazo que se había realizado en la mañana.Estaba nerviosa mientras esperaba sentada en la banca, sus piernas temblaban, y su boca estaba seca.«Un bebé, con diecinueve años Amber, y no solo eso, ¿si no lo quiere?» las dudas rodaban por su mente de manera dolorosa, torturándose ella misma sin motivos.—Aquí están los resultados señorita —dijo una chica vestida de enferme
Amber había salido a comprar juguetes para hacer una pijamada con Dante, Fernando y Andrea, que estaban emocionados porque el pequeño iba a estar con ellos unos días. Estaba distraída como cosa rara en ella mientras manejaba. No dejaba de pensar en que debía decirle de su embarazo al CEO, y constantemente se preguntaba;«¿Qué puede salir mal Amber? Andrea te adora, te lo dijo»¿Y si es solo para que escucharas? Debes recordar que te casaste con él por un contrato» pensó recostando su frente de volante del auto.Había convencido a Andrea de no salir con los guaruras, necesitaba pensar, aclarar su mente y respirar aire puro.Bajó del auto y se estacionó en frente de un centro comercial. Había querido comprarle unos conjuntos de osito cariñositos al niño, y unos juguetes, se le encogía el corazón de solo saber que el pequeño no hablaba. Tocó su vientre por inercia de solo pensar que podía ser su hijo el que estuviera pasando por esa situación.«Debo hablar con Andrea» susurró caminando d
Ella quería creer que todo era un confusión, que la persona que estaba al frente de ella, perfectamente vestida, y con una sonrisa de oreja a oreja, no podía ser la esposa muerta de Andrea, de verdad lo quería creer, pero, al ver el semblante pálido de Andrea, Amber se dió cuenta que era la difunta mujer que estuvo casada con el hombre que ella amaba, aquel hombre que había llegado a su vida de una manera casual, sencilla, y sobre todo sorpresiva, el dueño de sus primeras veces, el dueño de su alegría y… el padre del hijo que crecía en su vientre.Amber estaba estática, sin poder moverse. Lo próximo que vio fue a la mujer acercarse a Andrea y besando sus labios, enfrente de ella, ¡En sus labios! Amber sintió que todo su ser se contrajo, sintió que el aire en el jardín a pesar de lo abierto que era, era poco para la dificultad de su respiración. Agarró la pequeña caja con la prueba de embarazo y la guardó en su espalda. Un nudo se posó en su garganta, quería hablar, pero no pudo articu