4. Una noche loca

Rodrigo

—¿Quién es ella?

Pregunto pero nadie me responde por andar babeando y aplaudiendo, no tengo idea de quién es pero su cara, su mirada me impacta porque aunque yo también tengo los ojos claros, los verdes que me miran con la boca entreabierta buscando aire son lo más sexy que he podido ver junto a los generosos pechos que se marcan cuando su pecho sube y baja apartando incómoda la mano que quiere tocar su pierna.

—!No me toques!.

—Sigue bailando!— gritan los borrachos— ¡Sigue muñeca!

La seguridad se le ha ido, se nota aún ebria pero ya no tan suelta, un par de idiotas la aturden con su cercanía y ahora sí tambalea diciendo que la suelten por lo que me abro paso entre todos y entre muchas manos que la quieren tocar le ofrezco la mía recibiendo otro impacto cuando me mira asustada y aunque duda, recibe mi diestra cuando empujó a un borracho que se quería subir a la barra.

—¿Estás bien?— no me equivoqué, su belleza es impactante pero más aún la mezcla de picardía e inocencia lo es más— te ayudo— entrelazamos las manos y sujeto su cintura haciendo que se le escape un chillido de sorpresa cuando la bajo y le ladro a los demás que se muevan— me llamo Rodrigo— me relamo los labios viendo el rojo de los suyos— son unos animales, aunque discúlpame pero no los culpo, eres una desconocida muy hermosa— la gente se disipa pero su sonrisa no— muy hermosa.

—Muchas gracias por sacarme de ahí, Rodrigo— sujeto su mano aún cuando quiere que la suelte, sin embargo, su sonrisa encandila porque tampoco opone resistencia— me deberías soltar.

—¿Y si no quiero?.

*

*

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Habitación 1369

—!¡Maldita sea mi cabeza!.

Me renuevo un poco con la luz que se filtra por la ventana y cada movimiento es un suplicio porque me debo haber tomado hasta el agua del florero, soy un empresario reconocido y no tengo dudas que la fiesta fue de locos porque he sido un irresponsable de primera, aunque creo que no tanto porque tiró el preservativo que está en la cama para ver qué hay dos más en el piso.

—Bueno ni tan irresponsable, por lo menos me he cuidado— quiero vomitar— que asco.

—Amor.

Me sobresalto cuando escucho un susurro adormilado riéndome por su ocurrencia, regresando a lo que sucedió, el servicio completo de la dama de compañía que no sale de su papel llamándome amor me causa gracia y me preguntó cuánto habrá costado, salgo con cuidado de la cama viendo el desastre de la habitación, mi ropa está por todos lados al igual que las cosas de ella, los preservativos en el piso haciendo recordar el buen regalo que me han hecho mis amigos, el vestido rojo yace en la alfombra y me debato entre despertarla o simplemente irme porque nunca había hecho algo asi.

Los recuerdos de la noche anterior son algo confuso pero van llegando poco a poco, una vez que la ví bailando en la barra, moviendo las caderas como experta, escuchando que gritaba que el amor no era color de rosa y que era una loba en el armario que quería salir me hacen reír, admito que para ser una trabajadora sexual es bastante idealista hablando de lo que bonito que es amar pero los rasguños que tengo en los pectorales también me dejan claro el fuego que tiene, nunca había necesitado pagar por sexo pero está vez acepte gustoso porque las generosas curvas y labios de la mujer que sigue dormida desnuda en la cama valieron la pena.

Una mujer especialmente hermosa, sexy y aunque de la nada empezó a llorar diciendo que nadie le iba a quitar lo que era de ella, acepto el trago que le invite y así vino la competencia de quién tenía más resistencia al alcohol viéndola reír, saltar y en cada movimiento los pechos se le movían haciendo que mi entrepierna sienta el mismo deseo otra vez.

— ¿Qué pasa?— salgo cuando el ruido me saca de mis pensamientos quedándome con la toalla en la cintura y medio húmedo al escuchar el grito de la mujer—¿Qué pasó?— es hermosa pero luce desastrosa con el maquillaje corrido, envuelta en la sábana y llorosa mirando todo a su alrededor. ¿Qué te pasa?.

—!¡No te acerques!— grita con histeria y aprieta la tela que la cubre y tiene su tacón en la mano en signo de amenaza.

—¿Sigues borracha?

—¡Dios mío qué pasó! ¿Qué hice?— grita y me ve con horror— ! ¡Alejate de mí!

—¿De que hablas?, Mi amigo pagó muy bien por tus servicios— le increpó sintiendo que me tira el zapato y me muevo haciendo que la toalla se me caiga y ella solo abra los ojos como platos.

—Por favor— me burlo y me coloco la tela como estaba— como si no la hubieses tenido dentro más de una vez— se pone roja y llora repitiendo que esto no puede ser.

—¿Cuál es tu problema?— pregunto con fastidio. Deja de llorar que no te he violado. ¿Qué te pasa?

—Me acosté contigo— tiembla desesperada y la veo sentarse en el piso sosteniendo con fuerza la sábana con la cabeza enterrada en las manos y el show empieza a incomodarte— ¿Cómo pude haber hecho algo así?.

—Es normal, eres una prostituta y es un trabajo después de todo— saco un cigarro del bolsillo y volteo para recibir una bofetada que me retumba las ideas acabando con mi paciencia.

—¡No soy ninguna prostituta gran imbécil!

—En tu vida— sostengo su muñeca cuando me quiere golpear otra vez— jamás me vuelvas a poner un dedo encima — tomo su mano cuando me quiere dar otra—¿acaso no he pagaron bien?.

—Ya basta— llora y forcejeamos hasta quedar encima de ella con su espalda en la cama— por favor déjame.

Me estreso porque se mueve y me insulta de una forma insoportable diciéndome que soy una basura, que me aproveche de ella, de su borrachera y la furia aumenta.

— ¿Me quieres decir que eres una pobre mujer abusada cuando jadeabas como loca? — aprieto uno de sus pechos viendo la rabia en sus ojos. ¿Esto también es parte del pago?.

— No me toques, animal— irónico porque reniega pero jadea— ¡Suéltame!.

—Deja de actuar, puedo pagarte más— paso mi mano por su cintura sintiendo que mis pelotas sufren por el rodillazo que me acaba de dar— ¡Demente!.

—No soy una prostituta, no se que tanto podríamos haber tomado, no me violaste lo sé, pero estaba borracha. ¡Dios mío! Estaba muy borracha— vuelve a llorar buscando su ropa mientras yo me pongo hielo en el área.

—Es imposible que la borrachera te haya hecho olvidar lo que pasó, deja de ser ridícula, si según tú no eres una prostituta, ¿Quien diablos eres?

—Una mujer que no te quiere volver a ver en lo que le resta de vida— sale del baño vestida apretando los dientes con rabia y lágrimas que no dejan de caer— jamás.

—No es como si un hombre como yo quisiera volverse a cruzar con la tipa más maniática y aburrida del mundo— bajo la tira de su vestido sintiendo que tiembla y no es miedo— para ser lo que eres, tenía mejores expectativas pero ya veo que fue dinero mal invertido, afortunadamente no mío, yo nunca me equivoco y por supuesto que tú y yo no nos volvremos a ver nunca más.

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