Amber no sabía cómo reaccionar a las manos de Andrea en sus caderas, a su aliento en su rostro y mucho menos al cosquilleo en su centro.Pestañeó dos veces fuerte para ver si no estaba soñando, dándose cuenta con eso que, no.«¡Diablo! ahora sí te tocó tu domingo siete» pensó la chica ruborizada.Las palabras no se hicieron presente, los dos ardían en una pasión sin medidas, en una pasión que era difícil de decir con palabras, porque los hechos eran reales.A Amber no le importo si a la mañana siguiente él la despediría, si a la mañana siguiente él rompía su corazón de la peor manera, ella solo estaba ahí, con una pijama húmeda de la excitación, en el cuarto de su mansión, lista y dispuesta para él.Cerró los ojos dejándose llenar por el inmenso beso de Andrea, que mientras tomaba sus labios e introducía su lengua dentro, tocaba sus nalgas y apretaba de ellas un pocoÉl quería ser gentil, él quería ser gentil con ella porque era su primera vez, estaba consciente de eso y aunque se sen
Cada parte, cada extremidad, cada milímetro del cuerpo de Amber dolía, y dolía placenteramente, porque la noche anterior había experimentado el placer, ese placer que había querido experimentar con su jefe desde que lo vio.El sonar de la alarma la despertó. Abrió los ojos lentamente, pensando que todo había sido un sueño, pero al verse desnuda por completo y con su cuerpo marcado y adolorido, se dio cuenta de que todo había sido Real.Sonrío ampliamente al recordar como Andrea la había hecho suya hasta exprimirla. Llevó las manos a sus labios y cerró los ojos para recordarlo.—¿Qué hiciste Amber? —se preguntó nerviosa, tenía miedo de enfrentar la realidad, tenía miedo de que todo lo que había vivido la noche anterior le trajera consecuencias.Respiró profundo tomando su móvil, dándose cuenta con eso de un gran problema: ya se había acabado el plazo que le habían dado para pagar la hipoteca de la casa, ya que, la alarma que la había despertado decía claramente que hasta ese día tenía
Andrea no sabía cómo decir lo que estaba pensando, no sabía si Amber iba a aceptar su propuesta, pero, estaba seguro de que era la única manera de tener a su querido hijo con él, y con eso la mujer que había empezado a querer, pero, no se atrevía a decirle sus sentimientos a Amber, no quería salir lastimado, no quería que ella se burlara de él y mucho menos que pensará que era fácil dominarlo, él tenía que dar a demostrar que era un hombre sin sentimiento, aunque sentía más de lo que mostraba, sentía deseo, cariño y, sobre todo sentía que quería a Amber más de lo que quería quererla.—Lo siento mucho Andrea, no debí decir que tú y yo… —intentó disculparse.—Quiero proponerle algo, señorita Amber —dijo él bajando la mirada. Sus manos sudaban, porque, aunque sería un trato por conveniencia, él tenía miedo de su rechazo—¿Un trato? —preguntó ella desconcertada.—Veraz, yo necesito una esposa para no perder a mi hijo, y tú necesitas pagar la hipoteca de la casa —tragó grueso, él ya había
Amber tomó el lapicero y con las piernas como gelatina, firmó el contrato sin ver a Andrea, un contrato sin sello, sin fecha de caducidad, sin ningún argumento legal que lo avalara, porque sin ella saber ese matrimonio con Andrea era más real que la ganas que ella tenía de obviar las cláusulas que ella había impuesto, pero, era tan orgullosa que no iba a dar su brazo a torcer, no aún.—Bien, debes mudar tus cosas a la mansión, desde ahora vivirás aquí, he estado preparando todo para la boda, será algo sencillo y privado —Amber bajó la mirada, ella siempre soñó con casarse de blanco y hacer una gran fiesta. Pero, la decisión de aceptar ser la madre y esposa de su jefe por" contrato" fue de ella, y no podía echarse para atrás, o más bien, no quería hacerlo.Sonrió en dirección de Andrea, que guardaba los papeles en la gaveta.…Dos días después, ya Amber estaba en la mansión laureti, en una habitación al lado de la de Andrea, por eso de la cláusula de no tener sexo, cosa que cada día s
Amber entrelazó sus manos en el cabello de Andrea, tiró de él y desesperada devoró sus labios. Estaba hirviendo por los días que había estado conteniendo sus ganas, sus deseos desmedidos por su jefe. —¿Y la cláusula? —preguntó él en sus labios con picardía.—A la mierda —respondió ella desesperada.Andrea no pudo evitar sonreír, le agradaba sentir que Amber lo deseaba tanto como él la deseaba a ella.La jaló del brazo y la subió a la camioneta, haciéndole señas a los guardaespaldas que se quedarán, necesitaba privacidad en el camino, porque estaba tan prendido que no estaba seguro de soportar las ganas que la mujer le estaba causando.Tomó la camioneta y comenzó a conducir apresurado, deseando llegar a la casa para devorar a Amber una y otra vez hasta cansarse.Amber abrió sus piernas un poco, y por una inercia extraña, metió las manos hasta su coñito mojado y comenzó a hacer fricción por encima de su Panti.Andrea la miró sorprendido, le encantaba ver cómo la chica se masturbaba, no
Amber se quedó sorprendida cuando Andrea le dijo que tenían que irse de luna de miel, porque necesitaba que el matrimonio fuera creíble. Los ojos de Amber se iluminaron tanto que le costaba sostenerle la mirada a su esposo Andrea, no solo porque lo amaba y no quería que él se diera cuenta, también existía el miedo que él se alejara de ella al notar que ella estaba con él no solo por un matrimonio concertado, sino porque para Amber Andrea era el hombre perfecto.Tomó una maleta emocionada, Andrea le había dicho que metiera todo tipo de trajes de baños porque iban a ir a una Isla en Hawái, ella pensó que solo tenía un traje, pero, cuando abrió el closet ahí estaba full de ropa nueva, perfumes y muchos trajes de baño para ella.—¿Te gusta? —preguntó el italiano a su espalda.Amber volteó a mirarlo con una sonrisa hermosa en su rostro.—Me encanta, ¿y como sabes mi talla?, están a la perfección —tomó uno de color negro con puntitos blancos que le parecía exquisito por la manera en que est
Un hotel que no se podía describir con palabras, en frente de las playas de Hawái, pararon a llegar esa noche. Amber se sentía como una plebeya convertida en reina. Todo a su alrededor era espectacular. La noche que llegaron hicieron el amor hasta cansarse, y después ella se fue al bar del hotel a tomar una copa, mientras Andrea hablaba con sus padres de su matrimonio.No quiso ser inoportuna, pero cuando vio que la dichosa Evangelina comenzaba a regañar a su hijo por casarse sin decirle nada, por no invitarla, y más aún por ella no saber nada de su esposa, se dio cuenta de que sobrará en la habitación.—Una copa de vino tinto —pidió sentándose en la banqueta frente a la barra.Se había puesto un vestido borgoña, largo, con una abertura en la pierna y un escote en su espalda. Su cabello estaba suelto, despampanante, haciendo con eso que se viera más hermosa de lo que era.Un joven pintoresco le tendió la copa con una sonrisa agradable. A ella enseguida le cayó bien el muchacho, parecí
Andrea no estaba nervioso por saber si Evangelina iba a aceptar a Amber, más bien se estaba muriendo de los nervios porque sabía que la mujer en cuestión seguramente le iba a echar un jalón de oreja, y, con eso, un jarabe de lengua también, y no es que no tuviera suficiente edad como para el mismo tomar sus propias decisiones, solo era que la tal Evangelina Anderson, siempre les dijo: «No me importa que edad tengan, aquí la madre de ustedes soy yo, y seré siempre, así que velaré porque sean unos hombres honorables, y respetuosos con sus mujeres».Cuando llegaron a la mansión, Andrea tomó a Amber por la mano y caminó con ella dentro, Amber temblaba del miedo, ya se imaginaba una señora gorda, de cabellos cortos, y con cara de bruja, pero lo que vieron sus ojos al entrar a la sala la dejaron totalmente asombrada La mujer en cuestión, que debía tener un poco más de cincuenta años, apenas parecía de cuarenta, era tan elegante y hermosa. Su cabello negro, traspasaba sus nalgas, sus ojos g