Andrea no pudo concentrarse en la reunión con los socios, tenía los mendigos ojos de gato metidos en su cabeza.«¡Joder! ¿Qué te pasa hombre? ¿Nunca has visto una mujer?»Se reprendió mentalmente tratando de sacar a la pequeña mujer de su mente. Pero, tenía grabado sus pequeños labios rosados, sus cabellos rojos despampanantes y su nariz respingadita en la mente. Era muy hermosa, sexi, y definitivamente para el CEO amargado de Andrea Laureti fue un calentón a su hermoso, pero solitario cuerpo.Después de atender la reunión, su chófer lo llevó a casa, más cargado de trabajo que cuando fue. No estuvo para nada pendiente de lo que hablaban los inversionistas, y ahora tenía más dudas que aclaraciones acerca de la estación de juguetes eléctricos que quería crear su hermana Fernanda.Bajó la ventanilla del auto para encender un cigarrillo, no pudo evitar pensar en Astrid, habían pasado dos años desde su muerte, y aún la recordaba cada día, la extrañaba tanto, que no había vuelto a enamorar
«Dios mío no puede ser que el pavo real sea mi jefe» pensó Amber mordiendo sus labios fuertemente.—Dime pues, ¿qué haces en mi oficina?, no me digas que vienes a aquí molestarme?, o acaso vienes mmm…—pensó por varios segundos —. ¿Quieres disculparte por tumbar mis papeles? porque te lo digo eh, no voy a tolerar que te la pases por mi empresa dañando cosas, con esas manos de aceite que tienes —Amber lo miró con una ceja alzada. Ella no tenía manos de aceite, ¿o si? Subió la ceja un tanto molesta, pero, debía conservar el empleo, debía hacerlo. Trago grueso calmando la molestia y las ganas de insultar a su jefe.—Soy Amber Rodríguez, seré la suplente de Lucía del castillo su secretaria —Amber le tendió la mano a Laurety que la miraba como si estuviera completamente loca.—¡Tu no puedes ser mi secretaria Joder! ¿No eres mesera? —preguntó con desconcierto.—Si, pero por su gran culpa me despidieron, ¿lo olvida? —lo señaló con el dedo.Una suave sonrisa se dibujó en los labios de Andrea
Amber sollozaba mientras tomaba las pocas cosas que apenas unas horas antes había puesto en el escritorio de su nueva oficina.—¿Y ahora qué haré? ¿Cómo voy a pagar la hipoteca de la casa? Seguramente mi padre me sacará de ella, estoy perdida —se repetía una y otra vez mientras limpiaba unas cuantas lágrimas traviesas que salían de sus ojos.—¿Puedo pasar? —escuchó una voz ronca detrás de ella que la hizo temblar inmediatamente.Se giró lentamente encontrándose con una figura genuina, esbelta, y … sonriente, y ahí, se dió cuenta que debía ser el gemelo de su jefe, porque su jefe jamás sonreía.—Ah, ¿eres tú? —exclamó llevando las manos a su pecho.—¿A quién esperabas?,¿ a Andrea?, ese hombre de procedencia italiana jamás vendría a tu oficina, es un obstinado de primera categoría, idéntico al abuelo Massimo —negó con la cabeza sonriente.Amber sonrió… «¿Cómo es posible que dos personas que nacieron el mismo día, y se gestaron en el mismo vientre fueran tan distintas?» mordió su labio p
Había pasado una semana que Amber había llegado a la empresa, había vuelto a su puesto de trabajo, pero, después de ese beso, Andrea no volvió a acercarse a ella, hasta que la llegada de Fernanda los volvió a acercar, para mala suerte del italiano que lo único que quería hacer era olvidar el puto beso de sus labios.—Quiero conocerla —entró Fernanda con un escolta a su lado. La chica era hermosa, sus cabellos negros traspasan sus nalgas y sus ojos azules se veían aún más brillosos por encima de los lentes para ver qué llevaba. Se parecía mucho a Eva, aunque en versión sexi y hermosa, parecía una actriz porno con inteligencia suprema.—Me alegra mucho verte hermanita —Andrea subió la mirada para ver a la culpable de que estuviera trabajando horas extras.—A mí también mi pequeño, gran gruñon —acarició sus mejillas pellizcando un poco de ellas.—¿A quien quieres ver?, es solo una secretaria torpe que se confundió e imprimió penes vibrantes Fernanda, por eso no puedes hacer un show —excl
Amber estuvo trabajando los siguientes días en diseñar todo lo que su mente imaginaba en juguetes sexuales. Se sorprendió un poco, porque para alguien virgen como ella, que se suponía que no sabía nada de miembros, los imaginaba muy grandes y rosados, seguramente producto de las películas que había visto con su amiga Lucía, o de los libros de cincuenta sombras de grey que había leído donde los describen muy bien.—¡Oh, por dios! ¿Este es mi pago? —exclamó emocionada viendo el mensaje con la notificación que le había llegado. Su sueldo doblaba lo que realmente iba a ganar por ser secretaria; no podía sentirse más contenta. Podía pagar la matrícula para la universidad, y también podría pagar una parte de la hipoteca de la casa.Salió directo al banco, a retirarlos en efectivo, ya que el pago de …. Era estrictamente en físico.Cuando llegó a su casa se encontró a su hermana acostada en él sofá comiendo pizza sin ni siquiera preocuparse de los gastos de la hipoteca.—Que bueno que llegast
Andrea no sabía porque sentía la respiración agitada, porque tenía el corazón contraído y porque un nudo enorme se posaba en su garganta. Conducía sin saber a donde iba, su corazón estaba acelerado y si no fuera por la llamada con urgencia en su móvil seguramente fuera parado a un lugar desconocido.—Si —contestó de prisa al ver el remitente.El freno de su auto se sintió en seco, cuando escuchó las palabras de su nana en el otro lado; sus manos comenzaron a sudar en ese momento.Cuando llegó a la clínica estaba asustado, era como revivir la escena exacta del día que murió Astrid, la desesperación de no poder verla por última vez por no encontrar su cuerpo lo embargo, y ahora qué podía perder lo único que tenía de ella y lo que más amaba en su vida lo hacía sentirse miserable.—¿Dónde está? —preguntó acelerado.—Mi niño, lo siento mucho —dijo Ramona mientras lloraba.—Dime qué está bien nana —preguntó con las lágrimas a punto de caer de sus ojos. —Por suerte está bien mi niño, solo
Andrea se removió en su cama toda la noche, y no solo porque su nana no lo dejó quedarse con el niño en la clínica, sino porque no podía olvidar los ojos de gato de Amber, además de sus besos, sus labios rosas y su carita hermosa, era como había dicho su hijo, un ángel, un ángel que lo incitaba a cometer el más delicioso pecado.Abrió los ojos en medio de la madrugada, tenía el corazón agitado y de su frente brotaba mucho sudor a pesar de que la temperatura en su habitación era fresca. Luego miró su pantalón y entendió el porqué su cuerpo estaba empapado. Su miembro estaba tan duro como una roca, duro y goteante.Se relamió los labios. Andrea no era de esos hombres que se masturban, siempre controló sus emociones, de hecho, nunca fue un jovencito que descargara sus hormonas con su mano, pero, ¡joder! Había algo en ella que lo estaba volviendo loco, que lo incitaba a tocarse, y debía calmar sus sentimientos antes que cometiera una locura y comiera a su secretaria en su oficina, en el e
…Amber, sintió sus piernas como gelatina, parecía un pequeño gánster debajo de la imponente figura de su jefe, pequeña y sin protección bajo las garras de Andrea Laureti.—Yo…—tartamudeo, pero Andrea, no dejó que siguiera La tomó por el cuello y la comenzó a besar de una manera tan apasionada que las braguitas de Amber comenzaron a empaparse.Andrea la levantó como bebé y la depositó en el escritorio. Estaba desesperado por ella, su mente estaba nublada, y sus sentidos al parecer lo habían abandonado. Llevó a sus manos a sus nalgas y apretó de ellas sin dejar de besarla. Amber, enredó sus dedos entre los cabellos de su jefe y jaló de ellos con lujuria, sin dejar de sentir como su lengua volteaba la de allá de un lado a otro. Jamás se había sentido tan excitada, de hecho nunca se había sentido como se sentía en ese momento, llena de lujuria, llena de deseo, llena de ganas de ser devorada, pero, había algo que le iba a impedir a Amber continuar con la pasión desenfrenada que tenía con s