5. Culpas

Gabriela

—Tome nota, 1.68 más o menos, ojos verdes grandes, cabello largo con ondas de castaño oscuro, tez blanca, estaba con un vestido rojo.

!¡Por favor! Ayúdenme a encontrarla o juro que voy a incendiar este lugar.

—¿Por la señorita que está allá?

—!Dios mío, amiga!— siento los brazos de Laura que se estrella sobre mi y me aferro a ella llorando como la víctima que no soy— !Oh por Dios! ¡Policía!.

Grita nuevamente y no solo la entiendo si no que lo lamento, siempre le digo que ella es la irresponsable pero yo, lo que he hecho simplemente no tiene perdón y no puedo dejar de llorar, de un momento a otro la Laura alegre de siempre me mira con los ojos llenos de lágrimas sosteniendo mis hombros diciendo que la perdone, no tengo cabeza para entender de qué habla, la gente nos mira y yo solo le pido que nos vayamos de este lugar porque me duele el corazón.

Sus palabras y desesperación duelen, mi mejor amiga piensa que han abusado de mí, veo la culpa en sus ojos pero ella no es responsable de nada, no deja de llamar a la policía haciendo que la seguridad empiece a inquietarse y su voz entrecortada diciendo que no debió dejarme sola ni obligarme a tomar solo me hacen sentir más miserable de lo que soy.

—Nadie me violó— apenas puedo susurrar— por favor vámonos— intento caminar.

—¿De qué hablas?— me abraza y yo me aferró a ella— Nena esto no es tu culpa, amiga por Dios mírate— señala mi vestido algo roto, no tenía idea que tenía chupetes en el cuello y tiemblo desesperada y asqueada de mi— Gaby dime quien fue, que paso, la víctima nunca tiene la culpa que te quede claro— me da un abrigo y aún así estoy helada— ¿Que paso?.

—!Me acosté con otro!—grito desesperado— Nadie me violó, no soy una víctima, me acosté con un desconocido, con un hombre que no es mi novio, con un infeliz que odio con toda mi alma el cual me dijo que era una prostituta y creo que tiene razón.

Explotó llorando, la gente se aleja, a Laura se le quieren salir los ojos y corro a la salida con el dolor de cintura y de alma más grande del mundo.

El camino a mi departamento es un suplicio, no puedo dejar de llorar y se que aunque mi amiga tiene mil preguntas encima ella es mi mejor amiga y respeta mi silencio y el que entre a mi casa sin querer a nadie más, la pregunta de si voy a estar bien parece una mala broma pero ella no tiene culpa de nada por lo que me deja sola diciendo que cuento con su apoyo y solo le hago jurar con desesperación que olvidemos la noche de ayer y es lo que hace.

—Lo arruine— sollozo— lo he destruido todo, por favor te lo pido, solo déjame sola.

—Te quiero amiga, cuenta conmigo para todo.

Apenas la puerta se cierra, corro a la ducha sintiéndome asquerosa, las imágenes que empiezan a llegar a mi mente son clavos para mí estúpida cabeza, después de salir de la casa de Víctor, me encontré con mi mejor amiga en el bar contándole con rabia lo que pasó en la cena, mi novio no me dió lugar pero eso no es justificación para haber hecho lo que hice, yo tomando alcohol como si fuese agua, bailando con ella en uno de los clubes más exclusivos gracias al romance que tiene con un gerente petrolero importante, la música, el lujo, la diversión y los aplausos de la gente sintiéndome en ambiente fueron un detonante terrible para el peor error de mi vida, baile en la barra, varios hombres gritaban por mis piernas pero yo solo me quería divertir, no se que diablos me pasó cuando mis ojos chocaron con la mirada de ese tipo, grande, muy grande de presencia arrolladora y ojos de infarto.

Un trago, dos, unos bailes y después no supe más, no sabía dónde estaba Laura, lo que sí tengo claro es que ya no estaba en el night club si no en un ascensor besándome con un desconocido que me amasaba las caderas y chupaba mi cuello mientras una habitación espectacular nos recibió, breves palabras como preciosa y deliciosa me llevaron a pisar el infierno cuando sus manos me quitaron con fuerza el vestido mientras mi m*****a cabeza veía la cara de mi novio, le abrí la camisa dejando que me levanté y enrede las piernas en la cintura mientras se quitó todo.

—Soy un desastre— salgo después de horas remojada en la ducha mirándome en el espejo y odiando mi reflejo— fue un terrible desastre.

Repaso los chupetones del cuello, mi pecho izquierdo tiene una especie de mordedura y pasó la mano sintiendo ardor y vergüenza.

Victor nunca me lo va a perdonar, ni siquiera yo me lo puedo perdonar, mi alma pesa como si tuviera un costal de rocas, camino como un fantasma encendiendo la contestadora y el mundo se ve tan oscuro, tengo mensajes de mis papás diciendo que soy la mejor hija, de mi amiga preguntando dónde estoy y de él, del hombre con el que soñe toda la vida.

"Vamos Gaby, estás siendo muy irresponsable, no puedes desaparecer así, discúlpame pero si te sientes insegura porque Cameron es modelo y tú la secretaria no es mi culpa"

"Mi amor por favor, contestame".

—Todo se terminó— me aferro a la fotografía de nosotros juntos, riendo felices y no se que hacer— No te quiero perder.

Lloro y pienso hasta darme cuenta que he dormido no sé cuántas horas en el piso, reviso mi teléfono y Laura le ha dicho a Víctor que estoy con una fuerte gripe así que no me queda otra más que responder nerviosa la llamada del hombre que amo diciéndole que estoy bien, que todo está bien, que me perdone y que por favor no venga porque no quiero que me vea así.

No como una prostituta.

—¡Basta Gabriela, no eres una prostituta!, ha pasado una semana después de esa noche, olvídalo, no voy a dejar que te hundas en la miseria por un error que puede cometer cualquiera.

Ella es muy eufórica y yo muy débil, ha sido una semana pero para mí siente como una eternidad asquerosa, mi amiga me regaña por todo pero yo no tengo más ganas que estar hundida en mi miseria con el peso de la culpa que no me deja ni pasar el agua, no quiero comer, no me quiero bañar, no quiero vivir sabiendo que mi estupidez lo ha destrozado todo.

Laura me empuja con todo y ropa a la ducha, hasta me dice que apesto y le doy la razón, estoy podrida y me duele.

—¿Pretendes que no le diga nada?

— Tal cuál, no hay nada que decir, quien lo manda a prestarle más atención a la ex que a ti— está loca— vamos solo deja de pensar que Victor es un dios y tú una pecadora.

—No entiendes.

—No pero, mi amiga eres tú y odio verte así, por favor eres una luchadora desde siempre, no dejes que un desliz arruine ese romance con el que has soñado toda la vida. ¿Acaso piensas volver a ver a ese hombre?

— !¡Jamás!— se me escarapela el cuerpo de solo pensarlo— no tengo idea de quién es ese tipo y no quiero saber que existe, ese hombre no es nadie y nunca será nadie para mí— respiro hondo intentando acallar mi conciencia y seguir con mi vida.

—Gaby— junta mis manos— esa noche nunca pasó.

El lunes ha llegado y con un vestido gris, botas negras, el cabello en una coleta y el intento de otra mentalidad llego a la empresa donde soy recibida por mis compañeras, me dan el trabajo acumulado de la semana y entró a la oficina de mi novio con su café de siempre y los nervios por todo el cuerpo.

Sus ojos celestes me miran de pies a cabeza y la culpa me carcome el alma, siento que ya lo sabe, él no me dice nada y estoy a punto de echarme a llorar, no debí hacerle caso a Laura, esto no se trata así, no cuando se levanta para abrazarme con amor, diciendo que me extraño más que respirar.

—Mi amor— me agarró de su camisa, no soy capaz de mirarlo y la voz de Cameron entrando a la oficina lo hace todo peor.

—Esto es el colmo, yo soy la modelo principal de esta agencia, la secretaria eres tú y ahora resulta que debo hacer tu trabajo— me mira con rabia— trae tres cafés— me chasquea los dedos y se sienta en el escritorio.

—¿Disculpa?.

—Yo te puedo disculpar porque tengo cierta consideración con los empleados, pero no creo que el lo haga.

Hace un gesto con las cejas señalando la puerta y el mundo se me viene encima cuando veo al hombre que está ahí, el mismo desconocido que fue un error, el mismo que me mira con sorpresa sin entender nada y él mismo al que Victor abtaza feliz llamándolo hermano.

No puede ser, me quiero morir...

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