Capítulo 4

Abrirme paso entre la multitud fue toda una odisea, era temporada vacacional y cientos de estudiantes querían aprovechar el tiempo antes de sumergirse entre libros y obligaciones estudiantiles. Tuve suerte en conseguir un vuelo de último momento.

Nunca antes había sido tan complicado recoger el equipaje, la gente tenía prisa y se empujaban unos a otros tratando de alcanzar sus maletas sobre la cinta corrediza. Vi mi maleta y me abrí paso casi atropellando a una mujer que solo estorbaba y parecía perdida; pero, un hombre tomó la maleta y se la llevó. Supuse que esa no era la mía y tuve que seguir esperando.

Después de una larga espera mi maleta salió entre el último equipaje sobre el riel. Respiré profundo aliviada porque pensé que lo había extraviado.

Había tomado un vuelo de último minuto y no tenía un plan de viaje. Por un momento me sentí asustada, en un lugar que no conocía y sin una reservación de hotel, pero al mismo tiempo ese miedo se convirtió en una emoción indescriptible. Era la primera vez que hacía algo tan descabellado y se sentía demasiado bien ser libre.

Salí caminando con mi maleta en mano y pedí un taxi, por fortuna mi familia me obligó a estudiar idiomas desde muy pequeña y el mandarín estándar era uno de mis favoritos. Estaba orgullosa de la fluidez con la que podía comunicarme y si en algún momento me sentía insegura, también podía recurrir al inglés.

Le pedí al conductor que me llevara a un hotel, estaba ansiosa por instalarme y por comenzar a recorrer la ciudad.

Durante el trayecto, parecía una niña que salía de casa por primera vez. Cuando era pequeña y mi madre vivía, mi padre solía llevarnos con él cuando salía de viaje por negocios; pero, siempre debía comportarme como una señorita educada y en Corea la educación va de la mano con la sumisión. Caminar o viajar en coche era ir con la mirada al frente o mirando hacia al piso sobre todo en presencia de personas mayores.

Comencé a sentirme intimidada cuando me di cuenta que conseguir una habitación no iba a ser tan fácil, no tenía reservación y tuve que recorrer la ciudad yendo de uno a otro tratando de encontrar un lugar para hospedarme.

Tuve que hospedarme en el Bulgari hotel Shanghái, era muy costoso y yo no tenía intenciones de derrochar el dinero porque ya no era la heredera de la familia Rhee, aun cuando había retirado suficientes fondos para vivir cómodamente durante algunos años, tenía que ser cuidadosa o me iba a quedar en la miseria.

Decidí que solo pagaría una noche y luego al siguiente día buscaría una habitación más económica, por el momento quería descansar, darme una ducha y comer algo porque mi estómago me gritaba que lo alimentara pronto.

Sentí una gran vergüenza cuando estaba llenando la ficha de registro en el hotel, mi estómago rugió tan fuerte que el recepcionista se comenzó a reír y tuvo que fingir que no había sido por el sonido que salió de mi estómago.

Subí a mi habitación para ducharme y cambiarme de ropa, lo único en lo que pensaba era en comer, y no podía esperar, así que pedí servicio a la habitación para que llegara en lo que yo terminaba de ducharme.

Salí envuelta en la toalla y me llevé una gran sorpresa al intentar abrir mi maleta —¡Tchona!— exclamé cuando vi la etiqueta de la maleta y me di cuenta de que no era la mía “Seung-Yi” y un número telefónico.

No, no era posible que se tratara de la misma persona. No podía ser el único Seung-Yi en todo Corea. Me dejé caer de rodillas al piso mirando la etiqueta. ¿Sería posible que los recien casados estuvieran de viaje de bodas en Shanghái? ¿Viajamos en el mismo vuelo sin darnos cuenta? Lo más probable era que ellos hubieran tomado un vuelo en primera clase, yo había pagado un clase turista para no gastar tanto dinero y también porque era el único lugar disponible.

Los golpes en la puerta me hicieron pegar un salto,  le ordené a la camarera que pasara a dejar mis alimentos.

—¿Se siente bien señorita?— Me preguntó al verme, mis manos y mis labios temblaban ya no solo por el hambre sino también por el susto.

Asentí con la cabeza y le ordené que se fuera, me abalancé sobre la comida, esperaba que eso me ayudara a sentirme mejor. Lo más probable era que el propietario quisiera recuperar su maleta, yo no tenía problema en perder la mía, no había nada de valor ahí. Mis documentos, dinero y tarjetas estaban en mi bolso de mano, en la maleta solo había ropa y zapatos.

Me vestí con la misma ropa que traía y me dejé caer sobre la cama. Tomé el teléfono móvil y estuve a punto de marcar el número de teléfono registrado en la etiqueta, pero lo dejé de inmediato botando el móvil a la cama como si eso sirviera de algo.

Me dispuse a salir a caminar, se había hecho de noche y yo no quería alejarme del hotel así que solo caminé por los jardines y los alrededores, admirando las luces de la ciudad tratando de tranquilizarme.

—Piensa, piensa—Me repetía una y otra vez. Seung-Yi no me conocía físicamente, él y yo no nos habíamos visto nuca, así que si lo veía solo para entregar su maleta, él no podía reconocerme. Yo lo vi solo de perfil el día de la boda, no había visto su rostro de frente y ni siquiera sabía si podría reconocerlo. Así que me armé de valor y volví a mi habitación dispuesta a llamarle para hacer el intercambio de maletas.

Recogí el móvil del piso y vi tres llamadas perdidas de un número desconocido, lo comparé con el de la etiqueta y no era el mismo, pero ese móvil era nuevo y la única que tenía el número y mi único contacto era Eun-Ji, así que estaba segura que se trataba de él.

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